viernes, 30 de septiembre de 2022

Vida de San Jerónimo


San Jerónimo
por Caravaggio


San Jerónimo de Estridón fue un monje del siglo IV, Padre y Doctor de la Iglesia. Buen practicante del ascetismo, inspiró a muchos, especialmente religiosos a seguir el camino de la santidad. San Jerónimo es considerado el patrono de los traductores y de los que se dedican a entender las Escrituras.

Aquilea y Roma

San Jerónimo nació en Estridón, cerca de Dalmacia, entre los años 331 y 347, cuando era parte del Imperio Romano. Estridón pertenecía a la diócesis de Aquilea, la segunda más importante del cristianismo hasta el siglo XVIII, cuando fue disuelto el patriarcado milenario que tenía ahí su sede. La importancia de Aquilea como centro cristiano ayudó a que Jerónimo naciera dentro de una familia creyente, que inculcaba a sus hijos la verdadera fe y las virtudes que se esperan en un buen cristiano.

Muy joven, viajó a Roma donde estudió latín con el gramático más influyente de su época, Elio Donato. A pesar de que la lengua materna de Jerónimo era el ilirio, dominó perfectamente el latín y el griego desde muy temprana edad. Se dice que el joven estudiante memorizaba larguísimos textos de Platón, Homero, Virgilio, Horacio, Tácito y Cicerón.

Conversión y retiro al desierto

La gran capacidad de Jerónimo para el estudio, así como su cómoda situación económica, hicieron que se volviera vanidoso y entregado a los placeres y vicios de la vida mundana. Tras su contacto con san Valeriano, Jerónimo se hizo consciente del error de asentar su vida sobre estas frivolidades. El joven académico decidió retirarse de la ciudad al desierto, como otros ascetas de su tiempo, donde hizo fuertes penitencias en expiación por sus pecados y vida poco cristiana.

En Constantinopla con san Gregorio Nacianceno

En el desierto, san Jerónimo aprendió también el hebreo por la amistad que desarrolló con un monje que había sido judío. Este conocimiento sería clave para su posterior traducción del Antiguo Testamento. Desde su retiro, mantuvo correspondencia con mucha gente, entre ella con el papa san Dámaso I, quien le insistió en la necesidad de ser ordenado sacerdote para servir mejor a Dios. Finalmente aceptó, y pronto fue trasladado a Constantinopla, donde se puso en manos de san Gregorio Nacianceno, quien le guió en el estudio de la Sagrada Escritura.

Secretario del papa Dámaso I

En el año 382, Jerónimo volvió a Roma, donde fue recomendado para ocupar el puesto de secretario del papa san Dámaso, tras haber caído enfermo san Ambrosio de Milán, primer candidato para ocupar la vacante. Gran parte de las funciones de Jerónimo se basaron en la extraordinaria traducción que hizo de la Biblia desde el griego y hebreo al latín, conocida hasta nuestros días como La Vulgata, bautizada así por ser la de uso común para el vulgo.

Durante esos años, se distinguió también como director espiritual de muchas señoras de la aristocracia romana, entre ellas santa Marcela, santa Paula y santa Fabiola de Roma, lo que le causaría muchos problemas por culpa de las habladurías que ésto ocasionaba.

Belén

Gran parte de la predicación de san Jerónimo se basaba en críticas a la élite romana, entregada a vicios y vanidades. Como él había sufrido las mismas frivolidades, hablaba con gran claridad de este tema, lo que le ganó el seguimiento de un grupo de altos cargos del patriciado romano. Al abandonar Roma para establecerse en la cueva de Belén, un gran número de aristócratas romanos vendieron sus bienes y le siguieron, estableciendo un convento para hombres y otro para mujeres en la cercanía de la cueva donde se encontraba el santo.

Desde su cueva, san Jerónimo siguió entregado a los estudios, a la penitencia, así como a la predicación. Sus palabras sirvieron de guía para cientos de hombres y mujeres que han encontrado en él una verdadera inspiración.

Fallecimiento

San Jerónimo murió el 30 de septiembre del año 420 en su cueva de Belén. Aunque no se sabe la fecha exacta de su canonización, es conocido que existió una gran devoción por él desde el momento de su muerte. 

En el año 1295, fue proclamado Doctor de la Iglesia por el papa Bonifacio VIII, y es también considerado uno de los cuatro Padres Latinos de la Iglesia.

En el siglo XIV, surgió en España la Orden de San Jerónimo, que buscaba imitar la vida ascética y de estudios del Doctor y Padre de la Iglesia.

San Jerónimo, por Celestino Hueso, S.F.


San Jerónimo
por George de la Tour



Nuestro santo de hoy nació en Dalmacia. Se trata, pues de un dálmata, pero no de los ciento uno. Su nombre es Jerónimo.

Perteneciente a una familia adinerada y con una inteligencia superior aprendió pronto varios idiomas. Le fascinaba el latín y se dedicó a aprender de memoria a Cicerón, Virgilio y otros autores de la antigüedad hasta que una noche tuvo un sueño del que no podemos dudar porque lo narra él mismo. Se encontró a las puertas del cielo y allá salió a recibirlo Jesucristo que le preguntó quién era. Él respondió “soy Jerónimo y soy católico” a lo que replicó Jesús “¿católico de qué? ¡Si no lees más que escritos paganos! Borradlo de la lista”

Se despertó asustado y convertido y se retiró al desierto para hacer penitencia, pero allí no le fue nada bien porque, entre serpientes, escorpiones y penalidades, en lugar de santos pensamientos se imaginaba que estaba en las bacanales romanas. Así que dejó el desierto y volvió a Roma. Allí fue secretario del Papa San Dámaso e hizo su trabajo más famoso, traducir la Biblia al latín. Es la famosa Vulgata que ha usado la Iglesia por más de quince siglos.

También tuvo que abandonar Roma porque, con sus predicaciones, se echó muchos enemigos, y total porque decía que las mujeres tenían tres manos, a saber, la izquierda, la derecha y una mano de pintura y que a las familias ricas sólo les interesaba que sus hijas fueran hermosas como terneras y sus hijos fuertes como burros y que los ricos parecían marranos cebados.



Total que se fue a Belén a vivir en una gruta al lado del pesebre donde nació Jesús. Allá pasó 35 años haciendo el bien y mucha penitencia hasta que fue llamado en serio al Reino de los Cielos y al llegar pudo comprobar que su nombre no había sido borrado, estaba escrito con letras de oro en el libro de la vida.

Felicidades a los Jerónimo.

jueves, 29 de septiembre de 2022

Sobre los ángeles

29 septiembre: Sobre los 7 Santos Arcángeles



La Iglesia celebra el 29 de septiembre a los siete Santos Arcángeles, pidiendo su intercesión para que Dios nos auxilie en las necesidades y sufrimientos que acechan el mundo actual.

A pesar de que solamente los nombres de tres ellos se conocen (San Miguel, San Gabriel y San Rafael), la tradición reconoce a los otros cuatro, cuyos nombres se encuentran escritos en el Libro de Esdras de la lectura rabínica, que no entra en el canon católico y no es doctrina de la Iglesia, aunque no por se les deja de invocar para el auxilio del Señor.

En el Libro de Tobías, tenemos la confirmación revelada de que los Santos Arcángeles son siete: “Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que tiene entrada a la gloria del Señor” (Tb 12:15).

San Miguel

El nombre de san Miguel significa “¿Quién como Dios?“. La tradición de la Iglesia le nombra como “príncipe de los espíritus celestiales” y “jefe de la milicia celestial“, por lo que se le suele representar vestido de guerrero o de centurión romano, poniendo su talón sobre la cabeza de Lucifer, a quien expulsó del Paraíso con su espada de fuego.

