jueves, 12 de diciembre de 2013

Lucas: 10,1-17: De los setenta y dos discípulos que no eran apóstoles, por Luis Antequera



Comentario por Luis Antequera


Junto al grupo de los doce selectos que constituye el colegio de apóstoles, elige Jesús también un segundo colegio de discípulos, para el que elige a setenta y dos miembros.

Lo primero que se ha de reseñar es que de los cuatro evangelistas, sólo San Lucas se hace eco de este hecho:

“Después de esto, designó el Señor a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí a todas las ciudades y sitios adonde él había de ir […]. Regresaron los setenta y dos, y dijeron alegres: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.»” (Lc. 10,1-17).

Jesús les da a estos Setenta y Dos un discurso muy conocido:

“Y les dijo: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino. En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa.’ Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comed y bebed lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: `El Reino de Dios está cerca de vosotros.´ En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: `Sacudimos sobre vosotros hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies. Sabed, de todas formas, que el Reino de Dios está cerca”. (Lc. 10,2-11).

Discurso que muy parecido también recogen Mateo (Mt 10,5-15), y Marcos (Mc 6,8-11), si bien en ambos casos, el discurso lo dirige Jesús a los Doce, y ninguno de los dos evangelistas cita a los Setenta y Dos.

La cifra, este setenta y dos, vuelve a tener resonancias duodecimales, y es que no en balde, es el producto de multiplicar el número doce de los apóstoles por seis, y es divisible, además de por las cifras por las que lo es el doce (2, 3, y 6), por 8, por 9, por el propio 12 y por 24.

Amén de ello, desde el punto de vista exegético tiene también importantes implicaciones, pues representa en la mitología judía el número de las naciones gentiles, generadas a partir de los tres hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet que repueblan la tierra después del diluvio universal según se refleja en el Libro del Génesis (Gn. 10,1-32) que cita el nombre de cada uno de esos setenta y dos repobladores de la tierra.

El número setenta y dos tiene otras resonancias bíblicas: setenta y dos eran probablemente los miembros del sanedrín. Setenta y dos suman los setenta ancianos que Moisés nombra más él mismo y Aarón.

Yahvé respondió a Moisés: «Reúneme setenta ancianos de Israel, de los que te consta que son ancianos y escribas del pueblo” (Nu. 11, 16).

Setenta y dos podrían ser los redactores de la llamada Biblia de los Setenta, la Biblia en griego redactada en Egipto que constituye la versión bíblica que llega a nuestros días.

Fuente: religionenlibertad.com

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