Desideria es el nombre de uno de los personajes creados por San Jose Manyanet (1833-1901) para ilustrar su espiritualidad y su pensamiento. Desideria puede ser un hombre o una mujer, una persona joven o adulta. Pero Desideria es, ante todo, un espiritu ingenuo, inquieto e infantil, cuyo deseo de aprender y ser feliz parece no tener limites.
domingo, 29 de noviembre de 2015
sábado, 28 de noviembre de 2015
Lucas 21,34-36: Claves de lectura
Lucas 21,34-36
Sábado de la 34 Semana del Tiempo Ordinario I y II
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»
— Claves de lectura
Estamos llegando al final del largo discurso apocalíptico y también al final del año litúrgico. Jesús da un último consejo convocándonos a la vigilancia (Lc 21,34-35) y a la oración (Lc 21,36).
• Lucas 21,34-35: Cuidado para no perder la conciencia crítica
“Cuidad que no se emboten vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra”.
Un consejo similar Jesús lo había dado ya cuando le preguntaron sobre la llegada del Reino (Lc 17,20-21). El responde que la llegada del Reino acontece como un relámpago. Viene de repente, sin previo aviso. Las personas han de estar atentas y preparadas, siempre (Lc 17,22-27). Cuando la espera es larga, corremos el peligro de quedar desatentos y no prestar más atención a los acontecimientos “los corazones se embotan por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida”.
Hoy, las muchas distracciones nos vuelven insensibles y la propaganda puede hasta pervertir en nosotros el sentido de la vida. Ajenos a los sufrimientos de tanta gente del mundo, no percibimos las injusticias que se cometen.
• Lucas 21,36: La oración como fuente de conciencia crítica y de esperanza
“Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza, logréis escapar y podáis manteneros en pie delante del Hijo del hombre".
La oración constante es un medio muy importante para no perder la presencia de espíritu. La oración nos ayuda a profundizar en nosotros la conciencia de la presencia de Dios en medio de nosotros y, así, sacar fuerza y luz para aguantar los malos días y crecer en la esperanza.
• Resumen del Discurso Apocalíptico (Lc 21,5-36)
Hemos pasado cinco días, desde el martes hasta hoy sábado, meditando y profundizando sobre el significado del Discurso Apocalíptico para nuestras vidas. Los tres evangelios sinópticos traen este discurso de Jesús, cada uno a su manera. Vamos a ver de cerca la versión que nos ofrece el evangelio de Lucas.
Todo el Discurso Apocalíptico es un intento para ayudar a las comunidades perseguidas a situarse dentro del conjunto del plan de Dios y así tener esperanza y valor para seguir firme por el camino. En el caso del Discurso Apocalíptico del evangelio de Lucas, las comunidades perseguidas vivían en el año 85. Jesús hablaba en el año 33. Su discurso describe las etapas o las señales o de la realización del plan de Dios. En todo son 8 señales o periodos desde Jesús hasta el final de los tiempos.
Leyendo e interpretando su vida a la luz de las señales dadas por Jesús, las comunidades descubrían en qué medida estaban realizando el plan. Las siete primeras señales habían acontecido ya. Pertenecían todas al pasado. Pero sobre todo en la 6ª y en la 7ª señal (persecución y destrucción de Jerusalén) las comunidades encuentran la imagen o el espejo de lo que estaba ocurriendo en el presente.
He aquí las siete señales:
Introducción al Discurso (Lc 21,5-7)
1a señal: los falsos mesías (Lc 21,8);
2a señal: guerras y revoluciones (Lc 21,9);
3a señal: nación contra otra nación, un reino contra otro reino, (Lc 21,10);
4a señal: terremotos en varios lugares (Lc 21,11);
5a señal: hambre, peste y señales en el cielo (Lc 21,11);
6ª señal: la persecución de los cristianos y la misión que deben realizar (Lc 21,12-19) + Misión
7ª señal: la destrucción de Jerusalén (Lc 21,20-24)
Al llegar a esta última señal, las comunidades concluyen: “Estamos en la 6ª y en la 7ª señal”. Y aquí viene la pregunta más importante: “¿Cuánto falta para que llegue el fin?” A aquel que está siendo perseguido no le importa el futuro distinto, quiere saber si estará vivo el día siguiente o si tendrá la fuerza para aguantar la persecución hasta el día siguiente. La respuesta a esta pregunta inquietante la tenemos en la octava señal:
8ª señal: cambios en el sol y en la luna (Lc 21,25-26) que anuncian la llegada del Hijo del Hombre. (Lc 21,27-28).
Conclusión: falta poco, todo está conforme con el plan de Dios, todo es dolor de parto, Dios está con nosotros. Nos da fuerza para aguantar. Vamos a testimoniar la Buena Noticia de Dios traída por Jesús. En definitiva, Jesús confirma todo con su autoridad (Lc 21,29-33).
Fuente: ocarm.org
Sábado de la 34 Semana del Tiempo Ordinario I y II
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»
— Claves de lectura
Estamos llegando al final del largo discurso apocalíptico y también al final del año litúrgico. Jesús da un último consejo convocándonos a la vigilancia (Lc 21,34-35) y a la oración (Lc 21,36).
• Lucas 21,34-35: Cuidado para no perder la conciencia crítica
“Cuidad que no se emboten vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra”.
Un consejo similar Jesús lo había dado ya cuando le preguntaron sobre la llegada del Reino (Lc 17,20-21). El responde que la llegada del Reino acontece como un relámpago. Viene de repente, sin previo aviso. Las personas han de estar atentas y preparadas, siempre (Lc 17,22-27). Cuando la espera es larga, corremos el peligro de quedar desatentos y no prestar más atención a los acontecimientos “los corazones se embotan por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida”.
Hoy, las muchas distracciones nos vuelven insensibles y la propaganda puede hasta pervertir en nosotros el sentido de la vida. Ajenos a los sufrimientos de tanta gente del mundo, no percibimos las injusticias que se cometen.
• Lucas 21,36: La oración como fuente de conciencia crítica y de esperanza
“Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza, logréis escapar y podáis manteneros en pie delante del Hijo del hombre".
La oración constante es un medio muy importante para no perder la presencia de espíritu. La oración nos ayuda a profundizar en nosotros la conciencia de la presencia de Dios en medio de nosotros y, así, sacar fuerza y luz para aguantar los malos días y crecer en la esperanza.
• Resumen del Discurso Apocalíptico (Lc 21,5-36)
Hemos pasado cinco días, desde el martes hasta hoy sábado, meditando y profundizando sobre el significado del Discurso Apocalíptico para nuestras vidas. Los tres evangelios sinópticos traen este discurso de Jesús, cada uno a su manera. Vamos a ver de cerca la versión que nos ofrece el evangelio de Lucas.
Todo el Discurso Apocalíptico es un intento para ayudar a las comunidades perseguidas a situarse dentro del conjunto del plan de Dios y así tener esperanza y valor para seguir firme por el camino. En el caso del Discurso Apocalíptico del evangelio de Lucas, las comunidades perseguidas vivían en el año 85. Jesús hablaba en el año 33. Su discurso describe las etapas o las señales o de la realización del plan de Dios. En todo son 8 señales o periodos desde Jesús hasta el final de los tiempos.
Leyendo e interpretando su vida a la luz de las señales dadas por Jesús, las comunidades descubrían en qué medida estaban realizando el plan. Las siete primeras señales habían acontecido ya. Pertenecían todas al pasado. Pero sobre todo en la 6ª y en la 7ª señal (persecución y destrucción de Jerusalén) las comunidades encuentran la imagen o el espejo de lo que estaba ocurriendo en el presente.
He aquí las siete señales:
Introducción al Discurso (Lc 21,5-7)
1a señal: los falsos mesías (Lc 21,8);
2a señal: guerras y revoluciones (Lc 21,9);
3a señal: nación contra otra nación, un reino contra otro reino, (Lc 21,10);
4a señal: terremotos en varios lugares (Lc 21,11);
5a señal: hambre, peste y señales en el cielo (Lc 21,11);
6ª señal: la persecución de los cristianos y la misión que deben realizar (Lc 21,12-19) + Misión
7ª señal: la destrucción de Jerusalén (Lc 21,20-24)
Al llegar a esta última señal, las comunidades concluyen: “Estamos en la 6ª y en la 7ª señal”. Y aquí viene la pregunta más importante: “¿Cuánto falta para que llegue el fin?” A aquel que está siendo perseguido no le importa el futuro distinto, quiere saber si estará vivo el día siguiente o si tendrá la fuerza para aguantar la persecución hasta el día siguiente. La respuesta a esta pregunta inquietante la tenemos en la octava señal:
8ª señal: cambios en el sol y en la luna (Lc 21,25-26) que anuncian la llegada del Hijo del Hombre. (Lc 21,27-28).
Conclusión: falta poco, todo está conforme con el plan de Dios, todo es dolor de parto, Dios está con nosotros. Nos da fuerza para aguantar. Vamos a testimoniar la Buena Noticia de Dios traída por Jesús. En definitiva, Jesús confirma todo con su autoridad (Lc 21,29-33).
Fuente: ocarm.org
viernes, 27 de noviembre de 2015
Lucas 21,29-33: Clave de lectura
Lucas 21,29-33
En aquel tiempo, puso Jesús una parábola a sus discípulos: "Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán."
— Clave de lectura
El evangelio de hoy nos trae las recomendaciones finales del discurso apocalíptico. Jesús insiste en dos puntos:
(a) en la atención que hay que dar a los signos de los tiempos (Lc 21,29-31)
(b) en la esperanza, fundada en la palabra de Jesús, que expulsa el miedo y la desesperanza (Lc 21,32-33).
• Lucas 21,29-31: Mirad la higuera y todos los árboles
Jesús manda mirar la naturaleza: "Mirad la higuera y todos los demás árboles. Cuando veis que echan brotes, sabéis que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que el Reino de Dios está cerca”.
Jesús pide que la gente contemple los fenómenos de la naturaleza para aprender de ellos cómo leer e interpretar las cosas que están aconteciendo en el mundo. Los brotes en la higuera son una señal evidente de que el verano está llegando. Así también aquellas siete señales son la prueba de que “¡el Reino de Dios está cerca!” Hacer este discernimiento no es fácil.
Una persona sola no se da cuenta del mensaje. Es reflexionando juntos en comunidad que la luz aparece. Y la luz es ésta: experimentar en todo lo que acontece una llamada a no encerrarse en el momento presente, sino mantener el horizonte abierto y percibir en todo una flecha que apunta más allá, hacia el futuro.
Pero la hora exacta de la llegada del Reino nadie la sabe. En el evangelio de Marcos, Jesús llega a decir: "Cuanto a ese día o a esa hora, nadie la conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre." (Mc 13,32).
• Lucas 21,32-33: “Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”
Esta palabra de Jesús evoca la profecía de Isaías que decía: "Toda carne es hierba y toda su gloria como flor del campo. Sécase la hierba, marchítase la flor cuando pase sobre ella el soplo de Yahvé. Sécase la hierba, marchítase la flor, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre” (Is 40,7-8). La palabra de Jesús es la fuente de nuestra esperanza. ¡Lo que dice acaecerá!
• La venida del Mesías y el fin del mundo
Mucha gente vive preocupada con el fin del mundo. Algunos se basan en una lectura errada y fundamentalista del Apocalipsis de Juan, y llegan a calcular la fecha exacta del fin del mundo. En el pasado, a partir de los “mil años” mencionados en el Apocalipsis (Ap 20,7), la gente solía repetir: “¡El año 1000 pasó, pero el 2000 no pasará!” Por esto, en la medida en que se iba acercando el año 2000, muchos quedaban preocupados. Pero el año 2000 pasó y ¡el fin del mundo no llegó!
La misma problemática estaba viva en las comunidades cristianas de los primeros siglos. Ellas vivían en la expectativa de la venida inminente de Jesús. Jesús vendría a realizar el Juicio Final para terminar con la historia injusta del mundo acá abajo e inaugura una nueva fase de la historia, la fase definitiva del Nuevo Cielo y de la Nueva Tierra.
Pensaban que esto ocurriría dentro de una o dos generaciones. Mucha gente estaría con vida todavía cuando Jesús iba a aparecer glorioso en el cielo (1Ts 4,16-17; Mc 9,1). Y había hasta personas que habían dejado de trabajar, porque pensaban que la venida fuera cosa de pocos días o de semanas (2Tes 2,1-3; 3,11). Así pensaban.
Pero hasta ahora, la venida de Jesús ¡todavía no ha ocurrido! ¿Cómo entender esta demora? En las calles de la ciudad, la gente ve pintadas en las paredes las palabras ¡Jesús volverá! ¿Viene o no viene? ¿Y cómo será su venida? Muchas veces la afirmación “Jesús volverá” es usada para dar miedo a las personas y obligarlas a ir a una determinada iglesia.
En el Nuevo Testamento, el retorno de Jesús es siempre motivo de alegría y de paz. Para los explotados y oprimidos, la venida de Jesús es una Buena Noticia. ¿Cuándo vendrá? Entre los judíos, las opiniones eran muy variadas. Los saduceos y los herodianos decían: “¡Los tiempos mesiánicos llegaron ya!” Pensaban que su bienestar durante el gobierno de Herodes fuera expresión del Reino de Dios. Por esto, no querían cambio y estaban en contra de la predicación de Jesús que convocaba a la gente para cambiar y convertirse.
Los fariseos decían: “¡La llegada del Reino va a depender de nuestro esfuerzo en la observancia de la ley!” Los esenios decían: “El Reino prometido llegará sólo cuando hayamos purificado el país de todas las impurezas”.
Entre los cristianos había la misma variedad de opiniones. Algunos de la comunidad de Tesalónica en Grecia, apoyándose en la predicación de Pablo, decían: “¡Jesús volverá!” (1 Tes 4,13-18; 2 Tes 2,2). Pablo responde que no era tan simple como se lo imaginaban. Y a los que habían dejado de trabajar decía: “¡Quien no quiere trabajar, que no coma!” (2Tes 3,10).
Probablemente se trataba de gente que a la hora del almuerzo iba a mendigar comida a casa del vecino. Los cristianos opinaban que Jesús volvería después que el evangelio fuera anunciado al mundo entero (Hechos 1,6-11). Y pensaban que cuanto mayor fuera el esfuerzo de evangelizar, más rápidamente vendría el fin del mundo. Otros, cansados de esperar, decían: “¡No volverá!” (2 Pd 3,4). Otros basándose en las palabras de Jesús, decían con acierto: “¡Ya está en medio de nosotros!” (Mt 25,40).
Hoy pasa lo mismo. Hay gente que dice: “Como van las cosas, está bien tanto en la Iglesia como en la sociedad”. No quieren cambios. Otros esperan el retorno inmediato de Jesús. Otros piensan que Jesús volverá por medio de nuestro trabajo y anuncio. Para nosotros, Jesús está en medio de nosotros (Mt 28,20). El ya está de nuestro lado en la lucha por la justicia, por la paz, por la vida. Pero la plenitud no ha llegado todavía. Por esto, esperamos con firme esperanza la liberación total de la humanidad y de la naturaleza (Rom 8,22-25).
Fuente: ocarm.org
En aquel tiempo, puso Jesús una parábola a sus discípulos: "Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán."
— Clave de lectura
El evangelio de hoy nos trae las recomendaciones finales del discurso apocalíptico. Jesús insiste en dos puntos:
(a) en la atención que hay que dar a los signos de los tiempos (Lc 21,29-31)
(b) en la esperanza, fundada en la palabra de Jesús, que expulsa el miedo y la desesperanza (Lc 21,32-33).
• Lucas 21,29-31: Mirad la higuera y todos los árboles
Jesús manda mirar la naturaleza: "Mirad la higuera y todos los demás árboles. Cuando veis que echan brotes, sabéis que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que el Reino de Dios está cerca”.