San Gabriel

El nombre de san Gabriel significa “El Señor es mi Fortaleza“. Este arcángel ha cumplido las funciones de mensajero del Señor, llevando algunos de los anuncios más importantes tanto a los profetas como a la Virgen María.

La misión de anunciar a la Virgen María el nacimiento del Salvador ha sido considerado el honor más alto de este embajador celestial. La representación de san Gabriel suele acompañar una azucena blanca, en recuerdo de aquella que regaló a la Madre de Dios simbolizando su pureza.

San Rafael

San Rafael significa “Sanación de Dios“. Como revela su nombre, a Rafael se le vincula con la curación del cuerpo y de las almas, por lo que se ha ganado el patronazgo de muchos hospitales, pero también de los que alejados de la Fe se reconcilian con el Señor. Esta función de sanador se revela en el Libro de Tobías, del Antiguo Testamento, en donde sana de un demonio a Sara con la hiel de un pescado. Debido a ésto, se suele representar en compañía de un pescado, así como con atuendo y bastón de peregrino.

Los otro cuatro arcángeles, de los siete que nos hablan varios libros de la Biblia, entre ellos el Apocalipsis, y cuyos nombres se encuentran en el Libro de Esdras (apócrifo), son los siguientes:

San Uriel

El nombre de Uriel significa “Fuego de Dios“. Su representación suele ir acompañada de una espada o antorcha de fuego, simbolizando el Fuego del Espíritu y la pasión por Nuestro Señor. San Uriel es quien expulsó a Adán y Eva del Paraíso por órdenes de Dios Padre.

San Baraquiel

Baraquiel, cuyo nombre significa “Bendición de Dios“, es tradicionalmente el arcángel que envía Nuestro Señor a los sacerdotes y matrimonios que batallan con su vocación. San Baraquiel es por tanto el “santo de la vocación cumplida“, ayudándonos a todos a mantenernos en la Fe y en el cumplimiento de la Voluntad de Dios. Por ello se le suele representar con una canasta de frutos, aludiendo a los frutos de la vocación y de la Fe.

San Jehudiel

El nombre de Jehudiel significa “Alabanza de Dios“. Tradicionalmente se le vincula a la lucha contra los celos y la envidia. La corona con la que se le representa a este arcángel es el símbolo del premio que recibiremos al alcanzar la Salvación, y el cual empequeñece cualquier bien o riqueza que podamos desear en la tierra.

San Saeltiel

A Saeltiel se le representa con las manos unidas en oración, y su nombre significa “Plegaria a Dios“. Su intervención está vinculada a combatir el pecado y las debilidades, como la falta de continencia, la gula y demás excesos, tanto la bebida como las drogas u otros vicios. Suele estar representado con un canasto del cual recoge flores que va tirando, simbolizando la esperanza y la vida colmada de virtudes.


miércoles, 28 de septiembre de 2022

28 de septiembre: SAN WENCESLAO DE BOHEMIA

Vida de san Wenceslao

San Wenceslao, mártir, duque de Bohemia, que, educado por su abuela santa Ludmila en sabiduría divina y humana, fue severo consigo, pacífico en la administración del reino y misericordioso para con los pobres, redimiendo para ser bautizados a esclavos paganos que estaban en Praga para ser vendidos. Después de sufrir muchas dificultades en gobernar a sus súbditos y formarles en la fe, traicionado por su hermano Boleslao fue asesinado por sicarios en la iglesia de Stara Boleslav, en Bohemia (929/935).




Sus padres

San Wenceslao es hijo de Vratislao, prudente, fervoroso y bondadoso príncipe cristiano, y de Drahomira, una princesa de genio fuerte, cruel y pérfido, de la pagana familia de Stodoronow, en Lutecia. La dualidad de este matrimonio cristiano-pagano tuvo mucha trascendencia en la vida del santo duque. El joven príncipe vio, pues, en el seno de su familia, los efectos de la lucha de una religión mixta; más tarde tuvo que enfrentarse con la misma en la vida de su propia nación.

Conflictos políticos y rivalidades religiosas

El problema se presentó más agudo cuando junto a las rivalidades religiosas se unieron los conflictos políticos. Aunque las primeras semillas de la fe católica la recibieron los bohemios de Bizancio, sin embargo, la magna labor misionera fue fruto de los misioneros occidentales, y precisamente de los alemanes. Este hecho originó, primero, las competencias de los ritos: eslavo con el romano, y más tarde, el influjo de los alemanes en la vida pública de los bohemios. Como efecto en contrario, surgió entonces, la rebelión pagana, la persecución de los cristianos, acaudillada por Drahomira; la conspiración de Boleslavia y, finalmente, el funesto plan del martirio de San Wenceslao.

Perfil humano y religioso

El panorama de aquella época era, por tanto, muy difícil y oscuro. Para superar todas estas dificultades, el bien de la nación y de las misiones católicas exigían un príncipe ágil, prudente y santo. Fue san Wenceslao quien mejor respondía a estas exigencias. Dirigido por su abuela, Ssanta Ludmila, se mostró inteligente, dócil y con una extraordinaria inclinación a todo lo bueno.

Más tarde, ya en el Colegio de los Nobles, bajo la dirección de un sabio maestro, estas virtudes brillaron aún más en el joven alumno. Intelectualmente se distinguía por su ingenio; espiritualmente, por su pureza de costumbres; por la devoción a Cristo en el Santísimo Sacramento y por su filial afecto a la Virgen Santísima. La profunda veneración que profesaba a la Virgen le hizo sentir un gran amor a la pureza: virtud que estuvo siempre presente en su carácter. A pesar de vivir este ambiente de santidad, Wenceslao no se olvidó de adquirir también las cualidades de un señor futuro soberano de Bohemia.

Se puede decir que entre los soberanos fue el único que profesara una fe tan eficiente, caridad tan ardiente y virtudes tan escogidas. Su culto a la sagrada Eucaristía no paraba en una mera veneración, sino que trascendía a los más pequeños detalles, como sembrar el trigo destinado al pan eucarístico y estrujar con sus mismas manos los racimos de uva que darían el vino para el santo sacrificio. Descalzo visitaba en noches frías y de nieve las iglesias para adorar al Santísimo. Una devoción no menos fervorosa a la Virgen Santísima le llevó a entregarse a Ella en voto de castidad para toda su vida.

Golpe de Estado contra su madre
y en favor de la fe cristiana

En 925, tres años después de la repentina muerte de Vratislao, Wenceslao, considerándose preparado para el gobierno de su patria, dio un golpe de Estado y eliminó de la regencia a su madre pagana. Con ella eliminó también la lucha sin cuartel contra los cristianos y todos los privilegios que conquistaron, en aquellos tiempos, los paganos. Termina con las crueldades y salvajismo de aquellos idólatras y comienza una época de verdadera paz y labor constructiva.

Como señal externa de nuevo gobierno, Wenceslao hace un apoteósico traslado de las reliquias de su abuela, santa Ludmila, a la catedral de Praga. Elige con cuidado a sus ministros y jefes militares y comienza una intensa labor de propagación de la fe. En este ambiente, él mismo da ejemplo de vivir para Cristo: cumple con la ley de Dios, practica las virtudes cristianas, lleva una vida casi monacal, consagra horas a la oración y a la mortificación, defiende a los oprimidos, ayuda a los pobres, facilita la libertad a los cautivos y presos, etc. En el país organiza una política más humanitaria, elimina torturas y prohíbe la horca.

