San Jerónimo
por Caravaggio
San Jerónimo de Estridón fue un monje del siglo IV, Padre y Doctor de la Iglesia. Buen practicante del ascetismo, inspiró a muchos, especialmente religiosos a seguir el camino de la santidad. San Jerónimo es considerado el patrono de los traductores y de los que se dedican a entender las Escrituras.
Aquilea y Roma
San Jerónimo nació en Estridón, cerca de Dalmacia, entre los años 331 y 347, cuando era parte del Imperio Romano. Estridón pertenecía a la diócesis de Aquilea, la segunda más importante del cristianismo hasta el siglo XVIII, cuando fue disuelto el patriarcado milenario que tenía ahí su sede. La importancia de Aquilea como centro cristiano ayudó a que Jerónimo naciera dentro de una familia creyente, que inculcaba a sus hijos la verdadera fe y las virtudes que se esperan en un buen cristiano.
Muy joven, viajó a Roma donde estudió latín con el gramático más influyente de su época, Elio Donato. A pesar de que la lengua materna de Jerónimo era el ilirio, dominó perfectamente el latín y el griego desde muy temprana edad. Se dice que el joven estudiante memorizaba larguísimos textos de Platón, Homero, Virgilio, Horacio, Tácito y Cicerón.
Conversión y retiro al desierto
En Constantinopla con san Gregorio Nacianceno
En el desierto, san Jerónimo aprendió también el hebreo por la amistad que desarrolló con un monje que había sido judío. Este conocimiento sería clave para su posterior traducción del Antiguo Testamento. Desde su retiro, mantuvo correspondencia con mucha gente, entre ella con el papa san Dámaso I, quien le insistió en la necesidad de ser ordenado sacerdote para servir mejor a Dios. Finalmente aceptó, y pronto fue trasladado a Constantinopla, donde se puso en manos de san Gregorio Nacianceno, quien le guió en el estudio de la Sagrada Escritura.
Secretario del papa Dámaso I
Durante esos años, se distinguió también como director espiritual de muchas señoras de la aristocracia romana, entre ellas santa Marcela, santa Paula y santa Fabiola de Roma, lo que le causaría muchos problemas por culpa de las habladurías que ésto ocasionaba.
Belén
Gran parte de la predicación de san Jerónimo se basaba en críticas a la élite romana, entregada a vicios y vanidades. Como él había sufrido las mismas frivolidades, hablaba con gran claridad de este tema, lo que le ganó el seguimiento de un grupo de altos cargos del patriciado romano. Al abandonar Roma para establecerse en la cueva de Belén, un gran número de aristócratas romanos vendieron sus bienes y le siguieron, estableciendo un convento para hombres y otro para mujeres en la cercanía de la cueva donde se encontraba el santo.
Desde su cueva, san Jerónimo siguió entregado a los estudios, a la penitencia, así como a la predicación. Sus palabras sirvieron de guía para cientos de hombres y mujeres que han encontrado en él una verdadera inspiración.
Fallecimiento
San Jerónimo murió el 30 de septiembre del año 420 en su cueva de Belén. Aunque no se sabe la fecha exacta de su canonización, es conocido que existió una gran devoción por él desde el momento de su muerte.
En el año 1295, fue proclamado Doctor de la Iglesia por el papa Bonifacio VIII, y es también considerado uno de los cuatro Padres Latinos de la Iglesia.
En el siglo XIV, surgió en España la Orden de San Jerónimo, que buscaba imitar la vida ascética y de estudios del Doctor y Padre de la Iglesia.