Jesús pide que la gente contemple los fenómenos de la naturaleza para aprender de ellos cómo leer e interpretar las cosas que están aconteciendo en el mundo. Los brotes en la higuera son una señal evidente de que el verano está llegando. Así también aquellas siete señales son la prueba de que “¡el Reino de Dios está cerca!” Hacer este discernimiento no es fácil.
Una persona sola no se da cuenta del mensaje. Es reflexionando juntos en comunidad que la luz aparece. Y la luz es ésta: experimentar en todo lo que acontece una llamada a no encerrarse en el momento presente, sino mantener el horizonte abierto y percibir en todo una flecha que apunta más allá, hacia el futuro.
Pero la hora exacta de la llegada del Reino nadie la sabe. En el evangelio de Marcos, Jesús llega a decir: "Cuanto a ese día o a esa hora, nadie la conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre." (Mc 13,32).
• Lucas 21,32-33: “Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”
Esta palabra de Jesús evoca la profecía de Isaías que decía: "Toda carne es hierba y toda su gloria como flor del campo. Sécase la hierba, marchítase la flor cuando pase sobre ella el soplo de Yahvé. Sécase la hierba, marchítase la flor, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre” (Is 40,7-8). La palabra de Jesús es la fuente de nuestra esperanza. ¡Lo que dice acaecerá!
• La venida del Mesías y el fin del mundo
Mucha gente vive preocupada con el fin del mundo. Algunos se basan en una lectura errada y fundamentalista del Apocalipsis de Juan, y llegan a calcular la fecha exacta del fin del mundo. En el pasado, a partir de los “mil años” mencionados en el Apocalipsis (Ap 20,7), la gente solía repetir: “¡El año 1000 pasó, pero el 2000 no pasará!” Por esto, en la medida en que se iba acercando el año 2000, muchos quedaban preocupados. Pero el año 2000 pasó y ¡el fin del mundo no llegó!
La misma problemática estaba viva en las comunidades cristianas de los primeros siglos. Ellas vivían en la expectativa de la venida inminente de Jesús. Jesús vendría a realizar el Juicio Final para terminar con la historia injusta del mundo acá abajo e inaugura una nueva fase de la historia, la fase definitiva del Nuevo Cielo y de la Nueva Tierra.
Pensaban que esto ocurriría dentro de una o dos generaciones. Mucha gente estaría con vida todavía cuando Jesús iba a aparecer glorioso en el cielo (1Ts 4,16-17; Mc 9,1). Y había hasta personas que habían dejado de trabajar, porque pensaban que la venida fuera cosa de pocos días o de semanas (2Tes 2,1-3; 3,11). Así pensaban.
Pero hasta ahora, la venida de Jesús ¡todavía no ha ocurrido! ¿Cómo entender esta demora? En las calles de la ciudad, la gente ve pintadas en las paredes las palabras ¡Jesús volverá! ¿Viene o no viene? ¿Y cómo será su venida? Muchas veces la afirmación “Jesús volverá” es usada para dar miedo a las personas y obligarlas a ir a una determinada iglesia.
En el Nuevo Testamento, el retorno de Jesús es siempre motivo de alegría y de paz. Para los explotados y oprimidos, la venida de Jesús es una Buena Noticia. ¿Cuándo vendrá? Entre los judíos, las opiniones eran muy variadas. Los saduceos y los herodianos decían: “¡Los tiempos mesiánicos llegaron ya!” Pensaban que su bienestar durante el gobierno de Herodes fuera expresión del Reino de Dios. Por esto, no querían cambio y estaban en contra de la predicación de Jesús que convocaba a la gente para cambiar y convertirse.
Los fariseos decían: “¡La llegada del Reino va a depender de nuestro esfuerzo en la observancia de la ley!” Los esenios decían: “El Reino prometido llegará sólo cuando hayamos purificado el país de todas las impurezas”.
Entre los cristianos había la misma variedad de opiniones. Algunos de la comunidad de Tesalónica en Grecia, apoyándose en la predicación de Pablo, decían: “¡Jesús volverá!” (1 Tes 4,13-18; 2 Tes 2,2). Pablo responde que no era tan simple como se lo imaginaban. Y a los que habían dejado de trabajar decía: “¡Quien no quiere trabajar, que no coma!” (2Tes 3,10).
Probablemente se trataba de gente que a la hora del almuerzo iba a mendigar comida a casa del vecino. Los cristianos opinaban que Jesús volvería después que el evangelio fuera anunciado al mundo entero (Hechos 1,6-11). Y pensaban que cuanto mayor fuera el esfuerzo de evangelizar, más rápidamente vendría el fin del mundo. Otros, cansados de esperar, decían: “¡No volverá!” (2 Pd 3,4). Otros basándose en las palabras de Jesús, decían con acierto: “¡Ya está en medio de nosotros!” (Mt 25,40).
Hoy pasa lo mismo. Hay gente que dice: “Como van las cosas, está bien tanto en la Iglesia como en la sociedad”. No quieren cambios. Otros esperan el retorno inmediato de Jesús. Otros piensan que Jesús volverá por medio de nuestro trabajo y anuncio. Para nosotros, Jesús está en medio de nosotros (Mt 28,20). El ya está de nuestro lado en la lucha por la justicia, por la paz, por la vida. Pero la plenitud no ha llegado todavía. Por esto, esperamos con firme esperanza la liberación total de la humanidad y de la naturaleza (Rom 8,22-25).
Fuente: ocarm.org
jueves, 26 de noviembre de 2015
Lucas 21,20-28: "Alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación"
Lucas 21,20-28
Jueves de la 34 Semana del Tiempo Ordinario I y II
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo. Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora. Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación."
Jueves de la 34 Semana del Tiempo Ordinario I y II
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo. Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora. Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación."
miércoles, 25 de noviembre de 2015
Lucas 21,12-19: Claves de lectura
Lucas 21,12-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas."
— Claves de lectura
En el evangelio de hoy, que es la continuación del discurso iniciado ayer, Jesús enumera una señal más para ayudar las comunidades a situarse en los hechos y a no perder la fe en Dios, ni el valor para resistir contra los embates del imperio romano. Repetimos las cinco primeras señales del evangelio de ayer:
1a señal: los falsos mesías (Lc 21,8);
2a señal: guerras y revoluciones (Lc 21,9);
3a señal: nación contra otra nación, un reino contra otro reino, (Lc 21,10);
4a señal: terremotos en varios lugares (Lc 21,11);
5a señal: hambre, peste y señales en el cielo (Lc 21,11);
Hasta aquí el evangelio de ayer. Ahora, en el evangelio de hoy, hay una señal más:
6a señal: la persecución de los cristianos (Lc 21,12-19)
— Lucas 21,12. La sexta señal: la persecución
Varias veces Jesús avisó a los discípulos de que iban a ser perseguidos. Aquí, en el último discurso, repite lo mismo y hace saber que hay que tener en cuenta la persecución a la hora de discernir los signos de los tiempos: "Pero, antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, os entregarán a las sinagogas y cárceles y os llevarán ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio”.
Y de estos acontecimientos, aparentemente tan negativos, Jesús había dicho: “No os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato. " (Lc 21,9).
El evangelio de Marcos añade que todas estas señales son "¡apenas el comienzo de los dolores de parto!" (Mc 13,8) Ahora bien, los dolores de parto, aún siendo muy dolorosos para la madre, no son señal de muerte, sino de vida. ¡No son motivos de temor, sino de esperanza! Esta manera de leer los hechos daba mucha tranquilidad a las comunidades perseguidas.
Leyendo u oyendo estas señales, profetizadas por Jesús en el año 33, los lectores de Lucas de los años ochenta podían concluir: "Todas estas cosas están aconteciendo según el plan previsto y anunciado por Jesús. por tanto, la historia no se escapó de las manos de Dios. ¡Dios está con nosotros!
— Lucas 21,13-15: La misión de los cristianos en la época de la persecución
La persecución no es una fatalidad, ni puede ser motivo de desaliento o de desesperación, sino que hay que considerarla como una oportunidad, ofrecida por Dios, para que las comunidades lleven a cabo la misión de testimoniar con valor la Buena Noticia de Dios. Jesús dice: “esto os sucederá para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios.”.
Por medio de esta afirmación, Jesús anima a los cristianos perseguidos que vivían angustiados. Hace saber que, aunque perseguidos, ellos tenían que cumplir una misión, a saber: dar testimonio de la Buena Noticia de Dios y así, ser una señal del Reino (Hechos 1,8). El testimonio valiente llevaría a la gente a repetir lo que dijeron los magos de Egipto ante las señales y el valor de Moisés y Aarón: “¡Aquí está la mano de Dios!” (Ex 8,15).
Conclusión: si las comunidades no deben preocuparse, si todo está en las manos de Dios, si todo estaba ya previsto por Dios, si todo no es que dolor de parto, entonces no hay motivo para quedarse preocupados.
— Lucas 21,16-17: Persecución dentro de la familia
“Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros.”. La persecución no viene de fuera, de parte del imperio, sino que viene de dentro, de la familia misma. En una misma familia, unos aceptaban la Buena Noticia, otros no. El anuncio de la Buena Noticia producía divisiones en la misma familia. Había personas que, basándose en la Ley de Dios, llegaban a denunciar y a matar a sus propios familiares que se declaraban seguidores de Jesús (Dt 13,7-12).
— Lucas 21,18-19: La fuente de esperanza y de resistencia
“Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. Esta observación final de Jesús recuerda la otra palabra que Jesús había dicho: “¡ni un cabello de vuestra cabeza caerá!” (Lc 21,18). Esta comparación era una llamada fuerte a no perder la fe y a seguir firme en la comunidad. Confirma lo que Jesús había hecho en otras ocasiones: “Quien quiere salvar su vida, la pierde, pero aquel que pierde su vida por causa mía, la salvará” (Lc 9,24).
Fuente: ocarm.org
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas."
— Claves de lectura
En el evangelio de hoy, que es la continuación del discurso iniciado ayer, Jesús enumera una señal más para ayudar las comunidades a situarse en los hechos y a no perder la fe en Dios, ni el valor para resistir contra los embates del imperio romano. Repetimos las cinco primeras señales del evangelio de ayer:
1a señal: los falsos mesías (Lc 21,8);
2a señal: guerras y revoluciones (Lc 21,9);
3a señal: nación contra otra nación, un reino contra otro reino, (Lc 21,10);
4a señal: terremotos en varios lugares (Lc 21,11);
5a señal: hambre, peste y señales en el cielo (Lc 21,11);
Hasta aquí el evangelio de ayer. Ahora, en el evangelio de hoy, hay una señal más:
6a señal: la persecución de los cristianos (Lc 21,12-19)
— Lucas 21,12. La sexta señal: la persecución
Varias veces Jesús avisó a los discípulos de que iban a ser perseguidos. Aquí, en el último discurso, repite lo mismo y hace saber que hay que tener en cuenta la persecución a la hora de discernir los signos de los tiempos: "Pero, antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, os entregarán a las sinagogas y cárceles y os llevarán ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio”.
Y de estos acontecimientos, aparentemente tan negativos, Jesús había dicho: “No os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato. " (Lc 21,9).
El evangelio de Marcos añade que todas estas señales son "¡apenas el comienzo de los dolores de parto!" (Mc 13,8) Ahora bien, los dolores de parto, aún siendo muy dolorosos para la madre, no son señal de muerte, sino de vida. ¡No son motivos de temor, sino de esperanza! Esta manera de leer los hechos daba mucha tranquilidad a las comunidades perseguidas.
Leyendo u oyendo estas señales, profetizadas por Jesús en el año 33, los lectores de Lucas de los años ochenta podían concluir: "Todas estas cosas están aconteciendo según el plan previsto y anunciado por Jesús. por tanto, la historia no se escapó de las manos de Dios. ¡Dios está con nosotros!
— Lucas 21,13-15: La misión de los cristianos en la época de la persecución
La persecución no es una fatalidad, ni puede ser motivo de desaliento o de desesperación, sino que hay que considerarla como una oportunidad, ofrecida por Dios, para que las comunidades lleven a cabo la misión de testimoniar con valor la Buena Noticia de Dios. Jesús dice: “esto os sucederá para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios.”.
Por medio de esta afirmación, Jesús anima a los cristianos perseguidos que vivían angustiados. Hace saber que, aunque perseguidos, ellos tenían que cumplir una misión, a saber: dar testimonio de la Buena Noticia de Dios y así, ser una señal del Reino (Hechos 1,8). El testimonio valiente llevaría a la gente a repetir lo que dijeron los magos de Egipto ante las señales y el valor de Moisés y Aarón: “¡Aquí está la mano de Dios!” (Ex 8,15).
Conclusión: si las comunidades no deben preocuparse, si todo está en las manos de Dios, si todo estaba ya previsto por Dios, si todo no es que dolor de parto, entonces no hay motivo para quedarse preocupados.
— Lucas 21,16-17: Persecución dentro de la familia
“Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros.”. La persecución no viene de fuera, de parte del imperio, sino que viene de dentro, de la familia misma. En una misma familia, unos aceptaban la Buena Noticia, otros no. El anuncio de la Buena Noticia producía divisiones en la misma familia. Había personas que, basándose en la Ley de Dios, llegaban a denunciar y a matar a sus propios familiares que se declaraban seguidores de Jesús (Dt 13,7-12).
— Lucas 21,18-19: La fuente de esperanza y de resistencia
“Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. Esta observación final de Jesús recuerda la otra palabra que Jesús había dicho: “¡ni un cabello de vuestra cabeza caerá!” (Lc 21,18). Esta comparación era una llamada fuerte a no perder la fe y a seguir firme en la comunidad. Confirma lo que Jesús había hecho en otras ocasiones: “Quien quiere salvar su vida, la pierde, pero aquel que pierde su vida por causa mía, la salvará” (Lc 9,24).
Fuente: ocarm.org
martes, 24 de noviembre de 2015
Lucas 21,5-19, por M. Dolors Gaja, MN
Lucas 21,5-19
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: "Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido."Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?"Él contesto: "Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca; no vayáis tras ellos.Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida."Luego les dijo: "Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio.Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía.Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas."
Comentario de M. Dolors Gaja, MN
UNA MIRADA PROFUNDA
El Templo de Jerusalén era el orgullo de todo judío. Y una maravilla para todos. Pero frente a la majestuosidad, la imponente construcción y la gloria Jesús va más allá. Nada humano, ni el Templo con todo lo que significa, puede convertirse en referente total y absoluto de la persona. Porque Absoluto solo es Dios.
Hemos visto morir grandes civilizaciones, personas que eran el centro de un país, genios y artistas. Hace una generación todo el mundo conocía la sentencia: “sic transit gloria mundi” (así pasa la gloria del mundo). Pero resulta muy fácil encandilarse, buscar seguridades falsas (una persona, un movimiento religioso, un partido político…). El evangelio de hoy nos pide la libertad de tener como único referente en nuestra vida a Dios.
UN DISCERNIMIENTO
Oirás cantos de sirena. No los sigas. Seguir, sólo a Jesús. Para eso hay que tener un corazón atento y capacidad de discernimiento. Reflexionar y distinguir la verdad de la apariencia de verdad. “No os dejéis engañar”. Y ¿cómo distinguir?
La voz de Dios, dicen los santos, produce paz, alegría, sosiego. Aun cuando pueda ser muy exigente y hacer llorar el alma…queda un trasfondo de paz. Esa es la auténtica señal: el gozo. El resto son cantos de sirena.
DEL CAOS AL ORDEN
Confusión, guerra, terremotos, persecuciones…que el cristiano debe atravesar sin miedo, con la confianza puesta en Dios, abandonado a su amor. Porque ni un solo cabello nuestro perecerá…Dios es Dios de vida, todo lo que es muerte no viene de Él. Pongamos la mirada en Él.
LA PERSEVERANCIA SALVARÁ…EL ALMA.
Jesús vino a regalarnos la esperanza. Basta perseverar, ser constantes y tenaces. ¿En qué? Tan sólo en amar. Dios no quiere mis obras sino mi corazón.
