Definición
Etimológicamente la palabra
apologética viene del griego APOLOGETIKOS la cual a su vez deriva de la palabra
"apología" que significa: defensa verbal de algo; es decir, la apologética es la defensa de una idea, de una doctrina, de un argumento. Si aplicamos esto a la fe católica, entonces sería la defensa de la fe, esto es, defensa integra y completa de toda la doctrina cristiana.
La apologética entra dentro de las disciplinas teológicas, y actualmente se conoce como
Teología Fundamental, la cual intenta explicar los fundamentos de la fe, dando respuestas a ¿Por qué creemos? ¿Cuál es la Religión verdadera? ¿Cuál es la Iglesia de Cristo?
La Sagrada Escritura enseña cómo se debe realizar la apologética. Así 1 Pedro 3,15:
"Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros".
En esta carta el primer Papa,
san Pedro nos enseña a todos los cristianos, que debemos presentar argumentos sobre nuestra fe a todo aquél que nos lo pide. La defensa o los argumentos que presentemos debemos hacerlo siempre con
mansedumbre y reverencia. Es decir, no con el objeto de buscar pleitos, peleas o discusiones sino para
aclarar, enseñar y ayudar a los otros a entender más y mejor la fe católica.
Para poder esgrimir estos argumentos sobre la fe católica, es necesario que sepamos usar muy bien las
Escrituras, el
Catecismo y los escritos de los
Santos Padres, que son aquellos primeros cristianos que sucedieron a los apóstoles y los cuales siguieron una linea ortodoxa en cuanto a la doctrina y fueron enseñando la fe en los primeros siglos del cristianismo.
Remontándonos a los orígenes
La
apologética como disciplina teológica tiene su historia, la podemos situar ya en los primeros siglos del cristianismo y si nos vamos al Nuevo Testamento podemos ver los primeros signos en el discurso de Estebán el primer mártir cristiano ( Hechos 7,1-55) con frases muy elocuentes pero a su vez dignas de mención y análisis:
Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; Hechos 7,51
Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, Hechos 7,54
También se puede encontrar en los textos de San Pablo: Filipenses 1,7, Filipenses 1,16, Hechos 22,1, 1Cor 9,3 etc.
Posteriormente a los apóstoles podemos citar a
san Justino Mártir, el primer apologista griego. El desarrolló un dialogo con el judío Trifón donde le va explicando los motivos por los cuales Cristo es el Mesías esperado, basándose en los textos del Antiguo Testamento fundamentalmente.
San Justino también escribió dos apologías dirigidas al emperador
Antonino Pio en defensa de los Cristianos, donde habla del Bautismo, la Eucaristía, la Virgen, Cristo, etc.
Posteriormente, tenemos a
Cuadrato y
Arístides de Atenas que dirigen una obra apologética al emperador
Adriano.
Hacia finales del siglo II tenemos a
san Teófilo de Antioquia que será el primero en usar la palabra
Trinitas aplicada a la Divinidad.
San Ireneo de Lyon, discípulo de
san Policarpo de Esmirna, quien había sido bautizado y había recibido su formación de manos del
apóstol san Juan. San Ireneo, esta empapado de doctrina apostólica y escribió una monumental obra llamada
"Contra las Herejías" donde refuta todas las herejías de su época y da los argumentos de la verdadera fe, la católica. Este último es el primero en darnos la lista de obispos de Roma hacía el año 180 d.C.
Pocos siglos después, tenemos a
san Atanasio de Alejandría, que combatió el
arrianismo , pero también el politeísmo a los paganos y a los judíos (
Oratio contra gentes y
Oratio de incarnatione).
San Ambrosio, años después, defenderá también la divinidad del Hijo contra los arrianos (
De fide ad Gratianum).
San Jerónimo también tendrá su obra apologética (
Contra Helvidio) donde defiende la
virginidad de María. Es curioso que los mismos argumentos que en su momento presentó
Helvidio contra esta doctrina, son los que los cristianos no católicos presentan hoy en día.
Pero quizás el Santo más destacado de estos siglos IV-V fuera
san Agustín de Hipona, que se enfrentó al
maniqueísmo, al
pelagianismo, al
donatismo, podemos destacar como obra apologética más importante
De civitate Dei (La ciudad de Dios).
Para terminar con los padres de la Iglesia, merece la pena recordar a
san Juan Damasceno, pieza fundamental de la Iglesia católica en su disputa contra los
Iconoclastas quien escribió varias Catequesis o discursos apologéticos a favor del culto a las imágenes.
Si nos remontamos a siglos más cercanos, podemos citar a
san Bernardo de Claraval (quien se enfrentó a los cátaros).
San Roberto Belarmino con su monumental obra
(Las controversias de la Fe),
san Pedro Canisio (su obra más característica es el
Catecismo de Pedro Canísio).