Muerte de Wenceslao




Pero la llama del odio se mantenía viva en el pagano corazón de Drahomira. Es más, existía también otra persona que meditaba cómo destituir y privar del trono al rey de Praga. Era su hermano menor, Boleslao. La ocasión no tardó en presentarse. Con motivo del nacimiento de un hijo suyo, Boleslao organizó grandes fiestas e invitó a Boleslavia a su hermano Wenceslao. El santo duque aceptó esta invitación y acudió a Boleslavia, donde fue recibido con todos los honores reales. Sin embargo, estas galas fueron una falsedad creada por su hermano. En medio de la alegría reinante, cuando Wenceslao, durante la noche, se dirigía a la próxima iglesia para su acostumbrada adoración, Boleslao le agredió, y junto con sus ayudantes, dio muerte a su indefenso y egregio huésped.

El martirio ocurrió el 28 de septiembre de 938. Bohemia se llenó de dolor. Los asesinos, después de un corto tiempo de júbilo, pronto recibieron su merecido castigo. Tanto Drahomira como Boleslao tuvieron una muerte miserable.

San Wenceslao fue proclamado Patrono de todos los países de la corona de los bohemios. El culto aumentaba, llegando en los siglos XI y XII, su efigie a adornar el ducado, la moneda de Bohemia. Bajo la bandera de san Wenceslao lucha el ejército y con la invocación del santo se desarrolla la labor nacional. En el siglo XIII nace el himno «Svaty Vaclave, vevodo cesek zeme…». y en la época de Juan Hus, el himno súplica. «Tú eres el soberano de estas tierras, san Wenceslao; no nos abandones…» La devoción es común, y las múltiples iglesias, como también los muchísimos monumentos dedicados al santo duque, testimonian el vivo amor hacia él de los checos. 




El monumento más bello, obra del profesor Mysblek, adorna la mejor plaza de Praga. San Wenceslao, ayer como hoy, reina en Checoslovaquia.

Fuente: Mercaba.org

martes, 27 de septiembre de 2022

Miércoles de la 26 Semana del Tiempo Ordinario, Año II (Lecturas)

Job 9,1-12.14-16
Salmo 87: Llegue hasta ti mi súplica, Señor
Lucas 9,57-62


Job 9,1-12.14-16

Respondió Job a sus amigos: «Sé muy bien que es así: que el hombre no es justo frente a Dios. Si Dios se digna pleitear con él, él no podrá rebatirle de mil razones una. ¿Quién, fuerte o sabio, le resiste y queda ileso? Él desplaza las montañas sin que se advierta y las vuelca con su cólera; estremece la tierra en sus cimientos, y sus columnas retiemblan; manda al sol que no brille y guarda bajo sello las estrellas; él solo despliega los cielos y camina sobre la espalda del mar; creó la Osa y Orión, las Pléyades y las Cámaras del Sur; hace prodigios insondables, maravillas sin cuento. Si cruza junto a mí, no puedo verlo, pasa rozándome, y no lo siento; si coge una presa, ¿quién se la quitará?; ¿quién le reclamará: "Qué estás haciendo"? Cuánto menos podré yo replicarle o escoger argumentos contra él. Aunque tuviera razón, no recibiría respuesta, tendría que suplicar a mi adversario; aunque lo citara y me respondiera, no creo que me hiciera caso.»


Salmo 87: Llegue hasta ti mi súplica, Señor

Llegue hasta ti mi súplica, Señor.
Todo el día te estoy invocando,
tendiendo las manos hacia ti.
¿Harás tú maravillas por los muertos?
¿Se alzarán las sombras para darte gracias?
R. Llegue hasta ti mi súplica, Señor

¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,
o tu fidelidad en el reino de la muerte?
¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla,
o tu justicia en el país del olvido?
R. Llegue hasta ti mi súplica, Señor

Pero yo te pido auxilio,
por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
¿Por qué, Señor, me rechazas
y me escondes tu rostro?
R. Llegue hasta ti mi súplica, Señor



En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.» Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.» A otro le dijo: «Sígueme.» Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.» Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.» Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.» Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

Lucas 9,51-62: No existe la opción de ser discípulo a medias, por M. Dolors Gaja, M.N.


Iniciamos con esta lectura la sección que Lucas dedica al discipulado y que recibe el nombre de Camino a Jerusalén.

El Camino

Lucas, artista de la palabra, organiza sus dos libros (Evangelio y Hechos de los apóstoles) en torno al símbolo del camino. Cuadre o no con la geografía real, Jesús va camino de Jerusalén. Y ese camino es metáfora del seguimiento y se convierte en la escuela de Jesús. Durante el trayecto Jesús alecciona, enseña a orar, los discípulos hacen sus primeras experiencias de apostolado, experimentan el rechazo.

Es un camino que lleva a la ciudad teologal, ámbito de redención. De hecho, Lucas cita de dos maneras la ciudad santa (en griego arcaico y griego corriente, como un catalán podría citar Barcino y Barcelona) para distinguir la realidad geográfica del ámbito de salvación.

En su segundo libro –los Hechos- toda acción de la Iglesia naciente pasa por un camino que tiene su origen en Jerusalén. Porque la razón de nuestra fe está en lo que aquella ciudad santa contempló: la resurrección de Cristo.

Díptico del seguimiento

Primer cuadro:
el rechazo

Jesús y los suyos vienen de Galilea. Provincia abierta, flexible, receptiva. Con tiento, Jesús lleva a sus discípulos a enfrentarse a otras realidades seguro de que, más adelante, deberán vivirlas solos.

Los samaritanos se niegan a acoger al grupo. Enemistados religiosamente con Galilea y Judea, los habitantes de estas dos provincias solían evitar, dando un rodeo inmenso, pasar por Samaria. Jesús no solo no los evita sino que se atreve a pedir hospitalidad pese a que van a Jerusalén, lo cual ya es una declaración de principios para los samaritanos.

Los apóstoles se enfurecen al ser rechazados pero Jesús les reprende y exhorta a marcharse tranquilamente. Él no permite que condenemos. Es preciso, sí, ofrecer la Verdad, darla a conocer. Pero nunca imponer. Esto vale para los padres que, a veces, ven con dolor como los hijos rechazan la fe que ellos transmiten, para los educadores, los sacerdotes. Lo nuestro es ofrecer y respetar. Nunca juzgar ni, menos, condenar.

Segundo cuadro:
el aparente seguimiento

Frente al rechazo otra actitud es la apariencia. En el camino, dos ejemplos:

El espontáneo: con iniciativa propia un personaje anónimo se ofrece a seguir a Jesús; y éste le frena porque la llamada es siempre don que se recibe. La iniciativa es suya, no nuestra.

Los casi-dispuestos: dos llamadas aparentemente aceptadas. Porque los llamados ponen condiciones y en la apasionante aventura del Reino, las condiciones no valen. La urgencia de Dios necesita incondicionalidad. No existe la opción de ser casi-discípulo o discípulo a medias.

La llamada aceptada exige fidelidad. Y ésta no existe si, en algún momento, aún “siguiendo” a Jesús, el corazón ha quedado atrás. Sólo si mi corazón está al 100% con Jesús no miraré atrás.

Preguntémonos en qué grupo encajamos:

¿a los que rechazan a Jesús…o a la Iglesia?
¿a los que condenan a los que rechazan, como hacen los apóstoles?
¿a los seguidores que ponen condiciones?
O a los que siguen a Jesús aceptando un camino que incluye la cruz porque, pese a todo, “estar con Jesús es dulce paraíso” y su compañía el más preciado don.

