Raíces de nuestra misión apostólica
Del Plan Pastoral Congregacional, n. 8
Los Hijos de la Sagrada Familia sentimos como propia la misión que hemos heredado del carisma del Padre Fundador: honrar especialmente a la Familia de Nazaret y procurar la formación de las familias cristianas según este modelo de perfección (Pablo VI, Carta 11-III-1964).
Nuestra consagración religiosa configura nuestra propia vocación, identidad y misión dentro de la Iglesia. En virtud de esta consagración, participamos en la misión de Cristo de una forma específica y concreta y prolongamos su presencia: Él “se hizo partícipe de la comunidad de los hombres y vivir en una familia; santificó el amor de los esposos con su presencia en el hogar; acogió a los niños y los bendijo afectuosamente; y, sujeto a María y José, empezó en el humilde trabajo de Nazaret, la obra de redención que, obediente hasta la muerte, consumaría en la Cruz” C 3c).
Del Plan Pastoral Congregacional, n. 8
Los Hijos de la Sagrada Familia sentimos como propia la misión que hemos heredado del carisma del Padre Fundador: honrar especialmente a la Familia de Nazaret y procurar la formación de las familias cristianas según este modelo de perfección (Pablo VI, Carta 11-III-1964).
Nuestra consagración religiosa configura nuestra propia vocación, identidad y misión dentro de la Iglesia. En virtud de esta consagración, participamos en la misión de Cristo de una forma específica y concreta y prolongamos su presencia: Él “se hizo partícipe de la comunidad de los hombres y vivir en una familia; santificó el amor de los esposos con su presencia en el hogar; acogió a los niños y los bendijo afectuosamente; y, sujeto a María y José, empezó en el humilde trabajo de Nazaret, la obra de redención que, obediente hasta la muerte, consumaría en la Cruz” C 3c).
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