1 Samuel 3,1-20:
Nos encontramos hoy con el relato de la llamada de Dios a Samuel. Es un texto precioso para profundizar en la llamada que Dios también nos hace a cada uno. De él me gustaría destacar los siguientes aspectos que les invito a contemplar, a orar:
• Samuel es el hijo de Ana, la estéril; es por tanto don de Dios. Así lo reconoce Ana y así podemos nosotros leer nuestra propia vida: nuestra vocación tiene su origen en la elección que Dios nos hace llamándonos a la existencia.
• Ana ha consagrado a su hijo a Dios: ¡Cuánta importancia ha tenido para muchos de nosotros la familia a la hora de ir descubriendo nuestra vocación!
• El Señor llama a Samuel, pero este no puede reconocer que es Dios quien le llama: Dios nos va hablando a través de todo lo que nos ocurre, es Él quien tiene la iniciativa, pero muchas veces no somos capaces de descubrirlo; casi siempre sólo después, cuando desde la fe hacemos lectura de lo vivido, podemos reconocer cómo Él ha estado presente en nuestra historia.
• Elí es capaz de descubrir en los balbuceos de Samuel la presencia de Dios en su vida. ¡Qué importante tener personas que nos acompañen! ¡Qué importante saber acompañar los procesos y las búsquedas de la gente!
• Samuel oye que Dios le habla llamándole por su nombre: la llamada que Dios nos hace recrea nuestra identidad. La respuesta a esa llamada se convierte en obediencia, es decir en escucha y acogida interior de la Palabra que Dios nos dirige, en dejar que esa Palabra se encarne en nosotros, despliegue nuestra identidad y nos movilice para el amor.
Nos encontramos hoy con el relato de la llamada de Dios a Samuel. Es un texto precioso para profundizar en la llamada que Dios también nos hace a cada uno. De él me gustaría destacar los siguientes aspectos que les invito a contemplar, a orar:
• Samuel es el hijo de Ana, la estéril; es por tanto don de Dios. Así lo reconoce Ana y así podemos nosotros leer nuestra propia vida: nuestra vocación tiene su origen en la elección que Dios nos hace llamándonos a la existencia.
• Ana ha consagrado a su hijo a Dios: ¡Cuánta importancia ha tenido para muchos de nosotros la familia a la hora de ir descubriendo nuestra vocación!
• El Señor llama a Samuel, pero este no puede reconocer que es Dios quien le llama: Dios nos va hablando a través de todo lo que nos ocurre, es Él quien tiene la iniciativa, pero muchas veces no somos capaces de descubrirlo; casi siempre sólo después, cuando desde la fe hacemos lectura de lo vivido, podemos reconocer cómo Él ha estado presente en nuestra historia.
• Elí es capaz de descubrir en los balbuceos de Samuel la presencia de Dios en su vida. ¡Qué importante tener personas que nos acompañen! ¡Qué importante saber acompañar los procesos y las búsquedas de la gente!
• Samuel oye que Dios le habla llamándole por su nombre: la llamada que Dios nos hace recrea nuestra identidad. La respuesta a esa llamada se convierte en obediencia, es decir en escucha y acogida interior de la Palabra que Dios nos dirige, en dejar que esa Palabra se encarne en nosotros, despliegue nuestra identidad y nos movilice para el amor.
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