domingo, 18 de septiembre de 2022

Carta del Cardenal Sodano con motivo de un Congreso de Estudios sobre la Personalidad de Giordano Bruno

CARTA DEL CARDENAL ANGELO SODANO
CON MOTIVO DE UN CONGRESO DE ESTUDIOS
SOBRE LA PERSONALIDAD DE GIORDANO BRUNO


14 de febrero de 2000



Al Reverendo Rector de la Pontificia Facultad Teológica
del Sur de Italia

Con su carta del 18 de enero, V. Rma. ha querido señalar al Santo Padre la iniciativa del Congreso, que esta Facultad Teológica celebrará los días 17 y 18 de febrero de este año, sobre el tema: "Giordano Bruno: más allá del mito y las pasiones opuestas. Una constatación histórico-teológica”, e ilustraba también el sentido que, desde la perspectiva del Gran Jubileo, se pretende dar a este Congreso.

Para la Iglesia, el Año Jubilar es una ocasión privilegiada para reavivar y celebrar su fe en Cristo: a la luz de la Encarnación, quiere reflexionar con gratitud sobre los innumerables frutos de santidad que han madurado en medio de ella a lo largo de estos dos milenios Sin embargo, esto no la exime de recordar las muchas incongruencias que marcaron el comportamiento de sus hijos, ensombreciendo el anuncio del Evangelio. Por eso, entre los signos del jubileo, el Sumo Pontífice colocó la  purificación de la memoria, pidiendo a todos que actúen con valentía y humildad en el reconocimiento de las propias faltas y de los que han tenido y se llaman cristianos (cf. Incarnationis mysterium, 11).

Se desarrollaron algunos simposios importantes en esta dirección - como sobre el antisemitismo, la Inquisición y João Hus - que se realizaron con el patrocinio de la Santa Sede, para establecer a nivel histórico el desarrollo efectivo de los acontecimientos y discernir lo que debía ser juzgado como poco de acuerdo con el espíritu evangélico. Tal verificación parece importante tanto para pedir perdón a Dios y a los hermanos por las faltas eventualmente cometidas, como para orientar la conciencia cristiana hacia un futuro más vigilante en la fidelidad a Cristo.

Por lo tanto, Su Santidad supo con agrado que, precisamente con estos sentimientos, esta Facultad Teológica desea recordar a Giordano Bruno quien, el 17 de febrero de 1600, fue ejecutado en Roma en la plaza "Campo de' Fiori", tras el veredicto de herejía pronunciado por el Tribunal de la Inquisición Romana.

Este triste episodio de la historia cristiana moderna ha sido asumido en ocasiones por algunas corrientes culturales como motivo y emblema de una dura crítica a la Iglesia. El estilo de diálogo inaugurado por el Concilio Vaticano II nos invita a superar cualquier tentación polémica, a releer este acontecimiento también con un espíritu abierto a la verdad histórica plena.

Por tanto, es de esperar que el mencionado Congreso, partiendo de los intereses de una facultad de teología, pueda dar una contribución significativa a los propósitos de evaluar la personalidad y vicisitudes del filósofo de Nola, quien, como es sabido, recibió precisamente en Nápoles, en el Convento de São Domingos Maior, se formó y allí hizo su profesión religiosa en la Orden de Predicadores.

De hecho, también sobre la base de investigaciones actualizadas realizadas por estudiosos de diferente inspiración, parece aceptado que el camino de su pensamiento, que se desarrolló en el contexto de una existencia principalmente ocupada y en el contexto de un cristianismo lamentablemente dividido, lo condujo a opciones intelectuales que se revelaron poco a poco, en ciertos puntos decisivos, irreconciliables con la doctrina cristiana. Corresponde a una investigación más profunda evaluar el alcance real de su alejamiento de la fe.

Queda el hecho de que los miembros del Tribunal de la Inquisición lo procesaron con los métodos de coerción entonces comunes, pronunciando un veredicto que, de acuerdo con la ley de la época, era inevitablemente portador de una muerte atroz. No nos corresponde a nosotros expresar juicios sobre la conciencia de quienes estuvieron involucrados en este evento. Lo que surge históricamente nos da motivos para pensar que los juicios del pensador estaban animados por el deseo de servir a la verdad y promover el bien común, haciendo también todo lo posible por salvar su propia vida. Objetivamente, sin embargo, algunos aspectos de esos modos de proceder y, en particular, su final violento a manos del poder civil, no pueden dejar de constituir para la Iglesia hoy -en este como en todos los casos similares- motivo de profundo pesar. El Consejo nos recordó oportunamente que la verdad debe ser testimoniada con absoluto respeto a la conciencia y dignidad de cada persona (Dignitatis humanae, 1).

Le encomiendo a usted, señor Rector, la tarea de transmitir estos pensamientos a los participantes en el mencionado Congreso, a quienes el Santo Padre envía sus saludos de bendición. Que el Señor ayude a la Iglesia del tercer milenio, también a través del recuerdo de estos dolorosos acontecimientos, a encarnar cada vez más el espíritu del Evangelio. El anuncio de Cristo, realizado con fervor de fe pero junto con actitudes de diálogo sincero y respetuoso, lo convierte cada vez más, como ha señalado el Concilio, en "signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo género humano". (Lumen gentium, 1).

Con mis cordiales saludos.

ÁNGEL Card. SODANO
Secretario de Estado

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