lunes, 29 de febrero de 2016

Daniel 3,25.34-43: Oración de Azarías

Daniel 3,25.34-43
Martes de la 3 Semana de Cuaresma

En aquellos días, Azarías se detuvo a orar y, abriendo los labios en medio del fuego, dijo: "Por el honor de tu nombre, no nos desampares para siempre, no rompas tu alianza, no apartes de nosotros tu misericordia. Por Abrahán, tu amigo; por Isaac, tu siervo; por Israel, tu consagrado; a quienes prometiste multiplicar su descendencia como las estrellas del cielo, como la arena de las playas marinas. Pero ahora, Señor, somos el más pequeño de todos los pueblos; hoy estamos humillados por toda la tierra a causa de nuestros pecados. En este momento no tenemos príncipes, ni profetas, ni jefes; ni holocausto, ni sacrificios, ni ofrendas, ni incienso; ni un sitio donde ofrecerte primicias, para alcanzar misericordia. Por eso, acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde, como un holocausto de carneros y toros o una multitud de corderos cebados. Que éste sea hoy nuestro sacrificio, y que sea agradable en tu presencia: porque los que en ti confían no quedan defraudados. Ahora te seguimos de todo corazón, te respetamos y buscamos tu rostro, no nos defraudes, Señor. Trátanos según tu piedad, según tu gran misericordia. Líbranos con tu poder maravilloso y da gloria a tu nombre, Señor."

SOBRE EL MISMO TEMA:
Acepta nuestro espíritu humilde     

Salmo 24: Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna

Salmo 24,4bc-5.6-7.8-9:
Domingo de la 26 Semana del Tiempo Ordinario, ciclo A,
Martes de la 3 Semana de Cuaresma

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador,
y todo el día te estoy esperando.
R. Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna

Recuerda, Señor,
que tu ternura y tu misericordia son eternas;
no te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.
R. Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.
R. Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna

SOBRE EL SALMO 24:
Súplica    

2 Reyes 5,1-15a: Curación del sirio Naamán

2 Reyes 5,1-15a
Lunes de la 3 Semana de Cuaresma

En aquellos días, Naamán, general del ejército del rey sirio, era un hombre que gozaba de la estima y del favor de su señor, pues por su medio el Señor había dado la victoria a Siria. Era un hombre muy valiente, pero estaba enfermo de lepra. En una incursión, una banda de sirios llevó de Israel a una muchacha, que quedó como criada de la mujer de Naamán, y dijo a su señora: "Ojalá mi señor fuera a ver al profeta de Samaría: él lo libraría de su enfermedad." Naamán fue a informar a su señor: "La muchacha israelita ha dicho esto y esto." El rey de Siria le dijo: "Ven, que te doy una carta para el rey de Israel." Naamán se puso en camino, llevando tres quintales de plata, seis mil monedas de oro y diez trajes. Presentó al rey de Israel la carta, que decía así: "Cuando recibas esta carta, verás que te envío a mi ministro Naamán para que lo libres de su enfermedad." Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó las vestiduras, exclamando: "¿Soy yo un dios capaz de dar muerte o vida, para que éste me encargue de librar a un hombre de su enfermedad? Fijaos bien, y veréis cómo está buscando un pretexto contra mí." El profeta Eliseo se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras y le envió este recado: "¿Por qué te has rasgado las vestiduras? Que venga a mí y verá que hay un profeta en Israel. Naamán llegó con sus caballos y su carroza y se detuvo ante la puerta de Eliseo. Eliseo le mandó uno a decirle: "Ve a bañarte siete veces en el Jordán, y tu carne quedará limpia." Naamán se enfadó y decidió irse, comentando: "Yo me imaginaba que saldría en persona a verme, y que, puesto en pie, invocaría al Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me libraría de mi enfermedad. ¿Es que los ríos de Damasco, el Abana y el Farfar, no valen más que toda el agua de Israel? ¿No puedo bañarme en ellos y quedar limpio?" Dio media vuelta y se marchaba furioso. Pero sus siervos se le acercaron y le dijeron: "Señor, si el profeta te hubiera prescrito algo difícil, lo harías. Cuanto más si lo que te prescribe para quedar limpio es simplemente que te bañes." Entonces Naamán bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta, y su carne quedó limpia como la de un niño. Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo: "Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel."

Salmo 41: Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo veré el rostro de Dios?

Lunes de la 3 Semana de Cuaresma
Vigilia Pascual  

Salmo 41: Mi alma tiene sed del Dios vivo: 
¿cuándo veré el rostro de Dios?

Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío.
R. Mi alma tiene sed del Dios vivo: 
¿cuándo veré el rostro de Dios?

Tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
R. Mi alma tiene sed del Dios vivo: 
¿cuándo veré el rostro de Dios?

Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
R. Mi alma tiene sed del Dios vivo: 
¿cuándo veré el rostro de Dios?

Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.
R. Mi alma tiene sed del Dios vivo: 
¿cuándo veré el rostro de Dios?

SOBRE EL SALMO 41:
En preparación   

domingo, 28 de febrero de 2016

1 Corintios 10,1-6.10-12: por Reflexiones Católicas

1 Corintios 10,1-6.10-12

No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto. Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo hicieron aquéllos. No protestéis, como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador. Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga.

— Comentario por Reflexiones Católicas

La comunidad de Corinto es viva e inquieta; de conversión reciente, experimenta la peligrosa insidia de un contexto pagano con costumbres relajadas.

Tomando posición en las diversas cuestiones que se plantean, Pablo propone en este fragmento una reflexión acerca de los acontecimientos del Éxodo. De estos hechos se desprende claramente que la gracia se ofrece a todos -y el apóstol lo repite insistentemente con la clara alusión al bautismo y a la eucaristía (vv 1-4a)-, pero Dios pide a cada uno que no resulte infructuosa.

Un fideísmo casi mágico en la eficacia de los sacramentos o una cierta euforia espiritual inducen a prescindir de las exigencias morales que comporta una vida auténticamente cristiana para que Dios pueda contemplarla con agrado (v 5s).

También se condena la murmuración que suscita divisiones (vv. 1.3), considerándola como un repetir el descontento del pueblo en su camino del desierto (v. 10).

El ejemplo de los israelitas es emblemático y debe evitar que otros se precipiten en el mismo abismo incurriendo en un castigo análogo (v. 11). “Hemos llegado a la plenitud”, no hay que vivir irreflexivamente. Que cada uno pregunte a su conciencia y mida sus propias fuerzas (v. 12): es preciso mantenerse firmes y bien cimentados. 

¿Quién es Jetró, Raguel, Jobab?

Exodo 3,1

En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios.

— Sobre Jetró, por Reflexiones Católicas

«Moisés era el pastor del ganado de Jetró, su suegro, sacerdote de Madián». Empieza así el relato del célebre episodio de la zarza ardiente en donde Dios se revela al futuro caudillo del pueblo hebreo en el éxodo de Egipto como «Yo soy el que soy» (Ex 3).

El texto se ofrece en el tercer domingo de Cuaresma y nos gustaría presentar en escena precisamente a este personaje, al suegro de Moisés, el padre de su mujer, Séfora. Hay, sin embargo, una especie de enigma en torno a esta figura. En otra página del Éxodo (2,18) se le llama Ragüel y en otro pasaje de la Biblia aparece con el nombre de Jobab (Núm 10,29).

Jetró, trino y uno, tal vez a causa de las diferentes tradiciones antiguas que han transmitido su historia variando su nombre, aparece al completo especialmente en el capítulo 18 del libro del Éxodo.

Moisés, que le había dado dos nietecitos, Guersón y Eliezer, tiene que dejar la familia por mandato divino y ponerse a la cabeza de las tribus hebreas que dejan Egipto para marchar hacia la tierra prometida. Ya sabemos cómo se desarrollaron aquellos hechos gloriosos y dramáticos. Pues bien, durante la marcha del Éxodo, Jetró sale al encuentro de Moisés con su hija y sus dos nietos.

La escena del abrazo es solemne y queda señalada con un sacrificio que, curiosamente, celebra el propio Jetró, sacerdote perteneciente a una tribu, la de los madianitas, tradicionalmente enemiga de Israel, Es más, las palabras que el suegro pronuncia son casi una profesión de fe en el Señor: « ¡Bendito sea el Señor que os ha liberado de la mano de los egipcios y del Faraón! Ahora reconozco que el Señor es más fuerte que todos los dioses» (18,10-11).

Después el anciano Jetró sugiere a Moisés una especie de reforma institucional para una gestión del poder en Israel más correcta, es decir, el nombramiento de un colegio de jueces para las cuestiones menores, reservando únicamente a Moisés las de más envergadura. Los estudiosos piensan que en la base de esta noticia pueda haber un deseo de relacionar de algún modo a Moisés con una estructura posterior, la de la separación de las funciones sagradas y fundamentales de la jurisdicción civil normal. Sin embargo sorprende el hecho de que esta estructura vaya unida a la sugerencia de un extranjero, Jetró. Quizá exista un dato histórico real: la antigua práctica judicial hebrea dependía en realidad de una adaptación de la que estaba vigente entre los madianitas.

