El tiempo de Cuaresma dura desde el miércoles de Ceniza hasta las primeras horas de la tarde del Jueves Santo. La misa de la cena del Señor pertenece ya al Triduo pascual.
La Cuaresma descansa sobre los domingos, denominados I, II, III, IV y V de Cuaresma, y Domingo de Ramos, en la pasión del Señor, el último.
Las ferias avanzan independientemente de los domingos, aunque en su temática litúrgica guardan una cierta relación con ellos. La importancia de estas ferias es grande, pues ya el mismo Vaticano II (cf. SC 35,4) y el nuevo Código de Derecho Canónico, recomiendan convocar al pueblo y tener una breve homilía (can. 767,3).
Para dar cumplimiento a la disposición conciliar, que insistía en la acentuación de los elementos bautismales de la Cuaresma, además de los propios de la penitencia, y dado que el Leccionario dominical comprende tres ciclos de lecturas, se ha querido que el ciclo «A» sea como el prototipo de lo que debe ser este tiempo litúrgico. Para ello, después de mantener en los domingos I y II los temas tradicionales de las tentaciones del Señor y de la transfiguración, por lo demás comunes a los tres ciclos, se han recuperado para los domingos III, IV y V los evangelios clásicos de la Cuaresma catecumenal: la samaritana, el ciego de nacimiento y la resurrección de Lázaro. Estos domingos en los ciclos «B» y «C» se ocupan de aspectos del misterio pascual y de la llamada a la conversión.
El domingo de Ramos se centra en la proclamación de la pasión del Señor, leída cada año según un evangelista sinóptico, de la misma manera que se hace en los domingos I y II, en los que los episodios de las tentaciones y de la transfiguración se toman también de cada uno de los citados evangelistas. Y es que el Leccionario dominical ha asignado un evangelio a cada uno de los tres ciclos de que consta: Mateo para el ciclo «A», Marcos, completado con Juan, para el «B» y Lucas para el «C».
A partir del domingo V de Cuaresma, antes domingo I de Pasión, se mantienen algunos aspectos que recuerdan el antiguo período, dedicado a preparar más intensamente a los fieles para la celebración del misterio pascual.
Por otra parte, las lecturas del Antiguo Testamento de todos los domingos forman entre sí, dentro de cada uno de los ciclos, unas series dotadas de fisonomía propia, presentando los distintos momentos de la historia de la salvación; todo ello sin romper su relación con el resto de las lecturas del domingo respectivo.
La Cuaresma comprende también las cuatro primeras ferias de la Semana Santa. Estos días tienen un marcado carácter de introducción en la celebración de la pasión del Señor, a excepción de la misa crismal, en la que se bendicen y consagran los óleos en la mañana del Jueves Santo. Esta misa es como un paréntesis dedicado a poner de relieve cómo del misterio pascual brotan los sacramentos de la Iglesia.
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