Agentes del apostolado nazareno-familiar
Plan Pastoral Congregacional, n.22
A nosotros, en primer lugar, nos corresponde “promover con esmero el honor, la imitación y el culto de la Sagrada Familia” (cf. C 2), ante todo mediante la consagración religiosa y el testimonio de nuestra vida personal y comunitaria. Con nosotros colaboran sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos y familias que participan de la misma tarea común, desde la especifidad de la propia condición en la Iglesia.
De un modo especial, las familias que se identifican con el espíritu nazareno-familiar y lo convierten en parte integrante de su vida, constituyen un testimonio vivo y una fuente eficaz de propagación del culto, la imitación y la transmisión de los valores de la Sagrada Familia en el seno de la comunidad familiar.
Las familias dirigirán esta tarea de evangelización, en primer lugar, hacia sí mismas, pues los esposos y padres son los sacerdotes del hogar; y, en la medida de sus posibilidades, incluso como exigencia del sacramento del matrimonio, la extenderán hacia otras familias, propagando la buena nueva de Nazaret mediante el testimonio y diversas obras de apostolado en los ámbitos en que se desenvuelve su vida (otros familiares, parroquia, profesión, vecinos, amistades...) o trabajando conjuntamente con los religiosos Hijos de la Sagrada Familia.
El testimonio de los religiosos y de las familias pondrá de manifiesto la complementariedad en la única y primordial vocación humana –el amor esponsal–, cuya imagen de realización plena es la Sagrada Familia, a la que acudimos para revivir, en lo personal y como comunidad, nuestra actitud y ejemplo de entrega confiada y alegre a Dios y a los hermanos.
Plan Pastoral Congregacional, n.22
A nosotros, en primer lugar, nos corresponde “promover con esmero el honor, la imitación y el culto de la Sagrada Familia” (cf. C 2), ante todo mediante la consagración religiosa y el testimonio de nuestra vida personal y comunitaria. Con nosotros colaboran sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos y familias que participan de la misma tarea común, desde la especifidad de la propia condición en la Iglesia.
De un modo especial, las familias que se identifican con el espíritu nazareno-familiar y lo convierten en parte integrante de su vida, constituyen un testimonio vivo y una fuente eficaz de propagación del culto, la imitación y la transmisión de los valores de la Sagrada Familia en el seno de la comunidad familiar.
Las familias dirigirán esta tarea de evangelización, en primer lugar, hacia sí mismas, pues los esposos y padres son los sacerdotes del hogar; y, en la medida de sus posibilidades, incluso como exigencia del sacramento del matrimonio, la extenderán hacia otras familias, propagando la buena nueva de Nazaret mediante el testimonio y diversas obras de apostolado en los ámbitos en que se desenvuelve su vida (otros familiares, parroquia, profesión, vecinos, amistades...) o trabajando conjuntamente con los religiosos Hijos de la Sagrada Familia.
El testimonio de los religiosos y de las familias pondrá de manifiesto la complementariedad en la única y primordial vocación humana –el amor esponsal–, cuya imagen de realización plena es la Sagrada Familia, a la que acudimos para revivir, en lo personal y como comunidad, nuestra actitud y ejemplo de entrega confiada y alegre a Dios y a los hermanos.
GUÍA DEL PHSF |
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