Desideria es el nombre de uno de los personajes creados por San Jose Manyanet (1833-1901) para ilustrar su espiritualidad y su pensamiento. Desideria puede ser un hombre o una mujer, una persona joven o adulta. Pero Desideria es, ante todo, un espiritu ingenuo, inquieto e infantil, cuyo deseo de aprender y ser feliz parece no tener limites.
sábado, 29 de febrero de 2020
¿ALGUIEN HUBIERA APLAUDIDO MIENTRAS CRISTO SUBÍA AL CALVARIO?
Mons. Sócrates Buenaventura Villegas, arzobispo de Lingayen-Dagupan y presidente de la comisión para los seminarios de la Conferencia Episcopal Filipina (CPCP). ha publicado una carta pastoral con motivo de la Cuaresma en la que analiza la costumbre en algunas de sus parroquias de aplaudir durante la liturgia.
El prelado pide a los católicos que se abstengan de los «aplausos inapropiados durante la Misa», recordando que la Eucaristía es «un memorial del Calvario». Si no se corta con esto cuanto antes, declara Mons. Villegas, los aplausos «pueden robarnos el verdadero significado de la liturgia y del culto cristianos».
Y pregunta: «¿Acaso alguien hubiera aplaudido mientras Cristo subía al Calvario? ¿Acaso la Santísima Madre o Juan, su predilecto, lo habrían hecho?»
«El Miércoles de Ceniza, que inaugura el tiempo de Cuaresma – exhorta Mons. Villegas – nos brinda una buena ocasión para reflexionar sobre el valor y la importancia de la sobriedad, del silencio y del dominio de sí, en la búsqueda de la santidad en la vida».
El arzobispo invita a analizar a fondo los «supuestos motivos» que llevan a aplaudir en la iglesia, ya sea antes o después de la celebración eucarística. «¿No será que batir palmas es el antídoto contra el aburrimiento en la iglesia? – cuestiona. ¿Acaso batir palmas en medio de la homilía o después de ella, sería un signo de vitalidad litúrgica? ¿No será que este aburrimiento tiene su raíz en una concepción errada de lo que es la adoración y la oración?». Cabe decir que de esta forma, «la comunidad en oración se convierte en un público necesitado de entretenimiento; los ministros litúrgicos, devienen artistas; y los predicadores se convierten en eruditos anunciadores de brindis. Esto no debería ser así».
Mons. Villegas recuerda lo que dijeron dos Papas sobre este tema. Uno fue San Pío X, que prohibió los aplausos que le brindaban en la Basílica de San Pedro, diciendo que «no es correcto aplaudir al siervo en la casa del amo». Más recientemente, el papa Benedicto XVI explicó: «Allí donde irrumpe el aplauso por la obra humana en la liturgia, se está frente a un claro signo de que se ha perdido la esencia de la liturgia, que ha sido sustituida por una suerte de entretenimiento de trasfondo religioso».
El arzobispo del Lingayen-Dagupan critica el aplauso, como gesto para demostrar aprecio o reconocimiento. «El aplauso puede ser superficial y barato», afirma; y prosigue: «Somos una Iglesia congregada por Dios, y no un club auto-organizado para la mutua admiración».
Al dirigirse a los sacerdotes, Mons. Villegas agrega:
«Eviten usar los aplausos para tener vigilantes y despiertos a nuestros parroquianos durante la homilía. Una homilía bien preparada, breve, inspirada y estimulante, tiene una vida más larga que el aplauso intermitente mientras ustedes predican».
Si es necesario retomar un mensaje en la asamblea, después de la comunión, el prelado insta a evitar la mención de aquellas personas o grupos en particular que la parroquia desee felicitar por su tarea o por las donaciones efectuadas a la Iglesia.
Estas demostraciones de aprecio, agrega, «deben hacerse fuera de la misa». «No me aplaudan después de la misa, cuando visito su parroquia o su capilla. Ustedes y yo somos huéspedes en la Casa de Dios. No somos más que siervos en la Mesa del Amo. […] Partir el pan es una conmemoración de la violenta muerte que atravesó el Señor. ¿Quién puede aplaudir mientras otros sufren? Es un dolor con amor, sí. Pero sigue siendo siempre dolor».
«El tiempo de Cuaresma – concluye Mons. Villegas – tiene un austero color violeta; un aura sobria y serena. Las decoraciones del altar se contienen. Los instrumentos musicales ceden. Ayunemos del placer y retengamos nuestro apetito. Agreguemos una mayor abstinencia a este tiempo sobrio. Abstengámonos de los aplausos en la Iglesia. Que esta abstinencia de los aplausos pueda fluir y extenderse a los demás días del año».
+ SOBRE LA CUARESMA
El prelado pide a los católicos que se abstengan de los «aplausos inapropiados durante la Misa», recordando que la Eucaristía es «un memorial del Calvario». Si no se corta con esto cuanto antes, declara Mons. Villegas, los aplausos «pueden robarnos el verdadero significado de la liturgia y del culto cristianos».
Y pregunta: «¿Acaso alguien hubiera aplaudido mientras Cristo subía al Calvario? ¿Acaso la Santísima Madre o Juan, su predilecto, lo habrían hecho?»
«El Miércoles de Ceniza, que inaugura el tiempo de Cuaresma – exhorta Mons. Villegas – nos brinda una buena ocasión para reflexionar sobre el valor y la importancia de la sobriedad, del silencio y del dominio de sí, en la búsqueda de la santidad en la vida».
El arzobispo invita a analizar a fondo los «supuestos motivos» que llevan a aplaudir en la iglesia, ya sea antes o después de la celebración eucarística. «¿No será que batir palmas es el antídoto contra el aburrimiento en la iglesia? – cuestiona. ¿Acaso batir palmas en medio de la homilía o después de ella, sería un signo de vitalidad litúrgica? ¿No será que este aburrimiento tiene su raíz en una concepción errada de lo que es la adoración y la oración?». Cabe decir que de esta forma, «la comunidad en oración se convierte en un público necesitado de entretenimiento; los ministros litúrgicos, devienen artistas; y los predicadores se convierten en eruditos anunciadores de brindis. Esto no debería ser así».
Mons. Villegas recuerda lo que dijeron dos Papas sobre este tema. Uno fue San Pío X, que prohibió los aplausos que le brindaban en la Basílica de San Pedro, diciendo que «no es correcto aplaudir al siervo en la casa del amo». Más recientemente, el papa Benedicto XVI explicó: «Allí donde irrumpe el aplauso por la obra humana en la liturgia, se está frente a un claro signo de que se ha perdido la esencia de la liturgia, que ha sido sustituida por una suerte de entretenimiento de trasfondo religioso».
El arzobispo del Lingayen-Dagupan critica el aplauso, como gesto para demostrar aprecio o reconocimiento. «El aplauso puede ser superficial y barato», afirma; y prosigue: «Somos una Iglesia congregada por Dios, y no un club auto-organizado para la mutua admiración».
Al dirigirse a los sacerdotes, Mons. Villegas agrega:
«Eviten usar los aplausos para tener vigilantes y despiertos a nuestros parroquianos durante la homilía. Una homilía bien preparada, breve, inspirada y estimulante, tiene una vida más larga que el aplauso intermitente mientras ustedes predican».
Si es necesario retomar un mensaje en la asamblea, después de la comunión, el prelado insta a evitar la mención de aquellas personas o grupos en particular que la parroquia desee felicitar por su tarea o por las donaciones efectuadas a la Iglesia.
Estas demostraciones de aprecio, agrega, «deben hacerse fuera de la misa». «No me aplaudan después de la misa, cuando visito su parroquia o su capilla. Ustedes y yo somos huéspedes en la Casa de Dios. No somos más que siervos en la Mesa del Amo. […] Partir el pan es una conmemoración de la violenta muerte que atravesó el Señor. ¿Quién puede aplaudir mientras otros sufren? Es un dolor con amor, sí. Pero sigue siendo siempre dolor».
«El tiempo de Cuaresma – concluye Mons. Villegas – tiene un austero color violeta; un aura sobria y serena. Las decoraciones del altar se contienen. Los instrumentos musicales ceden. Ayunemos del placer y retengamos nuestro apetito. Agreguemos una mayor abstinencia a este tiempo sobrio. Abstengámonos de los aplausos en la Iglesia. Que esta abstinencia de los aplausos pueda fluir y extenderse a los demás días del año».
+ SOBRE LA CUARESMA
SOBRE EL AYUNO
¿En qué consiste el ayuno? ¿cuál es su sentido?
¿Por qué no comemos carne los viernes de cuaresma?
Ayuno y abstinencia, ¿sumisión o libertad?
Como signo y oración que transforma
El ayuno y la limosna son la alas de la plegaria
Contra el estrés, ¿ayuno?
Liturgia de la Palabra:
Lunes de la Semana del Tiempo Ordinario, Año II
Citas bíblicas:
Antiguo Testamento:
2 Libro de Samuel:
David pidió por el niño, prolongó su ayuno 12,1-7a.10-17
Nuevo Testamento:
Evangelio de Lucas:
Servía a Dios con ayunos 2,36-40
Los discípulos de Juan ayunan 5,33-39
Ayuno dos veces por semana 18,9-14
Evangelio de Mateo:
Cuando ayunéis no andéis cabizbajos 6,1-6.16-18
Los fariseos ayunamos y tus discípulos 9,14-15
Evangelio de Marcos:
Los discípulos de Juan y de los fariseos ayunan... 2,18-22
Testimonio:
Ayuno de 3 días
¿Por qué no comemos carne los viernes de cuaresma?
Ayuno y abstinencia, ¿sumisión o libertad?
Como signo y oración que transforma
El ayuno y la limosna son la alas de la plegaria
Contra el estrés, ¿ayuno?
Liturgia de la Palabra:
Lunes de la Semana del Tiempo Ordinario, Año II
Citas bíblicas:
Antiguo Testamento:
2 Libro de Samuel:
David pidió por el niño, prolongó su ayuno 12,1-7a.10-17
Nuevo Testamento:
Evangelio de Lucas:
Servía a Dios con ayunos 2,36-40
Los discípulos de Juan ayunan 5,33-39
Ayuno dos veces por semana 18,9-14
Evangelio de Mateo:
Cuando ayunéis no andéis cabizbajos 6,1-6.16-18
Los fariseos ayunamos y tus discípulos 9,14-15
Evangelio de Marcos:
Los discípulos de Juan y de los fariseos ayunan... 2,18-22
Testimonio:
Ayuno de 3 días
¿POR QUÉ NO COMEMOS CARNE LOS VIERNES DE CUARESMA?
Los católicos no pueden comer carne ningún viernes del año. Se trata de una realidad que muchas personas ignoran y desconocen. ¿Por qué no se puede comer carne los viernes?
El Código de Derecho Canónico señala que los católicos deben abstenerse de comer carne los viernes durante todo el año, no solamente durante Cuaresma:
Canon 1250: Todos los viernes de todo el año y durante la Cuaresma, son días y tiempos de penitencia en toda la Iglesia Universal.
Canon 1251: Los días viernes durante todo el año ha de haber abstinencia de comer carne u otro alimento de acuerdo a las prescripciones de la conferencia de obispos, a menos que sean solemnidades; han de observarse abstinencia y ayuno el Miércoles de Ceniza y el viernes de la Pasión y Muerte de Nuestra Señor Jesucristo.
