lunes, 19 de septiembre de 2016

Lucas 8,16-18: La Palabra se proclama para que haya luz

Lucas 8,16-18

En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: "Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener"

— Comentario de Reflexiones Católicas 
"La Palabra se proclama para que haya luz"

Los dichos de Jesús que hemos leído hoy probablemente diseminados en su origen— han sido recogidos por Lucas en una sección (8,4-21) que tiene como tema la Palabra de Dios. Desde esta perspectiva los leemos nosotros.

— “Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz” (v.16):

El primero de ellos parece temer el riesgo del anonimato: no se pone una luz debajo de la cama. La advertencia parece dirigida a los cristianos que —por miedo o porque consideran inútil hacerlo— no se exponen en público. La Palabra es pública y visible: esconderla es un modo de hacerla morir.

— “Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público” (v.17):

El segundo dicho parece temer más bien el riesgo del secreto. La advertencia va dirigida a los grupos cristianos que se cierran en sí mismos y anuncian la Palabra en secreto, sólo a los iniciados. Porque la Palabra, en virtud de su naturaleza no es para todos.

— “Al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener" (v.18):

El tercer dicho es más difícil. Recordemos que Jesús pide que le "escuchemos bien". A buen seguro, llama la atención sobre la importancia de la escucha; más aún, sobre los modos como se escucha. Hay quien no escucha, pero hay también quien escucha mal. ¿Qué significado hemos de dar «al que tiene se le da, y al que no tiene se le quitará incluso lo que cree tener»? ¿Qué significa el «porque»: v. 18h) que condiciona el crecimiento o la pérdida a la escucha de la Palabra? Quizás signifique que es importante escuchar bien, porque es precisamente la escucha lo que enriquece. Quien no escucha o escucha mal se empobrece. No sólo no crece, sino que pierde también lo que considera tener. La escucha de la Palabra es, por consiguiente, el camino necesario para el crecimiento en la fe. Si falta, desaparece la fe.

— “Luz de Cristo”

Jesús nos habla de la necesidad de iluminar pero habla también de la necesidad de encender la lámpara. El discípulo no alumbra con su propia luz, sino con la única luz que viene de Cristo, el Señor. Si lo hace de manera diferente, sentirá la tentación de confundir sus propias ideas, sus propios gustos y sus propias opciones con las de Cristo, y de proponer cosas que no tienen nada que ver con Cristo. De ahí la necesidad de encender cada día nuestra lámpara con la luz de Cristo. Es la lumen christi la que ilumina el mundo, no mi luz. Esta última puede iluminar sólo si es reflejo de la luz de Cristo.

— Doctrina y testimonio

Y, llegados aquí, el problema se vuelve serio, porque la luz de la que habla Jesús no es sólo doctrina, sino también testimonio, es decir, doctrina que se hace vida, que transforma la vida: que afecta a mi modo de ser, a mi modo de valorar las cosas.

Soy luz cuando difundo la doctrina de Cristo con los criterios de Cristo, esto es, con humildad y pobreza. Cuando no hablo, por ejemplo, de humildad desde una posición de poder, cuando no anuncio la pobreza con medios que hablan de abundancia de bienes. Soy, en suma, luz puesta en el candelero cuando represento el modo de ser, de obrar, de pensar y de hablar de Jesús.

Es bueno reflexionar un poco sobre esto, porque en este sector son grandes las ilusiones. Pensar que iluminamos sólo porque decimos las palabras de Jesús, sin dejar iluminar nuestra propia vida con la luz de Jesús, es como cubrir con una vasija la lámpara. Es como afirmar algo sin la prueba de los hechos, Es adoctrinar, no evangelizar.

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