Lucas 9,57-62: El Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza

Lucas 9,57-62
Miércoles de la 26 Semana del Tiempo Ordinario, Año I y II

Mientras iban de camino, le dijo uno:
– Te seguiré adonde vayas.
Jesús le respondió:
– Las zorras tienen madriguera y los pájaros nido, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.
A otro le dijo:
– Sígueme.
Él respondió:
– Déjame primero ir a enterrar a mi padre.
Le contestó:
– Deja que los muertos entierren a tus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios.
Otro le dijo:
– Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.
Jesús le contestó:
– El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios.

SOBRE EL MISMO TEMA:

San Vicente de Paúl: un hombre universal. Canonización



Los esclavos de Berbería (1646)

De todas las obras llevadas a cabo en el extranjero, quizá ninguna le interesó tanto como la de los pobres esclavos de Berbería, cuya suerte compartió una vez. Había entre 25 mil y 30 mil de estos desgraciados repartidos sobre todo entre Túnez, Argel y Bizerta. Cristianos en su mayor parte, habían sido apartados de sus familias por los corsarios turcos. Eran tratados como bestias de carga, condenados a terribles trabajos, sin ningún cuidado físico o espiritual.

Vicente no dejó nada por hacer para enviarles ayuda. En 1645 les envió un sacerdote y un fraile, que fueron seguidos por otros. Vicente había hecho que uno de ellos fuera investido con la dignidad de cónsul para que pudiera trabajar más eficazmente para los esclavos. Les envió frecuentes misiones y les aseguró los servicios de la religión.

Al mismo tiempo actuaron como agentes con sus familias y fueron capaces de liberar a algunos de ellos. A la muerte de San Vicente, estos misioneros habían rescatado a 1.200 esclavos, habiendo gastado 1.200.000 libras en los esclavos de Berbería, por no mencionar las ofensas y persecuciones de todo tipo que ellos mismos padecieron por parte de los turcos.

Pacificador en una época de convulsión política (1649)

Cuando París se levantó contra la regente Ana de Austria, que fue obligada a retirarse a St.-Germain-en-Laye (1649), Vicente afrontó grandes riesgos implorando clemencia para ella en nombre del pueblo de París. También reconvino al mismo Mazarino. Su consejo no fue escuchado. Vicente redobló entonces sus esfuerzos para aliviar los males de la guerra en París.

Su beneficencia socorría diariamente a 15 mil ó 16 mil refugiados; sólo en la parroquia de San Pablo las Hermanas de la Caridad ofrecían sopa diariamente a 500 pobres, aparte de cuidar a 60 u 80 enfermos. 

En aquel tiempo, Vicente, sin preocuparse por los peligros que corría, multiplicó cartas y visitas a la Corte de St. Denis para conseguir paz y clemencia; incluso escribió una carta al Papa pidiéndole que interviniera e interpusiera su mediación para acelerar la paz entre las dos partes.

Condena del Jansenismo (1655-1656)

Cuando Duvergier de Hauranne, más tarde abad de St. Cyran, llegó a París (aproximadamente en 1621), Vicente de Paúl mostró algún interés en él por percibir en él sabiduría y piedad. Pero, cuando se informó mejor acerca de los fundamentos de sus ideas sobre la gracia, lejos de ser engañado por ellas, se esforzó por apartarlo del camino del error.

Cuando el “Augustinus” de Jansenio y “Comunión Frecuente” de Arnauld revelaron las auténticas ideas y opiniones de la secta, Vicente se dispuso a combatir y persuadió al obispo de Lavaur, Abra de Raconis, para que escribiera contra ellas.

En el Consejo de Conciencia se opuso a la admisión a beneficios de cualquiera que compartiera las ideas jansenistas y se unió al canciller y al nuncio en la busca de medios para resistir su progreso. A iniciativa suya algunos obispos de St. Lazare decidieron informar al Papa de estos errores.

Vicente persuadió a ochenta y cinco obispos para que solicitaran la condena de las proposiciones jansenistas y convenció a Ana de Austria para que escribiera al Papa para acelerar su decisión. Cuando las cinco proposiciones fueron condenadas por Inocencio X (1655) y Alejandro VII (1656), Vicente procuró que todos aceptaran esta sentencia.

Su celo por la Fe, empero, no le hizo olvidar su caridad, lo cual demostró con el abad de St. Cyran, a quien Richelieu había encarcelado (1638). Cuando Inocencio X anunció su decisión, Vicente visitó a los solitarios de Port-Royal para felicitarlos por su intención, previamente manifestada, de someterse por completo a la decisión del Papa. Además, rogó a los predicadores conocidos por su celo antijansenista que evitaran en sus sermones todo aquello que pudiera amargar a sus adversarios.

Pérfil del religioso

Su vida tan fructífera en obras tenía su origen en un profundo espíritu religioso y en una intensa vida interior. Era fiel a las obligaciones de su estado, obedeciendo con atención las sugerencias de fe y piedad y consagrándose con devoción a la oración, la meditación y los ejercicios religiosos y ascéticos.

De mente práctica y prudente, no dejaba nada al azar. Su desconfianza en sí mismo sólo era igualada por su confianza en la Providencia. Cuando fundó la Sociedad de la Misión y las Hermanas de la Caridad se abstuvo de darles instrucciones fijas por adelantado. Sólo tras varios intentos y una larga experiencia decidió en los últimos años de su vida darles reglas definitivas.

Su celo por las almas no conocía límite; todas las ocasiones eran para él oportunidades para ponerlo en práctica. Cuando murió, los pobres de París perdieron a su mejor amigo y la humanidad, un benefactor sin par en tiempos modernos.

Canonización

Cuarenta años después (1705), el Superior General de los lazaristas solicitó la iniciación del proceso de canonización. Muchos obispos, entre ellos Bossuet, Fénelon, Fléchier y el Cardenal de Noailles, apoyaron la petición.

El 13 de agosto de 1729 fue beatificado por Benedicto XIII, y canonizado por Clemente XII el 16 de junio de 1737. En 1885 León XIII lo nombró patrón de las Hermanas de la Caridad.

En el curso de su larga y ajetreada vida, Vicente de Paúl escribió un gran número de cartas, estimadas en no menos de 30 mil. Tras su muerte se comenzó la tarea de recopilarlas, y en el siglo XVIII se habían reunido 7 mil; muchas se han perdido desde entonces. Las que se han conservado se publicaron con errores bajo el título de “Lettres et conférences de St. Vincent de Paul” (supplément, Paris, 1888); “Lettres inédites de saint Vincent de Paul” (coste in “Revue de Gascogne”, 1909, 1911); “Lettres choisies de saint Vincent de Paul" (Paris, 1911); el total de cartas publicadas es de unas 3.200. También se han recogido y publicado sus “Conférences aux missionaires" (Paris, 1882) y “Conférences aux Filles de la Charité” (Paris, 1882).

San Vicente de Paúl: promotor de seminarios. Reformador de la vida religiosa



Promotor de seminarios mayores y menores:

La Asamblea General del Clero Francés determinó que los candidatos al sacerdocio fueran admitidos después de participar en unos días de recogimiento y retiro. A petición del obispo de Beauvais, Potierdes Gesvres, Vicente emprendió en Beauvais (septiembre de 1628) el primero de estos retiros.

Su plan comprendía conferencias ascéticas e instrucciones acerca del conocimiento de lo más indispensable para los sacerdotes. Su principal servicio fue que dieron lugar a lo que posteriormente fueron los seminarios. Al principio sólo duraban diez días, pero ampliándolos gradualmente a 15 ó 20 días, luego a uno, dos o tres meses antes de cada orden, los obispos consiguieron prolongar el periodo de estancia a dos o tres años entre la filosofía y el acceso al sacerdocio.

