lunes, 20 de mayo de 2024

Sobre ser ASERTIVO Y LA ASERTIVIDAD

 


La virtud de la ASERTIVIDAD

La palabra virtud (ἀρετή), en la antigua Grecia, significaba excelencia, habilidad, eficacia. No tenía connotaciones éticas. Virtuoso era todo aquello que cumplía su función exitosamente. Fue Platón, en la línea socrática, quien convirtió la virtud en un atributo de la persona, para señalar disposiciones y actitudes que permitirían al ser humano caminar por la senda del bien.

 Asumiendo esta tradición filosófica, su continuidad aristotélica y, por supuesto, la concreción cristiana de la virtud, no veo porqué tengamos que renunciar a su sentido etimológico inicial. Mantener el sentido genuino de la virtud como concepto, nos ayuda además a detectar posibles desviaciones tanto en el uso de este término, como en su aplicación práctica. Considerado desde esta perspectiva, podríamos encontrarnos la paradoja, en algunos casos, de una instrumentalización perversa de las llamadas virtudes cristianas.

La humildad, por poner un ejemplo, es una virtud encomiable cuando una persona, consciente de sus propias limitaciones y debilidades, sabe valorar serena y agradecidamente los dones y méritos externos, mostrándose, también compasivo y cercano con las flaquezas de los demás. La humildad sin embargo no puede considerarse virtud, cuando se la invoca o se exige como medio de coacción y sometimiento de la conciencia y la voluntad ajena, procurando impedir de esta forma cualquier resistencia legítima.

Lo mismo podríamos decir de otras virtudes como la obediencia, la pobreza o la generosidad, las cuales pierden su cualidad y se desvirtúan desde el momento en que se emplean como instrumento de manipulación.

La psicología pone de manifiesto las consecuencias negativas que el comportamiento inhibido tiene para el propio sujeto y para cualquier tipo de relación. Entendemos por inhibición toda actuación marcada por la sumisión, la pasividad, el retraimiento y la tendencia a someterse excesivamente a los deseos de los demás, sin tener en cuenta los propios criterios, principios, derechos y necesidades. Tampoco es adecuado ni beneficioso el extremo opuesto, es decir, la respuesta agresiva, que no respeta los derechos, los sentimientos o la dignidad de los demás, pudiendo incluir expresiones ofensivas o conductas hostiles.

También aquí, como sostenía Aristóteles, en el término medio se encuentra la virtud. Entre los extremos de la inhibición y la agresividad, la ciencia psicológica propone la asertividad, que consiste en la defensa de los derechos personales, manteniéndose fiel a la conciencia, lo que implica expresar abiertamente los propios sentimientos, criterios y opiniones, así como reivindicar que sean respetados los intereses legítimos de cada uno. Esto permite una mayor congruencia y autenticidad.

Jesucristo, que fue maestro, ejemplo y modelo de virtud, también destacó en asertividad. Cuando, en el sermón de la montaña, nos hablaba de poner la otra mejilla ante la bofetada recibida (Mt 5,39), no estaba proponiendo la inhibición como modo de vida, hablaba de la importancia de evitar responder al mal con otro mal, alimentando el círculo vicioso de la violencia. El proceder correcto en esta situación nos lo muestra cuando él mismo fue abofeteado. No puso la otra mejilla, sino que su respuesta fue totalmente asertiva: «Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?» (Jn 18,23).


Autor: P. Juan Antonio Moya Sánchez. Canónigo de la S.A.I. Catedral de la Encarnación de Almería. Doctor en Psicología. Máster en Psicología clínica


+ SOBRE LA ASERTIVIDAD

¿En qué consiste ser ASERTIVO?

 


La asertividad se define como la habilidad que permite a las personas expresar de la manera adecuada, sin hostilidad ni agresividad, sus pensamientos, ideas y emociones, frente a otra persona. Las personas que poseen esta cualidad expresan de manera adecuada sus opiniones y sentimientos, tanto positivos como negativos.

Ser asertivo significa ser abierto para expresar pensamientos, deseos y sentimientos. Anima también a los demás a hacer lo mismo. Para ser una persona asertiva debes escuchar las opiniones y los consejos de los demás.

Habilidad social

La asertividad es una habilidad social y comunicativa que se encuentra en un término medio entre la pasividad y la agresividad. Este punto medio es complicado encontrarlo, pero es clave para mejorar la comunicación personal y de grupo. A menudo es confundida con la tozudez, puesto que la asertividad implica hacer valer nuestra posición de manera firme y persistente. Sin embargo, aprender a trabajar en equipo significa mucho más que manifestar nuestro punto de vista. Cuando interactuamos con los demás muy habitualmente tendemos a adoptar posturas agresivas o pasivas. Expresarse de forma inapropiada suele ser el resultado de falta de confianza en uno mismo, falta de preparación, improvisación, etc.