Canon 1252: La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años; la del ayuno, a todos los mayores de edad, hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve años. Cuiden sin embargo los pastores de almas y los padres de que también se formen en un auténtico espíritu de penitencia quienes, por no haber alcanzado la edad, no están obligados al ayuno o a la abstinencia.
Canon 1253: La Conferencia Episcopal puede determinar con más detalle el modo de observar el ayuno y la abstinencia, así como sustituirlos en todo o en parte por otras formas de penitencia, sobre todo por obras de caridad y prácticas de piedad. Puesto que la Conferencia Episcopal tiene esta facultad, la abstinencia de los viernes que no sean de Cuaresma, en algunos países se puede sustituir por otras acciones penitenciales de acuerdo con lo dictaminado por el Episcopado de dicho país.
Esto último es lo que ocurre en España, donde “la abstinencia puede ser sustituida, según la libre voluntad de los fieles, por cualquiera de las siguientes prácticas recomendadas por la Iglesia:
• lectura de la Sagrada Escritura
• dar limosna
• otras obras de caridad: visitar a los enfermos o atribulados
• obras de piedad: participación en la santa misa, rezo del rosario, etc.
• mortificaciones corporales”
Pero, ¿realmente somos conscientes los católicos de ello? ¿alguna vez nos recuerdan este carácter penitencial de todos los viernes? Al margen de esto habría que preguntarse el por qué de esta abstinencia. Qué motivo ha llevado a la Iglesia a recomendar la abstinencia de carne y por qué un viernes.
El viernes tiene un tono penitencial
porque se recuerda la muerte de Cristo
Sobre la cuestión de la abstinencia en sí, la Iglesia nos invita en general a hacerla, a través del Código de Derecho Canónico:
Canon 1249: Todos los fieles, cada uno a su modo, están obligados por ley divina a hacer penitencia; sin embargo, para que todos se unan en alguna práctica común de penitencia, se han fijado unos días penitenciales, en los que se dediquen los fieles de manera especial a la oración, realicen obras de piedad y de caridad y se nieguen a sí mismos, cumpliendo con mayor fidelidad sus propias obligaciones y, sobre todo, observando el ayuno y la abstinencia, a tenor de los cánones que siguen.
Los cánones, expuestos en este artículo, especifican que sea el viernes por ese carácter penitencial que tiene la muerte de Cristo.
En el propio Evangelio, nuestro Señor nos recuerda: “Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben”. Jesús les contestó: “¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar”, Lucas 5,33ss.
El esposo nos es quitado el viernes, cuando recordamos su muerte. De ahí que el viernes tenga ese tono penitencial y de sacrificio, y por eso la Iglesia pide esa abstinencia ese día.
¿Por qué carne?
El motivo de que la abstinencia sea en concreto de carne viene de tradición de siglos de historia. Durante mucho tiempo la carne era considerada una comida especial, consumida sobre todo los días de fiesta.
Por tanto, comerla un día de penitencia supondría una falta de coherencia por ese carácter festivo asociado a la carne. Hoy en día continúa la tradición a pesar de que la carne ya no es considerada el producto más especial; por eso, la Iglesia invita a sustituirla por otras cosas fuera de la Cuaresma. Sin embargo, veámoslo como un gesto penitencial para recordar a la muerte de Cristo y unirnos un poco a él en dicha abnegación, y si nos cuesta entenderlo, será una oportunidad para crecer en humildad con tan pequeño gesto, obedeciendo a la Iglesia.
+ SOBRE EL AYUNO
El Código de Derecho Canónico señala que los católicos deben abstenerse de comer carne los viernes durante todo el año, no solamente durante Cuaresma:
Canon 1250: Todos los viernes de todo el año y durante la Cuaresma, son días y tiempos de penitencia en toda la Iglesia Universal.
Canon 1251: Los días viernes durante todo el año ha de haber abstinencia de comer carne u otro alimento de acuerdo a las prescripciones de la conferencia de obispos, a menos que sean solemnidades; han de observarse abstinencia y ayuno el Miércoles de Ceniza y el viernes de la Pasión y Muerte de Nuestra Señor Jesucristo.
Canon 1252: La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años; la del ayuno, a todos los mayores de edad, hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve años. Cuiden sin embargo los pastores de almas y los padres de que también se formen en un auténtico espíritu de penitencia quienes, por no haber alcanzado la edad, no están obligados al ayuno o a la abstinencia.
Canon 1253: La Conferencia Episcopal puede determinar con más detalle el modo de observar el ayuno y la abstinencia, así como sustituirlos en todo o en parte por otras formas de penitencia, sobre todo por obras de caridad y prácticas de piedad. Puesto que la Conferencia Episcopal tiene esta facultad, la abstinencia de los viernes que no sean de Cuaresma, en algunos países se puede sustituir por otras acciones penitenciales de acuerdo con lo dictaminado por el Episcopado de dicho país.
Esto último es lo que ocurre en España, donde “la abstinencia puede ser sustituida, según la libre voluntad de los fieles, por cualquiera de las siguientes prácticas recomendadas por la Iglesia:
• lectura de la Sagrada Escritura
• dar limosna
• otras obras de caridad: visitar a los enfermos o atribulados
• obras de piedad: participación en la santa misa, rezo del rosario, etc.
• mortificaciones corporales”
Pero, ¿realmente somos conscientes los católicos de ello? ¿alguna vez nos recuerdan este carácter penitencial de todos los viernes? Al margen de esto habría que preguntarse el por qué de esta abstinencia. Qué motivo ha llevado a la Iglesia a recomendar la abstinencia de carne y por qué un viernes.
El viernes tiene un tono penitencial
porque se recuerda la muerte de Cristo
Sobre la cuestión de la abstinencia en sí, la Iglesia nos invita en general a hacerla, a través del Código de Derecho Canónico:
Canon 1249: Todos los fieles, cada uno a su modo, están obligados por ley divina a hacer penitencia; sin embargo, para que todos se unan en alguna práctica común de penitencia, se han fijado unos días penitenciales, en los que se dediquen los fieles de manera especial a la oración, realicen obras de piedad y de caridad y se nieguen a sí mismos, cumpliendo con mayor fidelidad sus propias obligaciones y, sobre todo, observando el ayuno y la abstinencia, a tenor de los cánones que siguen.
Los cánones, expuestos en este artículo, especifican que sea el viernes por ese carácter penitencial que tiene la muerte de Cristo.
En el propio Evangelio, nuestro Señor nos recuerda: “Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben”. Jesús les contestó: “¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar”, Lucas 5,33ss.
El esposo nos es quitado el viernes, cuando recordamos su muerte. De ahí que el viernes tenga ese tono penitencial y de sacrificio, y por eso la Iglesia pide esa abstinencia ese día.
¿Por qué carne?
El motivo de que la abstinencia sea en concreto de carne viene de tradición de siglos de historia. Durante mucho tiempo la carne era considerada una comida especial, consumida sobre todo los días de fiesta.
Por tanto, comerla un día de penitencia supondría una falta de coherencia por ese carácter festivo asociado a la carne. Hoy en día continúa la tradición a pesar de que la carne ya no es considerada el producto más especial; por eso, la Iglesia invita a sustituirla por otras cosas fuera de la Cuaresma. Sin embargo, veámoslo como un gesto penitencial para recordar a la muerte de Cristo y unirnos un poco a él en dicha abnegación, y si nos cuesta entenderlo, será una oportunidad para crecer en humildad con tan pequeño gesto, obedeciendo a la Iglesia.
+ SOBRE EL AYUNO
Sentido tradicional y actual de la cuaresma
SENTIDO TRADICIONAL DE LA CUARESMA
La Cuaresma Romana tradicional tuvo un triple componente:
• la preparación pascual de la comunidad cristiana
• el catecumenado
• la penitencia canónica
— La preparación pascual de la comunidad cristiana
Según san León, la Cuaresma es “un retiro colectivo de cuarenta días, durante los cuales la Iglesia, proponiendo a sus fieles el ejemplo que le dio Cristo en su retiro al desierto, se prepara para la celebración de las solemnidades pascuales con la purificación del corazón y una práctica perfecta de la vida cristiana”.
Se trataba, por tanto, de un tiempo –introducido por imitación de Cristo y de Moisés- en el que la comunidad cristiana se esforzaba en realizar una profunda renovación interior. Los variados ejercicios ascéticos que ponía en práctica tenían esta finalidad última y no eran fines en sí mismos.
— El catecumenado
Según la Tradición Apostólica, el catecumenado comprendía tres años, durante los cuales el grupo de los audientes recibía una profunda formación doctrinal y se iniciaba en la vida cristiana.
Unos días antes de la Vigilia Pascual, el grupo de los elegidos para recibir en ella el Bautismo, se sometía a una serie de ritos litúrgicos, entre los que tenía especial solemnidad el del sábado por la mañana. Es el catecumenado simple.
Más tarde, la Iglesia desplazó su preocupación por los audientes a los electi. Estos se inscribían como candidatos al bautismo al principio de la Cuaresma. En ella recibían una preparación minuciosa e inmediata.
Pero a principios del siglo VI desapareció el catecumenado simple, se hicieron raros los bautismos de adultos, y los niños que presentaban para ser bautizados procedían de medios cristianos. Todo ello provocó una reorganización prebautismal.
Al principio había tres escrutinios, que consistían en exorcismos e instrucciones. En la segunda mitad del siglo VI son ya siete. Unos y otros estaban relacionados con la misa. Primitivamente los tres escrutinios se celebraban los domingos tercero, cuarto y quinto de cuaresma. Después se desplazaron a otros días de la semana. En esos escrutinios se preguntaba sobre la preparación de los catecúmenos.
Desde esta perspectiva, es fácil comprender que la preparación de los catecúmenos y su organización modelase tanto la liturgia como el espíritu de la Cuaresma. De hecho, los temas relacionados con el bautismo permearon la liturgia cuaresmal. De otra parte, la comunidad cristiana, aunque ayunaba sin olvidar a los penitentes, lo hacía pensando sobre todo en los catecúmenos.
La evolución posterior de la preparación bautismal trajo consigo que los escrutinios se desligasen completamente de la liturgia cuaresmal, provocando una nueva reorganización. Sin embargo, el mayor cambio afectó a la cuaresma misma, que pasó a ser el tiempo en que todos los cristianos se dedicaban a una revisión profunda de su vida cristiana y a prepararse, mediante una auténtica conversión, a celebrar el misterio de la Pascua. Quedó clausurada la perspectiva abierta por la institución penitencial y el catecumenado, con menoscabo de la teología bautismal.
— La penitencia canónica
La reconciliación de los penitentes sometidos a la penitencia canónica se asoció al Jueves Santo. Por este motivo, los penitentes se inscribían como tales el domingo primero de Cuaresma. A lo largo del período cuaresmal recorrían el último tramo de su itinerario penitencial entregados a severas penitencias corporales y oraciones muy intensas, con las que ultimaban el proceso de su conversión. La comunidad cristiana les acompañaba con sus oraciones y ayunos. Como quiera que los penitentes participaban parcialmente en la liturgia, es lógico que en ésta quedara reflejada la situación de los penitentes.