Ya existían unos seminarios llamados “de ordenandos”, luego “seminarios mayores”, cuando se fundaron los “seminarios menores”. Nadie hizo más que Vicente en lo que atañe a esta doble creación. 

En 1635 estableció un seminario en el Collège des Bons-Enfants. Ayudado por Richelieu, que le dio mil coronas, sólo admitió a eclesiásticos que estudiaran teología (seminario mayor), fundando paralelamente un seminario menor llamado de San Carlos para sacerdotes que estudiaran humanidades (1642).

Vicente colaboró con los obispos para fundar seminarios en sus diócesis facilitándoles sacerdotes para dirigirlos. Así, a su muerte había aceptado la dirección de once seminarios. Antes de la Revolución su congregación dirigía en Francia cincuenta y tres seminarios mayores y nueve menores, esto es, un tercio de todos los de Francia.

La conferencia eclesiástica completó la labor de los seminarios. Desde 1633 Vicente celebró una cada martes en Saint-Lazare, en la que se reunían todos los sacerdotes deseosos de conferenciar en común sobre las virtudes y las funciones de su estado. Participaron, entre otros, Bossuet y Tronson. Con las conferencias, Vicente instituyó en St.-Lazare retiros abiertos para laicos y sacerdotes. Estos retiros contribuían a infundir un espíritu cristiano en el pueblo, pero imponían gravosos sacrificios a la casa de St.-Lazare. Nada se exigía a los participantes; cuando se trataba del bienestar de las almas, Vicente no reparaba en gastos. Ante las quejas de sus compañeros, que deseaban dificultar la admisión a los retiros, un día consintió en ello. Al atardecer nunca había habido tantos admitidos; cuando un fraile le informó azorado de que no cabían más, Vicente le respondió: “Bueno, dadles mi habitación”.

Reforma de la Órdenes Religiosas

Las órdenes religiosas también se beneficiaron de la influencia de Vicente. No sólo ejerció mucho tiempo la dirección de las Hermanas de la Visitación, fundadas por san Francisco de Sales, sino que también recibió en París a las Religiosas del Santísimo Sacramento. Apoyó la existencia de las Hijas de la Cruz (cuyo objetivo era educar a muchachas campesinas) y animó la reforma de los benedictinos, los cistercienses, los antonianos, los agustinos, los premonstratenses y la Congregación de Grandmont.

El cardenal de La Rochefoucault, a quien se había encomendado la reforma de las órdenes religiosas de Francia, nombró a Vicente su mano derecha y le obligó a permanecer en el Consejo de Conciencia del que era miembro desde 1643.

El celo y la caridad de Vicente atravesaron las fronteras de Francia. Ya en 1638 encargó a sus sacerdotes que predicaran a los pastores de la Campania, que ofrecieran en Roma y Génova los ejercicios para ordenandos y que establecieran misiones en Saboya y Piamonte. Envió otras a Irlanda, Escocia, las Hébridas, Polonia y Madagascar (1648-60).


San VIcente de Paúl: fundador y organizador de las ayudas a los pobres



Varios sacerdotes de París, seducidos por su ejemplo, se unen a Vicente.

Organizador de las ayudas a los pobres:

Vicente vive en una época marcada por las guerras, las epidemias y la hambruna. Los pobres son la población mayoritaria. Las pocas ayudas que reciben provienen de nobles altruistas que dedican parte de su patrimonio a ayudarles. Estos aristócratas les ayudan de forma individual y desorganizada. Ante esta situación, Vicente funda cuatro instituciones:

- la Congregación de los Sacerdotes de la Misión (1625)
- Companía de las Hijas de la Caridad (1633)
- la Confraternidad de las Damas de la Caridad (1634)
- los Siervos de los Pobres

La Sociedad de la Misión (1625)

Vicente había aprendido que el bien que hacían las misiones no podía durar a menos que hubiera sacerdotes que se ocuparan de ello, pero en esa época había pocos en Francia. Desde el Concilio de Trento los obispos se habían esforzado en fundar seminarios para la formación del clero, pero estos seminarios encontraron muchos obstáculos, el mayor de los cuales eran las guerras de religión. De los veinte fundados, en 1625 no sobrevivían ni diez. Por eso, con la ayuda de la señora de Gondi, funda un instituto religioso de sacerdotes dedicado a la evangelización del pueblo: la Sociedad de la Misión. Vicente fundó esta congregación para ayudar a formar al clero y servir a los pobres a través de las misiones Ad Gentes (misiones populares).

Algunas de las características de esta congregación son:

• Su misión de evangelización está dirigida preferentemente a los pobres.
• Actúan sobre las causas de la distribución desigual de bienes en el mundo.
• Procuran no sólo evangelizar, sino también ser evangelizados por los pobres.
• Actúan de forma comunitaria a fin de fortalecer su vocación unos a otros.
• Buscan una continua adaptación a las necesidades cambiantes.

Los Siervos de los Pobres

A raíz de un sermón que conmovió el corazón de sus oyentes, Vicente creó una cofradía eclesiástica llamada “los Siervos de los Pobres”, compuesta por sus propios feligreses que se dedicaban al cuidado personal de los enfermos y a las visitas a los pobres con los que compartían sus bienes.

Compañía de la Hijas de la Caridad (1633)

Vicente de Paúl, al principio, establece las Hijas de la Caridad para ayudar a las conferencias de caridad. En 1629, cuando estas conferencias se establecieron en París, las damas estaban ansiosas por dar limosnas y visitar a los pobres, pero a menudo no sabían cómo ocuparse de ellos y enviaban a sus criados para que hicieran lo que fuera necesario. Por eso, Vicente concibió la idea de reclutar a jóvenes piadosas para este servicio.

Al principio fueron distribuidas individualmente por las diversas parroquias en que estaban establecidas las conferencias y visitaban a los pobres con estas damas de las conferencias o, cuando era necesario, se ocupaban de ellas en su ausencia. En el reclutamiento, la formación y la dirección de estas servidoras de los pobres, Vicente encontró una gran ayuda en Luisa de Marillac. Cuando su número aumentó, las agrupó en una comunidad bajo su dirección, pronunciando él una conferencia semanal apropiada a su condición.

De este modo, Vicente y Luisa fundaron el primer grupo de mujeres consagradas dedicadas a obras de caridad fuera del claustro. Éstas, además de los votos de pobreza, castidad y obediencia, hacen un voto especial de servicio a los pobres. Es una Sociedad de vida Apostólica en comunidad hoy extendida por todo el mundo.

El servicio que actualmente realizan está dirigido a: personas sin techo, mayores, enfermos, niños, educación y trabajo con jóvenes, promoción de la mujer, personas con problemas de adicción, prisioneros y sus familias, inmigrantes, discapacitados.

Las Damas de la Caridad (1634)

Vicente de Paúl también convenció a varias mujeres de la aristocracia francesa para que dedicaran tiempo y dinero a ayudar a los muchos pobres que había en París. En 1634 agrupó a las que se habían mostrado decididas en una organización católica –las Damas de la Caridad–.

Estas mujeres atendían a los pobres enfermos y visitan las cárceles. Entre ellas había hasta 200 damas del más alto rango. Al principio, comenzaron sus actividades de ayuda en París pero las Damas de la Caridad se extendieron por toda Francia

Vicente redactó para ellas una regla, apoyando y estimulando su celo caritativo. Gracias a ellas, fue capaz de recoger las enormes sumas que distribuían en socorro de todos los desgraciados.