«Moisés escuchó a su suegro e hizo lo que él le había aconsejado. Moisés escogió de entre todo Israel hombres de valía y los puso al frente del pueblo como jefes de millar, de centena, de cincuentena y de decena» (18,24-25). Pero hay que tener en cuenta que esta subdivisión no es la civil, sino que se refería a la distribución militar.

Como conclusión recordemos que los drusos, una población con su propia identidad cultural y religiosa, distribuida entre el Líbano, Siria e Israel, consideran como su profeta fundador a Jetró, cuya tumba legendaria está situada en un pueblo de Galilea.

Exodo 3,1-8a.13-15: por Reflexiones Católicas

Exodo 3,1-8a.13-15

En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse.
Moisés se dijo:
— Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza.
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza:
— Moisés, Moisés.
Respondió él:
— Aquí estoy.
Dijo Dios:
— No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.
Y añadió:
— Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.
Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios. El Señor le dijo:
— He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel.
Moisés replicó a Dios:
— Mira, yo iré a los israelitas y les diré: el Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros.
Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo?
Dios dijo a Moisés:
— Soy el que soy; esto dirás a los israelitas: Yo-soy me envía a vosotros.
Dios añadió:
— Esto dirás a los israelitas: Yahvé (Él-es), Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Éste es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación.

— Comentario por Reflexiones Católicas

La narración de la vocación de Moisés es una de las cumbres de la Biblia, juntamente con la revelación del nombre de Dios.

Moisés, huido de Egipto, renunció a proseguir con sus proyectos de liberación y vive su vida (v. 1). Pero el Señor le sorprende en su vida ordinaria: la curiosidad ante el hecho extraordinario de la zarza que arde sin consumirse hace acercarse a Moisés; allí, Dios, que le esperaba, le llama dos veces por su nombre, suscitando el “Aquí estoy” de la plena disponibilidad a la escucha y la obediencia.

El Señor enseña a Moisés la actitud del santo temor ante su presencia (vv. 4-5.6b), se da a conocer como el Dios de los padres y manifiesta estar presente en la historia del pueblo y dispuesto a intervenir (v. 7s). Pero quiere servirse precisamente de Moisés para llevar a cabo la salvación, que es una liberación de la esclavitud opresora para pasar al servicio del culto a Dios con la propia vida (cf. v. 12).

Moisés rechaza la misión, consciente de su incapacidad y de la falta de credenciales ante el pueblo: ¿cómo presentarse en nombre de un Dios del que no se conoce su nombre? El nombre para los semitas indica la totalidad de la persona: conocerlo equivale a poder disponer de él cada vez que se le invoque.

La respuesta enigmática del Señor (v. 14) es sólo un rechazo aparente: el tetragrama sagrado Yavé es interpretado por el mismo Dios como una forma causativa del verbo “ser”, con diversos matices posibles incluidos: “Yo soy el que soy”: no me puedes comprender; yo soy el que hace existir; yo soy el que te está presente; yo soy el que seré: tal como me manifestaré.

Con la fuerza de esta revelación, que es a la vez certeza de que el Dios de los padres estará con su pueblo (v. 15), Moisés acoge la misión. 

sábado, 27 de febrero de 2016

Salmo 103 (102): Salmo de alabanza

Salmo 103 (102): Bendice, alma mía, al Señor

— Comentario por Reflexiones Católicas

Este salmo es un himno de alabanza. Se alaba al Señor con todas las fuerzas y se le da gracias por todos los beneficios que ha concedido a una persona (1b-2) y a todo el pueblo (7-19). El salmista bendice a Dios e invita a todas las realidades creadas a que hagan lo mismo.

Primera parte:

En la invitación inicial (2), el salmista le pide a su alma que no olvide ninguno de los beneficios del Señor.

Las siete acciones del Señor que se mencionan en la primera parte (3-6), con su eje central (el «amor» y la «compasión»), nos ofrecen un magnífico retrato del Señor: se trata de un Dios que perdona, cura, rescata de la fosa, llena la vida de amor y de compasión, sacia, hace justicia y defiende a todos los oprimidos. Una vez más, se trata del Dios aliado y fiel. Es más, aunque las personas (o el pueblo) no le guarden fidelidad y pequen, él permanece fiel y perdona.

El salmo comienza (1b2) y termina (20-22) invitando a bendecir. Al principio y al final del salmo se encuentra la misma expresión: “Bendice alma mía, al Señor” Además de estas dos invitaciones al principio y al final, se pueden distinguir dos partes: 3-6 y 7-19.

El salmista se dirige a sí mismo, esto es, a su propia alma, la primera de las invitaciones: se anima a sí mismo a bendecir al Señor con todas sus fuerzas y sin olvidar ninguno de sus beneficios (1b-2). ¿De qué beneficios se trata? Se enumeran en la primera parte (3-6) y se refieren a acciones de Dios, a sus gestos de liberación:

  • perdona sus culpas, cura sus enfermedades (3), 
  • arranca su vida de las garras de la muerte, coronándola de amor y de compasión (4), 
  • sacia de bienes los años que vive el salmista (5), 
  • hace justicia y defiende a los oprimidos (6). 

Tenemos, en total, siete acciones liberadoras que tienen como sujeto al Señor. El centro de estas acciones consiste en coronar la vida del salmista de amor y de compasión (4b).

Segunda parte:

Dejando a un lado el enfoque personal, el salmista pasa ahora a contemplar los beneficios que el Señor ha llevado a cabo en la historia del pueblo. Estamos en la segunda parte.

La segunda parte (7-19) insiste en que el Señor es compasivo (8a) y está lleno de amor (8b). Y muestra en qué se traduce todo esto, por ejemplo, durante el camino de Israel. Es un Dios que construye la historia junto a su pueblo (7), perdonando y mostrándose compasivo.

Es muy interesante la imagen del padre: «Como un padre es compasivo con sus hijos, el Señor es compasivo con los que lo temen» (13). La compasión es la cualidad más preciada de un padre. También es la característica principal de Dios. El es el aliado compasivo que camina junto a su pueblo, perdonándolo, pues él es su creador. ¿Y quién, mejor que él, para conocer cómo estamos hechos o para acordarse de que no somos más que polvo? (14).

Hemos pasado, por tanto, de la dimensión personal al ámbito colectivo y social. La síntesis de la segunda parte podría sonar así: a lo largo de la historia del pueblo, Dios se ha mostrado lleno de «amor y misericordia» (el eje de las siete acciones anteriores). El término «amor» aparece en tres ocasiones (8b. 11b, 17a) y este amor es para «cuantos lo temen» (expresión que también aparece tres veces, (11b.17a).

¿Cómo se manifiestan el amor y la compasión del Señor en el camino del pueblo? El salmo lo desarrolla con detenimiento:

  • revelando sus caminos (7), 
  • con su lentitud para la cólera y su riqueza en amor (8), 
  • sin acusar perpetuamente ni guardar rencor por siempre (9), 
  • no tratando al pueblo conforme a sus errores (10), 
  • manifestando su amor (11), 
  • alejando las transgresiones (12),
  • mostrándose un padre compasivo (13).

La razón de todo ello es la siguiente: él ha sido quien nos ha creado y sabe que somos frágiles (14).

El tema de la fragilidad humana (que ya se ha tratado en el salmo anterior) aparece de manera destacada. La vida de la gente se compara con la hierba del campo: hermosa, pero frágil y pasajera (15-16). Todo lo contrario, el amor del Señor, sin principio ni fin para cuantos lo temen y cumplen sus mandamientos (17-18).

Exhortación final 

La exhortación final (20-22) es de amplias dimensiones y de ámbito cósmico. Incluye cuatro invitaciones. Todas las criaturas están invitadas a bendecir al Señor, su amor y su compasión: los ángeles, que obedecen sus órdenes (20), los astros, que cumplen su voluntad (21), todas las cosas creadas y el mismo salmista (22b).

Este salmo es una alabanza por la superación de un conflicto. La alabanza se prolonga con la contemplación de la historia del pueblo de Dios al que el Señor ha revelado su amor y su compasión, y se abre al infinito. De hecho, partiendo de la alabanza personal (1b-2) se llega a la alabanza cósmica (20-22).

¿Qué es lo que habría provocado esta alabanza?

Existen diversas posibilidades. El salmista siente que sus pecados son perdonados (3a) y, más adelante, contempla el perdón del Señor para cuantos lo temen (10.12).

Puede que se haya curado de una enfermedad y, después, hace una sutil mención de las debilidades y enfermedades del pueblo (14-16).

Tal vez haya estado en peligro de muerte (4a); una vez curado, siente que el amor y la compasión del Señor representan la cima de su vida (4b). Una vez recuperado de su enfermedad, vive rebosante de salud y colmado de bienes (5).

El versículo 5, puede dar la impresión deque este salmo fue compuesto por un «viejo enjuto», lleno de fuerza juvenil (el águila es símbolo de fuerza y de vitalidad). Tal vez haya padecido la injusticia y la opresión. Ha clamado al Señor y él lo ha escuchado, haciéndole justicia (6).