La imposición de la ceniza es, por ejemplo, uno de esos testimonios penitenciales de la liturgia cuaresmal.
SENTIDO DE LA CUARESMA ACTUAL
La Constitución “Sacrosanctum Concilium” (nn. 109-110) considera a la Cuaresma como el tiempo litúrgico en el que los cristianos se preparan a celebrar el misterio pascual, mediante una verdadera conversión interior, el recuerdo o celebración del bautismo y la participación en el sacramento de la Reconciliación.
A facilitar y conseguir estos objetivos tienden las diversas prácticas a las que se entrega más intensamente la comunidad cristiana y cada fiel, tales como la escucha y meditación de la Palabra de Dios, la oración personal y comunitaria, y otros medios ascéticos, tradicionales, como la abstinencia, el ayuno y la limosna.
La celebración de la Pascua es, por tanto, la meta a la que tiende toda la Cuaresma, el núcleo en el que se convergen todas las intenciones y el elemento que regula su dinamismo. La Iglesia quiere que durante este tiempo los cristianos tomen más conciencia de las exigencias vitales que derivan de hacer de la Pascua de Cristo centro de su fe y de su esperanza.
No se trata, por tanto, de preparar una celebración histórica (drama) o meramente ritual de la Pascua de Cristo, sino de disponerse a participar en su misterio; es decir, en la muerte y resurrección del Señor.
Esta participación se realiza mediante el bautismo –recibido o actualizado-, la penitencia –como muerte al hombre viejo e incorporación al hombre nuevo-, la Eucaristía –reactualización mistérica de la muerte y resurrección de Cristo-, y por todo lo que contribuye a que estos sacramentos sean mejor participados y vividos.
Autor: P. Antonio Rivero, L.C
+ SOBRE LA CUARESMA
La Cuaresma Romana tradicional tuvo un triple componente:
• la preparación pascual de la comunidad cristiana
• el catecumenado
• la penitencia canónica
— La preparación pascual de la comunidad cristiana
Según san León, la Cuaresma es “un retiro colectivo de cuarenta días, durante los cuales la Iglesia, proponiendo a sus fieles el ejemplo que le dio Cristo en su retiro al desierto, se prepara para la celebración de las solemnidades pascuales con la purificación del corazón y una práctica perfecta de la vida cristiana”.
Se trataba, por tanto, de un tiempo –introducido por imitación de Cristo y de Moisés- en el que la comunidad cristiana se esforzaba en realizar una profunda renovación interior. Los variados ejercicios ascéticos que ponía en práctica tenían esta finalidad última y no eran fines en sí mismos.
— El catecumenado
Según la Tradición Apostólica, el catecumenado comprendía tres años, durante los cuales el grupo de los audientes recibía una profunda formación doctrinal y se iniciaba en la vida cristiana.
Unos días antes de la Vigilia Pascual, el grupo de los elegidos para recibir en ella el Bautismo, se sometía a una serie de ritos litúrgicos, entre los que tenía especial solemnidad el del sábado por la mañana. Es el catecumenado simple.
Más tarde, la Iglesia desplazó su preocupación por los audientes a los electi. Estos se inscribían como candidatos al bautismo al principio de la Cuaresma. En ella recibían una preparación minuciosa e inmediata.
Pero a principios del siglo VI desapareció el catecumenado simple, se hicieron raros los bautismos de adultos, y los niños que presentaban para ser bautizados procedían de medios cristianos. Todo ello provocó una reorganización prebautismal.
Al principio había tres escrutinios, que consistían en exorcismos e instrucciones. En la segunda mitad del siglo VI son ya siete. Unos y otros estaban relacionados con la misa. Primitivamente los tres escrutinios se celebraban los domingos tercero, cuarto y quinto de cuaresma. Después se desplazaron a otros días de la semana. En esos escrutinios se preguntaba sobre la preparación de los catecúmenos.
Desde esta perspectiva, es fácil comprender que la preparación de los catecúmenos y su organización modelase tanto la liturgia como el espíritu de la Cuaresma. De hecho, los temas relacionados con el bautismo permearon la liturgia cuaresmal. De otra parte, la comunidad cristiana, aunque ayunaba sin olvidar a los penitentes, lo hacía pensando sobre todo en los catecúmenos.
La evolución posterior de la preparación bautismal trajo consigo que los escrutinios se desligasen completamente de la liturgia cuaresmal, provocando una nueva reorganización. Sin embargo, el mayor cambio afectó a la cuaresma misma, que pasó a ser el tiempo en que todos los cristianos se dedicaban a una revisión profunda de su vida cristiana y a prepararse, mediante una auténtica conversión, a celebrar el misterio de la Pascua. Quedó clausurada la perspectiva abierta por la institución penitencial y el catecumenado, con menoscabo de la teología bautismal.
— La penitencia canónica
La reconciliación de los penitentes sometidos a la penitencia canónica se asoció al Jueves Santo. Por este motivo, los penitentes se inscribían como tales el domingo primero de Cuaresma. A lo largo del período cuaresmal recorrían el último tramo de su itinerario penitencial entregados a severas penitencias corporales y oraciones muy intensas, con las que ultimaban el proceso de su conversión. La comunidad cristiana les acompañaba con sus oraciones y ayunos. Como quiera que los penitentes participaban parcialmente en la liturgia, es lógico que en ésta quedara reflejada la situación de los penitentes.
La imposición de la ceniza es, por ejemplo, uno de esos testimonios penitenciales de la liturgia cuaresmal.
SENTIDO DE LA CUARESMA ACTUAL
La Constitución “Sacrosanctum Concilium” (nn. 109-110) considera a la Cuaresma como el tiempo litúrgico en el que los cristianos se preparan a celebrar el misterio pascual, mediante una verdadera conversión interior, el recuerdo o celebración del bautismo y la participación en el sacramento de la Reconciliación.
A facilitar y conseguir estos objetivos tienden las diversas prácticas a las que se entrega más intensamente la comunidad cristiana y cada fiel, tales como la escucha y meditación de la Palabra de Dios, la oración personal y comunitaria, y otros medios ascéticos, tradicionales, como la abstinencia, el ayuno y la limosna.
La celebración de la Pascua es, por tanto, la meta a la que tiende toda la Cuaresma, el núcleo en el que se convergen todas las intenciones y el elemento que regula su dinamismo. La Iglesia quiere que durante este tiempo los cristianos tomen más conciencia de las exigencias vitales que derivan de hacer de la Pascua de Cristo centro de su fe y de su esperanza.
No se trata, por tanto, de preparar una celebración histórica (drama) o meramente ritual de la Pascua de Cristo, sino de disponerse a participar en su misterio; es decir, en la muerte y resurrección del Señor.
Esta participación se realiza mediante el bautismo –recibido o actualizado-, la penitencia –como muerte al hombre viejo e incorporación al hombre nuevo-, la Eucaristía –reactualización mistérica de la muerte y resurrección de Cristo-, y por todo lo que contribuye a que estos sacramentos sean mejor participados y vividos.
Autor: P. Antonio Rivero, L.C
+ SOBRE LA CUARESMA
De la cuaresma: una breve reseña histórica, por Luis Antequera
Nos hallamos en la cuaresma, el período de cuarenta días (cuarenta y tres para ser exactos, primera sorpresa que nos depara la cuaresma) que antecede a la Semana Santa, que comienza con el miércoles de ceniza y finalizará en la tarde del jueves santo. Y la pregunta que nos formulamos hoy… ¿pero desde cuando celebramos los cristianos la cuaresma?
En los textos canónicos ninguna referencia encontramos a la celebración de este tiempo prepascual, lo que no es óbice para que las referencias a la cuaresma sean muy tempranas en la literatura cristiana, relacionadas, eso sí, todas ellas, con la costumbre de llevar a la práctica un ayuno por pascua.
Un escritor tan temprano como Tertuliano (h. 160-h. 220), autor de un tratado “Sobre los ayunos”, habla ya de la costumbre de ayunar en el tiempo prepascual. De hecho, en su defensa de la herejía montanista que terminó abrazando, reprocha a los cristianos romanos la brevedad de sus ayunos, frente a los quince días observados por los montanistas, que a nosotros nos sirven para determinar a ciencia cierta que para cuando escribe Tertuliano, la cuaresma todavía no existe.
Se refiere también a los ayunos pascuales, en modo alguno vinculados a una cuaresma todavía, obras tan tempranas como la Didascalia o la Constitución de los apóstoles.
Eusebio de Cesarea en su “Historia Eclesiástica” hace también esta temprana referencia a una serie de costumbres propias de la pascua cristiana, cuando refiriéndose a la célebre controversia pascual que sacudió a la Iglesia en los tiempos del Papa Víctor, pone en boca de San Ireneo las siguientes palabras:
“La controversia no es solamente acerca del día [de celebrar la Pascua] sino también acerca de la forma misma del ayuno, porque unos piensan que deben ayunar durante un día, otros que dos y otros que más, y otros dan a su día una medida de cuarenta horas del día y de la noche” (HistEc. 5, 24, 12).
Donde aunque efectivamente sigue sin hablar todavía propiamente de una cuaresma, sí realiza esta curiosa referencia a las “cuarenta horas” que permite, cuanto menos, atisbar “la magia” que la cifra está ejerciendo, ya para entonces, en la celebración de la pascua cristiana.
De todas maneras, la más antigua referencia explícita llegada a nuestros días en algún texto cristiano, no ya a una serie de costumbres pascuales o hasta prepascuales sino propiamente a una cuaresma, tal vez sea la que vemos hacer a San Atanasio en sus “Cartas Festales” del año 331, donde exhorta a su fieles a realizar un ayuno que sí es, ya, de cuarenta días, como preparatorio del ayuno más estricto a celebrar en la Semana Santa.
El historiador cristiano Sócrates de Constantinopla (m. 433), autor también él de una “Historia de la Iglesia”, explica que en la Roma del siglo V, el ayuno duraba seis semanas (cuarenta días más menos), con lo que ya la vemos claramente consolidada como costumbre. Y al Papa San León Magno, que reina entre los años 440 y 461, le vemos exhortar a los fieles para que “con sus ayunos puedan cumplir con la institución apostólica de los cuarenta días” (o sea, la cuaresma, del latín “quadragesima dies”, que tal es lo que cuaresma significa, cuarenta días), una afirmación que apela a la apostolicidad de la costumbre y nos hace pensar en una práctica, cuanto menos, medianamente arraigada para cuando León escribe, cuyos inicios, visto todo lo visto, no sería descabellado emplazar en los inicios del s. IV.
Y sin más por hoy, queridos amigos, sino desearles una feliz cuaresma y que hagan Vds. mucho bien y no reciban menos, me despido por hoy, no sin emplazarles mañana, de nuevo, en la columna, donde si todo va bien, me han de encontrar una vez más.
Fuente: religionenlibertad.com
+ SOBRE LA CUARESMA
viernes, 28 de febrero de 2020
Síntesis histórica de la Cuaresma, por el P. Antonio Rivero, L.C.
La Cuaresma comenzó con un ayuno comunitario de dos días de duración: Viernes y Sábado Santos (días de ayuno), que con el Domingo formaron el “triduo”. Era un ayuno más sacramental que ascético; es decir, tenía un sentido pascual (participación en la muerte y resurrección de Cristo) y escatológico (espera de la vuelta de Cristo Esposo, arrebatado momentáneamente por la muerte).