Si lo pongo en sus manos…ya estoy salvado.
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: "Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido."Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?"Él contesto: "Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca; no vayáis tras ellos.Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida."Luego les dijo: "Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio.Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía.Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas."
Comentario de M. Dolors Gaja, MN
UNA MIRADA PROFUNDA
El Templo de Jerusalén era el orgullo de todo judío. Y una maravilla para todos. Pero frente a la majestuosidad, la imponente construcción y la gloria Jesús va más allá. Nada humano, ni el Templo con todo lo que significa, puede convertirse en referente total y absoluto de la persona. Porque Absoluto solo es Dios.
Hemos visto morir grandes civilizaciones, personas que eran el centro de un país, genios y artistas. Hace una generación todo el mundo conocía la sentencia: “sic transit gloria mundi” (así pasa la gloria del mundo). Pero resulta muy fácil encandilarse, buscar seguridades falsas (una persona, un movimiento religioso, un partido político…). El evangelio de hoy nos pide la libertad de tener como único referente en nuestra vida a Dios.
UN DISCERNIMIENTO
Oirás cantos de sirena. No los sigas. Seguir, sólo a Jesús. Para eso hay que tener un corazón atento y capacidad de discernimiento. Reflexionar y distinguir la verdad de la apariencia de verdad. “No os dejéis engañar”. Y ¿cómo distinguir?
La voz de Dios, dicen los santos, produce paz, alegría, sosiego. Aun cuando pueda ser muy exigente y hacer llorar el alma…queda un trasfondo de paz. Esa es la auténtica señal: el gozo. El resto son cantos de sirena.
DEL CAOS AL ORDEN
Confusión, guerra, terremotos, persecuciones…que el cristiano debe atravesar sin miedo, con la confianza puesta en Dios, abandonado a su amor. Porque ni un solo cabello nuestro perecerá…Dios es Dios de vida, todo lo que es muerte no viene de Él. Pongamos la mirada en Él.
LA PERSEVERANCIA SALVARÁ…EL ALMA.
Jesús vino a regalarnos la esperanza. Basta perseverar, ser constantes y tenaces. ¿En qué? Tan sólo en amar. Dios no quiere mis obras sino mi corazón.
Si lo pongo en sus manos…ya estoy salvado.
Cristo Rey, por Hilari Raguer
Leían a Carlomagno el relato de la Pasión del Señor, y el emperador interrumpió la lectura diciendo: “¡Si hubiera estado yo allí con mis valientes soldados francos, Jesús no habría muerto!” El clérigo lector le contestó: “Entonces no estaríamos aún redimidos…”. Jesús recibió una doble sentencia de muerte: un tribunal judío lo condenó por considerarse Hijo de Dios y un tribunal romano por proclamarse rey.
Si ante los judíos se hubiese proclamado rey, no solo lo habrían absuelto sino que lo habrían reconocido como Mesías, tal como más de una vez habían intentado hacerlo. Si ante el tribunal romano se hubiese declarado Hijo de Dios, lo habrían absuelto por loco. Pero Jesús lo hizo todo al revés, se proclamó Hijo de Dios en el proceso judío y rey en el proceso político, y así ambos le condenaron a muerte.
El diálogo de Jesús ante Pilato según san Juan es de una gran riqueza doctrinal. Parece, a primera vista, que Jesús da una respuesta evasiva a la pregunta de si es el rey de los judíos: “¿Sale de ti, lo que me preguntas, o son otros los que te lo han dicho de mí?”. Pero es que la pregunta tenía un alcance muy distinto según de quien viniera.
En boca de los judíos, había que entenderla en el sentido religioso que tenían las profecías mesiánicas; en boca de Pilato, preguntaba por una soberanía política y militar, y en este sentido Jesús no era rey, y por esto precisa: “Mi realeza no es de este mundo”; si lo fuera, tendría un ejército que lo defendería. Ya en Getsemaní, cuando fue detenido, Jesús había dicho a Pedro, que trataba de defenderle con la espada: “¿Crees acaso que no podría yo pedir ayuda a mi Padre? Ahora mismo me enviaría más de doce legiones de ángeles”.
En cambio, en el sentido religioso sí que era rey. Por eso cuando Pilato insiste en preguntarle si es rey, Jesús responde que, en efecto, lo es, pero que su reino no es de este mundo y no consiste en conquistar pueblos por las armas e imponerles tributos, sino en dar testimonio de la verdad, y que sus súbditos no son tales por derecho de conquista, sino porque los que son de la verdad escuchan su voz. Su reino se extenderá por la fuerza de la verdad, no por la fuerza de legiones armadas. Jesús triunfa no matando sino muriendo, y sus apóstoles esparcen el evangelio por todo el mundo del mismo modo, dando testimonio de la verdad hasta la muerte.
Más de una vez ha caído la Iglesia (sobre todo en siglos pasados) en la tentación en entender el reino de Dios en aquella forma que Jesús rechazó expresamente ante Pilato y ha apelado a la fuerza de las armas para imponer el cristianismo. En tiempos más recientes, sin llegar a una contradicción tan flagrante, se ha caído en una tentación más sutil: confiar en el poder político y servirse del aparato del Estado y de sus recursos, en vez de poner la confianza en la fuerza del evangelio. El Vaticano II tuvo que recordar, tal como ya afirmaba la teología clásica, que la fe no puede ser auténtica si no es libre, y que por tanto no hay fe auténtica si no se respeta la libertad religiosa; no solo la nuestra, sino también la de los creyentes de otras religiones. El Papa Francisco, en Bolivia, pidió perdón por los crímenes de la conquista, aunque ésta fuera instrumento de la evangelización.
León XIII promulgó en 1882 la encíclica Cum multa tratando (sin éxito) de poner fin a las luchas entre los católicos españoles integristas y los liberales. Aquel Papa (el primero que afrontó valientemente el mundo contemporáneo salido de la Revolución francesa y repudió la secular alianza del trono y el altar) condenaba dos errores opuestos sobe el modo de entender la relación entre religión y política: el de los liberales, que las separaban totalmente, y el de los integristas, que las confundían. Dijo que así como hay que evitar el “impío error” de querer gobernar una nación sin tener en cuenta a Dios, “así también hay que huir de la equivocada opinión de los que mezclan y casi identifican la religión con un determinado partido político, hasta el punto de tener por separados del catolicismo a los que pertenecen a otro partido” (por eso los integristas llamaban “mestizos” a los católicos liberales).
Que el reino de Cristo no sea de este mundo no significa que no tenga nada que ver con él. Contra una espiritualidad desencarnada, el Magisterio de la Iglesia enseña que el cristianismo, además de transformar las personas, ha de redundar en la sociedad humana y en sus estructuras e instituciones. Tal es el sentido específico de la solemnidad de Cristo Rey, instituida por Pío XI (el Papa de la Acción Católica) en 1925.
Sin recaer en la tentación medieval de pretender un poder político directo o indirecto (las tres coronas de la tiara pontificia querían simbolizar su potestad espiritual directa sobre la Iglesia, la también directa sobre los estados pontificios y la indirecta sobre todos los reinos y estados), Pío XI proclamaba con esta fiesta que los cristianos no se han de encerrar en una concepción individualista y meramente espiritualista de la religión, sino que tienen el deber de contribuir a reformar la sociedad a fin de que se vuelva más justa, fraterna y solidaria, tal como ha explicado el Magisterio más reciente en encíclicas y otros documentos. Es lo que se ha llamado el “reinado social” de Cristo.
El magnífico prefacio de esta fiesta precisa muy bien a qué nivel se sitúa el Reino de Cristo: “Reino de verdad y de vida, Reino de santidad y de gracia, Reino de justicia, de amor y de paz”. He aquí los cuatro grandes valores que Juan XXIII, en su inmortal encíclica Pacem in terris, propuso a los cristianos, y también “a todos los hombres de buena voluntad”, como condición para alcanzar la verdadera paz: verdad, justicia, libertad y (sobre todo) amor.
SOBRE EL AUTOR: Hilari Raguer nació en Madrid en 1928 de padres catalanes que regresaron a Barcelona en 1929. Licenciado en Derecho en la Universidad de Barcelona el 1950. Siendo estudiante perteneció al Grup Torras i Bages, de universitarios católicos, nacionalistas y antifranquistas, al que pertenecieron los que más tarde serían líderes políticos Jordi Pujol y Joan Reventós. Fue detenido en la huelga de tranvías de 1951 y estuvo preso en el castillo de Montjuïc siete meses y medio. En 1954 ingresó en el monasterio de Montserrat, donde fue ordenado sacerdote en 1960. En Montserrat ha sido profesor de Sagrada Escritura, Historia contemporánea de la Iglesia y otras materias. Estuvo en el monasterio benedictino de Envigado-Medellín (Colombia) en 1962-1964 y allí fue maestro de novicios, profesor de Sagrada Escritura y de Liturgia en el Seminario Mayor, en la Facultad de Teología de la Universidad Bolivariana y en el Instituto de Liturgia Pastoral del CELAM, así como encargado del Secretariado Nacional de Liturgia de Colombia. Es miembro del equipo internacional , dirigido por Giuseppe Alberigo, que ha editado una historia monumental del Concilio Vaticano II en cinco volúmenes.
lunes, 23 de noviembre de 2015
Lucas 21,1-4 por fr. Domenico Sprecacenere, O.P.
Lucas 21,1-4
Lunes de la 34 Semana del Tiempo Ordinario, Año I
En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo: "Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir."
— Estudio
Este relato evangélico cuenta con unos paralelos en Marcos 12,41-44 y en Lucas 21,1-4. En el paralelo de Marcos, se nos narra que la multitud echaba monedas en el Tesoro del Templo (gazofilacio). Este era el lugar donde se conservaban las riquezas que serían usadas para financiar las necesidades del templo y de los sacerdotes como de los pobres y las viudas.
En el Antiguo Testamento ser rico era considerado como un valor positivo. Era una condición establecida por la posesión de rebaños, descendencia y servidumbre, que eran dones de Dios, pero todo ello en un contexto donde la diferencia social entre ricos y pobres no constituía todavía un problema.
Es en el Nuevo Testamento donde el termino “rico” se comienza a identificar con una categoría de persona que posee bienes materiales y que ha concentrado la propia vida tras ellos, viviendo el gran riesgo de ser alejado de la escucha de Dios.
En el mismo evangelio de Lucas en el capítulo 18 dice: 25 Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja, que para un rico entrar en el Reino de Dios.
El término viuda en el Antiguo Testamento viene usado para indicar la mujer “privada” de su marido. Una mujer que vive en condiciones de indigencia. Son contadas entre los miembros del pueblo necesitados de protección, equiparadas en los textos con los niños y los extranjeros.
En el Nuevo Testamento la figura de la viuda continua siendo considerada del mismo modo, tanto que la comunidad asumirá la responsabilidad por ellas. De hecho encontramos lo siguiente al comienzo de la carta de Santiago 1, 27: La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo.
— Meditación
La mujer, habiendo depositado las dos monedas, se entregó de hecho toda ella en las manos de Dios. Toda sí misma, todo aquello que tenía para vivir. Puede ser útil traer a la mente el fragmento donde Jesús, en Marcos 8, 35, dice: “…quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”.
Contrario a esto, los ricos dan solo lo que para ellos es superfluo, teniendo siempre cerca lo necesario para vivir. Pensemos de nuevo en el fragmento de Mateo 19, 16-23: “16 Maestro ¿Qué he de hacer de bueno para conseguir la vida eterna?”……21 Jesús le dijo: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos, luego sígueme”. 22 Al oír estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.
Pienso que nuestra “meditatio” pueda y deba concentrarse sobre la diferencia entre los dos modos de proceder. Aquel del que es atraído por el Señor, pero que permanece con el corazón ligado a los bienes materiales y entonces no logra dar todo de sí mismo, y aquél del que no es solo atraído del Señor, sino que hace de él la propia riqueza y la propia seguridad. Total confianza en él y en su providencia.
Añado solo un punto más sobre el que se podría reflexionar. Mateo 5, 3 nos dice: Felices los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. ¡Quienes son estos pobres en espíritu sino aquellos que renuncian no solo a los propios bienes, sino también a una voluntad propia, llegando a hacer de la voluntad divina la propia! Creo poder afirmar que esto es lo máximo que cada de nosotros pueda “depositar” en nuestro gazofilacio cotidiano.
— Oración
Dios Padre, te suplicamos en nombre de Jesucristo que nos enseñes a vencer el miedo de morir a nosotros mismos, el miedo de desprendernos de los bienes materiales, para así poder dar aquel paso más hacia la verdad. Concédenos saber perseverar en el camino hacia la vida eterna confiando cada una de nuestras necesidades a tu divina Providencia, que jamás nos permitirá faltar de nada. En íntima unidad con tu Hijo, danos hoy cada cosa por la intercesión de María Santísima y de todos los santos.
Lunes de la 34 Semana del Tiempo Ordinario, Año I
En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo: "Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir."
— Estudio
Este relato evangélico cuenta con unos paralelos en Marcos 12,41-44 y en Lucas 21,1-4. En el paralelo de Marcos, se nos narra que la multitud echaba monedas en el Tesoro del Templo (gazofilacio). Este era el lugar donde se conservaban las riquezas que serían usadas para financiar las necesidades del templo y de los sacerdotes como de los pobres y las viudas.
En el Antiguo Testamento ser rico era considerado como un valor positivo. Era una condición establecida por la posesión de rebaños, descendencia y servidumbre, que eran dones de Dios, pero todo ello en un contexto donde la diferencia social entre ricos y pobres no constituía todavía un problema.
Es en el Nuevo Testamento donde el termino “rico” se comienza a identificar con una categoría de persona que posee bienes materiales y que ha concentrado la propia vida tras ellos, viviendo el gran riesgo de ser alejado de la escucha de Dios.
En el mismo evangelio de Lucas en el capítulo 18 dice: 25 Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja, que para un rico entrar en el Reino de Dios.
El término viuda en el Antiguo Testamento viene usado para indicar la mujer “privada” de su marido. Una mujer que vive en condiciones de indigencia. Son contadas entre los miembros del pueblo necesitados de protección, equiparadas en los textos con los niños y los extranjeros.
En el Nuevo Testamento la figura de la viuda continua siendo considerada del mismo modo, tanto que la comunidad asumirá la responsabilidad por ellas. De hecho encontramos lo siguiente al comienzo de la carta de Santiago 1, 27: La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo.
— Meditación
La mujer, habiendo depositado las dos monedas, se entregó de hecho toda ella en las manos de Dios. Toda sí misma, todo aquello que tenía para vivir. Puede ser útil traer a la mente el fragmento donde Jesús, en Marcos 8, 35, dice: “…quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”.
Contrario a esto, los ricos dan solo lo que para ellos es superfluo, teniendo siempre cerca lo necesario para vivir. Pensemos de nuevo en el fragmento de Mateo 19, 16-23: “16 Maestro ¿Qué he de hacer de bueno para conseguir la vida eterna?”……21 Jesús le dijo: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos, luego sígueme”. 22 Al oír estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.
Pienso que nuestra “meditatio” pueda y deba concentrarse sobre la diferencia entre los dos modos de proceder. Aquel del que es atraído por el Señor, pero que permanece con el corazón ligado a los bienes materiales y entonces no logra dar todo de sí mismo, y aquél del que no es solo atraído del Señor, sino que hace de él la propia riqueza y la propia seguridad. Total confianza en él y en su providencia.
Añado solo un punto más sobre el que se podría reflexionar. Mateo 5, 3 nos dice: Felices los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. ¡Quienes son estos pobres en espíritu sino aquellos que renuncian no solo a los propios bienes, sino también a una voluntad propia, llegando a hacer de la voluntad divina la propia! Creo poder afirmar que esto es lo máximo que cada de nosotros pueda “depositar” en nuestro gazofilacio cotidiano.