Jesús

De Jesús se dice que «amó hasta el fin», es decir, hasta las últimas consecuencias (Jn 13,1.). La compasión es su principal característica ante el sufrimiento o el clamor de la gente (Mt 9,36; 14,14; 15,32; 20,34; Mc 6,34; 8,2; Lc 7,13), Jesús también perdonó los pecados, curó a enfermos, resucitó a muertos, sació a hambrientos, hizo justicia y defendió a todos los oprimidos.

Además, reveló a todo el mundo que la mayor e insuperable de las características de Dios es su paternidad. Nos enseñó a llamarlo Abba, «Papá». Las parábolas de la misericordia (Lc 15) ilustran perfectamente quién es el Dios de Jesucristo y Padre de toda la humanidad.

Jesús bendijo al Padre (Mt 11,25) y mostró cómo también es compasivo y misericordioso con los malvados e injustos (Mt 5,43-48).

Oración de bendición

Por tratarse de un himno de alabanza, este salmo se presta para los momentos en que deseamos, con todas nuestras fuerzas, bendecir a Dios, sin olvidar ninguno de sus beneficios en nuestro favor y en favor de toda la humanidad (el perdón, las curaciones, la salud recobrada, la victoria sobre la justicia, etc.); podemos rezarlo cuando, con el deseo de abrazar a todo el universo, queremos alabar a Dios en sintonía con todo la creación; cuando nos sentimos hijos de Dios Padre, lleno de amor y compasión; cuando queremos confiarle nuestra frágil vida y nuestra existencia pasajera...

Lucas 13,1-9: por la Orden Carmelita

Lucas 13,1-9

En aquella ocasión se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: "¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no. Y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera". Y les dijo esta parábola: "Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás".

— Comentario por la Orden Carmelitana

El texto del Evangelio nos presenta dos hechos diversos, ligados entre sí: un comentario de Jesús en relación a los hechos del día y una parábola.

Lucas 13,1-5: a petición de la gente, Jesús comenta los hechos actuales: la masacre de los peregrinos decretado por Pilatos y la caída de la torre de Siloé, que mató a dieciocho personas.

Lucas 13,6-9: Jesús pronuncia una parábola, la de la higuera que no daba fruto.

Durante la lectura es bueno prestar atención a dos cosas:

(i) verificar cómo Jesús contradice la interpretación popular de lo que sucede;
(ii) descubrir si existe un nexo entre la parábola y el comentario de lo que acaece.

— Una división del texto para ayudarnos en su lectura:

Lucas 13,1: La gente da a Jesús la noticia de la masacre de los Galileos
Lucas 13,2-3: Jesús comenta la masacre y extrae una lección para la gente
Lucas 13,4-5: Para reforzar su pensamiento Jesús comenta otro hecho
Lucas 13,6-9: La parábola de la higuera que no daba fruto

— Comentario del texto:

Como hoy, el pueblo comenta los hechos que suceden y quiere un comentario de aquéllos que pueden influir en la opinión pública. Y es así como algunas personas se acercan a Jesús y cuentan el hecho de la masacre de algunos Galileos, cuya sangre había mezclado Pilatos con la de sus víctimas.

Probablemente se trata de un asesinato cometido sobre el Monte Garizín, que continuaba siendo un centro de peregrinación y donde la gente solía ofrecer sacrificios. El hecho confirma la ferocidad y estupidez de algunos gobernantes romanos en Palestina que provocaban la sensibilidad religiosa de los Judíos mediante acciones irracionales de este tipo.

Lucas 13,2-3: Jesús extrae una lección de ella para la gente

Jesús pregunta: “¿Creéis que aquellos galileos fueron más pecadores que todos los galileos por haber tenido tal suerte?” Esta pregunta refleja la interpretación popular de la época: el sufrimiento y la muerte violenta son el castigo de Dios por el pecado que haya cometido la persona.

La reacción de Jesús es categórica: “¡Os digo que no!” Y niega la interpretación popular y transforma el hecho en un examen de conciencia: “¡Si no os convertís, pereceréis todos del mismo modo!” O sea, si no se verifica un verdadero y propio cambio, sucederá para todos la misma masacre.

La historia posterior confirma la previsión de Jesús. Ellos no se convirtieron y cuarenta años después, en el 70, Jerusalén fue destruida por los Romanos. Jesús percibe la gravedad de la situación política de su país. Por un lado, el dominio romano; por el otro, la religión oficial cada vez más alienada en entender el valor de la fe para la vida de la gente.

Lucas 13,4-5: Para reforzar su argumento Jesús comenta otro hecho

Jesús mismo toma la iniciativa de comentar otro hecho. Una tormenta hace que se desmorone la torre de Siloé y dieciocho personas mueren aplastadas por las piedras. El comentario de la gente: “¡Castigo de Dios!” Comentario de Jesús: “¡No, os lo aseguro, pero si no os convertís, pereceréis todos del mismo modo!”.

Es la misma preocupación de interpretar los hechos de manera que llegue a ellos la llamada de Dios al cambio y a la conversión. Jesús lee los hechos de un modo diverso. Sabe leer e interpretar los signos de los tiempos. Para Él, el mundo es transparente, revelador de la presencia y de las llamadas de Dios.

Lucas 13,6-9: La parábola de la higuera que no da fruto

Después Jesús pronuncia la parábola de la higuera que no da fruto. Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Durante tres años no había dado fruto. Por esto dice al viñador: “¡Córtala!”. Pero éste respondió: “ ¡Déjala todavía un año. Si no da frutos entonces la cortarás!”

No sabemos si Jesús contó esta parábola inmediatamente después del comentario que hizo de la masacre y la caída de la torre de Siloé. Probablemente ha sido Lucas quien coloca en este lugar la parábola, porque él, Lucas, ve alguna relación entre el comentario de los hechos y la parábola de la higuera.

Lucas no dice en qué consiste esta relación. Deja el deber de descubrirlo a nosotros ¿Qué significado nos propone Lucas? Me atrevo a dar una opinión. Quizás vosotros descubriréis otra. El Dueño de la viña y de la higuera es Dios. La higuera es el pueblo. Jesús es el viñador. El dueño de la viña se ha cansado de buscar frutos en la higuera sin encontrarlos. Decide talar el árbol. Así será reemplazado por un árbol que dé fruto. El pueblo escogido no estaba dando el fruto que Dios esperaba. Quiere dar la Buena Noticia a los paganos. Jesús, el viñador, pide que se deje a la higuera viva un poco más. Aumentará sus esfuerzos para obtener el cambio y la conversión. Más adelante en el Evangelio, Jesús reconoce que el duplicar los esfuerzos no ha dado resultado. Ellos no se convertirán. Jesús lamenta la falta de conversión y llora sobre la ciudad de Jerusalén (Lc 19,41-44).

1 Corintios 10,1-6.10-12: Lecciones de la historia de Israel

1 Corintios 10,1-6.10-12
Domingo de la 3 Semana de Cuaresma, ciclo C

No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto. Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo hicieron aquéllos. No protestéis, como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador. Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga.

SOBRE EL MISMO TEMA:
por Reflexiones Católicas    

Lucas 13,1-9: Exhortación a la conversión

Lucas 13,1-9
Sábado de la 29 Semana del Tiempo Ordinario I y II

En aquella ocasión se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: "¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no. Y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera". Y les dijo esta parábola: "Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás".

SOBRE EL MISMO TEMA:

Miqueas 7,14-15.18-20: Confianza en el perdón de Dios

Miqueas 7,14-15.18-20
Sábado de la 2 Semana de Cuaresma

Señor, pastorea a tu pueblo con el cayado, a las ovejas de tu heredad, a las que habitan apartadas en la maleza, en medio del Carmelo. Pastarán en Basán y Galaad, como en tiempos antiguos; como cuando saliste de Egipto y te mostraba mis prodigios. ¿Qué Dios como tú, que perdonas el pecado y absuelves la culpa al resto de tu heredad? No mantendrá por siempre la ira, pues se complace en la misericordia. Volverá a compadecerse y extinguirá nuestras culpas, arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos. Serás fiel a Jacob, piadoso con Abrahán, como juraste a nuestros padres en tiempos remotos.

Salmo 102: El Señor es compasivo y misericordioso

Sábado de la 2 Semana de Cuaresma
Domingo de la 3 Semana de Cuaresma

Salmo 102: El Señor es compasivo y misericordioso

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
R. El Señor es compasivo y misericordioso

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura.
R. El Señor es compasivo y misericordioso

No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.
R. El Señor es compasivo y misericordioso

Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
R. El Señor es compasivo y misericordioso

SOBRE EL SALMO 103  

viernes, 26 de febrero de 2016

Génesis 37,3-28: La historia de José prefigura la de Jesús

Génesis 37,3-28

José era el preferido de Israel, porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica con mangas. Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y le negaban el saludo. Sus hermanos trashumaron a Siquén con los rebaños de su padre. Israel dijo a José: "Tus hermanos deben estar con los rebaños en Siquén; ven, que te voy a mandar donde están ellos." José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron desde lejos. Antes de que se acercara, maquinaron su muerte. Se decían unos a otros: "Ahí viene el de los sueños. Vamos a matarlo y a echarlo en un aljibe; luego diremos que una fiera lo ha devorado; veremos en qué paran sus sueños." Oyó esto Rubén, e intentando salvarlo de sus manos, dijo: "No le quitemos la vida." Y añadió: "No derraméis sangre; echadlo en este aljibe, aquí en la estepa; pero no pongáis las manos en él." Lo decía para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre. Cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, lo sujetaron, le quitaron la túnica con mangas, lo cogieron y lo echaron en un pozo vacío, sin agua. Y se sentaron a comer. Levantando la vista, vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos goma, bálsamo y resina de Galaad a Egipto. Judá propuso a sus hermanos: "¿Qué sacaremos con matar a nuestro hermano y con tapar su sangre? Vamos a venderlo a los ismaelitas y no pondremos nuestras manos en él, que al fin es hermano nuestro y carne nuestra." Los hermanos aceptaron. Al pasar unos comerciantes madianitas, tiraron de su hermano, lo sacaron del pozo y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas. Éstos se llevaron a José a Egipto.

