Lucas 9:46-50
En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante. Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo: «El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el más importante.» Juan tomó la palabra y dijo: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir.» Jesús le respondió: «No se lo impidáis; el que no está contra vosotros está a favor vuestro.»
Comentario por Julio González, SF:
¨Los niños y los viejos"
Los discípulos discutían sobre quién de ellos sería el más importante. Y es que amansar la vanidad, la ambición, el orgullo, es algo que requiere muchos años, paciencia, madurez, y no tener miedo a perder.
Hoy, cuando la adolescencia y la juventud son envidiadas e imitadas hasta el punto de que muchos adultos se afanan por tener una sonrisa joven, piel joven, el protagonismo de los niños y jóvenes..., Jesús hubiera escogido a un viejito de orejas grandes y nariz panocha, aparcado en una residencia geriátrica, para transmitirnos sus enseñanzas.
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