sábado, 7 de diciembre de 2013

2 DOMINGO DE ADVIENTO, A, por Mons. Francisco González, SF.













Isaías 11,1-10
Salmo 71: Que en sus días florezca la justicia, 
y la paz abunde eternamente
Romanos 15,4-9
Mateo 3,1-12

Isaías 11,1-10

Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de prudencia y sabiduría, espíritu de consejo y valentía, espíritu de ciencia y temor del Señor. Le inspirará el temor del Señor. No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será cinturón de sus lomos, y la lealtad, cinturón de sus caderas.Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastoreará. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará con la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país de la ciencia del Señor, como las aguas colman el mar.Aquel día, la raíz de Jesé se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada.

Salmo 71: Que en sus días florezca la justicia, 
y la paz abunde eternamente

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
R. Que en sus días florezca la justicia, 
y la paz abunde eternamente

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.
R. Que en sus días florezca la justicia, 
y la paz abunde eternamente

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres.
R. Que en sus días florezca la justicia, 
y la paz abunde eternamente

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol:
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
R. Que en sus días florezca la justicia, 
y la paz abunde eternamente

Romanos 15,4-9

Hermanos: Todas las antiguas Escrituras se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que entre nuestra paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza. Que Dios, fuente de toda paciencia y consuelo, os conceda estar de acuerdo entre vosotros, según Jesucristo, para que unánimes, a una voz, alabéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. En una palabra, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios. Quiero decir con esto que Cristo se hizo servidor de los judíos para probar la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas hechas a los patriarcas; y, por otra parte, acoge a los gentiles para que alaben a Dios por su misericordia. Así dice la Escritura: "Te alabaré en medio de los gentiles y cantaré a tu nombre."

Mateo 3,1-12

Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: "Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos." Éste es el que anunció el profeta Isaías diciendo: "Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos." Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán. Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: "¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: "Abrahán es nuestro padre", pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga."

— Comentario por Mons. Francisco González, SF

Estamos celebrando el tiempo de Adviento, tiempo de espera y ojalá también de esperanza, algo que nunca debemos perder.

El domingo pasado se nos llamaba a la vigilancia, a no quedarnos dormidos, especialmente en tiempos como el presente, que podemos y debemos titular como de crisis que se manifiesta en las grandes divisiones cuando deberíamos luchar por la comunión; tiempos de violencia oficial, terrorista, de género, religiosa y económica cuando deberíamos trabajar por el entendimiento y la paz; tiempo de violencia contra la naturaleza cuando deberíamos trabajar y disfrutar de la belleza de la naturaleza; tiempos de violencia manifiesta en el hambre, la sed, la desnudez, el desempleo, y el rechazo del inmigrante.

Ha llegado el tiempo del cambio. La voz de los profetas y precursores suena mejor: “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos. Una voz grita en el desierto: preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”.

El santo padre Francisco, como otro Juan Bautista nos está llamando a la vigilancia, al cambio, a la conversión para que arreglemos los caminos del Señor, los caminos que nos llevan a un encuentro con el Señor, y evitar todos esos otros caminos, que nos alejan del mismo. Juan y Francisco viven cada uno su sencillez, pero coinciden en llamarnos a esa conversión que pone a Cristo como el centro de nuestras vidas, dejando de lado muchas de esas cosas que simplemente brillan pero que no producen luz, que no iluminan, que nos engañan, que nos dejan en la oscuridad, en la cuneta, o sea fuera del camino.

Sin embargo, sus estilos de proclamación son distintos. Hoy se nos invita a no quedarnos con un bautismo de agua, en una cosa de simplemente rito sin transformación radical. La conversión tiene que ir a la raíz, a lo profundo de nuestro ser, a ese “ya no soy yo, es Cristo quien vive en mí”, de Pablo.

La semana pasada vimos la locura del “Black Friday”, cuando las cajas registradoras no dejaron de sonar, quedándose con el dinero de los que podía gastárselo y de los que no deberían gastarlo, comprando cosas necesarias e innecesarias, mostrando una cierta desviación de lo que la Navidad significa. Nos estamos instalando en una indiferencia religiosa, viviendo hasta cierto punto en un vacío espiritual, dejando de lado aquellos valores que daban sentido a la vida.

Lo bueno, es que, Dios quiera, seguimos teniendo esperanza, incluso cuando caminamos por el camino equivocado. El mensaje que nos viene a traer Jesús en estas Navidades que ya se acercan, es un mensaje de esperanza. Reflexionando en esa maravillosa parábola del conocido Hijo Pródigo, el mensaje de Jesús a través de la acción del Padre Misericordioso, es la que nos recuerda tan claramente el papa Francisco cuando nos dice que el nombre de Dios es “Misericordia”, y que ese Dios nunca se cansa de perdonar. El Señor nos sigue amando, incluso cuando pecamos.

Si has caído… levántate; si te has alejado… regresa; si te fuiste por el camino equivocado… busca la señalización correcta; si tienes hambre y sed… escucha al que nos dijo: tomad y comed, tomad y bebed; si te sientes perdido… abre los ojos, Él está en todas partes, especialmente en cada uno de nosotros.

En unos pocos días vamos a celebrar el nacimiento de ese Jesús que quiso hacerse uno de nosotros menos en el pecado, vivir como nosotros, convivir con nosotros, para darnos y confirmarnos en la esperanza que Él nos regala, sólo debemos trabajar, como nos pide Juan el Bautista, para preparar en camino del Señor, para allanar sus senderos.

Esta semana estaremos celebrando en muchas de nuestras parroquias la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. Oremos para que lo mismo que ella nos dio a Jesús, nosotros también sepamos llevarlo a los demás en estos tiempos de la nueva evangelización.

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