— Comentario por Reflexiones Católicas
"José, salvación del pueblo a través de la mortificación"

Esta narración quiere explicar simbólicamente la historia de la tribu de José y de su preeminencia sobre las demás tribus, y cómo en los planes de Dios, José estaba destinado a ser la salvación del pueblo. Y todo tiene que pasar por la prueba y la mortificación.

La providencia de Dios:
La historia de José prefigura la de Jesús

Esta historia de José tiene un hilo teológico que le da sentido y unidad: la providencia del Señor lleva de la mano la vida de José y la de todo el pueblo: "Aunque vosotros pensasteis hacerme daño -dice José a sus hermanos al final de todo el episodio- Dios lo pensó para bien, para hacer sobrevivir a un pueblo numeroso".

Desde esta afirmación hemos de leer toda la narración de José y en concreto el texto de la lectura de hoy.

Existe la envidia de los hermanos de José, pero el camino que traza el odio es también camino providente por el que Dios salva a toda la familia de José. Y no es que Dios necesite ese odio para realizar esa salvación, pero, una vez que el odio existe y actúa, en eso -y a pesar de eso- actúa Dios.

En el evangelio de hoy, Jesús habla de un «hijo» enviado para cosechar los frutos de una viña, y que los viñadores matan para desembarazarse de él. Es el anuncio de su propia muerte. «Venid. Matémosle». Encontramos las mismas palabras en la página del Antiguo Testamento. La historia de José prefigura la de Jesús.

-Le vendieron por veinte monedas de plata... Por dinero, Judas vendió a Jesús a los sumos sacerdotes. Y éstos se llevaron a José a Egipto. Dios escribe recto sobre líneas torcidas. Dios se sirve de acontecimientos aparentemente contrarios a su proyecto.

Los once hermanos de José creían "haber llevado bien su asunto", al desembarazarse de ese importuno... de hecho favorecerán el "asunto de Dios". Sin que ellos lo sepan contribuyen a realizar un episodio importante de esa Historia sagrada, en la cual Dios desarrolla su designio: el pueblo hebreo se instalará durante algunos siglos en Egipto... para vivir allí un cierto número de experiencias que serán decisivas.

Asimismo, el complot y la muerte de Jesús... En apariencia, un fracaso absoluto de Dios. De hecho, su victoria absoluta. Ayúdame, Señor, a ver tu designio en los acontecimientos que me suceden y en los que suceden a tu Iglesia. Incluso en las situaciones desfavorables, creo que Tú sigues dirigiendo la historia.

«La piedra que desecharon los constructores es ahora piedra angular». José, traicionado por sus hermanos, será quien les salvará, dentro de unos años, cuando venga el hambre y ellos mismos vayan a Egipto donde encontrarán a su hermano, al que acaban de «vender». 

Mateo 21,33-43.45-46: Grupos de poder en el tiempo de Jesús

Mateo 21,33-43.45-46

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?" Le contestaron: "Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos." Y Jesús les dice: "¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos." Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque buscaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta.

— Comentario por la Orden Carmelita

El texto del evangelio de hoy forma parte de un conjunto más amplio que engloba Mateo 21,23-46. Los jefes de los sacerdotes y de los ancianos habían preguntado a Jesús con qué autoridad hacía las cosas (Mt 21,23). Ellos se consideraban los dueños de todo y pensaban que nadie podía decir nada sin su permiso.

La respuesta de Jesús consta de tres partes:

1) Jesús pregunta si Juan Bautista era del cielo o de la tierra (Mt 21,24-27).
2) Cuenta la parábola de dos hijos (Mt 21,28-32).
3) Cuenta la parábola de la viña que es el evangelio de hoy.

Mateo 21,33-40: La parábola de la viña

Jesús empieza así: "Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre”. La parábola es un bonito resumen de la historia de Israel, sacado del profeta (Is 5,1-7).

Jesús se dirige a los jefes de los sacerdotes, a los ancianos (Mt 21,23) y a los fariseos (Mt 21,45) y da una respuesta a la pregunta que ellos habían hecho sobre el origen de su autoridad (Mt 21,23).

Por medio de esta parábola, Jesús aclara varias cosas sobre el origen de su autoridad: es el hijo, el heredero que denuncia el abuso de la autoridad de los viñadores, esto es, de los sacerdotes y ancianos que no cuidan del pueblo de Dios.

Defiende la autoridad de los profetas, enviados por Dios, pero masacrados por los sacerdotes y ancianos. Desenmascara a las autoridades que manipulan la religión y matan al hijo, porque no quieren perder la fuente de renta que consiguieron acumular para sí, a lo largo de los siglos.

Mateo 21,41: La sentencia dada por ellos mismos

Al final de la parábola, Jesús pregunta: “Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?” Ellos no se dieron cuenta de que la parábola estaba hablando de ellos mismos. Por esto, por la respuesta dada, decretaron su propia condena: “Dícenle: A esos miserables les dará una muerte miserable y arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo.”

Varias veces Jesús usa ese mismo método. Lleva a la persona a que diga la verdad sobre si misma sin que se dé cuenta de que se está condenando a si misma. Por ejemplo, en el caso del fariseo que condena a la mujer considerándola una pecadora (Lucas 7,42-43) y en el caso de la parábola de los dos hijos Mt 21,28-32).

Mateo 21,42-46: La sentencia es confirmada por su mismo comportamiento

Por medio de la aclaración de Jesús, los sacerdotes, los ancianos y los fariseos entendieron que la parábola hablaba de ellos mismos, pero no se convirtieron. ¡Por el contrario! Mantuvieron su proyecto de matar a Jesús. Rechazaron la “piedra fundamental”. Pero no tuvieron el valor de hacerlo abiertamente, porque temían a la gente.

Grupos de poder en el tiempo de Jesús:

En el evangelio de hoy aparecen algunos de los grupos que, en aquel tiempo, ejercían el poder sobre el pueblo: sacerdotes, ancianos y fariseos. Sigue aquí una breve información sobre el poder da cada uno de estos grupos y de otros:

a) Sacerdotes: Eran los encargados del culto en el Templo. La gente llevaba el diezmo y los otros impuestos y ofertas para pagar sus promesas. El sumo sacerdote ocupaba un lugar muy importante en la vida de la nación, sobre todo después del exilio. Era escogido o nominado entre las tres o cuatro familias aristócratas, que detenían más poder y más riqueza.

b) Ancianos o Jefes del pueblo: Eran los líderes locales en las diversas aldeas y ciudades. Su origen venía de los jefes de las tribús antiguas.

c) Saduceos: Eran la elite laica aristocrática de la sociedad. Muchos de ellos eran ricos comerciantes o latifundistas. Desde el punto de vista religioso eran conservadores. No aceptaban las mudanzas defendidas por los fariseos, como por ejemplo, la fe en la resurrección y en la existencia de los ángeles.

d) Fariseo: Fariseo significa: separado. Ellos luchaban para que, a través de la observancia de la ley de pureza, ¡la gente llegara a ser puro, separado y santo como lo exigían la Ley y la Tradición! Por causa del testimonio ejemplar de su vida dentro de las normas de la época, ellos tenían una lideranza moral muy grande en las aldeas de Galilea.

e) Escribas o doctores de la ley: Eran los encargados de la enseñanza. Dedicaban su vida al estudio de la Ley de Dios y enseñaban a la gente cómo hacer para observar en todo la Ley de Dios. No todos los escribas eran de la misma línea. Algunos estaban unidos a los fariseos, otros a los saduceos.

jueves, 25 de febrero de 2016

Jeremías 17,5-10: Será un árbol plantado junto al agua

Jeremías 17,5-10

Así dice el Señor: "Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto. Nada más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta, según el fruto de sus acciones."

— Comentario por Reflexiones Católicas
"Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde"

Este pasaje agrupa dos textos diferentes que no son escritos, probablemente, de Jeremías, sino que pertenecen más bien a la literatura sapiencial.

El primero (vv. 5-8) es un salmo que, probablemente, inspiró el Salmo 1; el segundo (vv. 9-11) engloba dos proverbios, de los que solo el primero figura en la liturgia de este día. El salmo contrapone el justo al impío en una serie de comparaciones muy sugestivas, como la del árbol. El proverbio, por su parte, insiste sobre la profundidad insospechada del corazón humano, al que solo Dios puede conocer.

