1 Samuel 3,1-20:
En esta lectura encontramos el pasaje de la llamada de Dios a Samuel cuando era aún niño. Es una lectura llena de la inocencia propia de los jóvenes: siempre están listos para la aventura. Es interesante observar la pedagogía de Dios con Samuel. ¿Por qué Dios lo llama tres veces y, a la tercera es cuando se muestra y dice quien es? Es interesante también observar como Elí, sacerdote viejo y curtido en el trato con Dios, tampoco supo reconocer al Señor hasta la segunda ocasión.
Según nos dice el texto, la razón se encuentra en que las revelaciones y la Palabra de YHWH había dejado de ser escuchadas y vistas y, en consecuencia, Samuel todavía no había conocido al Señor. Por ello, se levanta rápidamente y va a la habitación de Elí para ver si quería algo o si pasaba algo. La respuesta de Elí es clara: “Yo no te he llamado. Vete y acuéstate de nuevo” El problema era que Samuel no era capaz de reconocer la voz del Señor porque todavía no la conocía.
Me parece una interesante lectura para reflexionar sobre la situación actual en la mayoría de los países occidentales donde las personas no son capaces de reconocer al Señor. Son capaces de reconocer que hay una fuerza, un destino, una energía, un algo… que guía o protege sus vidas, pero no son capaces de reconocer que esa fuerza, esa energía… es Dios. En definitiva esa es la misión de los predicadores: ayudar a las personas a que abran los ojos y reconozcan por sí mismo que la presencia de Dios en sus vidas.
En esta lectura encontramos el pasaje de la llamada de Dios a Samuel cuando era aún niño. Es una lectura llena de la inocencia propia de los jóvenes: siempre están listos para la aventura. Es interesante observar la pedagogía de Dios con Samuel. ¿Por qué Dios lo llama tres veces y, a la tercera es cuando se muestra y dice quien es? Es interesante también observar como Elí, sacerdote viejo y curtido en el trato con Dios, tampoco supo reconocer al Señor hasta la segunda ocasión.
Según nos dice el texto, la razón se encuentra en que las revelaciones y la Palabra de YHWH había dejado de ser escuchadas y vistas y, en consecuencia, Samuel todavía no había conocido al Señor. Por ello, se levanta rápidamente y va a la habitación de Elí para ver si quería algo o si pasaba algo. La respuesta de Elí es clara: “Yo no te he llamado. Vete y acuéstate de nuevo” El problema era que Samuel no era capaz de reconocer la voz del Señor porque todavía no la conocía.
Me parece una interesante lectura para reflexionar sobre la situación actual en la mayoría de los países occidentales donde las personas no son capaces de reconocer al Señor. Son capaces de reconocer que hay una fuerza, un destino, una energía, un algo… que guía o protege sus vidas, pero no son capaces de reconocer que esa fuerza, esa energía… es Dios. En definitiva esa es la misión de los predicadores: ayudar a las personas a que abran los ojos y reconozcan por sí mismo que la presencia de Dios en sus vidas.
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