Podríamos sintetizar así la respuesta que nos da el Señor Jesús: Ya que hay un solo Padre, que es Dios, todos ustedes son hermanos (cf. Mt 23,8-9). La fraternidad está enraizada en la paternidad de Dios. No se trata de una paternidad genérica, indiferenciada e históricamente ineficaz, sino de un amor personal, puntual y extraordinariamente concreto de Dios por cada ser humano (cf. Mt 6,25-30). Una paternidad, por tanto, que genera eficazmente fraternidad, porque el amor de Dios, cuando es acogido, se convierte en el agente más asombroso de transformación de la existencia y de las relaciones con los otros, abriendo a los hombres a la solidaridad y a la reciprocidad.
Fuente: La fraternidad, fundamento y camino para la paz, n.3. Mensaje del papa Francisco para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz, 2014.
Fuente: La fraternidad, fundamento y camino para la paz, n.3. Mensaje del papa Francisco para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz, 2014.
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