El árbol de la vida

El mito antiguo del árbol de la vida (Gén 2, 9) está en el origen del tema del árbol y de sus frutos. Pero la tradición judía ha depurado este mito pagano haciendo depender los frutos de la actitud moral (Gén 3, 22).

La corriente sapiencial utiliza frecuentemente el árbol de la vida, comprendiendo dentro de esa imagen la vida moral del hombre, productora de los frutos de vida larga y de felicidad (Prov 3, 18; 11, 30; 13, 12; 15, 4).

La corriente profética, por su parte, aplicará el tema del árbol y de sus frutos a todo el pueblo, en la medida de su fidelidad a la Alianza (Is 5, 1-7; Jer 2, 21; Ez 15; 19, 10-14; Sal 79/80, 9-20) Dios destruirá el árbol que no produce buenos frutos.

Otra corriente profética compara al Rey (y también al Mesías) con un árbol (Jue 9, 7-21; Dan 4, 7-9; Ez 31, 8-9). Este cliché, corriente en las literaturas orientales, personaliza el árbol y exhorta al pueblo a permanecer unido al rey, tronco central.

El Justo, a su vez, es comparado con un árbol que produce frutos llenos de sabor, mientras que los otros árboles permanecen estériles (Sal 1; 91/92, 13-14; Cant 2, 1-3; Eclo 24, 12-27). Pero se necesita el árbol sea regado por Dios. Ezequiel prevé que la economía escatológica llevará a efecto esa fecundidad del árbol (Ez 47, 1-12).

Antes de plantar su cruz portadora del fruto eterno, Cristo denuncia el árbol de Israel, que no ha producido frutos (Mt 3, 8-10; 21, 18-19). Personalizando este tema, Juan hace del mismo Cristo el árbol que produce fruto (Jn 15, 1-6) y en el que hay que estar injertado para producir a su vez buen fruto.

Los frutos que podemos producir, injertados en el árbol de vida, que es Cristo, son los "frutos del Espíritu Santo" (Gál 5,5-26; 6,7-8,15-16), es decir, las obras que despiertan en nosotros la presencia de la vida nueva, la pertenencia al Hombre nuevo.

Finalmente, el árbol de vida será plantado definitivamente en el Paraíso, rodeado de todos los árboles portadores de frutos para la eternidad (Ap 2,7; 22,1-2,14,19).

Lucas 16,19-31: por la Orden Carmelita

Lucas 16,19-31

En aquellos días dijo Jesús esta parábola: «Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico... pero hasta los perros venían y le lamían las llagas. Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. «Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: "Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama." Pero Abraham le dijo: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros." «Replicó: "Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento." Díjole Abraham: "Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan." El dijo: "No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán." Le contestó: "Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite."»

— Comentario por la Orden Carmelita

Cuando Jesús tiene una cosa importante que comunicar crea una historia y cuenta una parábola. A través de la reflexión sobre una realidad visible, lleva a los oyentes a descubrir los llamados invisibles de Dios, presentes en la vida.

Una parábola está hecha para pensar y reflexionar. Por esto, es importante prestar atención a sus mínimos detalles. En la parábola del evangelio de hoy, aparecen tres personas: el pobre Lázaro, el rico sin nombre y el Padre Abrahán. Dentro de la parábola, Abrahán representa el pensamiento de Dios. El rico sin nombre representa la ideología dominante de la época. Lázaro representa el grito callado de los pobres del tiempo de Jesús y de todos los tiempos.

Lucas 16,19-21: La situación del rico y del pobre

Los dos extremos de la sociedad. Por un lado, la riqueza agresiva. Por el otro, el pobre sin recursos, sin derechos, cubierto de úlceras, impuro, sin nadie que lo acoge, a no ser los cachorros que lamen sus heridas.

Lo que separa a los dos es la puerta cerrada de la casa del rico. De parte del rico no hay acogida ni piedad hacia los problemas del pobre que está a su puerta. Pero el pobre tiene nombre y el rico no lo tiene. Es decir, que el pobre tiene su nombre inscrito en el libro de la vida, el rico no. El pobre se llama Lázaro. Significa Dios ayuda. A través del pobre Dios ayuda al rico y el rico podrá tener su nombre en el libro de la vida. Pero el rico no acepta ser ayudado por el pobre, pues guarda cerrada su puerta.

Este inicio de la parábola que describe la situación es un espejo fiel de lo que estaba ocurriendo en el tiempo de Jesús y en el tiempo de Lucas. ¡Es el espejo de lo que acontece hoy en el mundo!

Lucas 16,22: La mudanza que revela la verdad escondida

El pobre murió y fue llevado por los ángeles en el seno de Abrahán. Muere también el rico y es enterrado. En la parábola, el pobre muere antes del rico. Esto es un aviso para los ricos. Hasta que el pobre está a la puerta, todavía hay salvación para los ricos. Pero después de que el pobre muere, muere también el único instrumento de salvación para los ricos. Ahora, el pobre está en el seno de Abrahán.

El seno de Abrahán es la fuente de vida, de donde nació el pueblo de Dios. Lázaro, el pobre, forma parte del pueblo de Abrahán, del cual era excluido cuando estaba ante la puerta del rico. El rico que piensa ser hijo de Abrahán no va a estar en el seno de Abrahán. Aquí termina la introducción de la parábola. Ahora comienza la revelación de su sentido, a través de la conversación entre el rico y el padre Abrahán.

Lucas 16,23-26: La primera conversación

En la parábola, Jesús abre una ventana sobre el otro lado de la vida, el lado de Dios. No se trata del cielo. Se trata del lado verdadero de la vida que sólo la fe abre y que el rico sin fe no percibe. Y sólo bajo la luz de la muerte la ideología del imperio se desintegra en la cabeza del rico y aparece para él lo que es el valor real en la vida.

Al lado de Dios, sin la propaganda, sin la propaganda engañadora, los papeles se cambian. El rico ve a Lázaro en el seno de Abrahán, y le pide que sea aliviado de sus sufrimientos. El rico descubre que Lázaro ¡es su único posible bienhechor! ¡Pero ahora es demasiado tarde! El rico sin nombre es pío, ya que reconoce a Abrahán y le llama Padre. Abrahán responde y le llama hijo.

Esta palabra de Abrahán, en realidad, está siendo dirigida a todos los ricos vivos. En cuanto vivos, ellos tienen aún la posibilidad de volverse hijos, hijas de Abrahán, si supieran abrir la puerta a Lázaro, el pobre, el único que en nombre de Dios puede ayudarlos. La salvación para el rico no es que Lázaro le traiga una gota para refrescar su lengua, sino que él, el rico, abra al pobre la puerta cerrada y así llene el gran abismo.

Lucas 16,27-29: La segunda conversación

El rico insiste: "Padre, te suplico: manda Lázaro para la casa de mi padre. ¡Tengo cinco hermanos!” El rico no quiere que sus hermanos lleguen al mismo lugar de tormento. Lázaro, el pobre, es el único verdadero intermediario entre Dios y los ricos. Es el único, porque sólo a los pobres los ricos pueden devolver aquello que les han y, así, restablecer la justicia perjudicada.

El rico está preocupado con los hermanos. Nunca estuvo preocupado con los pobres. La respuesta de Abrahán es clara: "Tiene a Moisés y a los Profetas: ¡que los escuchen!" ¡Tienen la Biblia! El rico tenía la Biblia, la conocía de memoria. Pero nunca se dio cuenta de que la Biblia tenía algo que ver con los pobres. La llave para que el rico pudiera entender la Biblia es el pobre sentado a su puerta.

Lucas 16,30-31: La tercera conversación 

"No, padre, si alguien entre los muertos les avisa de algo, ellos se van a arrepentir." El rico reconoce que esté equivocado, pues habla de arrepentimiento, cosa que durante la vida no sintió nunca. El quiere un milagro, ¡una resurrección! Pero este tipo de resurrección no existe. La única resurrección es la de Jesús. Jesús resucitado viene hasta nosotros en la persona del pobre, de los que no tienen derechos, de los sin tierra, de los hambrientos, de los sin techo, de los que no tienen salud. En su respuesta final, Abrahán es breve y contundente: "Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque un muerto resucite.” Fin de la conversación. ¡Final de la parábola!

La llave para entender el sentido de la Biblia es el pobre Lázaro, sentado a la puerta. Dios viene a nosotros en la persona del pobre, sentado a nuestra puerta, para ayudarnos a llenar el abismo insondable que los ricos crearon.

Lázaro es también Jesús, el Mesías pobre y siervo, que no fue aceptado, pero cuya muerte mudó radicalmente todas las cosas. Es la luz de la muerte del pobre que lo cambia todo. El lugar del tormento es la situación de la persona sin Dios. Por más que el rico piense tener la religión y la fe, no hay forma de que pueda estar con Dios, pues no ha abierto la puerta al pobre, como hizo Zaqueo (Lc 19,1-10).

miércoles, 24 de febrero de 2016

Jeremías 17,5-10: Bendito el hombre que confía en el Señor

Jeremías 17,5-10
Jueves de la 2 Semana de Cuaresma

Así dice el Señor: "Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto. Nada más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta, según el fruto de sus acciones."