Poco después la Didascalía habla de una preparación que dura una semana en la que se ayuna, si bien el ayuno tiene ya también un sentido ascético, es decir, de ayuno, abstinencia, sacrificio, mortificación.
A mediados del siglo III, el ayuno se extendió a las tres semanas antecedentes, tiempo que coincidió con la preparación de los catecúmenos para el bautismo en la noche pascual. Era un ayuno de reparación de tres semanas. Se ayunaba todos los días, excepto el sábado y el domingo.
A finales del siglo IV se extendió el triduo primitivo al Jueves, día de reconciliación de penitentes (al que más tarde se añadió la Cena Eucarística), y se contaron cuarenta días de ayuno, que comenzaban el domingo primero de la Cuaresma. Como la reconciliación de penitentes se hacía el Jueves Santo, se determinó, al objeto de que fueran cuarenta días de ayuno, comenzar la Cuaresma el Miércoles de ceniza, ya que los domingos no se consideraban días de ayuno. Así, la preparación pascual se alargó en Roma a seis semanas –también con ayuno diario, excepto los días indicados, es decir, sábados y domingos-, de las que quedaban excluidos el viernes y sábado últimos, pertenecientes al Triduo Sacro
Pero a finales del siglo V, los ayunos tradicionales del miércoles y viernes anteriores a ese domingo primero de cuaresma cobraron tal relieve, que se convirtieron en una preparación al ayuno pascual.
Durante los siglos VI-VII varió el cómputo del ayuno. De este modo, se pasó de una Cuadragésima (cuarenta días: del primer domingo de cuaresma hasta el Jueves Santo, incluido), a una Quinquagésima (cincuenta días, contados desde el domingo anterior al primero de Cuaresma hasta el de Pascua), a una Sexagésima (sesenta días, que retroceden un domingo más y terminan el miércoles de la octava de Pascua) y a una Septuagésima (setenta días, ganando un domingo más y concluyendo el segundo domingo de Pascua). Este periodo tenía carácter ascético y debió introducirse por influjos orientales.
Esta evolución cuantitativa se extendió también a las celebraciones. La Cuaresma más antigua en Roma sólo tenía como días litúrgicos los miércoles y los viernes; en ellos, reunida la comunidad, se hacía la “statio” cada día en una iglesia diferente. En tiempos de san León (440-461), se añadieron los lunes. Posteriormente, los martes y los sábados. El jueves vendría a completar la semana, durante el pontificado de Gregorio II (715-731).
Al desaparecer la penitencia pública, se expandió por toda la cristiandad, desde finales del siglo XI, la costumbre de imponer la ceniza a todos los fieles como señal de penitencia.
Por tanto, la Cuaresma como preparación de la Pascua cristiana se desarrolló poco a poco, como resultado de un proceso en el que intervinieron tres componentes:
- la preparación de los catecúmenos para el bautismo de la Vigilia Pascual
- la reconciliación de los penitentes públicos para vivir con la comunidad el Triduo Pascual
- la preparación de toda la comunidad para la gran fiesta de la Pascua.
Como consecuencia de la desaparición del catecumenado (o bautismo de adultos) y del itinerario penitencial (o de la reconciliación pública de los pecadores notorios), la Cuaresma se desvió de su espíritu sacramental y comunitario, llegando a ser sustituida por innumerables devociones y siendo ocasión de “misiones populares” o de predicaciones extraordinarias para el cumplimiento pascual, en las que –dentro de una atmósfera de renuncia y sacrificio- se ponía el énfasis en el ayuno y la abstinencia.
Con la reforma litúrgica, después del Concilio Vaticano II (1960-1965), se ha hecho resaltar el sentido bautismal y de conversión de este tiempo litúrgico, pero sin perder la orientación del ayuno, la abstinencia y las obras de misericordia.
+ SOBRE LA CUARESMA
jueves, 27 de febrero de 2020
CUARESMA: Jueves después del Miércoles de Ceniza
Deuteronomio 30,15-20
Salmo 1: Dichoso el hombre
que ha puesto su confianza en el Señor
Lucas 9,22-25
Deuteronomio 30,15-20
Moisés habló al pueblo, diciendo: "Mira: hoy te pongo delante la vida y el bien, la muerte y el mal. Si obedeces los mandatos del Señor, tu Dios, que yo te promulgo hoy, amando al Señor, tu Dios, siguiendo sus caminos, guardando sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás y crecerás; el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para conquistarla. Pero, si tu corazón se aparta y no obedeces, si te dejas arrastrar y te prosternas dando culto a dioses extranjeros, yo te anuncio hoy que morirás sin remedio, que, después de pasar el Jordán y de entrar en la tierra para tomarla en posesión, no vivirás muchos años en ella. Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra; te pongo delante vida y muerte, bendición y maldición. Elige la vida, y viviréis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, pegándote a él, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que había prometido dar a tus padres Abrahán, Isaac y Jacob."
Salmo 1: Dichoso el hombre
que ha puesto su confianza en el Señor
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.
R. Dichoso el hombre
que ha puesto su confianza en el Señor
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.
R. Dichoso el hombre
que ha puesto su confianza en el Señor
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.
R. Dichoso el hombre
que ha puesto su confianza en el Señor
Lucas 9,22-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día." Y, dirigiéndose a todos, dijo: "El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?"
Salmo 1: Dichoso el hombre
que ha puesto su confianza en el Señor
Lucas 9,22-25
Deuteronomio 30,15-20
Moisés habló al pueblo, diciendo: "Mira: hoy te pongo delante la vida y el bien, la muerte y el mal. Si obedeces los mandatos del Señor, tu Dios, que yo te promulgo hoy, amando al Señor, tu Dios, siguiendo sus caminos, guardando sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás y crecerás; el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para conquistarla. Pero, si tu corazón se aparta y no obedeces, si te dejas arrastrar y te prosternas dando culto a dioses extranjeros, yo te anuncio hoy que morirás sin remedio, que, después de pasar el Jordán y de entrar en la tierra para tomarla en posesión, no vivirás muchos años en ella. Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra; te pongo delante vida y muerte, bendición y maldición. Elige la vida, y viviréis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, pegándote a él, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que había prometido dar a tus padres Abrahán, Isaac y Jacob."
Salmo 1: Dichoso el hombre
que ha puesto su confianza en el Señor
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.
R. Dichoso el hombre
que ha puesto su confianza en el Señor
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.
R. Dichoso el hombre
que ha puesto su confianza en el Señor
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.
R. Dichoso el hombre
que ha puesto su confianza en el Señor
Lucas 9,22-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día." Y, dirigiéndose a todos, dijo: "El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?"
martes, 25 de febrero de 2020
Mensajes de Cuaresma
2021 Mirad estamos subiendo a Jerusalén
2020: Convirtámonos a un diálogo sincero y abierto con el Señor
2019: La creación está aguardando la manifestación de los hijos de Dios
2018: Al crecer la maldad se enfriará el amor de la mayoría
2017: La Palabra es un don. El otro es un don
2016: Misericordia quiero y no sacrificio
2015: Fortalezcan sus corazones
2014: Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza
Benedicto XVI:
2013: Creer en la caridad suscita caridad
2011: Redescubrir nuestro bautismo
LECTURAS
SOBRE LA CUARESMA
2019: La creación está aguardando la manifestación de los hijos de Dios
2018: Al crecer la maldad se enfriará el amor de la mayoría
2017: La Palabra es un don. El otro es un don
2016: Misericordia quiero y no sacrificio
2015: Fortalezcan sus corazones
2014: Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza
Benedicto XVI:
2013: Creer en la caridad suscita caridad
2011: Redescubrir nuestro bautismo
LECTURAS
SOBRE LA CUARESMA
Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2020
El Santo Padre propone cuatro puntos de reflexión:
• el Misterio pascual, fundamento de la conversión
• la urgencia de conversión
• la apasionada voluntad de Dios de dialogar con sus hijos
• una riqueza para compartir, no para acumular sólo para sí mismo
Texto completo del mensaje del Papa Francisco
para la Cuaresma de 2020:
«En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios»
(2 Cor 5,20)
Queridos hermanos y hermanas:
El Señor nos vuelve a conceder este año un tiempo propicio para prepararnos a celebrar con el corazón renovado el gran Misterio de la muerte y resurrección de Jesús, fundamento de la vida cristiana personal y comunitaria.
Debemos volver continuamente a este Misterio, con la mente y con el corazón. De hecho, este Misterio no deja de crecer en nosotros en la medida en que nos dejamos involucrar por su dinamismo espiritual y lo abrazamos, respondiendo de modo libre y generoso.
1. El Misterio pascual, fundamento de la conversión
La alegría del cristiano brota de la escucha y de la aceptación de la Buena Noticia de la muerte y resurrección de Jesús: el kerygma. En este se resume el Misterio de un amor «tan real, tan verdadero, tan concreto, que nos ofrece una relación llena de diálogo sincero y fecundo» (Exhort. ap. Christus vivit, 117).
Quien cree en este anuncio rechaza la mentira de pensar que somos nosotros quienes damos origen a nuestra vida, mientras que en realidad nace del amor de Dios Padre, de su voluntad de dar la vida en abundancia (cf. Jn 10,10).
En cambio, si preferimos escuchar la voz persuasiva del «padre de la mentira» (cf. Jn 8,45) corremos el riesgo de hundirnos en el abismo del sin sentido, experimentando el infierno ya aquí en la tierra, como lamentablemente nos testimonian muchos hechos dramáticos de la experiencia humana personal y colectiva.
Por eso, en esta Cuaresma 2020 quisiera dirigir a todos y cada uno de los cristianos lo que ya escribí a los jóvenes en la Exhortación apostólica Christus vivit: «Mira los brazos abiertos de Cristo crucificado, déjate salvar una y otra vez. Y cuando te acerques a confesar tus pecados, cree firmemente en su misericordia que te libera de la culpa. Contempla su sangre derramada con tanto cariño y déjate purificar por ella. Así podrás renacer, una y otra vez» (n. 123).
La Pascua de Jesús no es un acontecimiento del pasado: por el poder del Espíritu Santo es siempre actual y nos permite mirar y tocar con fe la carne de Cristo en tantas personas que sufren.
2. Urgencia de conversión
Es saludable contemplar más a fondo el Misterio pascual, por el que hemos recibido la misericordia de Dios. La experiencia de la misericordia, efectivamente, es posible sólo en un «cara a cara» con el Señor crucificado y resucitado «que me amó y se entregó por mí» (Ga 2,20). Un diálogo de corazón a corazón, de amigo a amigo.
Por eso la oración es tan importante en el tiempo cuaresmal. Más que un deber, nos muestra la necesidad de corresponder al amor de Dios, que siempre nos precede y nos sostiene. De hecho, el cristiano reza con la conciencia de ser amado sin merecerlo. La oración puede asumir formas distintas, pero lo que verdaderamente cuenta a los ojos de Dios es que penetre dentro de nosotros, hasta llegar a tocar la dureza de nuestro corazón, para convertirlo cada vez más al Señor y a su voluntad.
Así pues, en este tiempo favorable, dejémonos guiar como Israel en el desierto (cf. Os 2,16), a fin de poder escuchar finalmente la voz de nuestro Esposo, para que resuene en nosotros con mayor profundidad y disponibilidad.