Entre las obras que Vicente podía llevar a cabo gracias a esa colaboración era el auxilio a los niños expósitos (1638), que en esta época eran deliberadamente deformados por personas sin escrúpulos para explotar la piedad de la gente. Las Damas de la Caridad empezaron a hacerse cargo de un grupo de doce niños, que fueron acogidos en una casa para tal fin confiada a las Hijas de la Caridad y cuatro enfermeras. Años más tarde, el número de niños alcanzó los 4 mil; su mantenimiento costaba 30 mil libras, que ascendió a 40 mil con el incremento en el número de niños.

Las Damas de la Caridad fue la primera organización en la que se formaba a mujeres para ayudar a los necesitados.

El Hospital General

Con la ayuda de un generoso desconocido, que puso a su disposición la suma de 10 mil libras, Vicente fundó el Hospicio del Nombre de Jesús, donde cuarenta ancianos y ancianas hallaron un refugio y trabajo adecuado para ellos. En la actualidad se llama Hospital de los Incurables.

La misma beneficencia se extendió a todos los pobres de París, pero la creación del Hospital General fue una idea de las Damas de la Caridad, en particular de la duquesa de Aiguillon. Vicente hizo suya la idea y contribuyó como nadie a la realización de una de las mayores obras de caridad del siglo XVII; la acogida de 40 mil pobres en un asilo donde encontrarían un trabajo útil. En respuesta a la petición de Vicente, las contribuciones llegaron a raudales. El Rey cedió los terrenos de la Salpétrière para la construcción del hospital, con un capital de 50 mil libras y una dotación de 3 mil. El cardenal Mazarino envió 100 mil libras; el presidente de Lamoignon, 20 mil coronas; y la señora de Bullion, 60 mil libras. San Vicente encargó la tarea a las Hijas de la Caridad y las apoyó con todo su poder.

Organiza la ayuda a la región de Lorena, entre otras (1639)

La caridad de San Vicente no se limitaba a París, sino que llegaba a todas las provincias desoladas por la miseria. Durante el periodo francés de la guerra de los Treinta Años, Lorena, Trois-Évêchés, el Franco Condado y Champaña padecieron durante casi un cuarto de siglo todos los horrores y los azotes de la guerra.

Vicente solicitó a las Damas de la Caridad su ayuda urgente; se estima que con sus reiteradas peticiones consiguió 12 mil libras. Cuando se acabó el dinero, volvió a recoger limosnas, que enviaba a los distritos más afectados. Cuando las contribuciones empezaron a disminuir, Vicente decidió imprimir y divulgar las cuentas que le enviaban de esos distritos desolados; esto tuvo mucho éxito, llegando a publicar un periódico llamado “Le magasin charitable”. Vicente lo aprovechó para fundar en las provincias arruinadas los “potages économiques”, una tradición que permanece en nuestras modernas cocinas económicas.

Incansable organizador de la Caridad

Apoyó la fundación de congregaciones que se encargaban de enterrar a los muertos y de eliminar la suciedad, permanente causa de enfermedades. Frecuentemente las dirigían misioneros y Hermanas de la Caridad. Al mismo tiempo, con el propósito de apartarlas de la brutalidad de los soldados, llevó a París a 200 jóvenes, que alojó en varios conventos, y numerosos niños, que acogió en St.-Lazare. Tras la paz general, dirigió su preocupación y sus limosnas a los católicos irlandeses e ingleses que habían sido expulsados de su país.

Se extiende la fama de Vicente de Paúl

Todas estas actividades habían hecho famoso a Vicente de Paúl en París e incluso en la Corte. Richelieu a veces lo recibía y escuchaba favorablemente sus peticiones; lo ayudó en sus primeras fundaciones de seminarios y estableció una casa para sus misioneros en el pueblo de Richelieu.

En su lecho de muerte Luis XIII (1643) deseaba ser asistido por él: “Oh, señor Vicente”, decía, “si recupero la salud, no nombraré a ningún obispo que no haya pasado tres años con vos”. Su viuda, Ana de Austria, nombró a Vicente miembro del Consejo de Conciencia, encargado de las propuestas de beneficios.

Estos honores no alteraron la modestia y la sencillez de Vicente. Sólo iba a la Corte por necesidad, vistiendo un sencillo atuendo. No empleaba su influencia más que para el bienestar de los pobres y en interés de la Iglesia.

San Vicente de Paúl: Ordenación sacedotal. Esclavo. La familia Gondi. Conversión. Capellán de galeras

Ordenación Sacerdotal (1600)

El 23 de septiembre de 1600 recibe la ordenación sacerdotal en Chateau-l'Evêque. Celebra su primera misa en Buzet y es nombrado párroco de Tilh. En sus escritos, años más tarde, Vicente dirá que buscó la ordenación sacerdotal para promocionarse y ayudar a su familia.

Esclavo (1605-1607)

En 1605, regresó a Marsella, donde había ido a causa de una herencia, pero allí fue hecho prisionero por piratas turcos que lo llevaron a Túnez. Fue vendido como esclavo varias veces. Dos años después (1607) escapó con su amo, un renegado al que convirtió. De regreso a Francia, fue a Aviñón a ver al vicelegado papal, al que siguió a Roma para continuar sus estudios.

Al servicio de la familia Gondi (1613)

Enviado de vuelta a Francia en 1609, un año después forma parte del grupo de limosneros de la Corte de la reina Margarita de Valois. En 1612 toma posesión de la parroquia de Clichy.

En 1613, a petición del prestigioso sacerdote Pedro de Bérulle, fundador del Oratorio y, posteriormente, Cardenal, entró al servicio de los Gondi, una ilustre familia francesa, para educar a los hijos de Philippe-Emmanuel de Gondi; también fue director espiritual de la señora de Gondi.

Conversión de Vicente de Paúl (1617)

En Gannes y en Chatillón-les-Dombes, Vicente se encuentra con la pobreza espiritual y material y decide cambiar de vida para ayudar a los pobres. Las tierras de los Gondi le muestran las pésimas condiciones de vida de los campesinos y, también, la deficiencia del clero que los atiende. Esta experiencia de miseria y su propio crecimiento espiritual, le mueven a dedicar su sacerdocio, no a la promoción social de su familia o a la suya propia, sino a la evangelización de los campesinos y a la formación de sacerdotes. Con la ayuda de la señora Gondi funda misiones en sus terrenos.

Capellán Real de Galeras (1619)

La atención de Vicente también se dirigió a los condenados a galeras, que estaban sometidos al señor de Gondi por ser éste general de las galeras de Francia.

Antes de ser conducidos a bordo de las galeras o cuando la enfermedad los obligaba a desembarcar, los condenados eran apiñados en húmedos calabozos con grilletes en los tobillos. Su única comida era pan negro y agua. Estaban cubiertos de llagas y sabandijas. Pero su estado moral es peor aun que su sufrimiento físico. Vicente deseaba aliviar ambos. Asistido por un sacerdote, visita a los condenados a galeras de París. Les habla empleando palabras dulces, prestándoles cualquier servicio, por repulsivo que fuera. De este modo se gana sus corazones, convirte a muchos de ellos y logra que personas que los visitan intercedieran por ellos.

El rey Luis XIII lo nombra Capellán Real de las galeras, título que Vicente aprovecha para visitar las galeras de Marsella, donde los condenados eran tan desdichados como en París; los cuida, planea construir un hospital para ellos, pero no puede hacerlo hasta diez años más tarde. Mientras tanto, funda, en la galera de Burdeos, como en la de Marsella, otra misión de ayuda a los condenados (1625). En estas misiones se funda una Cofradía de Caridad para asistencia de los pobres.