— Oración
Dios Padre, te suplicamos en nombre de Jesucristo que nos enseñes a vencer el miedo de morir a nosotros mismos, el miedo de desprendernos de los bienes materiales, para así poder dar aquel paso más hacia la verdad. Concédenos saber perseverar en el camino hacia la vida eterna confiando cada una de nuestras necesidades a tu divina Providencia, que jamás nos permitirá faltar de nada. En íntima unidad con tu Hijo, danos hoy cada cosa por la intercesión de María Santísima y de todos los santos.
Lucas 21,1-4 Claves de lectura
Lucas 21,1-4
Lunes de la 34 Semana del Tiempo Ordinario, Año I
En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo: "Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir."
— Claves de lectura, por la Orden Carmelitana
En el Evangelio de hoy, Jesús elogia a una viuda pobre que sabe compartir más que los ricos. Muchos pobres de hoy hacen lo mismo. La gente dice: “El pobre no deja morir de hambre al pobre”. Pero a veces, ¡ni esto es posible! Doña Cícera que vivía en el interior de Paraíba, Brasil, se fue a vivir a la ciudad y decía: “En el campo, la gente era pobre, pero siempre había una cosita para dividirla con el pobre que llamaba a la puerta. ¡Ahora que estoy aquí, en la ciudad, cuando veo a un pobre que llama a la puerta, me escondo de vergüenza porque no tengo nada en casa para darle!” De un lado: gente rica que tiene todo, pero que no quiere compartir. Por el otro: gente pobre que no tiene casi nada, pero que quiere compartir lo poco que tiene.
Al comienzo de la Iglesia, las primeras comunidades cristianas, eran de gente pobre (1 Cor 1,26). Poco a poco fueron entrando también personas más ricas, lo cual trajo consigo varios problemas. Las tensiones sociales, que marcaban al imperio romano, empiezan a marcar también la vida de las comunidades. Esto se manifestaba, por ejemplo, cuando se reunían para celebrar la cena (1Cor 11,20-22), o cuando tenían reuniones (Santiago 2,1-4). Por esto, la enseñanza del gesto de la viuda era muy actual, tanto para ellos, como para nosotros hoy.
Lucas 21,1-2: La limosna de la viuda
Jesús estaba ante el arca del Templo y observaba cómo la gente iba echando su limosna. Los pobres echaban pocos centavos, los ricos monedas de gran valor. Los cofres del Templo recibían mucho dinero. Todos echaban algo para la manutención del culto, para el sustento del clero y la conservación del edificio. Parte de este dinero era usada para ayudar a los pobres, pues en aquel tiempo no había seguridad social. Los pobres vivían de la caridad pública. Las personas más necesitadas eran los huérfanos y las viudas. Dependían en todo de la caridad de los demás, pero así mismo, trataban de compartir con otros lo poco que poseían. Así, una viuda bien pobre, pone su limosna en el arca del Templo. ¡Nada más que dos centavos!
Lucas 21,3-4: El comentario de Jesús
¿Qué vale más: los pocos centavos de la viuda o las muchas monedas de los ricos? Para la mayoría, las monedas de los ricos eran mucho más útiles para hacer la caridad que los pocos centavos de la viuda. Los discípulos, por ejemplo, pensaban que el problema de la gente podía resolverse sólo con mucho dinero. Cuando la multiplicación de los panes, ellos habían sugerido comprar pan para dar de comer a la gente (Lc 9,13; Mc 6,37). Felipe llegó a decir: “¡Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno reciba un pedacito!” (Jn 6,7). De hecho, para aquel que piensa de esa manera, los dos centavos de la viuda no sirven para nada. Pero Jesús dice: “De verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que nadie”.
Jesús tiene criterios diferentes. Al llamar la atención de los discípulos hacia el gesto de la viuda, les enseña a ellos y a nosotros dónde debemos procurar ver la manifestación de la voluntad de Dios, a saber, en los pobres y en el compartir. Y un criterio muy importante es el siguiente: “Porque todos éstos han echado como donativo de lo que les sobra, ésta en cambio ha echado de lo que necesita, de todo lo que tiene para vivir.»
— Limosna, compartir, riqueza
La práctica de dar limosnas era muy importante para los judíos. Era considerada una “buena obra”, pues la ley del Antiguo Testamento decía: “Nunca dejará de haber pobres en la tierra; por esto te doy este mandamiento: abrirás tu mano a tu hermano, al necesitado y al pobre de tu tierra”. (Dt 15,11).
Las limosnas, colocadas en el arca del Templo, sea para el culto, sea para los necesitados, los huérfanos o las viudas, eran consideradas como una acción agradable a Dios (Eclo 35,2; cf. Eclo 17,17; 29,12; 40,24). Dar limosna era una manera de reconocer que todos los bienes y dones pertenecen a Dios y que nosotros no somos que administradores de esos dones. Pero la tendencia a la acumulación sigue muy fuerte. La conversión es necesaria siempre. Por eso Jesús dijo al joven rico: “Va, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres” (Mc 10,21). La misma exigencia se repite en los otros evangelios: “Vended vuestros bienes y dadlos en limosna: haceos bolsas que no se gastan, un tesoro inagotable en los cielos, adonde ni el ladrón llega ni la polilla roe” (Lc 12,33-34; Mt 6,9-20).
La práctica del compartir y de la solidaridad es una de las características que el Espíritu de Jesús quiere realizar en las comunidades. El resultado de la efusión del Espíritu en el día de Pentecostés fue éste: “No había entre ellos indigentes, pues cuantos eran dueños de haciendas o casas las vendían y llevaban el precio de lo vendido y lo depositaban a los pies de los apóstoles” (Hechos 4,34-35ª; 2,44-45).
Estas limosnas colocadas a los pies de los apóstoles no se acumulaban, sino que “y a cada uno se le repartía según su necesidad” (Hechos 4,35b; 2,45). La entrada de los ricos en las comunidades cristianas posibilitó, por un lado, una expansión del cristianismo, al ofrecer mejores condiciones para los viajes misioneros. Pero por otro lado la tendencia a la acumulación bloqueaba el movimiento de la solidaridad y del compartir.
Santiago ayudaba a las personas a que tomaran conciencia del camino equivocado: “Y vosotros los ricos, llorad a gritos por las desventuras que os van a sobrevenir. Vuestra riqueza está podrida; vuestros vestidos, consumidos por la polilla; vuestro oro y vuestra plata, comidos de orín.” (Sant 5,1-3). Para aprender el camino del Reino, todos debemos volvernos alumnos de aquella pobre viuda, que compartió con los demás hasta lo necesario para vivir (Lc 21,4).
Fuente: ocarm.org
Lunes de la 34 Semana del Tiempo Ordinario, Año I
En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo: "Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir."
— Claves de lectura, por la Orden Carmelitana
En el Evangelio de hoy, Jesús elogia a una viuda pobre que sabe compartir más que los ricos. Muchos pobres de hoy hacen lo mismo. La gente dice: “El pobre no deja morir de hambre al pobre”. Pero a veces, ¡ni esto es posible! Doña Cícera que vivía en el interior de Paraíba, Brasil, se fue a vivir a la ciudad y decía: “En el campo, la gente era pobre, pero siempre había una cosita para dividirla con el pobre que llamaba a la puerta. ¡Ahora que estoy aquí, en la ciudad, cuando veo a un pobre que llama a la puerta, me escondo de vergüenza porque no tengo nada en casa para darle!” De un lado: gente rica que tiene todo, pero que no quiere compartir. Por el otro: gente pobre que no tiene casi nada, pero que quiere compartir lo poco que tiene.
Al comienzo de la Iglesia, las primeras comunidades cristianas, eran de gente pobre (1 Cor 1,26). Poco a poco fueron entrando también personas más ricas, lo cual trajo consigo varios problemas. Las tensiones sociales, que marcaban al imperio romano, empiezan a marcar también la vida de las comunidades. Esto se manifestaba, por ejemplo, cuando se reunían para celebrar la cena (1Cor 11,20-22), o cuando tenían reuniones (Santiago 2,1-4). Por esto, la enseñanza del gesto de la viuda era muy actual, tanto para ellos, como para nosotros hoy.
Lucas 21,1-2: La limosna de la viuda
Jesús estaba ante el arca del Templo y observaba cómo la gente iba echando su limosna. Los pobres echaban pocos centavos, los ricos monedas de gran valor. Los cofres del Templo recibían mucho dinero. Todos echaban algo para la manutención del culto, para el sustento del clero y la conservación del edificio. Parte de este dinero era usada para ayudar a los pobres, pues en aquel tiempo no había seguridad social. Los pobres vivían de la caridad pública. Las personas más necesitadas eran los huérfanos y las viudas. Dependían en todo de la caridad de los demás, pero así mismo, trataban de compartir con otros lo poco que poseían. Así, una viuda bien pobre, pone su limosna en el arca del Templo. ¡Nada más que dos centavos!
Lucas 21,3-4: El comentario de Jesús
¿Qué vale más: los pocos centavos de la viuda o las muchas monedas de los ricos? Para la mayoría, las monedas de los ricos eran mucho más útiles para hacer la caridad que los pocos centavos de la viuda. Los discípulos, por ejemplo, pensaban que el problema de la gente podía resolverse sólo con mucho dinero. Cuando la multiplicación de los panes, ellos habían sugerido comprar pan para dar de comer a la gente (Lc 9,13; Mc 6,37). Felipe llegó a decir: “¡Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno reciba un pedacito!” (Jn 6,7). De hecho, para aquel que piensa de esa manera, los dos centavos de la viuda no sirven para nada. Pero Jesús dice: “De verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que nadie”.
Jesús tiene criterios diferentes. Al llamar la atención de los discípulos hacia el gesto de la viuda, les enseña a ellos y a nosotros dónde debemos procurar ver la manifestación de la voluntad de Dios, a saber, en los pobres y en el compartir. Y un criterio muy importante es el siguiente: “Porque todos éstos han echado como donativo de lo que les sobra, ésta en cambio ha echado de lo que necesita, de todo lo que tiene para vivir.»
— Limosna, compartir, riqueza
La práctica de dar limosnas era muy importante para los judíos. Era considerada una “buena obra”, pues la ley del Antiguo Testamento decía: “Nunca dejará de haber pobres en la tierra; por esto te doy este mandamiento: abrirás tu mano a tu hermano, al necesitado y al pobre de tu tierra”. (Dt 15,11).
Las limosnas, colocadas en el arca del Templo, sea para el culto, sea para los necesitados, los huérfanos o las viudas, eran consideradas como una acción agradable a Dios (Eclo 35,2; cf. Eclo 17,17; 29,12; 40,24). Dar limosna era una manera de reconocer que todos los bienes y dones pertenecen a Dios y que nosotros no somos que administradores de esos dones. Pero la tendencia a la acumulación sigue muy fuerte. La conversión es necesaria siempre. Por eso Jesús dijo al joven rico: “Va, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres” (Mc 10,21). La misma exigencia se repite en los otros evangelios: “Vended vuestros bienes y dadlos en limosna: haceos bolsas que no se gastan, un tesoro inagotable en los cielos, adonde ni el ladrón llega ni la polilla roe” (Lc 12,33-34; Mt 6,9-20).
La práctica del compartir y de la solidaridad es una de las características que el Espíritu de Jesús quiere realizar en las comunidades. El resultado de la efusión del Espíritu en el día de Pentecostés fue éste: “No había entre ellos indigentes, pues cuantos eran dueños de haciendas o casas las vendían y llevaban el precio de lo vendido y lo depositaban a los pies de los apóstoles” (Hechos 4,34-35ª; 2,44-45).
Estas limosnas colocadas a los pies de los apóstoles no se acumulaban, sino que “y a cada uno se le repartía según su necesidad” (Hechos 4,35b; 2,45). La entrada de los ricos en las comunidades cristianas posibilitó, por un lado, una expansión del cristianismo, al ofrecer mejores condiciones para los viajes misioneros. Pero por otro lado la tendencia a la acumulación bloqueaba el movimiento de la solidaridad y del compartir.
Santiago ayudaba a las personas a que tomaran conciencia del camino equivocado: “Y vosotros los ricos, llorad a gritos por las desventuras que os van a sobrevenir. Vuestra riqueza está podrida; vuestros vestidos, consumidos por la polilla; vuestro oro y vuestra plata, comidos de orín.” (Sant 5,1-3). Para aprender el camino del Reino, todos debemos volvernos alumnos de aquella pobre viuda, que compartió con los demás hasta lo necesario para vivir (Lc 21,4).
Fuente: ocarm.org
domingo, 22 de noviembre de 2015
Juan 18,33b-37 Claves de lectura
Juan 18,33b-37
En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús:
— ¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús le contestó:
— ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?
Pilato replicó:
— ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?
Jesús le contestó:
— Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Pilato le dijo:
— Conque, ¿tú eres rey?
Jesús le contestó:
— Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.
— Para situar el episodio en su contexto:
Estos pocos versículos nos ayudan a entrar más profundamente todavía en el relato de la Pasión y nos conducen a un lugar cerrado, apartado, donde Jesús se encuentra solo, cara a cara con Pilato: el pretorio. Aquí es interrogado, responde, pregunta, continúa revelando su misterio de salvación. Jesús se muestra como rey y como pastor.
El pasaje forma parte de una sección más amplia, comprendida entre los versículos 28-40 y relata el proceso de Jesús ante el Gobernador.
Después de una noche de interrogatorios, de golpes, desprecios y traiciones, Jesús es entregado al poder romano y condenado a muerte, pero precisamente en esta muerte se revela Rey y Señor, Aquel que ha venido a dar la vida, justo por nosotros injustos, inocente por nosotros pecadores.
— vv. 33-34: Pilato entra en el pretorio e interroga a Jesús: ¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús no responde directamente sino que obliga a Pilato a poner en claro lo que tal realeza significa. Rey de los Judíos significa Mesías y es en cuanto Mesías como Jesús será juzgado y condenado.
— v. 35: Pilato parece responder con desprecio a lo que piden los judíos, quienes aparecen como acusadores de Jesús, los sumos sacerdotes y el pueblo, cada uno con su responsabilidad, como se lee en el prólogo: “Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron” (Jn 1,11) Sigue después la segunda pregunta de Pilato a Jesús; “¿Qué has hecho?, pero no tendrá respuesta.
— v. 36: Jesús responde a la primera pregunta de Pilato y por tres veces usa la expresión: “Mi reino”. Aquí nos ofrece una explicación sobre lo que pueda ser el reino y la realeza de Jesús: no es de este mundo, sino del mundo venidero, no tiene guardias o ministros para la lucha, sino la entrega amorosa de la vida en las manos del Padre.
— v. 37: El interrogatorio vuelve a la pregunta inicial, a la que Jesús sigue dando respuesta afirmativa: “Yo soy rey”, pero explicando su origen y su misión. Jesús ha nacido para nosotros, ha sido enviado para nosotros, para revelarnos la verdad del Padre.
— Jesús, el Rey atado y entregado
Un verbo gramatical emerge con fuerza de estas líneas rebotando ya desde los primeros versículos del relato de la Pasión: el verbo entregar, pronunciado aquí primero por Pilato y después por Jesús.
La “entrega del Cristo” es una realidad teológica de extrema importancia. Puede ser útil recorrerlo de nuevo, buscándolo en los signos a través de las páginas de la Escritura. Ante todo, parece que es el mismo Padre quien entrega a su Hijo Jesús, como un don para todos y para siempre.
Leo en Rom. 8, 32: “ Dios, que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos ha de dar con Él todas las cosas?” Al mismo tiempo, sin embargo, veo que es Jesús mismo, en la suprema libertad de su amor, quien se entrega por nosotros; dice San Pablo: “Cristo nos ha amado y se ha entregado a sí mismo por nosotros”.(Ef 5, 2. 25), pero me acuerdo también de estas palabras de Jesús: “Yo ofrezco mi vida por las ovejas; ninguno me la quita, sino que yo la ofrezco por mi mismo” (Jn 10,18). Por tanto, esta entrega es voluntaria: de amor y de donación.
En los relatos evangélicos aparece enseguida la entrega malvada por parte de Judas, llamado por esto el traidor, el que dice a los sumos sacerdotes: “¿Cuánto queréis darme para que os lo entregue?” (Mt 26, 15; Jn 12, 4; 18, 2.5).
Después son los Judíos los que entregan Jesús a Pilato: “Si no fuese un malhechor no te lo hubiéramos entregado” (Jn 18,30.35) y Pilato representa a los gentiles, como Él había ya anunciado: “El Hijo del Hombre.... será entregado a los paganos” (Mc 10,33).
Finalmente Pilato lo entrega de nuevo a los judíos, para que sea crucificado (Jn 19, 16).
— Jesús, el Rey Mesías: el diálogo de Jesús con Pilato
Pilato primero llama a Jesús “el rey de los judíos” y después sólo “rey”, como si fuese un camino, una comprensión cada vez más plena y verdadera de Jesús.
“Rey de los Judíos” es una fórmula usada con gran riqueza de significado por el pueblo hebreo y reúne en sí el núcleo de la fe y de la esperanza de Israel: significa claramente el Mesías. Jesús es interrogado y juzgado poniéndose en el punto de mira si es o no es el Mesías. Jesús es el Mesías, el Siervo, enviado al mundo para realizar en su persona las palabras dichas por los profetas por la ley y por los salmos.
Es un rey atado, un rey entregado, arrojado fuera, despreciado; es un rey ungido para la batalla, pero ungido para perder, para ser sacrificado, para ser crucificado, inmolado como un cordero. Este es el Mesías: el rey que tiene como trono la cruz, como púrpura su sangre derramada, como palacio el corazón de los hombres.
— Jesús Rey mártir
“He venido para dar testimonio de la verdad”, dice Jesús, usando un término muy fuerte, que contiene en sí el significado de martirio, en griego. El testigo es un mártir, el que afirma con la vida, con la sangre, con todo lo que es y lo que tiene, la verdad en la cree. Jesús atestigua la verdad, que es la palabra del Padre (Jn 17,17).
Fuente: ocarm.org
En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús:
— ¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús le contestó:
— ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?
Pilato replicó:
— ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?
Jesús le contestó:
— Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Pilato le dijo:
— Conque, ¿tú eres rey?
Jesús le contestó:
— Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.
— Para situar el episodio en su contexto:
Estos pocos versículos nos ayudan a entrar más profundamente todavía en el relato de la Pasión y nos conducen a un lugar cerrado, apartado, donde Jesús se encuentra solo, cara a cara con Pilato: el pretorio. Aquí es interrogado, responde, pregunta, continúa revelando su misterio de salvación. Jesús se muestra como rey y como pastor.
El pasaje forma parte de una sección más amplia, comprendida entre los versículos 28-40 y relata el proceso de Jesús ante el Gobernador.
Después de una noche de interrogatorios, de golpes, desprecios y traiciones, Jesús es entregado al poder romano y condenado a muerte, pero precisamente en esta muerte se revela Rey y Señor, Aquel que ha venido a dar la vida, justo por nosotros injustos, inocente por nosotros pecadores.
— vv. 33-34: Pilato entra en el pretorio e interroga a Jesús: ¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús no responde directamente sino que obliga a Pilato a poner en claro lo que tal realeza significa. Rey de los Judíos significa Mesías y es en cuanto Mesías como Jesús será juzgado y condenado.
— v. 35: Pilato parece responder con desprecio a lo que piden los judíos, quienes aparecen como acusadores de Jesús, los sumos sacerdotes y el pueblo, cada uno con su responsabilidad, como se lee en el prólogo: “Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron” (Jn 1,11) Sigue después la segunda pregunta de Pilato a Jesús; “¿Qué has hecho?, pero no tendrá respuesta.
— v. 36: Jesús responde a la primera pregunta de Pilato y por tres veces usa la expresión: “Mi reino”. Aquí nos ofrece una explicación sobre lo que pueda ser el reino y la realeza de Jesús: no es de este mundo, sino del mundo venidero, no tiene guardias o ministros para la lucha, sino la entrega amorosa de la vida en las manos del Padre.
— v. 37: El interrogatorio vuelve a la pregunta inicial, a la que Jesús sigue dando respuesta afirmativa: “Yo soy rey”, pero explicando su origen y su misión. Jesús ha nacido para nosotros, ha sido enviado para nosotros, para revelarnos la verdad del Padre.
— Jesús, el Rey atado y entregado
Un verbo gramatical emerge con fuerza de estas líneas rebotando ya desde los primeros versículos del relato de la Pasión: el verbo entregar, pronunciado aquí primero por Pilato y después por Jesús.
La “entrega del Cristo” es una realidad teológica de extrema importancia. Puede ser útil recorrerlo de nuevo, buscándolo en los signos a través de las páginas de la Escritura. Ante todo, parece que es el mismo Padre quien entrega a su Hijo Jesús, como un don para todos y para siempre.
Leo en Rom. 8, 32: “ Dios, que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos ha de dar con Él todas las cosas?” Al mismo tiempo, sin embargo, veo que es Jesús mismo, en la suprema libertad de su amor, quien se entrega por nosotros; dice San Pablo: “Cristo nos ha amado y se ha entregado a sí mismo por nosotros”.(Ef 5, 2. 25), pero me acuerdo también de estas palabras de Jesús: “Yo ofrezco mi vida por las ovejas; ninguno me la quita, sino que yo la ofrezco por mi mismo” (Jn 10,18). Por tanto, esta entrega es voluntaria: de amor y de donación.
En los relatos evangélicos aparece enseguida la entrega malvada por parte de Judas, llamado por esto el traidor, el que dice a los sumos sacerdotes: “¿Cuánto queréis darme para que os lo entregue?” (Mt 26, 15; Jn 12, 4; 18, 2.5).
Después son los Judíos los que entregan Jesús a Pilato: “Si no fuese un malhechor no te lo hubiéramos entregado” (Jn 18,30.35) y Pilato representa a los gentiles, como Él había ya anunciado: “El Hijo del Hombre.... será entregado a los paganos” (Mc 10,33).
Finalmente Pilato lo entrega de nuevo a los judíos, para que sea crucificado (Jn 19, 16).
— Jesús, el Rey Mesías: el diálogo de Jesús con Pilato
Pilato primero llama a Jesús “el rey de los judíos” y después sólo “rey”, como si fuese un camino, una comprensión cada vez más plena y verdadera de Jesús.
“Rey de los Judíos” es una fórmula usada con gran riqueza de significado por el pueblo hebreo y reúne en sí el núcleo de la fe y de la esperanza de Israel: significa claramente el Mesías. Jesús es interrogado y juzgado poniéndose en el punto de mira si es o no es el Mesías. Jesús es el Mesías, el Siervo, enviado al mundo para realizar en su persona las palabras dichas por los profetas por la ley y por los salmos.
Es un rey atado, un rey entregado, arrojado fuera, despreciado; es un rey ungido para la batalla, pero ungido para perder, para ser sacrificado, para ser crucificado, inmolado como un cordero. Este es el Mesías: el rey que tiene como trono la cruz, como púrpura su sangre derramada, como palacio el corazón de los hombres.
— Jesús Rey mártir
“He venido para dar testimonio de la verdad”, dice Jesús, usando un término muy fuerte, que contiene en sí el significado de martirio, en griego. El testigo es un mártir, el que afirma con la vida, con la sangre, con todo lo que es y lo que tiene, la verdad en la cree. Jesús atestigua la verdad, que es la palabra del Padre (Jn 17,17).
Fuente: ocarm.org
sábado, 21 de noviembre de 2015
Juan 18,28-40: Jesús ante Pilato
Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. Año B (Jn 18,33b-37)
Jesús ante Pilato
Mt 27,1-2.11-14; Mc 15,1-5; Lc 23,1-7
18:28 Desde la casa de Caifás llevaron a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Pero ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse y poder así participar en la comida de Pascua.
18:29 Pilato salió a donde estaban ellos y les preguntó: "¿Qué acusación traen contra este hombre?" Ellos respondieron:
18:30 "Si no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos entregado".
18:31 Pilato les dijo: "Tómenlo y júzguenlo ustedes mismos, según la Ley que tienen". Los judíos le dijeron: "A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie".
18:32 Así debía cumplirse lo que había dicho Jesús cuando indicó cómo iba a morir.
18:33 Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos?"
En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús:
— ¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús le contestó:
— ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?
Pilato replicó:
— ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?
Jesús le contestó:
— Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Pilato le dijo:
— Conque, ¿tú eres rey?
Jesús le contestó:
— Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.
18:38 Pilato le preguntó: "¿Qué es la verdad?" Al decir esto, salió nuevamente a donde estaban los judíos y les dijo: "Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo.
18:39 Y ya que ustedes tienen la costumbre de que ponga en libertad a alguien, en ocasión de la Pascua, ¿quieren que suelte al rey de los judíos?"
18:40 Ellos comenzaron a gritar, diciendo: "¡A él no, a Barrabás!" Barrabás era un bandido.
COMENTARIOS:
Claves de lectura
Cristo Rey en la liturgia y el arte cristianos
Francisco González, SF.
Imágenes de Cristo Rey
José Antonio Pagola
Julio César Rioja
Monumentos a Cristo Rey
Jesús ante Pilato
Mt 27,1-2.11-14; Mc 15,1-5; Lc 23,1-7
18:28 Desde la casa de Caifás llevaron a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Pero ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse y poder así participar en la comida de Pascua.
18:29 Pilato salió a donde estaban ellos y les preguntó: "¿Qué acusación traen contra este hombre?" Ellos respondieron:
18:30 "Si no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos entregado".
18:31 Pilato les dijo: "Tómenlo y júzguenlo ustedes mismos, según la Ley que tienen". Los judíos le dijeron: "A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie".
18:32 Así debía cumplirse lo que había dicho Jesús cuando indicó cómo iba a morir.
18:33 Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos?"
En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús:
— ¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús le contestó:
— ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?
Pilato replicó:
— ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?
Jesús le contestó:
— Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Pilato le dijo:
— Conque, ¿tú eres rey?
Jesús le contestó:
— Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.
18:38 Pilato le preguntó: "¿Qué es la verdad?" Al decir esto, salió nuevamente a donde estaban los judíos y les dijo: "Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo.
18:39 Y ya que ustedes tienen la costumbre de que ponga en libertad a alguien, en ocasión de la Pascua, ¿quieren que suelte al rey de los judíos?"
18:40 Ellos comenzaron a gritar, diciendo: "¡A él no, a Barrabás!" Barrabás era un bandido.
COMENTARIOS:
Claves de lectura
Cristo Rey en la liturgia y el arte cristianos
Francisco González, SF.
Imágenes de Cristo Rey
José Antonio Pagola
Julio César Rioja
Monumentos a Cristo Rey
Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, Año B, por Julio César Rioja
Daniel 7,13-14
Salmo 92,1-2.5
Apocalipsis 1,5-8
Juan 18,33b-37
Daniel 7,13-14
Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Salmo 92,1-2.5: El Señor reina, vestido de majestad
El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Apocalipsis 1,5-8
Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Aquel que nos ama, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Mirad: Él viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa. Sí. Amén. Dice el Señor Dios: «Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso.»
Juan 18,33b-37
En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús:
— ¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús le contestó:
— ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?
Pilato replicó:
— ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?
Jesús le contestó:
— Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Pilato le dijo:
— Conque, ¿tú eres rey?
Jesús le contestó:
— Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.
— Comentario por Julio César Rioja, cmf
Acabamos el año litúrgico y la Iglesia nos invita a hacer un resumen de todo este tiempo, proclamando a Jesucristo como Rey, el centro de nuestra fe. Es verdad que en Viernes Santo, en la Pascua, en la Ascensión y sobre todo en cada Eucaristía, sentimos a Jesús como el Señor de nuestra vida. Pero hoy queremos evidenciar que él es el que da sentido a la historia, el universo, la comunidad y nuestra propia existencia.
Jesús no es un rey, ni tiene poder político, no es un escriba, ni un sacerdote. Lo suyo no es enseñar una doctrina religiosa, ni explicar la ley de Dios, ni asegurar el culto de Israel. Es un profeta itinerante de Galilea, que anuncia un acontecimiento, algo que está ocurriendo y que pide ser escuchado y atendido, pues lo puede cambiar todo. Él lo está experimentando e invita a todos a compartir esta experiencia.
Dios está tratando de introducirse en la historia humana. Hay que cambiar y vivirlo todo de manera diferente: “El Reino está cerca. Cambiad de manera de pensar y creed en esa Buena Noticia”. A esto Jesús lo llamó el Reino de Dios y es el corazón de su mensaje y la pasión que animó toda su vida. Este es el sentido del Reino.
Pero esto no lo entiende Pilato, ni nosotros aún hoy, el se resistió siempre a ser proclamado rey por sus partidarios y les exigirá a los apóstoles que no sean como los reyes y gobernantes, que hacen sentir su autoridad, sino que se comporten como los servidores de todos. El cartel de la cruz INRI (Jesús Nazareno, rey de los judíos), es una ironía. Podemos decir que su reino es la vida tal como la quiere construir Dios. Y a nosotros nos parece más importante, saber que hemos de pensar de Dios, cómo cumplir sus mandatos, cómo ofrecerle un culto agradable. Jesús, por su parte, sólo buscaba una cosa: que hubiera en la tierra hombres y mujeres, que comenzaran a actuar como actúa Dios. ¿Cómo sería la vida, si la gente, el mundo, el universo, la historia se pareciera más a como Dios la imagino y creo?
Jesús le confirma a Pilato que su reinado es de otro estilo: “Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos”. Por lo tanto, Jesús es rey, pues: “Para esto he nacido y para esto he venido al mundo”. Pero la palabra “rey” tiene en sus labios un significado completamente distinto. En efecto, para él ser rey significa: “Dar testimonio de la verdad”. Y sus súbditos son quienes escuchan su palabra de verdad, la Verdad del Padre.
A partir de este rey coronado de espinas, burlado por los soldados y asesinado en una cruz de esclavos. No nos avergoncemos de un Cristo perseguido y muerto por ser testigo de la Verdad: “la Verdad nos hará libres”. “Todo el que es de la Verdad, escucha mi voz”, el que con corazón sincero mira a este rey tan singular y acepta su camino de humildad y renuncia, pertenece a su reino. “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y lo demás se os dará por añadidura”, cuanto entretenimiento en las añadiduras, en pensar que el reino lo acaparamos nosotros, o la Iglesia. El reino es universal, consiste en la soberanía del amor y engendra una nueva raza de hombres basada en la misericordia y la compasión.
Este es también el resumen, de todas las homilías que os he ido transmitiendo durante todo este ciclo litúrgico, algunos han podido pensar que recurrir al reino es escaparse, pero si lo miráis bien es mucho más exigente.
Celebremos este domingo con sencillez, sabiendo que el amor vencerá sobre el odio, la paz a la guerra, la humildad sobre el orgullo, el servicio fraterno sobre el individualismo. Y recemos con la segunda lectura del Apocalipsis: “A Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el Príncipe de los reyes de la tierra. A aquel que nos amó, nos ha liberado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre, a Él, la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén”.
Salmo 92,1-2.5
Apocalipsis 1,5-8
Juan 18,33b-37
Daniel 7,13-14
Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Salmo 92,1-2.5: El Señor reina, vestido de majestad
El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Apocalipsis 1,5-8
Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Aquel que nos ama, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Mirad: Él viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa. Sí. Amén. Dice el Señor Dios: «Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso.»
Juan 18,33b-37
En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús:
— ¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús le contestó:
— ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?
Pilato replicó:
— ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?
Jesús le contestó:
— Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Pilato le dijo:
— Conque, ¿tú eres rey?
Jesús le contestó:
— Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.
— Comentario por Julio César Rioja, cmf
Acabamos el año litúrgico y la Iglesia nos invita a hacer un resumen de todo este tiempo, proclamando a Jesucristo como Rey, el centro de nuestra fe. Es verdad que en Viernes Santo, en la Pascua, en la Ascensión y sobre todo en cada Eucaristía, sentimos a Jesús como el Señor de nuestra vida. Pero hoy queremos evidenciar que él es el que da sentido a la historia, el universo, la comunidad y nuestra propia existencia.
Jesús no es un rey, ni tiene poder político, no es un escriba, ni un sacerdote. Lo suyo no es enseñar una doctrina religiosa, ni explicar la ley de Dios, ni asegurar el culto de Israel. Es un profeta itinerante de Galilea, que anuncia un acontecimiento, algo que está ocurriendo y que pide ser escuchado y atendido, pues lo puede cambiar todo. Él lo está experimentando e invita a todos a compartir esta experiencia.
Dios está tratando de introducirse en la historia humana. Hay que cambiar y vivirlo todo de manera diferente: “El Reino está cerca. Cambiad de manera de pensar y creed en esa Buena Noticia”. A esto Jesús lo llamó el Reino de Dios y es el corazón de su mensaje y la pasión que animó toda su vida. Este es el sentido del Reino.
Pero esto no lo entiende Pilato, ni nosotros aún hoy, el se resistió siempre a ser proclamado rey por sus partidarios y les exigirá a los apóstoles que no sean como los reyes y gobernantes, que hacen sentir su autoridad, sino que se comporten como los servidores de todos. El cartel de la cruz INRI (Jesús Nazareno, rey de los judíos), es una ironía. Podemos decir que su reino es la vida tal como la quiere construir Dios. Y a nosotros nos parece más importante, saber que hemos de pensar de Dios, cómo cumplir sus mandatos, cómo ofrecerle un culto agradable. Jesús, por su parte, sólo buscaba una cosa: que hubiera en la tierra hombres y mujeres, que comenzaran a actuar como actúa Dios. ¿Cómo sería la vida, si la gente, el mundo, el universo, la historia se pareciera más a como Dios la imagino y creo?
Jesús le confirma a Pilato que su reinado es de otro estilo: “Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos”. Por lo tanto, Jesús es rey, pues: “Para esto he nacido y para esto he venido al mundo”. Pero la palabra “rey” tiene en sus labios un significado completamente distinto. En efecto, para él ser rey significa: “Dar testimonio de la verdad”. Y sus súbditos son quienes escuchan su palabra de verdad, la Verdad del Padre.
A partir de este rey coronado de espinas, burlado por los soldados y asesinado en una cruz de esclavos. No nos avergoncemos de un Cristo perseguido y muerto por ser testigo de la Verdad: “la Verdad nos hará libres”. “Todo el que es de la Verdad, escucha mi voz”, el que con corazón sincero mira a este rey tan singular y acepta su camino de humildad y renuncia, pertenece a su reino. “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y lo demás se os dará por añadidura”, cuanto entretenimiento en las añadiduras, en pensar que el reino lo acaparamos nosotros, o la Iglesia. El reino es universal, consiste en la soberanía del amor y engendra una nueva raza de hombres basada en la misericordia y la compasión.
Este es también el resumen, de todas las homilías que os he ido transmitiendo durante todo este ciclo litúrgico, algunos han podido pensar que recurrir al reino es escaparse, pero si lo miráis bien es mucho más exigente.
Celebremos este domingo con sencillez, sabiendo que el amor vencerá sobre el odio, la paz a la guerra, la humildad sobre el orgullo, el servicio fraterno sobre el individualismo. Y recemos con la segunda lectura del Apocalipsis: “A Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el Príncipe de los reyes de la tierra. A aquel que nos amó, nos ha liberado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre, a Él, la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén”.
Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, Año B, por José Antonio Pagola
Daniel 7,13-14
Salmo 92,1-2.5
Apocalipsis 1,5-8
Juan 18,33b-37
Daniel 7,13-14
Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Salmo 92,1-2.5: El Señor reina, vestido de majestad
El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Apocalipsis 1,5-8
Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Aquel que nos ama, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Mirad: Él viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa. Sí. Amén. Dice el Señor Dios: «Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso.»
Juan 18,33b-37
En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús:
— ¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús le contestó:
— ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?
Pilato replicó:
— ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?
Jesús le contestó:
— Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Pilato le dijo:
— Conque, ¿tú eres rey?
Jesús le contestó:
— Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.
Comentario por por José Antonio Pagola:
Examen ante el testigo de la verdad
Dentro del proceso en el que se va a decidir la ejecución de Jesús, el evangelio de Juan ofrece un sorprendente diálogo privado entre Pilato, representante del imperio más poderoso de la Tierra y Jesús, un reo maniatado que se presenta como testigo de la verdad.
Precisamente Pilato quiere, al parecer, saber la verdad que se encierra en aquel extraño personaje que tiene ante su trono: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Jesús va a responder exponiendo su verdad en dos afirmaciones fundamentales, muy queridas al evangelista Juan.
«Mi reino no es de este mundo». Jesús no es rey al estilo que Pilato puede imaginar. No pretende ocupar el trono de Israel ni disputar a Tiberio su poder imperial. Jesús no pertenece a ese sistema en el que se mueve el prefecto de Roma, sostenido por la injusticia y la mentira. No se apoya en la fuerza de las armas. Tiene un fundamento completamente diferente. Su realeza proviene del amor de Dios al mundo.
Pero añade a continuación algo muy importante: «Soy rey... y he venido al mundo para ser testigo de la verdad». Es en este mundo donde quiere ejercer su realeza, pero de una forma sorprendente. No viene a gobernar como Tiberio sino a ser «testigo de la verdad» introduciendo el amor y la justicia de Dios en la historia humana.
Esta verdad que Jesús trae consigo no es una doctrina teórica. Es una llamada que puede transformar la vida de las personas. Lo había dicho Jesús: «Si os mantenéis fieles a mi Palabra... conoceréis la verdad y la verdad os hará libres». Ser fieles al Evangelio de Jesús es una experiencia única pues lleva a conocer una verdad liberadora, capaz de hacer nuestra vida más humana.
Jesucristo es la única verdad de la que nos está permitido vivir a los cristianos.
¿No necesitamos en la Iglesia de Jesús hacer un examen de conciencia colectivo ante el «Testigo de la Verdad»?
¿Atrevernos a discernir con humildad qué hay de verdad y qué hay de mentira en nuestro seguimiento a Jesús?
¿Dónde hay verdad liberadora y dónde mentira que nos esclaviza?
¿No necesitamos dar pasos hacia mayores niveles de verdad humana y evangélica en nuestras vidas, nuestras comunidades y nuestras instituciones?
Salmo 92,1-2.5
Apocalipsis 1,5-8
Juan 18,33b-37
Daniel 7,13-14
Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Salmo 92,1-2.5: El Señor reina, vestido de majestad
El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Apocalipsis 1,5-8
Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Aquel que nos ama, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Mirad: Él viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa. Sí. Amén. Dice el Señor Dios: «Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso.»
Juan 18,33b-37
En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús:
— ¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús le contestó:
— ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?
Pilato replicó:
— ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?
Jesús le contestó:
— Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Pilato le dijo:
— Conque, ¿tú eres rey?
Jesús le contestó:
— Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.
Comentario por por José Antonio Pagola:
Examen ante el testigo de la verdad
Dentro del proceso en el que se va a decidir la ejecución de Jesús, el evangelio de Juan ofrece un sorprendente diálogo privado entre Pilato, representante del imperio más poderoso de la Tierra y Jesús, un reo maniatado que se presenta como testigo de la verdad.
Precisamente Pilato quiere, al parecer, saber la verdad que se encierra en aquel extraño personaje que tiene ante su trono: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Jesús va a responder exponiendo su verdad en dos afirmaciones fundamentales, muy queridas al evangelista Juan.
«Mi reino no es de este mundo». Jesús no es rey al estilo que Pilato puede imaginar. No pretende ocupar el trono de Israel ni disputar a Tiberio su poder imperial. Jesús no pertenece a ese sistema en el que se mueve el prefecto de Roma, sostenido por la injusticia y la mentira. No se apoya en la fuerza de las armas. Tiene un fundamento completamente diferente. Su realeza proviene del amor de Dios al mundo.
Pero añade a continuación algo muy importante: «Soy rey... y he venido al mundo para ser testigo de la verdad». Es en este mundo donde quiere ejercer su realeza, pero de una forma sorprendente. No viene a gobernar como Tiberio sino a ser «testigo de la verdad» introduciendo el amor y la justicia de Dios en la historia humana.
Esta verdad que Jesús trae consigo no es una doctrina teórica. Es una llamada que puede transformar la vida de las personas. Lo había dicho Jesús: «Si os mantenéis fieles a mi Palabra... conoceréis la verdad y la verdad os hará libres». Ser fieles al Evangelio de Jesús es una experiencia única pues lleva a conocer una verdad liberadora, capaz de hacer nuestra vida más humana.
Jesucristo es la única verdad de la que nos está permitido vivir a los cristianos.
¿No necesitamos en la Iglesia de Jesús hacer un examen de conciencia colectivo ante el «Testigo de la Verdad»?
¿Atrevernos a discernir con humildad qué hay de verdad y qué hay de mentira en nuestro seguimiento a Jesús?
¿Dónde hay verdad liberadora y dónde mentira que nos esclaviza?
¿No necesitamos dar pasos hacia mayores niveles de verdad humana y evangélica en nuestras vidas, nuestras comunidades y nuestras instituciones?
SOLEMNIDAD DE CRISTO REY DEL UNIVERSO, B, por Mons. Francisco González, SF.
Daniel 7,13-14
Salmo 92,1-2.5
Apocalipsis 1,5-8
Juan 18,33b-37
Daniel 7,13-14
Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Salmo 92,1-2.5: El Señor reina, vestido de majestad
El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Apocalipsis 1,5-8
Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Aquel que nos ama, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Mirad: Él viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa. Sí. Amén. Dice el Señor Dios: «Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso.»
Juan 18,33b-37
En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús:
— ¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús le contestó:
— ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?
Pilato replicó:
— ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?
Jesús le contestó:
— Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Pilato le dijo:
— Conque, ¿tú eres rey?
Jesús le contestó:
— Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.
Comentario de Mons. Francisco González, S.F.
Celebramos este domingo la fiesta de "Jesucristo, Rey del universo". Con esta celebración damos por terminado el año litúrgico. El próximo domingo daremos comienzo al Adviento como preparación para la Fiesta de Navidad.
Jesús, Rey del universo. Si aceptamos que Cristo es Rey, será porque tiene un reino, a no ser, que esté en el exilio y su Reino ya no lo acepta como jefe. Hermano/a creo que debemos hacernos unas preguntas, aunque sólo sea por curiosidad: ¿Es Jesús un Rey en el exilio? y si está exilado, ¿por qué lo echaron?
En la primera lectura leemos sobre la visión que el profeta Daniel ha tenido: "...a éste, como un hijo de hombre, se acerca al anciano, y recibe poder, honor y reino. Su poder nunca pasará y su reino jamás será destruido" (Dn 7,13-14).
Jesús en el evangelio, al final del diálogo que tiene con Pilato dice: "Tú lo has dicho: Yo soy rey", pero Rey muy diferente de lo que Pilato creía. En vista a lo que podemos ofrecer en este corto espacio, me gustaría recordarte hermano/a ese rey, cuyo trono es una cruz, sus púrpuras son la sangre que lo cubre y los morados que tiene en todo su cuerpo. Su diadema real, que como rey tiene derecho a llevar, es en su caso muy distinta de la que otros reyes se colocan.
Verdaderamente ese "reino que jamás será destruido" y "ese poder que nunca pasará" cuando miramos a nuestra sociedad, con una superabundancia de cristianos, da la impresión que el "poder del Rey del Universo no es tan aparente como se pensaba y el reino no está tan fuerte como se decía".
¿Por qué me atrevo a decir semejante cosa? Porque mientras los seguidores de Cristo sigamos oprimiendo a otros, mientras sigamos defendiendo sistemas que no trabajan por la paz y la dignidad del ser humano, mientras los discípulos del Maestro no se comprometan con la fraternidad entre los pueblos, mientras permitamos la existencia de "judas modernos" que siguen vendiendo al hermano, parece como si quisiéramos mantener a nuestro Rey en el exilio.
Sin embargo, no hay por qué tener miedo. El Reino está muy bien asegurado, pero nosotros deberíamos hacerlo más visible aceptando ser verdaderos ciudadanos del mismo, evitando todo lo que sea pecado, para que todo ese torrente de gracia que nos consiguió Jesús en la cruz, haga de nosotros "un Reino y Sacerdotes de Dios, su Padre" y así todos al unísono, proclamemos: "A él la Gloria y el Poder por los siglos de los siglos". (2º lectura).
La Iglesia, nosotros, no puede callar ante la injusticia, ocurra donde ocurra. Alguien tiene que hablar del Reino de Dios, y no debemos tener miedo ante la oposición y la burla. Cristo se enfrentó a Pilato, el hombre del poder. Nuestro miedo y vergüenza será cuando nuestro discurso y nuestra vida no vayan de acuerdo.
El Reino de Dios tiene una ley: la del amor. El Reino de Dios tiene un signo: la Cruz. El Reino de Dios tiene un estilo de vida: servir a los demás. El Reino de Dios tiene un programa: las bienaventuranzas. El Reino de Dios tiene un sistema de trabajo: en comunidad. El Reino de Dios tiene un Rey: Jesús, nuestro hermano y Señor. El Reino de Dios tiene una fiesta: La Eucaristía.
Salmo 92,1-2.5
Apocalipsis 1,5-8
Juan 18,33b-37
Daniel 7,13-14
Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Salmo 92,1-2.5: El Señor reina, vestido de majestad
El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Apocalipsis 1,5-8
Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Aquel que nos ama, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Mirad: Él viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa. Sí. Amén. Dice el Señor Dios: «Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso.»
Juan 18,33b-37
En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús:
— ¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús le contestó:
— ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?
Pilato replicó:
— ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?
Jesús le contestó:
— Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Pilato le dijo:
— Conque, ¿tú eres rey?
Jesús le contestó:
— Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.
Comentario de Mons. Francisco González, S.F.
Celebramos este domingo la fiesta de "Jesucristo, Rey del universo". Con esta celebración damos por terminado el año litúrgico. El próximo domingo daremos comienzo al Adviento como preparación para la Fiesta de Navidad.
Jesús, Rey del universo. Si aceptamos que Cristo es Rey, será porque tiene un reino, a no ser, que esté en el exilio y su Reino ya no lo acepta como jefe. Hermano/a creo que debemos hacernos unas preguntas, aunque sólo sea por curiosidad: ¿Es Jesús un Rey en el exilio? y si está exilado, ¿por qué lo echaron?
En la primera lectura leemos sobre la visión que el profeta Daniel ha tenido: "...a éste, como un hijo de hombre, se acerca al anciano, y recibe poder, honor y reino. Su poder nunca pasará y su reino jamás será destruido" (Dn 7,13-14).
Jesús en el evangelio, al final del diálogo que tiene con Pilato dice: "Tú lo has dicho: Yo soy rey", pero Rey muy diferente de lo que Pilato creía. En vista a lo que podemos ofrecer en este corto espacio, me gustaría recordarte hermano/a ese rey, cuyo trono es una cruz, sus púrpuras son la sangre que lo cubre y los morados que tiene en todo su cuerpo. Su diadema real, que como rey tiene derecho a llevar, es en su caso muy distinta de la que otros reyes se colocan.
Verdaderamente ese "reino que jamás será destruido" y "ese poder que nunca pasará" cuando miramos a nuestra sociedad, con una superabundancia de cristianos, da la impresión que el "poder del Rey del Universo no es tan aparente como se pensaba y el reino no está tan fuerte como se decía".
¿Por qué me atrevo a decir semejante cosa? Porque mientras los seguidores de Cristo sigamos oprimiendo a otros, mientras sigamos defendiendo sistemas que no trabajan por la paz y la dignidad del ser humano, mientras los discípulos del Maestro no se comprometan con la fraternidad entre los pueblos, mientras permitamos la existencia de "judas modernos" que siguen vendiendo al hermano, parece como si quisiéramos mantener a nuestro Rey en el exilio.
Sin embargo, no hay por qué tener miedo. El Reino está muy bien asegurado, pero nosotros deberíamos hacerlo más visible aceptando ser verdaderos ciudadanos del mismo, evitando todo lo que sea pecado, para que todo ese torrente de gracia que nos consiguió Jesús en la cruz, haga de nosotros "un Reino y Sacerdotes de Dios, su Padre" y así todos al unísono, proclamemos: "A él la Gloria y el Poder por los siglos de los siglos". (2º lectura).
La Iglesia, nosotros, no puede callar ante la injusticia, ocurra donde ocurra. Alguien tiene que hablar del Reino de Dios, y no debemos tener miedo ante la oposición y la burla. Cristo se enfrentó a Pilato, el hombre del poder. Nuestro miedo y vergüenza será cuando nuestro discurso y nuestra vida no vayan de acuerdo.
El Reino de Dios tiene una ley: la del amor. El Reino de Dios tiene un signo: la Cruz. El Reino de Dios tiene un estilo de vida: servir a los demás. El Reino de Dios tiene un programa: las bienaventuranzas. El Reino de Dios tiene un sistema de trabajo: en comunidad. El Reino de Dios tiene un Rey: Jesús, nuestro hermano y Señor. El Reino de Dios tiene una fiesta: La Eucaristía.
Solemnidad de Cristo Rey del Universo, B (Lecturas)
Daniel 7,13-14
Salmo 92,1-2.5
Apocalipsis 1,5-8
Juan 18,33b-37
Daniel 7,13-14
Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Salmo 92,1-2.5: El Señor reina, vestido de majestad
El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Apocalipsis 1,5-8
Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Aquel que nos ama, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Mirad: Él viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa. Sí. Amén. Dice el Señor Dios: «Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso.»
Juan 18,33b-37
En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús:
— ¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús le contestó:
— ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?
Pilato replicó:
— ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?
Jesús le contestó:
— Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Pilato le dijo:
— Conque, ¿tú eres rey?
Jesús le contestó:
— Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.
Salmo 92,1-2.5
Apocalipsis 1,5-8
Juan 18,33b-37
Daniel 7,13-14
Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Salmo 92,1-2.5: El Señor reina, vestido de majestad
El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.
R. El Señor reina, vestido de majestad
Apocalipsis 1,5-8
Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Aquel que nos ama, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Mirad: Él viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa. Sí. Amén. Dice el Señor Dios: «Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso.»
Juan 18,33b-37
En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús:
— ¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús le contestó:
— ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?
Pilato replicó:
— ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?
Jesús le contestó:
— Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Pilato le dijo:
— Conque, ¿tú eres rey?
Jesús le contestó:
— Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.
jueves, 19 de noviembre de 2015
JUEVES DE LA 33 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año I (Lecturas)
I Macabeos 2,15-29
Salmo 49: Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios
Lucas 19,41-44
I Macabeos 2,15-29
En aquellos días, los funcionarios reales encargados de hacer apostatar por la fuerza llegaron a Modín, para que la gente ofreciese sacrificios, y muchos israelitas acudieron a ellos. Matatías se reunió con sus hijos, y los funcionarios del rey le dijeron: "Eres un personaje ilustre, un hombre importante en este pueblo, y estás respaldado por tus hijos y parientes. Adelántate el primero, haz lo que manda el rey, como lo han hecho todas las naciones, y los mismos judíos, y los que han quedado en Jerusalén. Tú y tus hijos recibiréis el título de grandes del reino, os premiarán con oro y plata y muchos regalos." Pero Matatías respondió en voz alta: "Aunque todos los súbditos en los dominios del rey le obedezcan, apostatando de la religión de sus padres, y aunque prefieran cumplir sus órdenes, yo, mis hijos y mis parientes viviremos según la alianza de nuestros padres. El cielo nos libre de abandonar la ley y nuestras costumbres. No obedeceremos las órdenes del rey, desviándonos de nuestra religión a derecha ni a izquierda. "Nada más decirlo, se adelantó un judío, a la vista de todos, dispuesto a sacrificar sobre el ara de Modín, como lo mandaba el rey. Al verlo, Matatías se indignó, tembló de cólera y en un arrebato de ira santa corrió a degollar a aquel hombre sobre el ara. Y entonces allí mismo mató al funcionario real, que obligaba a sacrificar, y derribó el ara. Lleno de celo por la ley, hizo lo que Fineés a Zamrí, hijo de Salu. Luego empezó a gritar a voz en cuello por la ciudad: "El que sienta celo por la ley y quiera mantener la alianza, ¡que me siga!" Después se echó al monte con sus hijos, dejando en el pueblo cuanto tenía. Por entonces, muchos bajaron al desierto para instalarse allí, porque deseaban vivir según derecho y justicia.
Salmo 49: Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios
El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece.
R. Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios
"Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio."
Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar.
R. Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios
"Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo
e invócame el día del peligro:
yo te libraré, y tú me darás gloria."
R. Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios
Lucas 19,41-44
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: "¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida."
Salmo 49: Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios
Lucas 19,41-44
I Macabeos 2,15-29
En aquellos días, los funcionarios reales encargados de hacer apostatar por la fuerza llegaron a Modín, para que la gente ofreciese sacrificios, y muchos israelitas acudieron a ellos. Matatías se reunió con sus hijos, y los funcionarios del rey le dijeron: "Eres un personaje ilustre, un hombre importante en este pueblo, y estás respaldado por tus hijos y parientes. Adelántate el primero, haz lo que manda el rey, como lo han hecho todas las naciones, y los mismos judíos, y los que han quedado en Jerusalén. Tú y tus hijos recibiréis el título de grandes del reino, os premiarán con oro y plata y muchos regalos." Pero Matatías respondió en voz alta: "Aunque todos los súbditos en los dominios del rey le obedezcan, apostatando de la religión de sus padres, y aunque prefieran cumplir sus órdenes, yo, mis hijos y mis parientes viviremos según la alianza de nuestros padres. El cielo nos libre de abandonar la ley y nuestras costumbres. No obedeceremos las órdenes del rey, desviándonos de nuestra religión a derecha ni a izquierda. "Nada más decirlo, se adelantó un judío, a la vista de todos, dispuesto a sacrificar sobre el ara de Modín, como lo mandaba el rey. Al verlo, Matatías se indignó, tembló de cólera y en un arrebato de ira santa corrió a degollar a aquel hombre sobre el ara. Y entonces allí mismo mató al funcionario real, que obligaba a sacrificar, y derribó el ara. Lleno de celo por la ley, hizo lo que Fineés a Zamrí, hijo de Salu. Luego empezó a gritar a voz en cuello por la ciudad: "El que sienta celo por la ley y quiera mantener la alianza, ¡que me siga!" Después se echó al monte con sus hijos, dejando en el pueblo cuanto tenía. Por entonces, muchos bajaron al desierto para instalarse allí, porque deseaban vivir según derecho y justicia.
Salmo 49: Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios
El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece.
R. Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios
"Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio."
Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar.
R. Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios
"Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo
e invócame el día del peligro:
yo te libraré, y tú me darás gloria."
R. Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios
Lucas 19,41-44
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: "¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida."
martes, 17 de noviembre de 2015
MARTES DE LA 33 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año I (Lecturas)
2 Macabeos 6,18-31
Salmo 3: El Señor me sostiene
Lucas 19,1-10
2 Macabeos 6,18-31
En aquellos días, a Eleazar, uno de los principales escribas, hombre de edad avanzada y semblante muy digno, le abrían la boca a la fuerza para que comiera carne de cerdo. Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida.Los que presidían aquel sacrificio ilegal, viejos amigos de Eleazar, lo llevaron aparte y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que la comiera, haciendo como que comía carne del sacrificio ordenado por el rey, para que así se librara de la muerte y, dada su antigua amistad, lo tratasen con consideración. Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus años, de su noble ancianidad, de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño y, sobre todo, digna de la Ley santa dada por Dios, respondió todo seguido: "¡Enviadme al sepulcro! Que no es digno de mi edad ese engaño. Van a creer muchos jóvenes que Eleazar, a los noventa años, ha apostatado, y, si miento por un poco de vida que me queda, se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso sería manchar e infamar mi vejez. Y, aunque de momento me librase del castigo de los hombres, no escaparía de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble por amor a nuestra santa y venerable Ley. "Dicho esto, se dirigió en seguida al suplicio. Los que lo llevaban, poco antes deferentes con él, se endurecieron, considerando insensatas las palabras que acababa de pronunciar. Él, a punto de morir a fuerza de golpes, dijo entre suspiros: "Bien sabe el Señor, que posee la santa sabiduría, que, pudiendo librarme de la muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y los sufro con gusto en mi alma por respeto a él." Así terminó su vida, dejando, no sólo a los jóvenes, sino a toda la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.
Salmo 3: El Señor me sostiene
Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí:
"Ya no le protege Dios."
R. El Señor me sostiene
Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo.
R. El Señor me sostiene
Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor.
R. El Señor me sostiene
Lucas 19,1-10
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió en una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: "Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa. "Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador." Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: "Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más." Jesús le contestó: "Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido."
Salmo 3: El Señor me sostiene
Lucas 19,1-10
2 Macabeos 6,18-31
En aquellos días, a Eleazar, uno de los principales escribas, hombre de edad avanzada y semblante muy digno, le abrían la boca a la fuerza para que comiera carne de cerdo. Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida.Los que presidían aquel sacrificio ilegal, viejos amigos de Eleazar, lo llevaron aparte y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que la comiera, haciendo como que comía carne del sacrificio ordenado por el rey, para que así se librara de la muerte y, dada su antigua amistad, lo tratasen con consideración. Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus años, de su noble ancianidad, de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño y, sobre todo, digna de la Ley santa dada por Dios, respondió todo seguido: "¡Enviadme al sepulcro! Que no es digno de mi edad ese engaño. Van a creer muchos jóvenes que Eleazar, a los noventa años, ha apostatado, y, si miento por un poco de vida que me queda, se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso sería manchar e infamar mi vejez. Y, aunque de momento me librase del castigo de los hombres, no escaparía de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble por amor a nuestra santa y venerable Ley. "Dicho esto, se dirigió en seguida al suplicio. Los que lo llevaban, poco antes deferentes con él, se endurecieron, considerando insensatas las palabras que acababa de pronunciar. Él, a punto de morir a fuerza de golpes, dijo entre suspiros: "Bien sabe el Señor, que posee la santa sabiduría, que, pudiendo librarme de la muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y los sufro con gusto en mi alma por respeto a él." Así terminó su vida, dejando, no sólo a los jóvenes, sino a toda la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.
Salmo 3: El Señor me sostiene
Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí:
"Ya no le protege Dios."
R. El Señor me sostiene
Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo.
R. El Señor me sostiene
Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor.
R. El Señor me sostiene
Lucas 19,1-10
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió en una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: "Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa. "Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador." Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: "Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más." Jesús le contestó: "Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido."
lunes, 16 de noviembre de 2015
domingo, 15 de noviembre de 2015
Marcos 13,24-32: "El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán"
Marcos 13,24-32
Domingo de la 33 Semana del Tiempo Ordinario, Año B
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.»
SOBRE EL MISMO TEMA:
por Francisco González, S.F.
Domingo de la 33 Semana del Tiempo Ordinario, Año B
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.»
SOBRE EL MISMO TEMA:
por Francisco González, S.F.
DOMINGO DE LA 33 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año B, por Mons. Francisco González, S.F.
Daniel 12,1-3
Salmo 15,5.9-11
Hebreos 10,11-14.18
Marcos 13,24-32
Daniel 12,1-3
Por aquel tiempo se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora. Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.
Salmo 15,5.9-11:
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
Hebreos 10,11-14.18
Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a lo que van siendo consagrados. Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.
Marcos 13,24-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.»
Comentario de Mons. Francisco González, S.F.,
En la primera lectura de este domingo nos encontramos con el profeta Daniel. El pueblo de Dios la está pasando mal, algunos de ellos se han pasado a la “cultura dominante” y han desaparecido ciertos valores que los israelitas habían tenido como fundamentales. Están pasando por un tiempo de angustia, y el profeta les ha recordado anteriormente otros tiempos parecidos, cuando supieron vencer y lo mismo puede suceder hoy, pues Miguel, el Gran Jefe, defiende a su pueblo.
El profeta les habla indicando que las culturas y poderes de la tierra pasan, y los poderosos de hoy se convertirán en los don nadie del mañana, sin embargo habrá un final para todo donde se tomarán decisiones de vida y de muerte eterna, unos se salvarán, irán “al rechazo y pena eterna”. Dice el profeta: “Los que tengan el conocimiento brillarán como un cielo resplandeciente, los que hayan guiado a los demás por la justicia brillarán como las estrellas por los siglos de los siglos” (Dn 12-3).
Hoy también corre por ahí la tentación de pasarse uno a los valores de cultura/s que “nos caen bien”, olvidándonos, a veces, de valores preciosos que trajimos de nuestros países, de nuestras familias, de nuestra Iglesia. Con todos esos cambios, ¿seremos más felices o tendremos que arrepentirnos? Pienso en el amor por la familia extendida de los hispanos, con la que con frecuencia nos reunimos para los cumpleaños, bodas, bautizos, quinceañeras o simplemente para una comida, para compartir el diario vivir, escuchar música y ¡bailar! Actividades sencillas que fortalecen nuestros lazos familiares y que transmiten nuestros valores y tradiciones de generación en generación.
El evangelio nos habla de cosas finales, de hecho este pasaje de Marcos entra en el estilo literario-teológico conocido como apocalíptico. Algunos proclamadores de la Palabra, con eso de que se acababa el mundo hace un año atrás y ahora a mediados del mes de diciembre del 2012, han dado rienda suelta a una predicación apocalíptica de sentido negativo: cataclismos, desolación, destrucción. Este estilo literario y de predicación lo vemos en la Sagrada Escritura, pero si ponemos atención, podemos ver el lado positivo: es verdad que al final habrá una lucha cósmica; es verdad que en esas ocasiones vimos un dualismo, la lucha entre el bien y el mal, pero es también verdad que después de todo, se anuncia un tiempo de calma, de felicidad, del triunfo final del bien sobre el mal. Por eso y en ese sentido se ha de tomar el evangelio de hoy: “Y verán venir al Hijo del Hombre en medio de las nubes con gran poder y gloria. Enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro puntos cardinales, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo” (Mc 13,26-27).
Para cuando esta redacción fue hecha, posiblemente Jerusalén y el Templo habían sido destruidos, las persecuciones de cristianos habían comenzado, quizás Pedro y Pablo habían sufrido ya el martirio y había incertidumbre en las pequeñas comunidades cristianas acerca de lo que se les había predicado. Y por lo tanto era necesario animar a la comunidad, el evangelio era verdadero y aunque el tiempo de peregrinación (la vida) puede ser dura y contradictoria, pero al final Dios triunfa y nosotros con Él.
La desesperación no es cristiana, pues aunque vemos el dolor, la violencia, el engaño, el abuso del poder político, económico y religioso, la corrupción de algunos dirigentes y el sufrimiento de los inocentes, el triunfo, la victoria del bien, de Dios está asegurada; la esperanza no se pierde. Dice el evangelio.
En la segunda lectura llegamos al final de la larga reflexión del sacrificio de Cristo, verdadero Sumo Sacerdote. A diferencia de los sacerdotes levíticos que tienen constantemente que ofrecer sacrificios, Cristo ya no, lo ofreció una vez y ahora ya se sentó para siempre a la derecha de Dios.
¿Cuándo vendrá con todo su poder a pedir cuentas a la creación? No te preocupes hermano/a que nadie lo sabe: ni Sandy, ni el Niño, ni la Niña son indicaciones por las que podamos calcular la llamada Segunda Venida, pues “nadie sabe la hora, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sino sólo el Padre”.
Vive tu vida hermano/a lo mejor que puedas y deja lo demás en manos de Dios
Salmo 15,5.9-11
Hebreos 10,11-14.18
Marcos 13,24-32
Daniel 12,1-3
Por aquel tiempo se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora. Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.
Salmo 15,5.9-11:
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
Hebreos 10,11-14.18
Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a lo que van siendo consagrados. Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.
Marcos 13,24-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.»
Comentario de Mons. Francisco González, S.F.,
En la primera lectura de este domingo nos encontramos con el profeta Daniel. El pueblo de Dios la está pasando mal, algunos de ellos se han pasado a la “cultura dominante” y han desaparecido ciertos valores que los israelitas habían tenido como fundamentales. Están pasando por un tiempo de angustia, y el profeta les ha recordado anteriormente otros tiempos parecidos, cuando supieron vencer y lo mismo puede suceder hoy, pues Miguel, el Gran Jefe, defiende a su pueblo.
El profeta les habla indicando que las culturas y poderes de la tierra pasan, y los poderosos de hoy se convertirán en los don nadie del mañana, sin embargo habrá un final para todo donde se tomarán decisiones de vida y de muerte eterna, unos se salvarán, irán “al rechazo y pena eterna”. Dice el profeta: “Los que tengan el conocimiento brillarán como un cielo resplandeciente, los que hayan guiado a los demás por la justicia brillarán como las estrellas por los siglos de los siglos” (Dn 12-3).
Hoy también corre por ahí la tentación de pasarse uno a los valores de cultura/s que “nos caen bien”, olvidándonos, a veces, de valores preciosos que trajimos de nuestros países, de nuestras familias, de nuestra Iglesia. Con todos esos cambios, ¿seremos más felices o tendremos que arrepentirnos? Pienso en el amor por la familia extendida de los hispanos, con la que con frecuencia nos reunimos para los cumpleaños, bodas, bautizos, quinceañeras o simplemente para una comida, para compartir el diario vivir, escuchar música y ¡bailar! Actividades sencillas que fortalecen nuestros lazos familiares y que transmiten nuestros valores y tradiciones de generación en generación.
El evangelio nos habla de cosas finales, de hecho este pasaje de Marcos entra en el estilo literario-teológico conocido como apocalíptico. Algunos proclamadores de la Palabra, con eso de que se acababa el mundo hace un año atrás y ahora a mediados del mes de diciembre del 2012, han dado rienda suelta a una predicación apocalíptica de sentido negativo: cataclismos, desolación, destrucción. Este estilo literario y de predicación lo vemos en la Sagrada Escritura, pero si ponemos atención, podemos ver el lado positivo: es verdad que al final habrá una lucha cósmica; es verdad que en esas ocasiones vimos un dualismo, la lucha entre el bien y el mal, pero es también verdad que después de todo, se anuncia un tiempo de calma, de felicidad, del triunfo final del bien sobre el mal. Por eso y en ese sentido se ha de tomar el evangelio de hoy: “Y verán venir al Hijo del Hombre en medio de las nubes con gran poder y gloria. Enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro puntos cardinales, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo” (Mc 13,26-27).
Para cuando esta redacción fue hecha, posiblemente Jerusalén y el Templo habían sido destruidos, las persecuciones de cristianos habían comenzado, quizás Pedro y Pablo habían sufrido ya el martirio y había incertidumbre en las pequeñas comunidades cristianas acerca de lo que se les había predicado. Y por lo tanto era necesario animar a la comunidad, el evangelio era verdadero y aunque el tiempo de peregrinación (la vida) puede ser dura y contradictoria, pero al final Dios triunfa y nosotros con Él.
La desesperación no es cristiana, pues aunque vemos el dolor, la violencia, el engaño, el abuso del poder político, económico y religioso, la corrupción de algunos dirigentes y el sufrimiento de los inocentes, el triunfo, la victoria del bien, de Dios está asegurada; la esperanza no se pierde. Dice el evangelio.
En la segunda lectura llegamos al final de la larga reflexión del sacrificio de Cristo, verdadero Sumo Sacerdote. A diferencia de los sacerdotes levíticos que tienen constantemente que ofrecer sacrificios, Cristo ya no, lo ofreció una vez y ahora ya se sentó para siempre a la derecha de Dios.
¿Cuándo vendrá con todo su poder a pedir cuentas a la creación? No te preocupes hermano/a que nadie lo sabe: ni Sandy, ni el Niño, ni la Niña son indicaciones por las que podamos calcular la llamada Segunda Venida, pues “nadie sabe la hora, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sino sólo el Padre”.
Vive tu vida hermano/a lo mejor que puedas y deja lo demás en manos de Dios
DOMINGO DE LA 33 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año B (Lecturas)
Daniel 12,1-3
Salmo 15,5.9-11
Hebreos 10,11-14.18
Marcos 13,24-32
Daniel 12,1-3
Por aquel tiempo se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora. Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.
Salmo 15,5.9-11:
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
Hebreos 10,11-14.18
Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a lo que van siendo consagrados. Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.
Marcos 13,24-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.»
Comentarios:
Francisco González SF
Salmo 15,5.9-11
Hebreos 10,11-14.18
Marcos 13,24-32
Daniel 12,1-3
Por aquel tiempo se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora. Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.
Salmo 15,5.9-11:
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
Hebreos 10,11-14.18
Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a lo que van siendo consagrados. Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.
Marcos 13,24-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.»
Comentarios:
Francisco González SF
viernes, 13 de noviembre de 2015
Lucas 17,26-37: Claves de lectura, por la Orden Carmelita
Lucas 17,26-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará. Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejaran." Ellos le preguntaron: "¿Dónde, Señor?" Él contestó: "Donde se reunen los buitres, allí está el cuerpo."
— Comentario por la Orden Carmelita
Claves de lectura
El evangelio de hoy sigue la reflexión sobre la llegada del fin de los tiempos y trae palabras de Jesús sobre cómo preparar la llegada del Reino. Era un asunto candente, que en aquel tiempo, causaba mucha discusión.
Quien determina la hora de la llegada del fin es Dios. Pero el tiempo de Dios (kairós) no se mide por el tiempo de nuestro reloj (chronos). Para Dios, un día puede ser igual a mil años, y mil años igual a un día (Sal 90,4; 2Pd 3,-8). El tiempo de Dios corre de forma invisible dentro de nuestro tiempo, pero es independiente de nosotros y de nuestro tiempo. Nosotros no podemos interferir en el tiempo, pero debemos estar preparados para el momento en que la hora de Dios se hizo presente en nuestro tiempo. Puede ser hoy, puede ser de aquí a mil años. Lo que da seguridad, no es saber la hora del fin del mundo, sino la certeza de la presencia de la Palabra de Jesús presente en la vida. El mundo pasará, pero su palabra no pasará jamás (Cf. Is 40,7-8).
Lucas 17,26-29: Como en los días de Noé y de Lot
La vida corre normalmente: comer, beber, casarse, comprar, vender, plantar, construir. La rutina puede envolvernos de tal forma que no conseguimos pensar en otra cosa, en nada más. Y el consumismo contribuye a aumentar en muchos de nosotros esta total desatención a la dimensión más profunda de la vida. Dejamos entrar la polilla en la viga de la fe que sustenta el tejado de nuestra vida. Cuando la tormenta derriba la casa, muchos dan la culpa al carpintero: “¡Mal servicio!”
En realidad, la causa de la caída fue nuestra prolongada desatención. La alusión a la destrucción de Sodoma como figura de lo que va a suceder al final de los tiempos, es una alusión a la destrucción de Jerusalén de parte de los romanos en el año 70 dC (cf Mc 13,14).
Lucas 17,30-32: Así será en los días del Hijo del Hombre
Difícil para nosotros imaginar el sufrimiento y el trauma que la destrucción de Jerusalén causó en las comunidades, tanto de los judíos como de los cristianos. Para ayudarlas a entender y a enfrentar el sufrimiento, Jesús usa comparaciones sacadas de la vida: “Aquel Día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y, de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás”. La destrucción vendrá con tal rapidez que no merece la pena bajar a la casa para buscar algo dentro (Mc 13,15-16). “Acordaos de la mujer de Lot” (cf. Gén 19,26), esto es, no miréis atrás, no perdáis tiempo, tomad la decisión e id adelante: es cuestión de vida o de muerte.
Lucas 17,33: Perder la vida para ganar la vida
Sólo se siente realizada la persona que es capaz de darse enteramente a los demás. Pierde la vida la que la conserva sólo para sí. Este consejo de Jesús es la confirmación de la más profunda experiencia humana: la fuente de la vida está en la entrega de la vida. Dando, se recibe. “En verdad os digo: el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo. Pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,24).
Lo importante es la motivación que añade el evangelio de Marcos: “Por mí y por el Evangelio” (Mc 8,35). Al decir que nadie es capaz de conservar su vida con su propio esfuerzo, Jesús evoca el salmo donde se dice que nadie es capaz de pagar el precio del rescate de la vida: “Nadie puede rescatar al hombre de la muerte, nadie puede dar a Dios su rescate; pues muy caro es el precio de rescate de la vida, y ha de renunciar por siempre continuar viviendo indefinidamente sin ver la fosa”. (Sal 49,8-10).
Lucas 17,34-36: Vigilancia
“Yo os lo digo: aquella noche estarán dos en un mismo lecho: al uno tomarán y al otro le dejarán; habrá dos mujeres moliendo juntas: a una la tomarán y a la otra la dejarán.” Evoca la parábola de las diez vírgenes. Cinco eran prudentes y cinco necias (Mt 25,1-11).
Lo que importa es estar preparado/a. Las palabras: “Una la tomarán y otra la dejarán” evocan las palabras de Pablo a los Tesalonicenses (1Tes 4,13-17), cuando dice que en la venida del Hijo seremos arrebatados al cielo junto con Jesús.
Lucas 17,37: ¿Dónde y cuándo?
“Los discípulos preguntaron: "¿Señor, dónde ocurrirá esto?" Jesús respondió: "Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres". Respuesta enigmática.
Algunos piensan que Jesús evoca la profecía de Ezequiel, retomada en el Apocalipsis, en la cual el profeta se refiere a la batalla victoriosa final contra los poderes del mal. Las aves de rapiña o los buitres serán invitadas a comer la carne de los cadáveres (Ez 39,4.17-20; Ap 19,17-18). Otros piensan que se trata del valle de Josafat, donde tendrá lugar el juicio final según la profecía de Joel (Joel 4,2.12). Otros piensan que se trata simplemente de un proverbio popular que significaba más o menos lo mismo que dice nuestro proverbio: “¡Cuando el río suena, agua lleva!”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará. Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejaran." Ellos le preguntaron: "¿Dónde, Señor?" Él contestó: "Donde se reunen los buitres, allí está el cuerpo."
— Comentario por la Orden Carmelita
Claves de lectura
El evangelio de hoy sigue la reflexión sobre la llegada del fin de los tiempos y trae palabras de Jesús sobre cómo preparar la llegada del Reino. Era un asunto candente, que en aquel tiempo, causaba mucha discusión.
Quien determina la hora de la llegada del fin es Dios. Pero el tiempo de Dios (kairós) no se mide por el tiempo de nuestro reloj (chronos). Para Dios, un día puede ser igual a mil años, y mil años igual a un día (Sal 90,4; 2Pd 3,-8). El tiempo de Dios corre de forma invisible dentro de nuestro tiempo, pero es independiente de nosotros y de nuestro tiempo. Nosotros no podemos interferir en el tiempo, pero debemos estar preparados para el momento en que la hora de Dios se hizo presente en nuestro tiempo. Puede ser hoy, puede ser de aquí a mil años. Lo que da seguridad, no es saber la hora del fin del mundo, sino la certeza de la presencia de la Palabra de Jesús presente en la vida. El mundo pasará, pero su palabra no pasará jamás (Cf. Is 40,7-8).
Lucas 17,26-29: Como en los días de Noé y de Lot
La vida corre normalmente: comer, beber, casarse, comprar, vender, plantar, construir. La rutina puede envolvernos de tal forma que no conseguimos pensar en otra cosa, en nada más. Y el consumismo contribuye a aumentar en muchos de nosotros esta total desatención a la dimensión más profunda de la vida. Dejamos entrar la polilla en la viga de la fe que sustenta el tejado de nuestra vida. Cuando la tormenta derriba la casa, muchos dan la culpa al carpintero: “¡Mal servicio!”
En realidad, la causa de la caída fue nuestra prolongada desatención. La alusión a la destrucción de Sodoma como figura de lo que va a suceder al final de los tiempos, es una alusión a la destrucción de Jerusalén de parte de los romanos en el año 70 dC (cf Mc 13,14).
Lucas 17,30-32: Así será en los días del Hijo del Hombre
Difícil para nosotros imaginar el sufrimiento y el trauma que la destrucción de Jerusalén causó en las comunidades, tanto de los judíos como de los cristianos. Para ayudarlas a entender y a enfrentar el sufrimiento, Jesús usa comparaciones sacadas de la vida: “Aquel Día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y, de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás”. La destrucción vendrá con tal rapidez que no merece la pena bajar a la casa para buscar algo dentro (Mc 13,15-16). “Acordaos de la mujer de Lot” (cf. Gén 19,26), esto es, no miréis atrás, no perdáis tiempo, tomad la decisión e id adelante: es cuestión de vida o de muerte.
Lucas 17,33: Perder la vida para ganar la vida
Sólo se siente realizada la persona que es capaz de darse enteramente a los demás. Pierde la vida la que la conserva sólo para sí. Este consejo de Jesús es la confirmación de la más profunda experiencia humana: la fuente de la vida está en la entrega de la vida. Dando, se recibe. “En verdad os digo: el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo. Pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,24).
Lo importante es la motivación que añade el evangelio de Marcos: “Por mí y por el Evangelio” (Mc 8,35). Al decir que nadie es capaz de conservar su vida con su propio esfuerzo, Jesús evoca el salmo donde se dice que nadie es capaz de pagar el precio del rescate de la vida: “Nadie puede rescatar al hombre de la muerte, nadie puede dar a Dios su rescate; pues muy caro es el precio de rescate de la vida, y ha de renunciar por siempre continuar viviendo indefinidamente sin ver la fosa”. (Sal 49,8-10).
Lucas 17,34-36: Vigilancia
“Yo os lo digo: aquella noche estarán dos en un mismo lecho: al uno tomarán y al otro le dejarán; habrá dos mujeres moliendo juntas: a una la tomarán y a la otra la dejarán.” Evoca la parábola de las diez vírgenes. Cinco eran prudentes y cinco necias (Mt 25,1-11).
Lo que importa es estar preparado/a. Las palabras: “Una la tomarán y otra la dejarán” evocan las palabras de Pablo a los Tesalonicenses (1Tes 4,13-17), cuando dice que en la venida del Hijo seremos arrebatados al cielo junto con Jesús.
Lucas 17,37: ¿Dónde y cuándo?
“Los discípulos preguntaron: "¿Señor, dónde ocurrirá esto?" Jesús respondió: "Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres". Respuesta enigmática.
Algunos piensan que Jesús evoca la profecía de Ezequiel, retomada en el Apocalipsis, en la cual el profeta se refiere a la batalla victoriosa final contra los poderes del mal. Las aves de rapiña o los buitres serán invitadas a comer la carne de los cadáveres (Ez 39,4.17-20; Ap 19,17-18). Otros piensan que se trata del valle de Josafat, donde tendrá lugar el juicio final según la profecía de Joel (Joel 4,2.12). Otros piensan que se trata simplemente de un proverbio popular que significaba más o menos lo mismo que dice nuestro proverbio: “¡Cuando el río suena, agua lleva!”
miércoles, 11 de noviembre de 2015
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