Cuanto más nos dejemos fascinar por su Palabra, más lograremos experimentar su misericordia gratuita hacia nosotros. No dejemos pasar en vano este tiempo de gracia, con la ilusión presuntuosa de que somos nosotros los que decidimos el tiempo y el modo de nuestra conversión a Él.
3. La apasionada voluntad de Dios de dialogar con sus hijos
El hecho de que el Señor nos ofrezca una vez más un tiempo favorable para nuestra conversión nunca debemos darlo por supuesto. Esta nueva oportunidad debería suscitar en nosotros un sentido de reconocimiento y sacudir nuestra modorra.
A pesar de la presencia —a veces dramática— del mal en nuestra vida, al igual que en la vida de la Iglesia y del mundo, este espacio que se nos ofrece para un cambio de rumbo manifiesta la voluntad tenaz de Dios de no interrumpir el diálogo de salvación con nosotros.
En Jesús crucificado, a quien «Dios hizo pecado en favor nuestro» (2 Co 5,21), ha llegado esta voluntad hasta el punto de hacer recaer sobre su Hijo todos nuestros pecados, hasta “poner a Dios contra Dios”, como dijo el papa Benedicto XVI (cf. Enc. Deus caritas est, 12). En efecto, Dios ama también a sus enemigos (cf. Mt 5,43-48).
El diálogo que Dios quiere entablar con todo hombre, mediante el Misterio pascual de su Hijo, no es como el que se atribuye a los atenienses, los cuales «no se ocupaban en otra cosa que en decir o en oír la última novedad» (Hch 17,21).
Este tipo de charlatanería, dictado por una curiosidad vacía y superficial, caracteriza la mundanidad de todos los tiempos, y en nuestros días puede insinuarse también en un uso engañoso de los medios de comunicación.
4. Una riqueza para compartir, no para acumular sólo para sí mismo
Poner el Misterio pascual en el centro de la vida significa sentir compasión por las llagas de Cristo crucificado presentes en las numerosas víctimas inocentes de las guerras, de los abusos contra la vida tanto del no nacido como del anciano, de las múltiples formas de violencia, de los desastres medioambientales, de la distribución injusta de los bienes de la tierra, de la trata de personas en todas sus formas y de la sed desenfrenada de ganancias, que es una forma de idolatría.
Hoy sigue siendo importante recordar a los hombres y mujeres de buena voluntad que deben compartir sus bienes con los más necesitados mediante la limosna, como forma de participación personal en la construcción de un mundo más justo.
Compartir con caridad hace al hombre más humano, mientras que acumular conlleva el riesgo de que se embrutezca, ya que se cierra en su propio egoísmo. Podemos y debemos ir incluso más allá, considerando las dimensiones estructurales de la economía.
Por este motivo, en la Cuaresma de 2020, del 26 al 28 de marzo, he convocado en Asís a los jóvenes economistas, empresarios y change-makers, con el objetivo de contribuir a diseñar una economía más justa e inclusiva que la actual. Como ha repetido muchas veces el magisterio de la Iglesia, la política es una forma eminente de caridad (cf. Pío XI, Discurso a la FUCI, 18 diciembre 1927). También lo será el ocuparse de la economía con este mismo espíritu evangélico, que es el espíritu de las Bienaventuranzas
Invoco la intercesión de la Bienaventurada Virgen María sobre la próxima Cuaresma, para que escuchemos el llamado a dejarnos reconciliar con Dios, fijemos la mirada del corazón en el Misterio pascual y nos convirtamos a un diálogo abierto y sincero con el Señor. De este modo podremos ser lo que Cristo dice de sus discípulos: sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt 5,13-14).
FRANCISCO
Roma, junto a San Juan de Letrán, 7 de octubre de 2019
Memoria de Nuestra Señora, la Virgen del Rosario
+ MENSAJES DEL PAPA PARA LA CUARESMA
MARTES DE LA 7 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año II (Lecturas)
Santiago 4,1-10
Salmo 54: Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará
Marcos 9,30-37
Santiago 4,1-10
Queridos hermanos: ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones. ¡Adúlteros! ¿No sabéis que amar el mundo es odiar a Dios?El que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios. No en vano dice la Escritura: "El espíritu que Dios nos infundió está inclinado al mal." Pero mayor es la gracia que Dios nos da. Por eso dice la Escritura: "Dios se enfrenta con los soberbios y da su gracia a los humildes." Someteos, pues, a Dios y enfrentaos con el diablo, que huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y Dios se acercará a vosotros. Pecadores, lavaos las manos; hombres indecisos, purificaos el corazón, lamentad vuestra miseria, llorad y haced duelo; que vuestra risa se convierta en llanto y vuestra alegría en tristeza. Humillaos ante el Señor, que él os levantará.
Salmo 55,7-8.9-10a.10b-11.23:
Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará
Pienso: "¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme!
Emigraría lejos,
habitaría en el desierto."
R. Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará
Me pondría en seguida a salvo de la tormenta,
del huracán que devora, Señor;
del torrente de sus lenguas."
R. Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará
Violencia y discordia veo en la ciudad:
día y noche hacen la ronda
sobre sus murallas.
R. Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará
Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará;
no permitirá jamás que el justo caiga.
R. Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará
Marcos 9,30-37
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará." Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: "¿De qué discutíais por el camino?" Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: "Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos." Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: "El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado."
Salmo 54: Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará
Marcos 9,30-37
Santiago 4,1-10
Queridos hermanos: ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones. ¡Adúlteros! ¿No sabéis que amar el mundo es odiar a Dios?El que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios. No en vano dice la Escritura: "El espíritu que Dios nos infundió está inclinado al mal." Pero mayor es la gracia que Dios nos da. Por eso dice la Escritura: "Dios se enfrenta con los soberbios y da su gracia a los humildes." Someteos, pues, a Dios y enfrentaos con el diablo, que huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y Dios se acercará a vosotros. Pecadores, lavaos las manos; hombres indecisos, purificaos el corazón, lamentad vuestra miseria, llorad y haced duelo; que vuestra risa se convierta en llanto y vuestra alegría en tristeza. Humillaos ante el Señor, que él os levantará.
Salmo 55,7-8.9-10a.10b-11.23:
Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará
Pienso: "¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme!
Emigraría lejos,
habitaría en el desierto."
R. Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará
Me pondría en seguida a salvo de la tormenta,
del huracán que devora, Señor;
del torrente de sus lenguas."
R. Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará
Violencia y discordia veo en la ciudad:
día y noche hacen la ronda
sobre sus murallas.
R. Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará
Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará;
no permitirá jamás que el justo caiga.
R. Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará
Marcos 9,30-37
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará." Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: "¿De qué discutíais por el camino?" Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: "Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos." Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: "El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado."
domingo, 23 de febrero de 2020
LUNES DE LA 7 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año II (Lecturas)
Santiago 3,13-18
Salmo 19,8.9.10.15: Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón
Marcos 9,14-29
Santiago 3,13-18
Queridos hermanos: ¿Hay alguno entre vosotros sabio y entendido? Que lo demuestre con una buena conducta y con la amabilidad propia de la sabiduría. Pero, si tenéis el corazón amargado por la envidia y las rivalidades, no andéis gloriándoos, porque sería pura falsedad. Esa sabiduría no viene del cielo, sino que es terrena, animal, diabólica. Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia.
Salmo 19,8.9.10.15:
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante.
R. Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos.
R. Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
R. Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón
Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía, redentor mío.
R. Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón
Marcos 9,14-29
En aquel tiempo, cuando Jesús y los tres discípulos bajaron de la montaña, al llegar adonde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo. Él les preguntó: "¿De qué discutís?" Uno le contestó: "Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces."Él les contestó: "¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo." Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; cayó por tierra y se revolcaba, echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: "¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?" Contestó él: "Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua, para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos." Jesús replicó: "¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe." Entonces el padre del muchacho gritó: "Tengo fe, pero dudo; ayúdame." Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: "Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él." Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó, cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie.Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: "¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?" Él les respondió: "Esta especie sólo puede salir con oración."
Salmo 19,8.9.10.15: Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón
Marcos 9,14-29
Santiago 3,13-18
Queridos hermanos: ¿Hay alguno entre vosotros sabio y entendido? Que lo demuestre con una buena conducta y con la amabilidad propia de la sabiduría. Pero, si tenéis el corazón amargado por la envidia y las rivalidades, no andéis gloriándoos, porque sería pura falsedad. Esa sabiduría no viene del cielo, sino que es terrena, animal, diabólica. Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia.
Salmo 19,8.9.10.15:
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante.
R. Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos.
R. Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
R. Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón
Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía, redentor mío.
R. Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón
Marcos 9,14-29
En aquel tiempo, cuando Jesús y los tres discípulos bajaron de la montaña, al llegar adonde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo. Él les preguntó: "¿De qué discutís?" Uno le contestó: "Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces."Él les contestó: "¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo." Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; cayó por tierra y se revolcaba, echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: "¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?" Contestó él: "Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua, para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos." Jesús replicó: "¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe." Entonces el padre del muchacho gritó: "Tengo fe, pero dudo; ayúdame." Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: "Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él." Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó, cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie.Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: "¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?" Él les respondió: "Esta especie sólo puede salir con oración."
jueves, 20 de febrero de 2020
JUEVES DE LA 6 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, ciclo II (Lecturas)
Santiago 2,1-9
Salmo 33: Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
Marcos 8,27-33
Santiago 2,1-9
Hermanos: No juntéis la fe en Nuestro Señor Jesucristo glorioso con la acepción de personas.Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica.Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso.Veis al bien vestido y le decís: Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado.Al otro, en cambio: Estate ahí de pie o siéntate en el suelo.Si hacéis eso ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que le aman? Vosotros, en cambio, habéis afrentado al pobre.Y sin embargo, ¿no son los ricos los que os tratan con despotismo y los que os arrastran a los tribunales? ¿No son ellos los que denigran ese nombre tan hermoso que lleváis como apellido? ¿Cumplís la ley soberana que enuncia la Escritura: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo? » Perfectamente. Pero si mostráis favoritismos, cometéis un pecado y la Escritura prueba vuestro delito.
Salmo 33: Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
R. Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
R. Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias.
R. Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha
Marcos 8, 27-33
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Ellos le contestaron: "Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy?" Pedro le contestó: "Tú eres el Mesías." Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie.Y empezó a instruirlos: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días." Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: "¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!"
Salmo 33: Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
Marcos 8,27-33
Santiago 2,1-9
Hermanos: No juntéis la fe en Nuestro Señor Jesucristo glorioso con la acepción de personas.Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica.Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso.Veis al bien vestido y le decís: Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado.Al otro, en cambio: Estate ahí de pie o siéntate en el suelo.Si hacéis eso ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que le aman? Vosotros, en cambio, habéis afrentado al pobre.Y sin embargo, ¿no son los ricos los que os tratan con despotismo y los que os arrastran a los tribunales? ¿No son ellos los que denigran ese nombre tan hermoso que lleváis como apellido? ¿Cumplís la ley soberana que enuncia la Escritura: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo? » Perfectamente. Pero si mostráis favoritismos, cometéis un pecado y la Escritura prueba vuestro delito.
Salmo 33: Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
R. Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
R. Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias.
R. Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha
Marcos 8, 27-33
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Ellos le contestaron: "Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy?" Pedro le contestó: "Tú eres el Mesías." Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie.Y empezó a instruirlos: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días." Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: "¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!"
miércoles, 19 de febrero de 2020
MIÉRCOLES DE LA 6 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, ciclo II (Lecturas)
Santiago 1,19-27
Salmo 14: ¿Quién puede habitar en tu monte santo, Señor?
Marcos 8,22-26
Santiago 1,19-27
Tened esto presente, mis queridos hermanos: sed todos prontos para escuchar, lentos para hablar y lentos para la ira. Porque la ira del hombre no produce la justicia que Dios quiere. Por lo tanto, eliminad toda suciedad y esa maldad que os sobra y aceptad dócilmente la palabra que ha sido plantada y es capaz de salvaros. Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos, pues quien escucha la palabra y no la pone en práctica se parece a aquel que se miraba la cara en el espejo y, apenas se miraba, daba media vuelta y se olvidaba de cómo era. Pero el que se concentra en la ley perfecta, la de la libertad, y es constante, no para oír y olvidarse, sino para ponerla por obra, éste será dichoso al practicarla.Hay quien se cree religioso y no tiene a raya su lengua; pero se engaña, su religión es vacía. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo.
Salmo 14: ¿Quién puede habitar en tu monte santo, Señor?
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua.
R. ¿Quién puede habitar en tu monte santo, Señor?
El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor.
R. ¿Quién puede habitar en tu monte santo, Señor?
El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.
R. ¿Quién puede habitar en tu monte santo, Señor?
Marcos 8,22-26
En aquel tiempo, Jesús y los discípulos llegaron a Betsaida. Le trajeron un ciego, pidiéndole que lo tocase. Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: "¿Ves algo?" Empezó a distinguir y dijo: "Veo hombres; me parecen árboles, pero andan." Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía con toda claridad. Jesús lo mandó a casa, diciéndole: "No entres siquiera en la aldea."
Salmo 14: ¿Quién puede habitar en tu monte santo, Señor?
Marcos 8,22-26
Santiago 1,19-27
Tened esto presente, mis queridos hermanos: sed todos prontos para escuchar, lentos para hablar y lentos para la ira. Porque la ira del hombre no produce la justicia que Dios quiere. Por lo tanto, eliminad toda suciedad y esa maldad que os sobra y aceptad dócilmente la palabra que ha sido plantada y es capaz de salvaros. Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos, pues quien escucha la palabra y no la pone en práctica se parece a aquel que se miraba la cara en el espejo y, apenas se miraba, daba media vuelta y se olvidaba de cómo era. Pero el que se concentra en la ley perfecta, la de la libertad, y es constante, no para oír y olvidarse, sino para ponerla por obra, éste será dichoso al practicarla.Hay quien se cree religioso y no tiene a raya su lengua; pero se engaña, su religión es vacía. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo.
Salmo 14: ¿Quién puede habitar en tu monte santo, Señor?
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua.
R. ¿Quién puede habitar en tu monte santo, Señor?
El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor.
R. ¿Quién puede habitar en tu monte santo, Señor?
El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.
R. ¿Quién puede habitar en tu monte santo, Señor?
Marcos 8,22-26
En aquel tiempo, Jesús y los discípulos llegaron a Betsaida. Le trajeron un ciego, pidiéndole que lo tocase. Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: "¿Ves algo?" Empezó a distinguir y dijo: "Veo hombres; me parecen árboles, pero andan." Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía con toda claridad. Jesús lo mandó a casa, diciéndole: "No entres siquiera en la aldea."
viernes, 14 de febrero de 2020
HISTORIA DE LA CUARESMA, por Julián López Martín
El tiempo de Cuaresma no es anterior al siglo IV y en muchas Iglesias es posterior. Pero la celebración de la Pascua contó siempre con una preparación, consistente en un ayuno de dos o de tres días de duración.
En la antigüedad solamente se celebraba la eucaristía los domingos pero se ayunaba todos los miércoles y viernes del año, excepto durante el tiempo pascual. Por eso, muy pronto, el ayuno que precedía a la solemnidad de la Pascua, iniciado en realidad el miércoles precedente, terminó por abarcar la semana entera.
Ya en el siglo IV este ayuno se extiende a otras dos semanas más, dejando los domingos, en los que estaba prohibido ayunar. Esta época es la que conoce el mayor esplendor del catecumenado de adultos, cuya última etapa, la inmediatamente anterior a la recepción de los sacramentos de la iniciación cristiana, se desarrollaba en estas semanas anteriores a la Pascua.
También es entonces cuando mayor impulso recibe otra institución pastoral de la Iglesia antigua: la penitencia pública de los grandes pecados, con el rito de la reconciliación de los penitentes en la mañana del Jueves santo. Aunque este modo de obtener el perdón de los pecados duraba varios años, lo mismo que el catecumenado, sin embargo, todos los años, al comenzar el período de preparación para la Pascua y a su término, en la mañana del Jueves Santo, se celebraban los ritos de entrada en el orden de los penitentes y el rito de la reconciliación, respectivamente.
Entre una y otra celebración terminarán por transcurrir cuarenta días, sin duda por influjo del ayuno del Señor en el desierto. A finales del siglo IV, Roma ya tenía organizada así la Cuaresma, participando en ella no solamente los catecúmenos y los penitentes, sino toda la comunidad. Por cierto, el rito de entrada en la penitencia pública es lo que ha dado lugar al miércoles de Ceniza.
Ahora bien, dado que los domingos no eran días de ayuno, el historiador de la Cuaresma advierte muchas fluctuaciones a la hora de empezar la cuenta atrás de los cuarenta días a partir del comienzo del primitivo ayuno prepascual, o sea, el Jueves Santo, o a partir del domingo de Pascua o incluso del actual domingo de Ramos. El resultado es una acumulación de estratos o períodos superpuestos, de manera que ya en el siglo VII no sólo hay una Cuadragésima -40 días, desde el domingo I de Cuaresma hasta el Jueves Santo inclusive-, sino también una Quincuagésima -50 días, contados desde el domingo anterior al I de Cuaresma hasta el de Pascua-, una Sexagésima -60 días, que avanzan hacia atrás otro domingo más y concluyen, asombrosamente; el miércoles de la octava de Pascua- y una Septuagésima -70 días, a base de ganar otro domingo aún y concluir en el II de Pascua.
Esta especie de Precuaresma, en la que se usaba el color morado y se suprimía el Gloria y el Aleluya, ha durado hasta la promulgación del nuevo Calendario romano en 1969. La reforma litúrgica ha devuelto la Cuaresma al substrato más clásico, el de la Cuadragésima, aunque ha conservado el miércoles de Ceniza y las ferias que le siguen, pero en realidad fuera de la cuenta de los cuarenta días.
En la antigüedad, más importante aún que este movimiento de números fue el modo como progresivamente fueron llenándose de celebraciones las semanas de la Cuaresma, hasta dar lugar a la compleja liturgia estacional de la Iglesia de Roma durante este período.
La Cuaresma más antigua tenía únicamente como días litúrgicos, en los que la comunidad se reunía -hacía estación cada vez en una iglesia distinta-, los miércoles y los viernes. Más tarde, en tiempos del papa San León (440-461), se añadieron también los lunes, y, posteriormente, los martes y los sábados. Finalmente, en el siglo VIII, durante el pontificado del papa Gregorio II (715-731), se completará la semana, dotándose de celebración también al jueves.
+ SOBRE LA CUARESMA
¿Quién fue san Valentin?
San Valentín fue un obispo romano, según la tradición, que protegía y casaba a los jóvenes romanos en secreto, en el siglo III durante las persecuciones, en tiempos del emperador Aureliano.
La costumbre que tienen los enamorados de hacerse regalos y enviarse postales el día 14 de febrero, es una costumbre inglesa que se debe a un poeta, Geofrey Chaucer (1343-1400), que escribió en el Parlament of Foules (1382), "Porque esto fue el día de San Valentín, cuando cada Ave vino aquí a elegir pareja".
Chaucer escribió este poema en honor del primer aniversario del compromiso entre el rey Ricardo II con Ana de Bohemia. Se firmó un tratado acerca de este matrimonio el 2 de mayo de 1381. Se casaron ocho meses después, cuando el rey tenía 13 o 14 años y ella 14. Desde esa fecha viene la creencia que el día de los enamorados hay que hacerse regalos entre los jóvenes que se aman.
14 de febrero: San Cirilo y San Metodio
SOBRE SAN CIRILO Y SAN METODIO:
Lecturas de la Misa
3 características del evangelizador
Vida de los hermanos Cirilo y Metodio
La importancia de inculturar el mensaje de salvación
Vídeo de Diócesis TV
sábado, 8 de febrero de 2020
Iglesia de Naín, donde Jesús resucitó al hijo de una viuda
La población de Naim se encuentra a las faldas del monte Tabor
La Iglesia de Naín, ubicada en la ladera norte del Yabal Dahi en Galilea, donde se dice Jesús resucitó al hijo de una madre viuda, será reabierta tras cerrarse luego de sus últimas restauraciones.
Un nuevo horario de apertura, un convento pequeño y la posibilidad de celebraciones Eucarísticas es lo que se busca para que el templo recupere su presencia dentro de los santos lugares protegidos por la Custodia franciscana.
Este es el anhelo que ha hecho evidente fray Salem Younes, franciscano, quien fue nombrado hace algunos meses por el capítulo custodial como responsable del templo. Su tarea: trabajar por la reapertura de la iglesia. Así lo explicó el franciscano:
“Tenemos el proyecto de construir un pequeño convento, para que los frailes puedan residir aquí y podrá acoger a cristianos locales y peregrinos que aman este lugar. Queremos decir a todos que en la iglesia ya no falta nada y está abierta, si quieren visitarla. Por el momento no hay sacristía, ni vestiduras, pero se puede celebrar misa si se trae lo necesario”.
El objetivo que busca fray Younes es que el templo pueda permanecer abierto todos los días, tal como ocurre con los demás santuarios en Tierra Santa.
Para el franciscano esta iglesia de Naín, como el milagro que Jesús realizó allí, es un templo “que saldrá a la luz de las tinieblas”. “Queremos traerla de nuevo de la muerte a la vida, como el hijo de la viuda. Esperamos que pueda estar siempre abierta y llena de peregrinos”.
Según relata Eusebio de Cesarea, padre de la historia de la Iglesia, ya en el siglo IV existía una iglesia en el lugar donde ocurrió el milagro de Naín.
Otro testimonio anónimo, recogido por Pietro Diácono, monje benedictino, que data del siglo XII, se hace referencia también al templo: “En la casa de la viuda, cuyo hijo fue resucitado, hay ahora una iglesia, y la sepultura donde le querían poner existe aún hoy”. Pero en otro testimonio, esta vez del siglo XVI, solo se hace referencia al lugar en ruinas.
El templo, que hoy se conoce como una edificación modesta, pero bella, fue construido en 1881 sobre los restos de lo que sería la antigua iglesia.
Fuente: primeroscristianos.com
Piscina de Siloé
Arqueólogos en Jerusalén han encontrado los restos de la piscina de Siloam, donde Jesús curó la vista de un ciego.