Primeros años de la vida de san Vicente de Paúl



Primeros años de Vicente de Paúl:

Sus padres eran Juan de Paúl y Beltranda de Moras. Vicente era el tercero de seis hermanos. La modesta condición de la familia hizo que muy pronto tuviera que contribuir con su trabajo de pastor de ovejas y de cerdos a la economía familiar.

Controversia sobre el lugar y fecha de su nacimiento:

No se ha podido desmostrar su lugar de nacimiento: Pouy (Francia) o Tamarite de Litera (España).

Si aceptamos que Vicente de Paúl nació en Pouy, lo hizo en una pequeña casa rural a las afueras de la aldea de Pouy (que, desde el siglo XIX, se llama Saint-Vincent-de-Paul en su honor), a unos cinco kilómetros de la ciudad de Dax, en el suroeste de Francia. En este lugar, conocido hoy como Berceau de Saint Vincent de Paul, hay una modesta construcción de ladrillo y vigas de madera muy parecida a la casa en que nació Vicente en abril de 1876 ó 1581 (el año exacto no es seguro). No existe registro de su nacimiento.

Algunos biógrafos se decantan por que Vicente nació en Tamarite (Alto Aragón, España) y, poco después, la familia se trasladó a Pouy. Los gentilicios Paúl, y Moras/Mora son frecuentes en el Alto Aragón y los infanzones utilizaban la partícula "de" en sus apellidos. Pero no existe registro de su nacimiento.

El biógrafo Luis Abelly viajó a Pouy cuatro años después de la muerte de Vicente de Paúl y no pudo encontrar ningún dato sobre los abuelos, lo que induce a pensar que no eran originarios de la zona y que los habitantes de Pouy decidieron callar el origen aragonés de Vicente. Abelly dio como fecha del nacimiento de Vicente el 1576 pero la mayoría de las biografías modernas aceptan la fecha de 1581, propuesta entre 1920-1925 por Pedro Coste en París.

La primera noticia de la presencia de los padres de Vicente en Pouy es de 1581. Si el primer biógrafo, Luis Abelly, tiene razón, entonces, los padres de Vicente se trasladaron a Pouy cinco años después del nacimiento de Vicente. En Tamarite (España) hay una calle dedicada a san Vicente de Paúl.

Estudios (1595)

Vicente da muestras de una inteligencia despierta, lo que llevó a su padre a pensar que podía hacer carrera eclesiástica. En 1595 Vicente sale de Pouy para ir a Dax, donde cursa estudios primarios y secundarios en el colegio de los franciscanos. Vive en casa del Señor de Comet, abogado en Dax y juez en Pouy. Posteriormente estudia filosofía y teología en Toulouse.


domingo, 25 de septiembre de 2022

Sobre el diablo o satanás

 





Significado de la palabra Diablo y Satanás



La palabra diablo nos llega del latín cristiano “diabolus”, que aparece por primera vez en Tertuliano, entre finales del siglo II e inicios del III d.C. Es un préstamo del griego διἁβολοζ (diábolos). En griego dia- significa “a través, entre”

El concepto de diáblo como un ser angélico expulsado del paraiso por Dios no es una creación del cristianismo sino que ya aparece en la Biblia hebrea: Isaías 14 (“cómo caíste del cielo”) y Ezequiel 28 (“por tierra te arrojé”). Pero la palabra diabolos es mucho más antigua y la encontramos por lo menos en el siglo V a.C. aunque no se refiera a ese ser Maligno.

El griego διἁβολοζ significa originalmente el que lanza algo a través o entre otros, de ahí que se refiera al que separa o divide y crea odios y envidia. Posteriormente, adquirió el significado de el que calumnia o calumniador. Aristóteles utilizó la palabra διἁβολοζ para referirse al hombre maledicente o calumniador. 

El nombre διἁβολοζ deriva a su vez del verbo διἁβἁλλειν (diaballein), que significa lanzar o disparar a través o entre, separar, desunir, causar inquina o desunión, acusar y calumniar.

Los Padres de la Iglesia de los siglos II, III y IV, adoptaron el término διἁβολοζ para nombrar al espíritu del mal, considerando que el Maligno tiene la misión de separar y destruir la comunidad de fieles cristianos, y en el juicio final de cada alma actuará como acusador y calumniador, detractor del género humano ante el Creador.

Satán

En la Biblia de los LXX, o Septuaginta, διἁβολοζ aparece 12 veces, pero si contamos todas sus declinaciones, la hallamos 20 veces. De estas 20 veces, en 18 ocasiones traduce el hebreo “shatan”, que significa “acusar”, “oponer”, y 16 veces aparace con el artículo “el” para referirse al “acusador” u “opositor”. En la Septuaginta o versión griega de las escrituras hebreas, la palabra diablo se refiere al Satán del Antiguo Testamento.


DOMINGO DE LA 26 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año C

La revolución gnóstica que impone tabúes

 

sábado, 24 de septiembre de 2022

DOMINGO DE LA 26 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, C (Lecturas)

Amos 6:1,4-7
Salmo 146 “Alaba, alma mía, al Señor”
1Timoteo 6:11-16
Lucas 16:19-31


Amós 6,1a.4-7

Así dice el Señor todopoderoso: "¡Ay de los que se fían de Sión y confían en el monte de Samaria! Os acostáis en lechos de marfil; arrellanados en divanes,coméis carneros del rebaño y terneras del establo; canturreáis al son del arpa, inventáis, como David, instrumentos musicales; bebéis vino en copas, os ungís con perfumes exquisitos y no os doléis del desastre de José. Pues encabezarán la cuerda de cautivos y se acabará la orgía de los disolutos."

Salmo 145: Alaba, alma mía, al Señor

Él mantiene su fidelidad perpetuamente,
él hace justicia a los oprimidos,
él da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos.
R. Alaba, alma mía, al Señor

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos.
R. Alaba, alma mía, al Señor

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
R. Alaba, alma mía, al Señor


I Timoteo 6,11-16

Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Combate el buen combate de la fe. Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble profesión ante muchos testigos. En presencia de Dios, que da la vida al universo, y de Cristo Jesús, que dio testimonio ante Poncio Pilato con tan noble profesión: te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él honor e imperio eterno. Amén.


En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Había un hombre rico que se vestía de purpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas. "Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen. "El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán. Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.""

COMENTARIOS:

DOMINGO DE LA 26 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año C, por Mons. Francisco González, SF




Comentario de Mons. Francisco González, SF

Entramos en la vigésima sexta semana del Tiempo Ordinario. Como en el domingo anterior, la primera lectura está tomada del profeta Amós, quien era pastor y cultivador de higos (Am. 7, 14), que no es miembro del clan oficial de profetas, pero que siente la urgencia de Dios en hablar del pecado de Israel, principalmente el de la injusticia y que lo ve tan grave y serio, que piensa que ya no hay otra solución y que el castigo viene sin demora. El profeta habla sus oráculos contra varias naciones y de repente irrumpe contra Israel (Am. 2, 6s), porque israelitas fuertes y poderosos oprimen y explotan a israelitas pobres e indefensos.

La liturgia de hoy nos presenta parte del capítulo VI donde les echa en cara, primero y en detalle, el lujo en que viven y como consecuencia, en segundo lugar su falsa seguridad y despreocupación por los pobres. Concluye la lectura con el anuncio del castigo que les espera.

El evangelio (Lc. 16, 19-31) sigue la misma trayectoria: una parábola donde nos presenta a un rico, “que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día”. A su puerta venía cada un día un mendigo a la hora del banquete y simplemente esperaba “alimentarse de los desperdicios, de lo que tiraban de la mesa”, pero ni eso le daban.

