Romanos 10,8-13
Hermanos: La Escritura dice: "La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón." Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos. Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: "Nadie que cree en él quedará defraudado." Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues "todo el que invoca el nombre del Señor se salvará."
— Comentario por Julio Gonzalez Carretti O.C.D.
"Profesión del que cree en Jesucristo"
Pablo presenta el credo cristiano: confesar a Jesucristo como Señor: “Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo” (v. 9).
Inadmisible para los judíos que un profeta se diera el título de “Señor”. Para ellos Yahvé debía quedarse en su trascendencia y los hombres arreglar el mundo. La “encarnación” vendría a ser como una especie de intromisión de Dios en la historia de los hombres.
Jesús, como Hijo de Dios, estorbaba a sus planes, pudiendo combinar una vida religiosa en el Templo y los negocios de este mundo con la opresión por el pobre, la falta de justicia y misericordia con el prójimo.
No era esa la mística del Éxodo del Israel pobre y dominado, estrenando libertad en el desierto. Practicaban la discriminación con el griego o gentil, incluso en el templo. Ahora judíos y griegos están llamados a servir a un único Señor. “Pues todo el que invoque al Señor se salvará” (v. 13). Creer en el corazón, confesarlo con los labios y creer en su resurrección es camino cierto de salvación.
Hermanos: La Escritura dice: "La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón." Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos. Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: "Nadie que cree en él quedará defraudado." Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues "todo el que invoca el nombre del Señor se salvará."
— Comentario por Julio Gonzalez Carretti O.C.D.
"Profesión del que cree en Jesucristo"
Pablo presenta el credo cristiano: confesar a Jesucristo como Señor: “Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo” (v. 9).
Inadmisible para los judíos que un profeta se diera el título de “Señor”. Para ellos Yahvé debía quedarse en su trascendencia y los hombres arreglar el mundo. La “encarnación” vendría a ser como una especie de intromisión de Dios en la historia de los hombres.
Jesús, como Hijo de Dios, estorbaba a sus planes, pudiendo combinar una vida religiosa en el Templo y los negocios de este mundo con la opresión por el pobre, la falta de justicia y misericordia con el prójimo.
No era esa la mística del Éxodo del Israel pobre y dominado, estrenando libertad en el desierto. Practicaban la discriminación con el griego o gentil, incluso en el templo. Ahora judíos y griegos están llamados a servir a un único Señor. “Pues todo el que invoque al Señor se salvará” (v. 13). Creer en el corazón, confesarlo con los labios y creer en su resurrección es camino cierto de salvación.
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