“Vio, al pasar, a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos: “Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?”. Respondió Jesús: “Ni él pecó ni sus padres; es para que se manifiesten en él las obras de Dios. Tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo.” Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, y untó con el barro los ojos del ciego y le dijo: “Vete, lávate en la piscina de Siloé” (que quiere decir Enviado). El fue, se lavó y volvió ya viendo“. (Jn. 9, 1-7)
La historia cuenta que Jesús puso arcilla en los ojos de un hombre y le dijo que se los lavara en las aguas puras de la piscina. Lo hizo y se le devolvió la vista. Arqueólogos en Jerusalén han encontrado los restos de la piscina de Siloam, donde la Biblia asegura que Jesús curó la vista de un ciego.
Es muy interesante este milagro pues ayuda a identificar los lazos entre las acciones de Cristo y los antiguos rituales judíos. Bajo lo que ahora es el barrio árabe de Silwan, los arqueólogos han empezado a sacar de la tierra los restos de la piscina. Allí todavía corre agua en la canaleta que la trae de una cercana fuente natural.
Esta piscina fue usada por los judíos para actos rituales durante unos 120 años hasta finales del año 70, cuando los romanos destruyeron el templo judío. Muchos de los actos de Jesús están relacionados directamente con los rituales judíos y esta curación del ciego es un ejemplo de ello.
Los arqueólogos han develado el área de 50 metros de largo de la piscina y un canal que llevó agua hacia ella desde la fuente de Silwan. Un camino de piedra que llevaba al templo fue encontrado. “Desde el momento en que encontramos esto estábamos ciento por ciento seguros de que era la piscina de Siloam”, dijo el arqueólogo Eli Shukron.
Stephen Pfann, estudioso de la Biblia, asegura que las aguas de esta piscina eran consideradas tan puras que podrían curar incluso a un leproso. Pfann indicó que Jesús con seguridad eligió curar al ciego con el agua más pura disponible, debido a que la gente con discapacidades tenía prohibido ingresar al templo.”
El lugar está en la ciudad de David y se puede visitar. Se trata de un lugar Santo, pues Jesús lo conocía bien ya que estuvo allí muchas veces. El agua pura que cura y limpia es símbolo del agua del bautismo que lava nuestros pecados. Siempre necesitamos de agua para limpiarnos, y de la misma manera esta piscina y este agua son imagen de la necesidad que siempre tenemos de la gracia para purificarnos de nuestras faltas.
Fuente: primeroscristianos.com
Emaús
El camino de Emaus
La resurrección de Cristo, realizada en las primeras horas del domingo, es un hecho que los Evangelios afirman de modo claro y rotundo. Junto a la presentación de los primeros testimonios del sepulcro vacío -las santas mujeres, los apóstoles Pedro y Juan-, narran diversas apariciones de Jesús resucitado. Entre todas, la de los discípulos de Emaús, descrita con detalles conmovedores por san Lucas.
Conocemos bien el principio del relato: “Ese mismo día, dos de ellos se dirigían a una aldea llamada Emaús, que distaba de Jerusalén sesenta estadios. Iban conversando entre sí de todo lo que había acontecido. Y mientras comentaban y discutían, el propio Jesús se acercó y se puso a caminar con ellos, aunque sus ojos eran incapaces de reconocerle” (Lc 24, 13-16).
Por los detalles que aporta san Lucas, podría parecer sencillo localizar la aldea a la que se dirigían Cleofás y el otro discípulo. Sin embargo, al contrario de lo que ocurre con muchos lugares de Tierra Santa, el transcurrir de los siglos y los acontecimientos de la historia no han sido indiferentes, de forma que hoy en día cabe identificar varios sitios con la Emaús evangélica. Algunos merecen mayor credibilidad, no solo porque gozan del consenso de los estudiosos, sino también porque actualmente son lugar de peregrinación.
“Emaús”: al oeste de Jerusalén
El primero corresponde con una ciudad al oeste de Jerusalén que aparece con el nombre de Emaús en el Antiguo Testamento: en el año 165 antes de Cristo, el ejército seléucida de Nicanor y Gorgias, acampado en las proximidades, sufrió una importante derrota a manos de la rebelión judía liderada por Judas Macabeo (cfr. 1 Mac 3,38-4,25). También se construyó allí una fortaleza por la misma época (cfr. 1 Mac 9,50), de la que todavía quedan algunos restos.
Su situación estratégica -en el camino entre la ciudad portuaria de Jaffa y Jerusalén, donde termina la llanura y comienzan las montañas centrales de Palestina- hizo que los romanos la convirtieran en un importante núcleo administrativo a mediados del siglo primero antes de Cristo. Sin embargo, como represalia por un ataque a una de sus cohortes, fue incendiada y arrasada en el siglo IV a. C.
La ciudad debía estar reconstruida hacia los años 66-67 de nuestra era, porque los historiadores Flavio Josefo y Plinio la enumeran entre las capitales de distrito, y Vespasiano la conquistó en su campaña para someter el levantamiento de los judíos. Pasó entonces a llamarse Nicópolis, “ciudad de la victoria”, nombre que quedó confirmado cuando recibió el título de ciudad romana, en el año 223.
Los testimonios más antiguos que identifican Emaús-Nicópolis con el sitio evangélico se remontan al siglo III: Eusebio de Cesarea, en el Onomasticon, un elenco de lugares bíblicos elaborado hacia el 295, sostiene que “Emaús, de donde era Cleofás, el que es mencionado en el Evangelio de Lucas, es hoy en día Nicópolis, una ciudad relevante de Palestina”; y san Jerónimo, además de confirmar esta tesis al traducir el libro de Eusebio al latín, nos ha transmitido que peregrinó en el año 386 a “Nicópolis, que se llamaba antes Emaús, en la que el Señor, reconocido a la fracción del pan, consagró en iglesia la casa de Cleofás” (San Jerónimo, Epistola CVIII. Epitaphium Sanctae Paulae, 8.).
Durante la época bizantina, entre los siglos IV y VII, Emaús-Nicópolis contaría con una nutrida población cristiana, pues fue sede episcopal. En el año 638, los árabes invadieron Palestina y conquistaron la ciudad, que pasó a llamarse Ammwas. Aunque hay noticias de que sus habitantes fueron evacuados dos años después a causa de una plaga, mantuvo su importancia como cabeza de distrito durante la dominación islámica.
En junio de 1099, fue el último bastión tomado por los cruzados en su camino hacia Jerusalén; y en el siglo XII, durante los reinos cristianos, se construyó una iglesia sobre las ruinas de una basílica de época bizantina.
Hasta esa época, la tradición que situaba en Nicópolis la manifestación de Jesús resucitado se había mantenido a pesar de contrastar con un dato aportado por san Lucas: que Emaús se encontraba a sesenta estadios de Jerusalén, cuando la distancia de Nicópolis es de ciento sesenta, es decir, hay una diferencia de veinte kilómetros.
Aunque algunos estudiosos han avanzado diversas hipótesis para explicar esto, el hecho es que la identificación de Nicópolis con Emaús perdió fuerza, su iglesia quedó abandonada al irse los cruzados y la presencia cristiana desapareció de la ciudad hasta finales del siglo XIX. Por iniciativa de la beata Mariam de Belén, religiosa carmelita, en 1878 se compró el terreno donde estaban las ruinas del templo y se reanudaron las peregrinaciones.
Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en 1880, en 1924 y las que se realizan actualmente han puesto al descubierto los vestigios de dos basílicas bizantinas y de una iglesia medieval -la de los cruzados-, construida con piedras tomadas de las ruinas de las dos primeras.
Otro Emaús: al norte de Jerusalén
Otro lugar que podría corresponder al Emaús evangélico es la pequeña población de El Qubeibeh, establecida sobre una antigua fortificación romana llamada Castellum Emmaus, que se encuentra a una distancia exacta de sesenta estadios al norte de Jerusalén. En 1355, los franciscanos que llegaron allí descubrieron algunas tradiciones locales que daban pie a identificarla con la patria de Cleofás.
Las primeras excavaciones, realizadas a fines del siglo XVIII, sacaron a la luz los restos de una basílica cruzada que había incorporado otro edificio precedente, y también revelaron las huellas de una aldea medieval. En 1902, se construyó una iglesia de estilo neorrománico integrando los vestigios de la anterior, que es la que persiste hasta hoy.
En la Pascua de 2008, Benedicto XVI se refirió al hecho de que no haya sido identificada con certeza la Emaús que aparece en el Evangelio:
“Hay diversas hipótesis, y esto es sugestivo, porque nos permite pensar que Emaús representa en realidad todos los lugares: el camino que lleva a Emaús es el camino de todo cristiano, más aún, de todo hombre. En nuestros caminos Jesús resucitado se hace compañero de viaje para reavivar en nuestro corazón el calor de la fe y de la esperanza y partir el pan de la vida eterna” (Benedicto XVI, Ángelus, 6-IV-2008).
“Y cuando estaban juntos a la mesa tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su presencia. Y se dijeron uno a otro: -¿No es verdad que ardía nuestro corazón dentro de nosotros, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?” (Lc 24, 30-32).
La reacción de los discípulos de Emaús, que se levantaron al instante y regresaron a Jerusalén (cfr. Lc 24, 33), también supone una lección para todos los hombres: “Se abren nuestros ojos como los de Cleofás y su compañero, cuando Cristo parte el pan; y aunque Él vuelva a desaparecer de nuestra vista, seremos también capaces de emprender de nuevo la marcha -anochece-, para hablar a los demás de Él, porque tanta alegría no cabe en un pecho solo.
Fuente: primeroscristianos.com
La resurrección de Cristo, realizada en las primeras horas del domingo, es un hecho que los Evangelios afirman de modo claro y rotundo. Junto a la presentación de los primeros testimonios del sepulcro vacío -las santas mujeres, los apóstoles Pedro y Juan-, narran diversas apariciones de Jesús resucitado. Entre todas, la de los discípulos de Emaús, descrita con detalles conmovedores por san Lucas.
Conocemos bien el principio del relato: “Ese mismo día, dos de ellos se dirigían a una aldea llamada Emaús, que distaba de Jerusalén sesenta estadios. Iban conversando entre sí de todo lo que había acontecido. Y mientras comentaban y discutían, el propio Jesús se acercó y se puso a caminar con ellos, aunque sus ojos eran incapaces de reconocerle” (Lc 24, 13-16).
Por los detalles que aporta san Lucas, podría parecer sencillo localizar la aldea a la que se dirigían Cleofás y el otro discípulo. Sin embargo, al contrario de lo que ocurre con muchos lugares de Tierra Santa, el transcurrir de los siglos y los acontecimientos de la historia no han sido indiferentes, de forma que hoy en día cabe identificar varios sitios con la Emaús evangélica. Algunos merecen mayor credibilidad, no solo porque gozan del consenso de los estudiosos, sino también porque actualmente son lugar de peregrinación.
“Emaús”: al oeste de Jerusalén
El primero corresponde con una ciudad al oeste de Jerusalén que aparece con el nombre de Emaús en el Antiguo Testamento: en el año 165 antes de Cristo, el ejército seléucida de Nicanor y Gorgias, acampado en las proximidades, sufrió una importante derrota a manos de la rebelión judía liderada por Judas Macabeo (cfr. 1 Mac 3,38-4,25). También se construyó allí una fortaleza por la misma época (cfr. 1 Mac 9,50), de la que todavía quedan algunos restos.