SOBRE EL MISMO TEMA:
Será un árbol plantado junto al agua  

martes, 23 de febrero de 2016

Jeremías 18,18-20: La blasfemia de Jeremías

Jeremías 18,18-20

Dijeron: "Venid, maquinemos contra Jeremías, porque no falta la ley del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni el oráculo del profeta; venid, lo heriremos con su propia lengua y no haremos caso de sus oráculos." Señor, hazme caso, oye cómo me acusan. ¿Es que se paga el bien con mal, que han cavado una fosa para mí? Acuérdate de cómo estuve en tu presencia, intercediendo en su favor, para apartar de ellos tu enojo.

— Comentario por Maximiliano García Cordero, op.

Encontramos aquí una situación similar a la descrita en 11:18-20. Los enemigos de Jeremías traman contra él para quitarle de delante y verse libres de sus acusaciones (v.18).

La acusación principal contra el profeta es que ha predicho la ruina de la nación y del templo, lo cual contradecía las promesas divinas: no ha de desaparecer la ley del sacerdote, el consejo del sabio y la palabra del profeta (v.18).

La teocracia hebrea se basaba espiritualmente en el sacerdote, el profeta y el sabio o escriba de la Ley. A pesar de las predicciones de Jeremías, estas instituciones permanecerán, pero son blasfemas y atentan contra la providencia que Yahvé, de ahí las palabras de ruina de la nación que anuncia Jeremías.

Así discurrían los grupos de oposición al profeta: la expresión “herirle con la lengua” alude a las maquinaciones y calumnias que urdían contra el profeta para acusarle y condenarle. Querían condenarlo ante la opinión pública como sacrilego, pues anunciaba cosas contra los intereses de la nación elegida por Dios. Es la misma acusación que los contemporáneos de Cristo hicieron contra El. Una vez más Jeremías aparece como tipo del Cristo doliente.

Al profeta, ante estas insidias y acusaciones, no le queda sino recurrir a Yahvé, que le ha prometido liberarlo de los violentos; por eso a Él acude confiado. Se siente herido por la ingratitud de su pueblo. Todo lo que ha hecho es en bien de sus compatriotas, y, sin embargo, pagan mal por bien (v.20).

En sus predicciones no ha buscado sino el arrepentimiento del pueblo para librarlo de la ira divina. Pero se lo pagan acusándole de traidor y sacrilego. Es la eterna tragedia íntima de Jeremías, que durará toda su vida hasta ver consumadas sus profecías de ruina y de exterminio.

Mateo 20,17-28: por la Orden Carmelitana

Mateo 20,17-28

En aquel tiempo, mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: "Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará." Entonces se le acercó la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: "¿Qué deseas?" Ella contestó: "Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda." Pero Jesús replicó: "No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?" Contestaron: "Lo somos." Él les dijo: "Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre." Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: "Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos."

— Comentario de la Orden Carmelita

El evangelio de hoy habla de tres puntos:

• El tercer anuncio de la pasión (Mt 20,17-19)
• La petición de la madre de los hijos de Zebedeo (Mt 20,20-23)
• La discusión de los discípulos que quieren el primer puesto (Mt 20,24-28).

Mateo 20,17-19: El tercero anuncio de la pasión

Están de camino hacia Jerusalén. Jesús los precede. Sabe que le matarán. El profeta Isaías lo había ya anunciado (Is 50,4-6; 53,1-10). Por esto, su muerte no es consecuencia de un compromiso asumido con la misión recibida del Padre junto con los excluidos de su tiempo.

Jesús alerta a los discípulos sobre la tortura y la muerte que encontrarán en Jerusalén. Pues el discípulo ha de seguir al maestro, aunque fuera para sufrir con él. Los discípulos están asustados y le acompañan con miedo. No entienden lo que está ocurriendo (cf. Lc 18,34). El sufrimiento no concuerda con la idea que ellos tienen del mesías (cf. Mt 16,21-23).

Mateo 20,20-21: La petición de la madre que pide el primer puesto para los hijos

Los discípulos no sólo no entienden el alcance del mensaje de Jesús sino que continúan con sus ambiciones personales. Jesús insistía en el servicio y en la entrega y ellos seguían con sus ambiciones personales y pedían los primeros puestos en el Reino.

La madre de Santiago y de Juan, llevando consigo los dos hijos, llega cerca de Jesús y pide un lugar en la gloria del Reino para sus hijos, uno a la derecha y el otro a la izquierda de Jesús. Los dos no entendieron la propuesta de Jesús. Estaban preocupados solamente con sus propios intereses. Señal de que la ideología dominante de la época había penetrado profundamente en la mentalidad de los discípulos.

A pesar de la convivencia de varios años con Jesús, no habían renovado su manera de ver las cosas. Miraban hacia Jesús con una mirada antigua. Querían una recompensa por el hecho de seguir a Jesús. Las mismas tensiones existían en las comunidades en el tiempo de Mateo y existen hoy en nuestras comunidades.

Mateo 20,22-23: La respuesta de Jesús

Jesús reacciona con firmeza: “¡Ustedes no saben lo que están pidiendo!” Y pregunta si son capaces de beber el cáliz que él, Jesús, va a beber, y se están dispuestos a recibir el bautismo que él va a recibir. Es el cáliz del sufrimiento, el bautismo de sangre.

Jesús quiere saber si ellos, en vez del lugar de primer plano, aceptan entregar su vida hasta la muerte. Los dos contestan: “¡Podemos!” Parece una respuesta de boca hacia fuera, pues pocos días después, abandonarán a Jesús y lo dejarán sólo en la hora del sufrimiento (Mc 14,50). Ellos no tienen mucha conciencia crítica, ni perciben la realidad personal. Cuanto al lugar de primer plano en el Reino al lado de Jesús, aquel que lo da es el Padre. Lo que Jesús tiene que ofrecer es el cáliz y el bautismo, el sufrimiento y la cruz.

Mateo 20,24-27: Entre ustedes no sea así

Jesús habla, de nuevo, sobre el ejercicio del poder (cf. Mc 9,33-35). En aquel tiempo, los que detenían el poder no prestaban atención a la gente. Actuaban conforme a lo que oían (cf. Mc 6,27-28).

El imperio romano controlaba el mundo y lo mantenía sometido por la fuerza de las armas y así, a través tributos, impuestos y tasas, lograba concentrar la riqueza de la gente en manos de pocos allí en Roma. La sociedad estaba caracterizada por el ejercicio represivo y abusivo del poder.

Jesús tiene otra propuesta. Dice: “¡Entre vosotros no debe ser así! Quien quiere ser el mayor, sea el servidor de todos.” Enseña en contra de los privilegios y las rivalidades. Quiere mudar el sistema e insiste en el servicio como remedio contra la ambición personal.

Mateo 20,28: El resumen de la vida de Jesús

Jesús define su misión y su vida: “¡No he venido para ser servido, sino para servir!” Vino a dar su vida en rescate de muchos. El es el Mesías siervo, anunciado por el profeta Isaías (cf. Is 42,1-9; 49,1-6; 50,4-9; 52,13-53,12). Aprendió de su madre, que dijo: “¡He aquí la esclava del Señor!”(Lc 1,38). Propuesta totalmente nueva para la sociedad de aquel tiempo.

Jeremías 18,18-20: Conspiración contra Jeremías

Jeremías 18,18-20
Miércoles de la 2 Semana de Cuaresma

Dijeron: "Venid, maquinemos contra Jeremías, porque no falta la ley del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni el oráculo del profeta; venid, lo heriremos con su propia lengua y no haremos caso de sus oráculos." Señor, hazme caso, oye cómo me acusan. ¿Es que se paga el bien con mal, que han cavado una fosa para mí? Acuérdate de cómo estuve en tu presencia, intercediendo en su favor, para apartar de ellos tu enojo.

SOBRE EL MISMO TEMA:
La blasfemia de Jeremías  

Salmo 30,5-6.14.15-16: Sálvame, Señor, por tu misericordia

Miércoles de la 2 Semana de Cuaresma

Salmo 30,5-6.14.15-16
R. Sálvame, Señor, por tu misericordia

Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás,
R. Sálvame, Señor, por tu misericordia

Oigo el cuchicheo de la gente,
y todo me da miedo;
se conjuran contra mí
y traman quitarme la vida.
R. Sálvame, Señor, por tu misericordia

Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: «Tú eres mi Dios.»
En tu mano están mis azares:
líbrame de los enemigos que me persiguen.
R. Sálvame, Señor, por tu misericordia

SOBRE EL SALMO  31 (30):

Salmo: 30: A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu

26 de diciembre: martirio de san Esteban

Salmo 30,3cd-4.6 y Sab 16bc-17
R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirigeme y guíame.
R/. A tus manos, Señor, 
encomiendo mi espíritu

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción.
R/. A tus manos, Señor, 
encomiendo mi espíritu

Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
R/. A tus manos, Señor, 
encomiendo mi espíritu

Mateo 20,17-28: Tercer anuncio de la Pasión

Mateo 20,17-28
Miércoles de la 2 Semana de Cuaresma,
25 de julio: Apóstol Santiago (20,20-28)

En aquel tiempo, mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: "Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará." Entonces se le acercó la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: "¿Qué deseas?" Ella contestó: "Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda." Pero Jesús replicó: "No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?" Contestaron: "Lo somos." Él les dijo: "Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre." Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: "Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos."

