lunes, 8 de febrero de 2016

Marcos 7,1-13: Discusión sobre las tradiciones, por la Orden Carmelita

Marcos 7,1-13  

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas.) Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús:
— ¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?
Él les contestó:
— Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.
Y añadió:
— Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición. Moisés dijo: "Honra a tu padre y a tu madre" y "el que maldiga a su padre o a su madre tiene pena de muerte"; en cambio, vosotros decís: Si uno le dice a su padre o a su madre: "Los bienes con que podría ayudarte los ofrezco al templo", ya no le permitís hacer nada por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con esa tradición que os trasmitís; y como éstas hacéis muchas."

— Comentario por la Orden Carmelita

El Evangelio de hoy habla de las costumbres religiosas y de los fariseos que enseñaban estas costumbres a la gente. Por ejemplo, comer sin lavarse las manos o, como ellos decían, comer con manos impuras. El Evangelio nos trae algunas instrucciones de Jesús respeto de esas costumbres.

• Marcos 7,1-2: Control de los fariseos y libertad de los discípulos

Los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén, observaban que los discípulos de Jesús comían con manos impuras. Aquí hay tres puntos que merecen ser señalados:

a) Los escribas eran de Jerusalén, ¡de la capital! Significa que habían venido para observar y controlar los pasos de Jesús.
b) Los discípulos ¡no se lavaban las manos para comer! Significa que la convivencia con Jesús los llevó a tener valor para transgredir las normas que la tradición imponía a la gente, pero que habían perdido su sentido para la vida.
c) La costumbre de lavarse las manos, que hasta hoy sigue siendo una norma importante de higiene, tenía para ellos un significado religioso que servía para controlar y discriminar a las personas.

• Marcos 7,3-4: La tradición de los antiguos

La tradición de los antiguos transmitía las normas que debían de ser observadas por la gente para conseguir la pureza exigida por la ley. La observancia de la pureza era un asunto muy serio. Ellos pensaban que una persona impura no podía recibir la bendición prometida por Dios a Abrahán. Las normas de pureza eran enseñadas para abrir el camino hasta Dios. En realidad, en vez de ser una fuente de paz, las normas eran una prisión, un cautiverio. Para los pobres, era prácticamente imposible observar las muchas normas, las costumbres y las leyes. Por esto, ellos eran despreciados como gente ignorante y maldita que no conocía la ley (Jn 7,49).

• Marcos 7,5: Escribas y fariseos critican a los discípulos de Jesús

Los escribas y fariseos preguntaban a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados?” Ellos fingen que están interesados en conocer el porqué del comportamiento de los discípulos. En realidad, critican a Jesús porque permite que los discípulos no cumplan con las normas de pureza. Los fariseos formaban una especie de hermandad, cuya principal preocupación era la de observar todas las leyes de la pureza.

Marcos 7,6-13: Jesús critica la incoherencia de los fariseos

Jesús responde citando a Isaías: Este pueblo me honra sólo con los labios pero su corazón sigue lejos de mí (cf. Is 29,13). Insistiendo en las normas de pureza, los fariseos vacían de contenido los mandamientos de la ley de Dios. Jesús cita un ejemplo concreto. Ellos decían: la persona que ofrece al templo sus bienes, no puede usarlos para ayudar a los padres necesitados. Así, en nombre de la tradición vaciaban de contenido el cuarto mandamiento que manda amar al padre y a la madre. Estas personas parecían muy observantes, pero lo eran sólo hacia fuera. Por dentro, ¡su corazón quedaba lejos de Dios! Como dice el canto: “¡Su nombre es el Señor y pasa hambre, y clama por la boca del hambriento, y muchos que lo ven pasan de largo, a veces por llegar temprano al Templo!”.

En el tiempo de Jesús, la gente, en su sabiduría, no concordaba con todo lo que se le enseñaba. Esperaba que un día el mesías viniese a indicar otro camino para alcanzar la pureza. En Jesús se realiza esta esperanza.

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