Su situación estratégica -en el camino entre la ciudad portuaria de Jaffa y Jerusalén, donde termina la llanura y comienzan las montañas centrales de Palestina- hizo que los romanos la convirtieran en un importante núcleo administrativo a mediados del siglo primero antes de Cristo. Sin embargo, como represalia por un ataque a una de sus cohortes, fue incendiada y arrasada en el siglo IV a. C.
La ciudad debía estar reconstruida hacia los años 66-67 de nuestra era, porque los historiadores Flavio Josefo y Plinio la enumeran entre las capitales de distrito, y Vespasiano la conquistó en su campaña para someter el levantamiento de los judíos. Pasó entonces a llamarse Nicópolis, “ciudad de la victoria”, nombre que quedó confirmado cuando recibió el título de ciudad romana, en el año 223.
Los testimonios más antiguos que identifican Emaús-Nicópolis con el sitio evangélico se remontan al siglo III: Eusebio de Cesarea, en el Onomasticon, un elenco de lugares bíblicos elaborado hacia el 295, sostiene que “Emaús, de donde era Cleofás, el que es mencionado en el Evangelio de Lucas, es hoy en día Nicópolis, una ciudad relevante de Palestina”; y san Jerónimo, además de confirmar esta tesis al traducir el libro de Eusebio al latín, nos ha transmitido que peregrinó en el año 386 a “Nicópolis, que se llamaba antes Emaús, en la que el Señor, reconocido a la fracción del pan, consagró en iglesia la casa de Cleofás” (San Jerónimo, Epistola CVIII. Epitaphium Sanctae Paulae, 8.).
Durante la época bizantina, entre los siglos IV y VII, Emaús-Nicópolis contaría con una nutrida población cristiana, pues fue sede episcopal. En el año 638, los árabes invadieron Palestina y conquistaron la ciudad, que pasó a llamarse Ammwas. Aunque hay noticias de que sus habitantes fueron evacuados dos años después a causa de una plaga, mantuvo su importancia como cabeza de distrito durante la dominación islámica.
En junio de 1099, fue el último bastión tomado por los cruzados en su camino hacia Jerusalén; y en el siglo XII, durante los reinos cristianos, se construyó una iglesia sobre las ruinas de una basílica de época bizantina.
Hasta esa época, la tradición que situaba en Nicópolis la manifestación de Jesús resucitado se había mantenido a pesar de contrastar con un dato aportado por san Lucas: que Emaús se encontraba a sesenta estadios de Jerusalén, cuando la distancia de Nicópolis es de ciento sesenta, es decir, hay una diferencia de veinte kilómetros.
Aunque algunos estudiosos han avanzado diversas hipótesis para explicar esto, el hecho es que la identificación de Nicópolis con Emaús perdió fuerza, su iglesia quedó abandonada al irse los cruzados y la presencia cristiana desapareció de la ciudad hasta finales del siglo XIX. Por iniciativa de la beata Mariam de Belén, religiosa carmelita, en 1878 se compró el terreno donde estaban las ruinas del templo y se reanudaron las peregrinaciones.
Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en 1880, en 1924 y las que se realizan actualmente han puesto al descubierto los vestigios de dos basílicas bizantinas y de una iglesia medieval -la de los cruzados-, construida con piedras tomadas de las ruinas de las dos primeras.
Otro Emaús: al norte de Jerusalén
Otro lugar que podría corresponder al Emaús evangélico es la pequeña población de El Qubeibeh, establecida sobre una antigua fortificación romana llamada Castellum Emmaus, que se encuentra a una distancia exacta de sesenta estadios al norte de Jerusalén. En 1355, los franciscanos que llegaron allí descubrieron algunas tradiciones locales que daban pie a identificarla con la patria de Cleofás.
Las primeras excavaciones, realizadas a fines del siglo XVIII, sacaron a la luz los restos de una basílica cruzada que había incorporado otro edificio precedente, y también revelaron las huellas de una aldea medieval. En 1902, se construyó una iglesia de estilo neorrománico integrando los vestigios de la anterior, que es la que persiste hasta hoy.
En la Pascua de 2008, Benedicto XVI se refirió al hecho de que no haya sido identificada con certeza la Emaús que aparece en el Evangelio:
“Hay diversas hipótesis, y esto es sugestivo, porque nos permite pensar que Emaús representa en realidad todos los lugares: el camino que lleva a Emaús es el camino de todo cristiano, más aún, de todo hombre. En nuestros caminos Jesús resucitado se hace compañero de viaje para reavivar en nuestro corazón el calor de la fe y de la esperanza y partir el pan de la vida eterna” (Benedicto XVI, Ángelus, 6-IV-2008).
“Y cuando estaban juntos a la mesa tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su presencia. Y se dijeron uno a otro: -¿No es verdad que ardía nuestro corazón dentro de nosotros, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?” (Lc 24, 30-32).
La reacción de los discípulos de Emaús, que se levantaron al instante y regresaron a Jerusalén (cfr. Lc 24, 33), también supone una lección para todos los hombres: “Se abren nuestros ojos como los de Cleofás y su compañero, cuando Cristo parte el pan; y aunque Él vuelva a desaparecer de nuestra vista, seremos también capaces de emprender de nuevo la marcha -anochece-, para hablar a los demás de Él, porque tanta alegría no cabe en un pecho solo.
Fuente: primeroscristianos.com
Cafarnaún
El nombre Cafanaún es una palabra de origen semita, compuesta por kefar (pueblo) y Nahum (nombre de una persona). En la época de Jesús fue una de las ciudades más importantes situadas sobre el lago de Tiberiades.
Varios sucesos importantes de la vida de Jesús sucedieron aquí: la llamada de los discípulos, la curación de la suegra de Pedro, el milagro del paralítico, la curación del siervo del Centurión, la resurrección de la hija de Jairo, así como las primeras discusiones con los escribas y fariseos.
A mediados del siglo I d.C. se formó la comunidad de judeocristianos, llamados Nazarenos y conocidos en Cafarnaún como los Minim, nombre que los judíos daban a los herejes; ellos fueron los que conservaron la memoria de los lugares y tradiciones cristianas en Cafarnaún y otros lugares desde sus orígenes.
En el siglo V pasó a manos de una nueva comunidad de fieles no judíos, a quienes se debe la construcción la iglesia octogonal. En el siglo VII tanto la sinagoga como la iglesia octogonal bizantina fueron abandonadas, lo que sugiere que Cafarnaún estuvo ocupada por musulmanes durante los dos siglos previos a su abandono total, en el siglo IX.
DESCUBRIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS
En la investigación arqueológica se han encontrado restos de ocupación de la época en que empezó a extenderse la vida urbana, a comienzos del tercer milenio antes de Cristo. No se han encontrado restos de la Edad de Hierro, pero sí del periodo persa, helenístico, romano y bizantino, periodos de mayor expansión del poblado.
En 1838 comenzaron las excavaciones arqueológicas y en1894 las ruinas de la sinagoga y parte de su entorno fueronadquiridas por la Custodia de Tierra Santa, con lo que los franciscanos evitaron el destrozo de las ruinas por parte de los beduinos.
Restos de Cafarnaún. Al fondo la antigua sinagoga
Las investigaciones arqueológicas tomaron un nuevo impulso en la primera década del siglo XX. En 1905 excavaron en la sinagoga los alemanes Kohl y Watzinger, labor continuada por el franciscano Wendelin von Menden; el franciscano Gaudencio Orfalicomenzó a descubrir la iglesia octogonal y a reconstruir la sinagoga.
CASA DE PEDRO
Su identificación se basa en el conjunto de los datos proporcionados por las fuentes literarias y la arqueología. Fue construida a mediados del siglo I a.C. Se conserva prácticamente toda la planta, bastante amplia, con unos muros de hasta un metro de altura. De construcción irregular y sencilla, rústica, pero formando un bloque cerrado con una sola puerta exterior en el noreste. Los pavimentos estaban construidos a base de un lecho de piedras cubiertas con una capa de tierra apisonada.
Esta 1ª fase subsistió hasta el siglo IV, si bien desde el siglo I d.C. experimentó ciertos cambios al convertirse en un lugar de veneración y culto de la primera comunidad cristiana, lo que se llama iglesia doméstica: el pavimento de tierra se sustituyó por un revestimiento de mortero blanco, además de la decoración de las paredes con pintura.
Durante la 2ª fase la domus-ecclesia fue ampliada y reforzada por un gran arco central y se construyó un nuevo pavimento policromado y algunos muros se pintaron de nuevo. Todo el bloque de la antigua vivienda se aíslo del resto del poblado por un muro de 11 metros de perímetro con forma trapezoidal, con dos puertas al Norte y al Sur.
Restos de la casa de San Pedro. Cafarnaún
A esta fase se refiere Egeria cuando dice: “En Cafarnaún, la casa del príncipe de los apóstoles ha sido convertida en Iglesia, y sus paredes están como entonces”. Esto indica que la reforma respetó la estructura original primitiva.
En la investigación aparecieron gran cantidad de fragmentos con restos de dibujo policromo y cantidad de grafitos en griego, arameo, latín,…, que demuestran el carácter cristiano de la casa de Pedro. La 3ª fase se corresponde con la iglesia octogonal de mediados del siglo V, construida sobre la casa de Pedro.
Tenía un templete central sobre el lugar de culto de la fase anterior y un pórtico exterior abierto que la circundaba por cinco de sus lados. El extremo oriental terminaba en un arco y ábside dentro del cual pueden verse restos del baptisterio. El pavimento era de mosaico, destacando el del octógono interior, que representa un pavo real.
LA SINAGOGA
Se hallaba construida sobre una plataforma, lo que realzaba la blancura de sus piedras calcáreas, con una decoración muy atrevida, alejada de los cánones del judaísmo, que la hacía resaltar con respecto a las casas de basalto oscuro, lo que la convertía en símbolo de la riqueza y prestigio de la ciudad.
El edificio, de estilo helenístico-romano, se componía de dos partes principales: la sala de oración, de planta rectangular y tres naves, orientada en dirección N-S, y un patio porticado al este, de planta trapezoidal.
Restos de la sinagoga de Cafarnaún
Las naves se hallaban separadas por las filas de columnas que sostenían los muros perimetrales y una galería de las mismas dimensiones que el deambulatorio. No es ésta la sinagoga en la que predicó Jesús, como se ha afirmado muchas veces y no hay seguridad de que la sinagoga del siglo IV esté en el emplazamiento exacto de la sinagoga construida por el centurión en el siglo I.
Es discutida la funcionalidad de una pequeña sala exterior cuadrada adosada al muro, aunque parece claro que tenía una dependencia estrecha con la sinagoga. También se ha discutido sobre el origen de algunos juegos conservados en ciertas losas del patio, aunque hay motivos para pensar que son de origen árabe.
La investigación arqueológica parece haber zanjado la polémica sobre el origen de la sinagoga. La estratigrafía muestra que el edificio principal y la salita norte fueron construidos a finales del siglo IV. En cambio el patio oriental fue construido en una segunda fase, avanzado ya el siglo V. Cerca de la puerta de salida todavía pueden verse algunas piedras de la sinagoga con la Menorá o Candelabro de Siete Brazos y un militar de tiempos de Adriano.
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