San Francisco de Sales ( Meditaciones sobre la Iglesia). Estos últimos se convirtieron en la pieza clave de la
Contrareforma católica, dedicándose a aclarar la doctrina frente a los errores protestante difundidos en el siglo XVI y siguientes.
Ya metidos en estos últimos siglos podemos citar a
Ronald Knox sacerdote converso del
anglicanismo,
Chesterton, el beato
John Henry Newman, cardenal converso también del anglicanismo, el venerable Obispo
Fulton Sheen. Todos ellos grandes apologistas de los siglos pasados, y que repercutieron de manera notable en la teología católica.
¿Cómo se aplica la Apologética en la actualidad?
Hoy en día, también existen grandes apologistas, quizás el más destacado de todos a nivel mundial, es el converso norteamericano
Scott Hahn, pero junto con él le han seguido muchos otros:
Marcus Grodi,
Tim Staples,
Dave Armstrong, etc. Todos ellos también convertidos del protestantismo.
Pero no solamente los hay en Estados Unidos, también han surgido apologistas de habla hispana destacables y que han formado grupos de defensa de la fe en América Latina. Por ejemplo, el Padre
Flaviano Amatulli, fundador de la fraternidad "Apóstoles de la palabra",
Fernando Casanova (EWTN),
Frank Morera (EWTN), etc.
En España, el fallecido
P. Jorge Loring hacía apologética a través de su libro "Para Salvarte" , aunque mas bien enfocado al ateísmo que es lo que mayormente afecta el país en estos tiempos.
Debido al gran aumento del sectarismo en el continente americano, se hace necesario desarrollar un programa pastoral de apologética bíblica para que el católico tenga las herramientas necesarias para defender su fe. En la mayoría de países de Latinoamérica podemos darnos cuenta ahora mismo, el 50% de la población es no católica y el otro 50% si lo es, esto es debido a la falta de formación y al avance proselitista de las sectas.
Una realidad preocupante en nuestra iglesia, que como laicos debemos dar solución, pues una mirada al futuro no es muy prometedora, sino que demuestra que poco a poco el protestantismo irá ganando terreno en todo este continente.
Es por ello, que la formación apologética se hace un tema primordial y urgente. Y en aquellos países que no son tan asediados por las sectas como el caso de España, se puede aplicar la Apologética como método pastoral de enriquecimiento bíblico para el fundamento de la fe.
Siguiendo las enseñanzas del
Concilio Vaticano II, la apologética respondería a la petición que en su momento realizó
Pablo VI:
"Mas como en nuestros tiempos surgen nuevos problemas, y se multiplican los errores gravísimos que pretenden destruir desde sus cimientos todo el orden moral y la misma sociedad humana, este Sagrado Concilio exhorta a los laicos, a cada uno según las dotes de su ingenio y según su saber, a que suplan diligentemente su cometido, conforme a la mente de la Iglesia, aclarando los principios cristianos, defendiéndolos y aplicándolos convenientemente a los problemas actuales" (
Apostolicam actuositatem, Pablo VI, 18 de noviembre 1965).
El decreto sobre el
apostolado de los laicos, promulgado por
Pablo VI nos pide que sepamos defender, aclarar, explicar los principios morales y doctrinales de nuestra fe, para no caer en los gravísimos errores que abundan en nuestro tiempo, es por ello que la apologética debe servir para esto: ayudar y prevenir al católico, dándole las herramientas necesarias para permanecer firmes en su fe (1Cor 16,13, Efesios 6,11,Col 1;23).
Por todo ello, no es aconsejable, ni razonable ver la Apologética como algo antiguo, caduco o que busca pleitos. La finalidad de la apologética no es esa, sino la de ayudar al católico a fundamentar su fe, a conocerla mejor, a lograr alcanzar un mayor amor a las Escrituras pues su mayor instrumento es la Biblia.
Otra forma también es hacerla con amor a la tradición, porque también se puede hacer apologética histórica, basada en la patrística. No buscamos pelear, sino aclarar; no buscamos discutir, sino enseñar y evangelizar con la palabra de Dios. Para que mediante el conocimiento de la verdad, podamos alcanzar la plena unidad (Juan 17,21).
Ya lo decía
san Juan Pablo II ¿quién consideraría legítima una reconciliación lograda a costa de la verdad? (ut unum sint 18) es por eso que debemos usar la verdad para conseguir la unidad, y esa verdad debe ser presentada en el mismo lenguaje que nuestros hermanos separados conocen que es a través de las Escrituras, dando los fundamentos bíblicos de la fe. Esto en sí, sería la nueva apologética que nos pidió tan encarecidamente San Juan Pablo II en su discurso a los obispos de Canadá con motivo de la visita ad Limina.
Autor: Jesús Urones