SOBRE EL MISMO TEMA:
Por la Orden Carmelita  

Salmo 49: Un culto sin justicia y un culto con justicia

Salmo 49: Al que sigue buen camino 
le haré ver la salvación de Dios

No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños.
R. Al que sigue buen camino 
le haré ver la salvación de Dios

¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?
R. Al que sigue buen camino 
le haré ver la salvación de Dios

Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.
R. Al que sigue buen camino 
le haré ver la salvación de Dios

— Comentario por Reflexiones Católicas  
"Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios" 

Es un salmo de denuncia profética. Un profeta ve lo que está sucediendo, no se calla y proclama su denuncia en nombre de Dios. En este tipo de salmos se suele emplear un lenguaje duro, típico de los profetas vinculados a causas populares. Estos profetas estaban normalmente ligados a grupos populares de la periferia y del campo, convirtiéndose en sus portavoces.

Este salmo presenta el desarrollo de un juicio, con su juez, sus oyentes, los testigos, el acusado y la acusación (falta la sentencia). Consta de tres partes —1-6; 7-21; 22-23—, que pueden, a su vez, dividirse en unidades menores.

Primera parte (1-6):

Tenemos la apertura solemne de la sesión del juicio. El Juez se llama «el Señor», y es presentado de forma espectacular; precedido por un fuego devorador y rodeado por una violenta tempestad (3). Es el Dios de la Alianza sellada en el monte Sinaí. El fuego y la tempestad en muchas ocasiones son, en la Biblia, elementos teofánicos (es decir; signos de la manifestación de Dios).

La tierra entera está convocada a este juicio (4a; véase Dt 30,19). ¿Qué es lo que va a suceder? El juicio del pueblo de Dios (4b), de aquellos que sellaron con él una alianza (5). Dios mismo (cielo) va a juzgar y a proclamar una sentencia (6); en este proceso, el Señor va a ser declarado inocente y el pueblo, la otra parte de la alianza, culpable. Tenemos que recordar, desde ahora, que no se pronuncia la sentencia. En el fondo, Dios espera la conversión de su socio en el pacto.

En la segunda parte (7-21): 

El Señor acusa. Se dirige a su pueblo, contra el que va a dar testimonio (7). ¿En qué consiste su acusación? Tiene dos partes; 8-16 y 17-21. En la primera (8-16) Dios no tiene nada que objetar a propósito de los sacrificios y del culto que se celebran en el templo. Por lo visto, funcionan a las mil maravillas, pero Dios, el compañero de la Alianza, está descontento. Este salmo reconoce que Dios no necesita sacrificios ni se alimenta de ellos. ¿Qué es lo que espera, entonces, de su pueblo? «Ofrece a Dios un sacrificio de confesión, y cumple tus votos al Altísimo. Invócame en el día de la angustia: yo te libraré y tú me darás gloria» (14-15).

La segunda parte de la acusación (16-21) es más concreta, y muestra por qué el socio del pueblo en la Alianza ha convocado un juicio y hace su acusación. Está indignado porque las relaciones sociales están totalmente corrompidas. Se dirige al malvado (16a) y hace desfilar delante de él una serie de transgresiones contra la fraternidad: violación de la propiedad (robo, 18a), de la integridad familiar (adulterio, l8b) y de la vida fraterna (calumnias o falsos testimonios en los tribunales, 20).

Se incumplen tres mandamientos, lo que rompe la Alianza. Es inútil querer disimular las injusticias por medio de sacrificios y celebraciones. Dios se siente herido cuando perjudicamos al hermano. Por eso no se calla, acusa y se lo echa todo en cara (21). Nótese que no se mencionan los mandamientos referentes a Dios: no tener otros dioses, etc. Sólo se recuerdan los tres mandamientos que hablan de las relaciones interpersonales.

La tercera parte (22-23): 

Es una especie de conclusión caracterizada por el deseo de conversión o por una invitación abierta a convertirse. A estas alturas cabría esperar la sentencia. Pero quien espera es Dios, el compañero de la Alianza que ha sido lesionado por la violencia ejercida contra el hermano. No olvidarse de Dios significa restablecer la justicia (22a), y al que sigue el buen camino, Dios le hará ver la salvación (23).

Este salmo nació en el seno de los grupos proféticos descontentos con la falsedad del culto (véase, por ejemplo, Is 58; Am 7,10- 17). En el templo, hermosas celebraciones, muchos sacrificios...; en las relaciones sociales, injusticias, violencia, explotación.

Uno de estos profetas tuvo la valentía de denunciar estas cosas, asumiendo el riesgo que ello suponía, en el lugar en que se producían: e1 templo de Jerusalén. Y está tan seguro de lo que dice, que llega incluso a afirmar que quien acusa no es él, sino el Señor. Esto vale sobre todo para Israel pero, en cierto modo, todo el inundo está llamado a reflexionar (1). La naturaleza entera participa de este proceso.

La Alianza entre Dios e Israel tenía como objetivo construir una sociedad fraterna. Y los mandamientos eran los instrumentos y herramientas para su construcción. El culto representaba la celebración festiva en que se conmemoraban las conquistas en el campo de la justicia, la libertad y la fraternidad. Cuando la sociedad engendra opresión, injusticia y muerte, ya no queda nada que conmemorar o festejar. Y el mayor de los crímenes consistiría en echarle las culpas a Dios. Este salmo declara inocente a Dios y responsabiliza al pueblo de la situación. Pretender engañar a Dios con sacrificios y celebraciones es tanto como querer cubrir el sol con un cedazo. Dios no se deja sobornar y sus siervos, los profetas, tampoco.

Este salmo, por tanto, presenta el conflicto existente entre un culto sin justicia y el culto con justicia, muy en la línea de los profetas auténticos.

Es evidente que detrás de este salmo está el Dios de la Alabanza. Este Dios se siente ofendido cuando hay injusticias, lo que indica que es el aliado de los débiles, de los humildes y de los tratados injustamente. Pone de manifiesto que la injusticia rompe la Alianza y, en estas circunstancias, es inútil tratar de sobornarlo con sacrificios o pretender cargarle con la responsabilidad. El culto que se le tributa, si no viene acompañado por la práctica de la justicia, es falso e inútil. No obstante como compañero de la Alianza, espera que Israel, su aliado, lo entienda y cumpla con su misión histórica.

Dios no pide nada para sí. Si queremos agradarle, el mejor camino es la práctica de la justicia y de la fraternidad. 

Isaías 1,10.16-20: Aprendan a obrar bien, busquen el derecho

Isaías 1,10.16-20

Oíd la palabra del Señor, príncipes de Sodoma, escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra: "Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad el derecho, enderezad al oprimido; defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces, venid y litigaremos -dice el Señor-. Aunque vuestros pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán como lana. Si sabéis obedecer, lo sabroso de la tierra comeréis; si rehusáis y os rebeláis, la espada os comerá. Lo ha dicho el Señor."

— Comentario por Reflexiones Católicas
"Aprendan a obrar bien, busquen el derecho" 

Obrar el bien y buscar la justicia, haciendo propia la causa de los pobres, será lo que manifestará si el hombre desea verdaderamente volver al Señor, arrepentido de sus pecados.

Este oráculo se remonta a los primeros años del ministerio del profeta Isaías (¿antes del 735?) y arremete, en el estilo colorista de Amós (Am 5,14-21), contra la hipocresía religiosa del pueblo.

Cabe suponer que este oráculo fue pronunciado en el curso de una celebración litúrgica (v. 13), sin duda en el momento en que se elevaba el humo de los sacrificios (v.11), mientras la multitud adoptaba la actitud de los orantes (v. 15).

El pueblo elegido piensa que proporciona un placer a Yavhé al pisar en gran número los patios de su templo y llevando ofrendas tan opulentas. Pero la impureza moral de quienes ofrecen esos sacrificios resulta tan repugnante que Yavhé no puede realmente tolerar esa religión sin fe.

Pero hay una posibilidad de que Dios acepte ese culto: que el pueblo se convierta dando acogida a los pobres y haciéndoles partícipes de la opulencia de los sacrificios de los que Yavhé prescindiría con gusto (vv. 16-18). El oráculo termina con una amenaza (v. 19) basada también en el concepto de la retribución temporal: o la obediencia y la abundancia, o la rebelión y el castigo.

La reforma litúrgica acometida por el Concilio Vaticano II muestra hasta qué punto el culto -en la conciencia de muchos- estaba aún en el plano de una religión sin fe. Buen número de cristianos -practicantes estacionales- tenía conciencia de cumplir así con Dios y estar después despreocupado por un buen espacio de tiempo; aceptaban fácilmente que esos deberes están representados por ritos pintorescos e incomprensibles: era el tributo que había que pagar a Dios para que proteja y bendiga su vida.

