martes, 20 de septiembre de 2022

Marcos 3,31-35: Sentido de las palabras "Madre" y "Hermano", por la Hna. Macu Becerra O.P.


Llegan su madre y sus hermanos y, quedándose fuera, le envían a llamar. Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.» Él les responde: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?» Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: «Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.» Marcos 3,31-35

Hna. Macu Becerra O.P., Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia
Sentido de las palabras "Madre" y "Hermano"

Este pasaje del Evangelio siempre me pareció duro, porque se puede malinterpretar como un desprecio de Jesús a su Madre, pero cuando llegué a entender que realmente lo importante era descubrir que María era la Madre de Jesús porque ella cumplió la voluntad de Dios, fue capaz de escucharle y decir SÍ, entonces entendí que lo que Jesús decía de su Madre era un halago porque ella era el ejemplo más claro.

Las palabras de Jesús dan sentido al término Madre y Hermano, no es cualquiera, no es ni siquiera la madre biológica, ni quien le ha criado, lo importante es que les une un vínculo más profundo, la familia de Jesús no es únicamente una familia de parientes, unidas por un vínculo de sangre o de afinidad, sino es una unión que viene de quien es capaz de dar la vida para cumplir la voluntad de Dios. Quien haga eso en cualquier parte del mundo será llamado hermano de Jesús, entrará a formar parte de su gran familia.

En la vida vamos encontrando personas que se van uniendo a nuestra historia, que van formando parte de nuestra vida, algunos puede que los veamos una sola vez, pero las experiencias compartidas hacen que se formen unos lazos que ni la distancia ni el tiempo se puedan borrar. Los cristianos, estemos donde estemos, tenemos esa unión a través de la Palabra, que nos hace miembros de una misma fe, que nos aporta sentido a la existencia y que a pesar de razas, costumbres, lugares, la Palabra prevalece por encima de todo lo demás.

¿Somos capaces de descubrir el espíritu que Dios nos ha dado? ¿Nos sentimos hermanos, hijos de un mismo Dios? ¿Escuchamos a Dios descubriendo su voluntad y hacemos lo posible para ser coherentes con lo que nos pide?

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