Jesús presenta esta parábola hace más 2000 años y los oráculos de Amós son de casi ocho siglos antes de Cristo. Si hoy vinieran de nuevo entre nosotros, ¿tendrían que prepararse una homilía o discurso diferente, o por el contrario, podrían repetir el mismo?

En la segunda lectura (1 Tm. 6, 11-16) Pablo aconseja a Timoteo a llevar una vida de acuerdo con la promesa que hizo y entre las virtudes que le recuerda, la primera de todas está la justicia. Sin la práctica de dicha virtud es muy difícil que el hombre pueda vivir como el ser humano tiene derecho a vivir. Muchos líderes mundiales que luchan por la paz han afirmado repetidamente que no se puede alcanzar una paz segura si no hay justicia.

Cuando leemos, releemos y volvemos a leer el evangelio podemos encontrar en Jesús como ciertas contradicciones. Habla de los peligros de la riqueza, pero come con los ricos, se hospeda en sus casas. ¿Qué nos quiere decir? Tal vez al Señor no le importa tanto la riqueza o pobreza en sí mismas, sino si los ricos y pobres, pobres y ricos se hablan, si dialogan, si se entienden, si se recuerdan y preocupan unos de otros, si han construido puentes o han ahondado el abismo que los puede separar, si han promovido la solidaridad o proclamado el odio.

Es imposible no ver la desigualdad entre países ricos y pobres. Ciertamente, la abundancia de consumo no es un delito, pero es vergonzoso que los pobres no puedan consumir para satisfacer ni siquiera sus necesidades básicas.

En Estados Unidos una artista de Hollywood se gasta en cosméticos lo que se pagaría por mes más de ocho mil dólares y un promedio de 141 mil por año. Los equipos europeos gastan 2.100 millones de euros en fichajes.

Un informe de la UNESCO, del 2010, hablaba de una generación perdida por falta de educación, recordando que a pesar de los avances de los años anteriores, aún en el mundo hay unos 72 millones de niños sin escolarizar y sí se mantenía esa tendencia, en el año 2015 todavía existirían 56 millones de niños que no podrían acceder a la educación. No estamos invirtiendo lo suficiente en la educación, algo tan importante que nos haría crecer.

Hermano, le dice Pablo a Timoteo, (2a lectura) “practica la justicia, la religión, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Combate el buen combate de la fe. Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado…”

Si Amós y/o Jesús fueran los predicadores de nuestra misa del domingo ¿podrían cambiar algo de lo que dijeron hace ya 20 y 28 siglos o se verían forzados a repetir lo mismo?

Domingo de la Semana 26 del Tiempo Ordinario, Año C





Si el criterio para decidir cuál es el peor pecado fuera el número de veces que se denuncia en la Biblia, entonces, el peor pecado es el mal uso del poder y, muy ligado a este, la falta de compasión hacia los pobres.

La idolatría, el homicidio, la traición, el engaño, la crueldad, la prostitución, el abuso sexual, el mal uso del poder, el grito del pobre, están muy presentes en las páginas de la Biblia, pero son estos dos últimos los que más veces aparecen en las historias y parabolas bíblicas.

La parábola de Jesús es escandalosa para los fariseos porque estaban convencidos de que la riqueza y la salud eran una bendición de Dios para los "justos", mientras que la pobreza y la enfermedad eran un castigo merecido para los pecadores. La parábola no deja lugar a dudas: el rico es condenado al infierno y el pobre Lázaro confortado en el seno de Abraham.

¿Cuál es el pecado del rico? ¿ser rico? ¿es la riqueza un pecado? No. La parábola no habla tanto de la riqueza como del uso que hacemos de la riqueza. La parábola deja muy claro que el rico tenía que haber utilizado sus bienes para cuidar también del pobre Lazaro. Porque utilizó sus bienes sólo para sí mismo y los suyos, sin tener en cuenta las necesidades del pobre Lázaro que malvivía frente a su puerta, el rico fue condenado al infierno.

¿Dónde empezamos a aprender a utilizar nuestros dones y talentos? En casa, en familia. En el hogar aprendemos a cuidarnos mutuamente y a ser compasivos con el más débil. Si no aprendemos en familia a ponernos en segundo lugar para ayudar al más débil, difícilmente lo aprenderemos en otra parte; por eso, es muy importante que la familia sepa reconocer cuáles son sus prioridades. Valores como el sacrificio, la humildad, el respeto, la compasión, no se improvisan ni se aprenden sin practicarlos.

Hace un tiempo escuché el testimonio de una persona que había sido sorprendida por la enseñanza de esta parabola. Quiero compartirlo con vosotros porque la decisión de esta persona me parece ejemplar. 

"Yo había leído muchas veces esta parábola" -me dijo-, "y entendía lo que Jesús nos quiere decir pero nunca había hecho nada al respecto. Un día, mientras ponía gasolina al coche, vi a una persona que se acercaba a los clientes para pedirles ayuda. Nadie le prestaba atención. Algún cliente le daba unos céntimos para sacárselo de encima. Entonces me acordé de la parábola del pobre Lázaro y el rico que no le hizo caso. Aquel hombre venía ahora hacia mí. Saqué mi cartera y un poco turbado porque no me reconocía a mi mismo, le ofrecí un billete de diez dólares y le dije que se comprara lo que quisiera en la tienda de la gasolinera. Desde entonces, cuando se me acerca en la calle una persona pidiendo ayuda le doy un billete de diez dólares. No sé cuántos billetes de diez dólares he dado hasta ahora. Deben ser muchos pero mi economía nunca se ha resentido por ello. No me importa demasiado lo que hagan con los diez dólares. Yo les digo que se cuiden bien. Si pensara que se lo van a gastar en alcohol o tabaco seguramente no se lo daría. Pero no me importa. Esa es su responsabilidad. Seguramente el rico de la parábola había encontrado muchas excusas para no preocuparse por el pobre Lazaro".

24 de septiembre: Nuestra Señora de las Mercedes

24 de septiembre: Fiesta de Nuestra Señora de la Merced

Ntra. Sra. de la Merced
Barcelona

La Santísima Virgen se le apareció a san Pedro Nolasco, en 1218, recomendándole que fundara una comunidad religiosa que se dedicara a auxiliar a los cautivos que eran llevados a sitios lejanos. Esta advocación mariana nace en España y se difunde por el resto del mundo.

San Pedro Nolasco, inspirado por la Santísima Virgen, funda una orden dedicada a la merced (que significa obras de misericordia). Su misión era la misericordia para con los cristianos cautivos en manos de los musulmanes. Muchos de los miembros de la orden canjeaban sus vidas por la de presos y esclavos. Fue apoyado por el rey Jaime el Conquistador y aconsejado por san Raimundo de Peñafort.

San Pedro Nolasco y sus frailes muy devotos de la Virgen María, la tomaron como patrona y guía. Su espiritualidad es fundamentada en Jesús el liberador de la humanidad y en la Virgen María, Madre liberadora e ideal de la persona libre. Los mercedarios querían ser caballeros de la Virgen María al servicio de su obra redentora. Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen Redentora.

Desde el año 1259 los padres Mercedarios empiezan a difundir la devoción a Nuestra Señora de la Merced (o de las Mercedes) la cual se extiende por el mundo.

En 1272, tras la muerte del fundador, los frailes toman oficialmente el nombre de La Orden de Santa María de la Merced, de la redención de los cautivos, pero son más conocidos como mercedarios.

Esta comunidad religiosa se ha dedicado por siglos a ayudar a los prisioneros y ha tenido mártires y santos. Sus religiosos rescataron muchísimos cautivos que estaban presos en manos de los sarracenos.

Fuente: Aciprensa.com