miércoles, 29 de mayo de 2013

"Queremos crear un empresariado revolucionario, que no tenga tanto en cuenta el beneficio para el empresario como los beneficios sociales", José Luis Sánchez, responsable de la Asociación de Empresarios Católicos de Valencia.


José Luis Sánchez es sacerdote de la diócesis de Valencia y responsable de las Asociaciones de Empresarios Católicos de Valencia, junto con el arzobispo Carlos Osoro. "Queremos crear un empresariado revolucionario, que no tenga tanto en cuenta el beneficio para el empresario como los beneficios sociales", explica, y recuerda que "la Doctrina Social de la Iglesia permite la propiedad privada siempre y cuando ésta esté al servicio de crear desarrollo para todos los hombres de la tierra".

— ¿Cómo surgió la idea de crear las Asociaciones de Empresarios Católicos?

Cuando llegó el arzobispo Osoro a la diócesis estaba muy preocupado porque el paro había empezado a tener mucha fuerza en la Comunidad Valenciana. Cáritas no daba abasto y se dio cuenta de que crear trabajo era importantísimo y que había que apoyar al empresario para que experimentara en un momento muy difícil también para las empresas que valía la pena no tirar la toalla.

— ¿Se puede ser empresario y católico en estos tiempos tan convulsos?

Hay muchos empresarios católicos y el crear riqueza y puestos de trabajo para que las personas puedan desarrollar su vida está en consonancia con la Doctrina Social de la Iglesia, que permite la propiedad privada siempre y cuando ésta esté al servicio de crear desarrollo para todos.

— ¿Hay ejemplos a seguir entre los empresarios actualmente? ¿Hay quienes están peleando porque las condiciones de sus trabajadores sean lo más dignas posible?

De las tres estructuras que se han creado en la archidiócesis de Valencia (España) una es un capítulo de empresarios, y otra es un consejo de empresarias católicas. Lo que están buscando ambas es una formación profunda que nos lleve a descubrir que el hombre está en el centro de todo. Crear trabajo es importante para crear riqueza pero la mayor riqueza es el propio hombre. En la medida en que las personas se realizan el capital de la empresa es mucho mayor ya que éstas adquieren sentido y alegría. Luego esto tiene una repercusión en sus vidas, en sus familias y en la sociedad, además de en el mundo empresarial.

— ¿Cuántos profesionales conforman las fundaciones de empresarios católicos?

Hay unas 800 empresas en torno a estas asociaciones. Vimos que era muy importante, junto con la formación ética del empresario, que se asociaran para crear un apoyo común social desde la perspectiva de la Doctrina Social de la Iglesia, de la investigación y de la comunicación.

Cada dos meses hay una reunión de 50 empresarios que tratan de ver la problemática de la Comunidad Valenciana con el objetivo de analizar estos temas y ver dónde hay que incidir. Lo que esta comisión hace se lleva a la comisión de investigación, donde personas del mundo de la universidad se dedican a ver con qué concreciones tendríamos que seguir adelante.

Hay otra comisión de comunicación que informa tanto a la sociedad como al gobierno autonómico y al gobierno español, así como a todos los asociados. Los empresarios católicos buscan tener una espiritualidad, una fortaleza interior para que su fundamento no esté solo en ganar dinero sino también en la realización de las personas y descubrir todo el bien que pueden estar haciendo. Se busca la dimensión social para que haya ayudas a otras instituciones. Por ejemplo, con Cáritas se ha realizado lo de apadrinar a una familia, un apoyo muy concreto y determinado tan necesario en estos tiempos de crisis.

— ¿Tenemos que estar a la altura de lo que la situación social nos pide?

Sí. El Papa Francisco nos ha dicho que participemos del sufrimiento del mundo y eso ha sido lo que ha llevado a nuestro arzobispo, don Carlos Osoro, a estimularnos a fundar esta confederación empresarial en la tónica con la que se ha constituido en Valencia. Tanto el Papa como nuestro arzobispo, cuando ven el sufrimiento de las personas piensan que Jesús tiene que estar en medio de ese sufrimiento. Tiene que estar presente siendo bálsamo y siendo esperanza, Buena Noticia, novedad. Y la Buena Noticia es que, con la fuerza de la Palabra y de los sacramentos, es posible que todo sea transformado. Sobre todo el egoísmo en amor, la mentira en verdad y la desorientación en orientación.

— ¿Don Carlos Osoro es un pastor de los que huelen a oveja desde hace mucho tiempo?

Creo que la trayectoria de nuestro arzobispo en las diócesis de Orense, Oviedo y Valencia es conocida por todos. Tiene un don para con las personas y para comprometerse con los demás, y desde la vida de oración tan profunda que lleva hace posible la presencia de Cristo en medio de todos y nos moviliza. Él valora mucho la formación y por eso cuida mucho la universidad católica. Él busca que desde una formación intelectual y desde la vida interior sepamos iluminar las realidades de cada momento. No en vano estamos realizando atrios de los gentiles, exposiciones de arte, diálogos sobre la espiritualidad, con la política y con la economía... La Universidad Católica se hace presente en medio de la cultura, trabajamos con los jóvenes. Todo esto lo hacemos con mucha sencillez pero sabiendo que nos estamos jugando la felicidad de muchas personas. Lo que queremos es que la gente salga de la mayor de las pobrezas, que es no tener a Dios. Después están las otras pobrezas.

— ¿Cuál es el papel de la Iglesia en esta Europa en la que parece que el cristianismo está en retroceso?

Juan Pablo II le decía a Benedicto XVI cuando éste era cardenal que tenía ilusión porque veía que llegaba una nueva primavera para la Iglesia. Al parecer Benedicto XVI, en cambio, le decía que no veía ese rebrotar. Igual nos pasa a nosotros. Muchas veces tenemos la sensación de que en Occidente la fe católica ya no está en la estructura humana. Pero sí lo está. La religión católica ha dialogado con la razón como ninguna otra. No cree en el fundamentalismo (que quedó prohibido en el Vaticano II, porque nosotros tenemos que dar razón de nuestra esperanza a aquél que nos la pide).

Occidente es un lugar muy relativista donde el hombre piensa que no hay Verdad, donde la persona puede decidir por sí misma todo lo que quiere, incluso su cambio de sexualidad; donde el ser humano muchas veces piensa que cualquier opinión vale lo mismo, y donde nos encontramos con una increencia muy fuerte.

Lo que hay que valorar son los esfuerzos de tantas personas (incluso de los no creyentes) por acercarse a la Verdad, por acercarse al Bien, por promover la paz... Tenemos que dar gracias a Dios por todo el esfuerzo ecológico que se hace por salvar la naturaleza, porque de alguna manera desde ahí se puede engarzar una sacralidad de acercarse a la Verdad, que es Dios. Pero evidentemente también es cierto que tenemos que influir en que esta dictadura del relativismo para que las personas puedan encontrar la auténtica esperanza de ser peregrinos, no vagabundos. El peregrino sabe a dónde va, el vagabundo da vueltas sobre sí mismo.

Ojalá que nosotros podamos ayudar a la mayor riqueza del ser humano, siempre ofreciendo y nunca imponiendo, para poder ayudar a descubrir que sin Dios la vida no tiene sentido. El hombre que no tiene a Dios sólo espera la muerte, y necesitamos tener vida y esperanza.

Fuente: http://www.periodistadigital.com

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