1 Corintios 12,4-11
Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común. El Espíritu da a uno la sabiduría para hablar; a otro, la ciencia para enseñar, según el mismo Espíritu; a otro, la fe, también el mismo Espíritu. A este se le da el don de curar, siempre en ese único Espíritu; a aquel, el don de hacer milagros; a uno, el don de profecía; a otro, el don de juzgar sobre el valor de los dones del Espíritu; a este, el don de lenguas; a aquel, el don de interpretarlas. Pero en todo esto, es el mismo y único Espíritu el que actúa, distribuyendo sus ones a cada uno en particular como él quiere.
— Marco
En la comunidad de Corinto hay divisiones internas a causa del abuso de los carismas. En la lectura que proclamamos hoy responde Pablo a este último problema.
— Comentario de Fr. Gerardo Sánchez Mielgo, Convento de Santo Domingo. Torrent, Valencia, España.
“¡Unidad en la pluralidad!”
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu... En una comunidad compuesta por gentes marginadas, pobres y trabajadores del puerto, el Espíritu desbordó en dones de fe y carismas.
Pero la historia de la comunidad muestra que esta generosidad se convirtió, por su mal uso, en autosuficiencia y desprecio de unos contra otros. La rivalidad entre ellos, a causa de los dones, hacía muy difícil la convivencia tranquila y sosegada. Pablo tiene muy presente esta realidad cuando les escribe estas páginas.
El Espíritu mismo ha decidido distribuir sus dones abundantes entre todos pero para la construcción de una sola comunidad.
La pluralidad de dones tiene la misión de realizar una armoniosa y rica convergencia. Los corintios no lo entendían así, de tal manera que lo que recibieron gratuitamente para construir se convirtió en una fuente de división.
El origen de los dones es uno sólo, en consecuencia una sola comunidad ha de ser el resultado del ejercicio de los mismos. Hoy como ayer la Iglesia, comunidad viva de los discípulos de Jesús, ha sido llamada a cultivar comunión como punto de referencia para los hombres de nuestro tiempo. Jesús mismo lo había pedido en su oración por la unidad en la Última Cena (Jn 17,20-21)
Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común. El Espíritu da a uno la sabiduría para hablar; a otro, la ciencia para enseñar, según el mismo Espíritu; a otro, la fe, también el mismo Espíritu. A este se le da el don de curar, siempre en ese único Espíritu; a aquel, el don de hacer milagros; a uno, el don de profecía; a otro, el don de juzgar sobre el valor de los dones del Espíritu; a este, el don de lenguas; a aquel, el don de interpretarlas. Pero en todo esto, es el mismo y único Espíritu el que actúa, distribuyendo sus ones a cada uno en particular como él quiere.
— Marco
En la comunidad de Corinto hay divisiones internas a causa del abuso de los carismas. En la lectura que proclamamos hoy responde Pablo a este último problema.
— Comentario de Fr. Gerardo Sánchez Mielgo, Convento de Santo Domingo. Torrent, Valencia, España.
“¡Unidad en la pluralidad!”
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu... En una comunidad compuesta por gentes marginadas, pobres y trabajadores del puerto, el Espíritu desbordó en dones de fe y carismas.
Pero la historia de la comunidad muestra que esta generosidad se convirtió, por su mal uso, en autosuficiencia y desprecio de unos contra otros. La rivalidad entre ellos, a causa de los dones, hacía muy difícil la convivencia tranquila y sosegada. Pablo tiene muy presente esta realidad cuando les escribe estas páginas.
El Espíritu mismo ha decidido distribuir sus dones abundantes entre todos pero para la construcción de una sola comunidad.
La pluralidad de dones tiene la misión de realizar una armoniosa y rica convergencia. Los corintios no lo entendían así, de tal manera que lo que recibieron gratuitamente para construir se convirtió en una fuente de división.
El origen de los dones es uno sólo, en consecuencia una sola comunidad ha de ser el resultado del ejercicio de los mismos. Hoy como ayer la Iglesia, comunidad viva de los discípulos de Jesús, ha sido llamada a cultivar comunión como punto de referencia para los hombres de nuestro tiempo. Jesús mismo lo había pedido en su oración por la unidad en la Última Cena (Jn 17,20-21)
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