Pues bien: la reforma, cercenando los ritos, aligerando la ceremonia, empobreciéndola incluso en cierto sentido, llega a proponer ritos que no tendrán otra consistencia que la fe y la vida concreta de quienes los realizan y el encuentro entre Dios y el hombre. Y esa repentina desnudez del rito, su despojo hasta su reducción a la actitud y al intercambio sublevan a quienes hasta ahora podían ocultar sus sentimientos reales y escudarse con la participación en los sacramentos. En adelante el rito traducirá mejor la conversión personal y la de la comunidad; pero no podrá hacerlo sino respetando más el desenvolvimiento de cada conciencia, los medios vivenciales en que se manifiesta, las piedras de choque socio-culturales de la fe.

El profeta exhorta a cambiar de conducta y señala en qué consiste la verdadera religión: en obras de amor sincero: hacer el bien, defender al oprimido... todo lo que hemos visto en varios textos de Isaías durante la semana de ceniza.

Este peligro también lo tenemos nosotros: que nuestro culto a Dios esté situado en el plano de una religión sin fe. El rito, el culto, debe traducir siempre la conversión personal y la de la comunidad.

Fuente: Reflexiones Catolicas

Mateo 23,1-12: por la Orden Carmelitana

Mateo 23,1-12

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."

— Comentario por la Orden Carmelitana

El evangelio de hoy trae una crítica de Jesús en contra de los escribas y de los fariseos de su tiempo. Al comienzo de la actividad misionera de Jesús, los doctores de Jerusalén habían ido hasta Galilea para observarlo (Mc 3,22; 7,1). Incomodados por la predicación de Jesús, habían esparcido la calumnia según la cual era un endemoniado (Mc 3,22).

A lo largo de tres años la popularidad de Jesús fue creciendo. Creció también el conflicto entre él y las autoridades religiosas. La raíz de este conflicto estaba en la manera en que ellos se pusieron ante Dios. Los fariseos buscaban su seguridad no tanto en el amor de Dios para con él, sino más bien en la observancia rigurosa de la Ley. Confrontado con esta mentalidad, Jesús acentúa la práctica del amor que relativiza la observancia de la ley y le da su verdadero sentido.

Mateo 23,1-3: La raíz de la critica: “Ellos dicen, pero no hacen”

Jesús reconoce la autoridad de los escribas y fariseos. Ellos ocupan la cátedra de Moisés y enseñan la ley de Dios, pero ellos mismos no observan lo que enseñan. De ahí la advertencia a la gente: “Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen.” ¡Es una crítica que arrasa! Enseguida, como en un espejo, Jesús hace ver algunos aspectos de incoherencia de las autoridades religiosas.

Mateo 23,4-7: Mirarse en el espejo para hacer una revisión de vida

Jesús llama la atención de los discípulos sobre el comportamiento incoherente de algunos doctores de la ley. Al meditar estas incoherencias, conviene pensar no en los fariseos y en los escribas de aquel pasado lejano, sino más bien en nosotros mismos y en nuestras incoherencias: atar cargas pesadas y echarlas a las espaldas de la gente, pero ni con el dedo queremos moverlas. Todas nuestras obras las hacemos para ser vistos por los hombres; queremos el primer puesto en lugares destacados y que la gente nos llame 'doctor'. ¡A los escribas les gustaba entrar en las casas de las viudas y hacer largas preces en cambio de dinero! (Mc 12,40)

Mateo 23,8-10: Ustedes todos son hermanos

Jesús manda tener la actitud contraria. En vez de usar la religión y la comunidad como medio de autopromoción para parecer más importante ante los demás, pide que no se use el título de Maestro, Padre o Guía, pues uno sólo es el guía: Cristo; sólo Dios en el cielo es Padre, y Jesús es el maestro. Todos los demás somos hermanos. Esta es la base de la fraternidad que nace de la certeza de que Dios es nuestro Padre.

Mateo 23,11-12: El mayor es el menor

Esta frase final es lo que caracteriza tanto la enseñanza como el comportamiento de Jesús: “El más grande de ustedes, será servidor de ustedes. Quien se exalta será humillado, y quien se humilla será exaltado” (cf. Mc 10,43; Lc 14,11; 18,14).

Salmo 49: Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios

Martes de la 2 Semana de Cuaresma

Salmo 49: Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios

No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños.
R. Al que sigue buen camino 
le haré ver la salvación de Dios

¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?
R. Al que sigue buen camino 
le haré ver la salvación de Dios

Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.
R. Al que sigue buen camino 
le haré ver la salvación de Dios

SOBRE EL SALMO 49: 
Culto sin justicia y culto con justicia 

lunes, 22 de febrero de 2016

Mateo 16,13-19: por la Orden Carmelitana

Mateo 16,13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos contestaron: "Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo." Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo."

— Comentario por la Orden Carmelitana

El evangelio de hoy habla de tres puntos:

• la opinión de la gente respecto a Jesús
• la opinión de Pedro respecto de Jesús
• la respuesta de Jesús a Pedro

Mateo 16,13-14: La opinión de la gente respecto a Jesús

Jesús pregunta respecto a la opinión de la gente respecto a su persona. Las respuestas son variadas: Juan Bautista, Elías, Jeremías, un profeta. Nadie acierta. Hoy también, es grande la variedad de opiniones de la gente respecto a Jesús.

Mateo 16,15-16: La opinión de Pedro respecto a Jesús

Jesús pide la opinión de los discípulos. Pedro se convierte en portavoz y dice: “¡Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo!” La respuesta no es nueva. Anteriormente, los discípulos habían dicho lo mismo (Mt 14,33). En el Evangelio de Juan, Marta hace la misma profesión de fe (Jn 11,27). Significa que en Jesús se realizan las profecías del AT.

Mateo 16,17-19: La respuesta de Jesús a Pedro

Tiene varias partes:

– Jesús le dice a Pedro “¡Bienaventurado!”, porque recibiste una revelación del Padre. Aquí también la respuesta de Jesús no es nueva. Anteriormente, el había alabado al Padre por haber revelado el Hijo a los pequeños y no a los sabios e inteligentes (Mt 11,25-27) y había hecho la misma proclamación de felicidad a los discípulos porque estaban viendo y oyendo cosas que antes nadie conocía (Mt 13,16).

– Pedro debe ser piedra, esto es, debe ser fundamento firme para la Iglesia para poder resistir contra las puertas del infierno. Con estas palabras de Jesús, Mateo anima a las comunidades perseguidas de Siria y Palestina. A pesar de ser débiles y perseguidas, las comunidades tienen un fundamento firme, garantizado por la palabra de Jesús.

La piedra, como fundamento de la fe, evoca la palabra de Dios al pueblo en exilio: “¡Escúchenme, los que van tras la justicia, ustedes, los que buscan al Señor! Fíjense en la roca de la que fueron tallados, en la cantera de la que fueron extraídos; fíjense en su padre Abraham y en Sara, que los dio a luz: cuando él era uno solo, yo lo llamé, o bendije y lo multipliqué.”, (Is 51,1-2). Indica un nuevo comienzo.

Jesús da un nombre a Simón y lo llama Piedra (Pedro). Pedro es Piedra de dos formas:

  • fundamento (Mt 16,18)
  • piedra de tropiezo (Mt 16,23). 

Pedro, por un lado, era débil en la fe, dividido, trató de desviar a Jesús, tuvo miedo en la huerta, se durmió y huyó, no entendía lo que Jesús decía. Por otro lado, era como los pequeños que Jesús proclamó bienaventurados. Siendo uno de los doce, se hace de ellos portavoz.

Más tarde, después de la muerte y de la resurrección de Jesús, su figura creció y se volvió símbolo de la Comunidad. Pedro está firme no por mérito propio, sino porque Jesús rezó por él, para que su fe no desfalleciera (Lc 22,31-34)

La Iglesia, Asamblea: 

La palabra Iglesia, en griego “eklésia”, aparece 105 veces en el NT, casi exclusivamente en los Hechos de los Apóstoles y en las Cartas. En los evangelios aparece tres veces, solamente en Mateo.

La palabra significa literalmente “convocada” o “escogida”. Indica a la gente se reúne convocada por la Palabra y trata de vivir el mensaje del Reino que Jesús trae. La Iglesia o la comunidad no es el Reino, pero sí uno instrumento y una muestra del Reino.

En la Iglesia, en la comunidad tiene que aparecer a los ojos de todos, aquello que acontece cuando un grupo humano deja que Jesús reine y sea el centro de sus vidas.

Las llaves del Reino: 

Pedro recibe las llaves del Reino. Este mismo poder de atar y desatar es dado también a las comunidades (Mt 18,18) y a los otros discípulos (Jn 20,23).

Uno de los puntos en que el evangelio de Mateo insiste más es la reconciliación y el perdón. Es una de las tareas más importantes de los coordinadores y coordinadoras de las comunidades. Imitando a Pedro, tienen que atar y desatar, es decir, procurar que reinen la reconciliación, la aceptación mutua, la construcción de la fraternidad.

1 Pedro 5,1-4: Deberes de los presbíteros

1 Pedro 5,1-4
22 de febrero: Fiesta de San Pedro Cátedra

Queridos hermanos: A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.

Salmo 22: El Señor es mi pastor, nada me falta

22 de febrero: Fiesta de San Pedro Cátedra

Salmo 22: El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor,nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta