Lucas 15,1-10
Jueves de la 31 Semana del Tiempo Ordinario I y II,
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: "Ése acoge a los pecadores y come con ellos." Jesús les dijo esta parábola: "Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido." Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y vecinas para decirles "¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido." Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta."
— Reflexión
El evangelio de hoy nos trae parábolas enlazadas entre sí por un mismo tema: se trata de cosas perdidas: la oveja perdida (Lc 15,3-7), la moneda perdida (Lc 15,8-10).
Las parábolas son dirigidas a los fariseos y a los doctores de la ley que criticaban a Jesús (Lc 15,1-3). Es decir que son dirigidas al fariseo o al doctor de la ley que existe en cada uno de nosotros.
• Lucas 15,1-3: Los destinatarios de las parábolas
Estos tres primeros versos describen el contexto en el que fueron pronunciadas las tres parábolas: “Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle. Los fariseos y los escribas murmuraban”.
De un lado, se encontraban los cobradores de impuestos y los pecadores, del otro los fariseos y los doctores de la ley. Lucas dice con un poco de exageración: “Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle”. Algo en Jesús atraía. Es la palabra de Jesús la que los atrae (Cf. Is 50,4). Ellos quieren oírlo. Señal de que no se sienten condenados, sino acogidos por él.
La crítica de los fariseos y de los escribas era ésta: "¡Este hombre acoge a los pecadores y come con él!". En el envío de los setenta y dos discípulos (Lc 10,1-9), Jesús había mandado acoger a los excluidos, a los enfermos y a los poseídos (Mt 10,8; Lc 10,9) y a practicar la comunión alrededor de la mesa (Lc 10,8).
• Lucas 15,4: Parábola de la oveja perdida
La parábola de la oveja perdida empieza con una pregunta: "¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va a buscar la que se perdió, hasta que la encuentra?”
Antes de que él mismo diera una respuesta, Jesús tiene que haber mirado a los oyentes para ver cómo respondían. La pregunta es formulada de tal manera que la respuesta no puede que ser positiva: “Sí, ¡él va en búsqueda de la oveja perdida!” Y tú ¿cómo responderías? ¿Dejarías las 99 ovejas en el campo para ir detrás de la única oveja que se perdió? ¿Quién haría esto? Probablemente la mayoría habrá respondido: “Jesús, entre nosotros, ninguno haría una cosa tan absurda. Dice el proverbio: “¡Mejor un pájaro en mano, que ciento volando!”
• Lucas 15,5-7: Jesús interpreta la parábola de la oveja perdida
Ahora en la parábola el dueño de las ovejas hace lo que nadie haría: deja todo y va detrás de la oveja perdida. Sólo Dios mismo puede tener esta actitud. Jesús quiere que el fariseo y el escriba que existe en nosotros, en mí, tome conciencia. Los fariseos y los escribas abandonaban a los pecadores y los excluían. Nunca irían tras la oveja perdida. Dejarían que se perdiera en el desierto. Prefieren a las 99 que no se perdieron.
Pero Jesús se pone en lugar de la oveja que se perdió, y que en aquel contexto de la religión oficial caería en la desesperación, sin esperanza de ser acogida. Jesús hace saber a ellos y a nosotros: “Si por casualidad te sientes perdido, pecador, recuerda que, para Dios, tú vales más que las 99 otras ovejas. Dios te sigue. Y en caso de que tú te conviertes, tiene que saber que “habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión."
• Lucas 15,8-10: Parábola de la moneda perdida
La segunda parábola: "O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas y les dice: `Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido.' Pues os digo que, del mismo modo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»
Dios se alegra con nosotros. Los ángeles también se alegran con nosotros. La parábola era para comunicar la esperanza a quien estaba amenazado de desesperación por la religión oficial. Este mensaje evoca lo que Dios nos dice en el libro del profeta Isaías: “Te tengo grabado en la palma de mi mano” (Is 49,16). “Tu eres precioso a mis ojos, yo te amo” (Is 43,4)
Jueves de la 31 Semana del Tiempo Ordinario I y II,
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: "Ése acoge a los pecadores y come con ellos." Jesús les dijo esta parábola: "Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido." Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y vecinas para decirles "¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido." Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta."
— Reflexión
El evangelio de hoy nos trae parábolas enlazadas entre sí por un mismo tema: se trata de cosas perdidas: la oveja perdida (Lc 15,3-7), la moneda perdida (Lc 15,8-10).
Las parábolas son dirigidas a los fariseos y a los doctores de la ley que criticaban a Jesús (Lc 15,1-3). Es decir que son dirigidas al fariseo o al doctor de la ley que existe en cada uno de nosotros.
• Lucas 15,1-3: Los destinatarios de las parábolas
Estos tres primeros versos describen el contexto en el que fueron pronunciadas las tres parábolas: “Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle. Los fariseos y los escribas murmuraban”.
De un lado, se encontraban los cobradores de impuestos y los pecadores, del otro los fariseos y los doctores de la ley. Lucas dice con un poco de exageración: “Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle”. Algo en Jesús atraía. Es la palabra de Jesús la que los atrae (Cf. Is 50,4). Ellos quieren oírlo. Señal de que no se sienten condenados, sino acogidos por él.
La crítica de los fariseos y de los escribas era ésta: "¡Este hombre acoge a los pecadores y come con él!". En el envío de los setenta y dos discípulos (Lc 10,1-9), Jesús había mandado acoger a los excluidos, a los enfermos y a los poseídos (Mt 10,8; Lc 10,9) y a practicar la comunión alrededor de la mesa (Lc 10,8).
• Lucas 15,4: Parábola de la oveja perdida
La parábola de la oveja perdida empieza con una pregunta: "¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va a buscar la que se perdió, hasta que la encuentra?”
Antes de que él mismo diera una respuesta, Jesús tiene que haber mirado a los oyentes para ver cómo respondían. La pregunta es formulada de tal manera que la respuesta no puede que ser positiva: “Sí, ¡él va en búsqueda de la oveja perdida!” Y tú ¿cómo responderías? ¿Dejarías las 99 ovejas en el campo para ir detrás de la única oveja que se perdió? ¿Quién haría esto? Probablemente la mayoría habrá respondido: “Jesús, entre nosotros, ninguno haría una cosa tan absurda. Dice el proverbio: “¡Mejor un pájaro en mano, que ciento volando!”
• Lucas 15,5-7: Jesús interpreta la parábola de la oveja perdida
Ahora en la parábola el dueño de las ovejas hace lo que nadie haría: deja todo y va detrás de la oveja perdida. Sólo Dios mismo puede tener esta actitud. Jesús quiere que el fariseo y el escriba que existe en nosotros, en mí, tome conciencia. Los fariseos y los escribas abandonaban a los pecadores y los excluían. Nunca irían tras la oveja perdida. Dejarían que se perdiera en el desierto. Prefieren a las 99 que no se perdieron.
Pero Jesús se pone en lugar de la oveja que se perdió, y que en aquel contexto de la religión oficial caería en la desesperación, sin esperanza de ser acogida. Jesús hace saber a ellos y a nosotros: “Si por casualidad te sientes perdido, pecador, recuerda que, para Dios, tú vales más que las 99 otras ovejas. Dios te sigue. Y en caso de que tú te conviertes, tiene que saber que “habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión."
• Lucas 15,8-10: Parábola de la moneda perdida
La segunda parábola: "O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas y les dice: `Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido.' Pues os digo que, del mismo modo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»
Dios se alegra con nosotros. Los ángeles también se alegran con nosotros. La parábola era para comunicar la esperanza a quien estaba amenazado de desesperación por la religión oficial. Este mensaje evoca lo que Dios nos dice en el libro del profeta Isaías: “Te tengo grabado en la palma de mi mano” (Is 49,16). “Tu eres precioso a mis ojos, yo te amo” (Is 43,4)
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