Asertividad es comunicación equilibrada

La asertividad, en cambio, no se considera pasiva ni agresiva, sino que se trata de una conducta equilibrada. Ser asertivos significa expresar pensamientos y sentimientos de forma honesta, directa y correcta. Implica respetar los pensamientos y creencias de otras personas, a la vez que se defienden los propios.

Expresar adecuadamente los sentimientos y deseos requiere de una importante habilidad personal e interpersonal. En nuestras interacciones con otras personas, la asertividad ayuda a expresarnos de forma clara, abierta y razonable, sin ignorar a los demás.

Conducta pasiva no es asertiva

Identificar una conducta pasiva es sencillo: las personas que se comportan de esta forma buscan agradar a los demás y cumplir los deseos de otros. Tienen una fuerte necesidad de ser valorados y sus acciones están enfocadas únicamente a complacer al otro, con el riesgo de socavar los derechos individuales y la confianza en uno mismo. Este tipo de conducta se caracteriza por dejar la propia responsabilidad en manos de otros y aceptar que los demás dirijan y tomen decisiones.

La mejor forma de corregir estos comportamientos es aprender a decir “no”, si nos encargan una tarea para la cual no estamos preparados, o no disponemos de tiempo.

Conducta agresiva no es asertiva

Cuando una persona actúa de forma agresiva no tiene en cuenta los sentimientos de los demás y no demuestra aprecio por los otros. No hace falta gritar para ser agresivo. Una posición agresiva muchas veces es la de no escuchar a los demás, no atender a sus peticiones, no escuchar sus argumentos. Una posición agresiva es la de no escuchar y no atender a los argumentos de otros, solo imponer nuestras ideas y argumentos.

¿Cómo ser asertivos?

· No dejes que otras personas te impongan órdenes si éstas van en contra de tus principios o deseos. Evita que te manipulen.

· La asertividad implica comunicar tu punto de vista y respetar al mismo tiempo a los demás.

· No dejes que te ofendan, te manipulen, o te amenacen. Evita de esta forma situaciones en las que eres un mero instrumento en manos del otro.

· Ser asertivo significa estar abierto a expresar pensamientos, deseos y sentimientos. Anima también a los demás a hacer lo mismo.

· Para ser una persona asertiva debes escuchar las opiniones y los consejos de los demás. Si los consejos son buenos para tu vida, acéptalos. Si no es así, recházalos con delicadeza y no ofenderás a nadie.

Conductas que refuerzan esta habilidad:

· Acepta responsabilidades y delega.

· Felicita regularmente a los demás por lo que hacen. Admite tus errores y pide disculpas cuando te equivoques.

· No seas conformista, busca nuevas experiencias y alternativas para mejorar tu vida.

+ SOBRE LA ASERTIVIDAD



María, Madre de la Iglesia (lecturas de la misa)

MEMORIA DE LA VIRGEN MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA
Lunes después de Pentecostés



Después de que el hombre y la mujer comieron del fruto del árbol prohibido, el Señor Dios llamó al hombre y le preguntó, “¿Dónde estás?” Éste le respondió, “Oí tus pasos en el jardín; y tuve miedo, porque estoy desnudo, y me escondí”. Entonces le dijo Dios, “¿Y quién te ha dicho que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?” Respondió Adán: “La mujer que me diste por compañera me ofreció del fruto del árbol y comí”. El Señor Dios dijo a la mujer: “¿Por qué has hecho esto?” Repuso la mujer: “La serpiente me engañó y comí.” Entonces dijo el Señor Dios a la serpiente: “Porque has hecho esto,  serás maldita entre todos los animales  y entre todas las bestias salvajes. Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya; y su descendencia te aplastará la cabeza, mientras tú tratarás de morder su talón”. El hombre le puso a su mujer el nombre de “Eva”, porque ella fue la madre de todos los vivientes.
 
 
Después de la ascensión de Jesús a los cielos, los apóstoles regresaron a Jerusalén desde el monte de los Olivos, que dista de la ciudad lo que se permite caminar en sábado. Cuando llegaron a la ciudad, subieron al piso alto de la casa donde se alojaban, Pedro y Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago (el hijo de Alfeo), Simón el Cananeo y Judas, el hijo de Santiago. Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con María, la madre de Jesús, con los parientes de Jesús y algunas mujeres.
 
Salmo 87 (86), 1-2. 3 y 5. 6-7
R. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!

Él la ha cimentado sobre el monte santo; 
y el Señor prefiere las puertas de Sión 
a todas las moradas de Jacob.
R. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! 

¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
Se dirá de Sión: “Uno por uno,  
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado”.
R. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!

El Señor escribirá en el registro de los pueblos: 
“Éste ha nacido allí”.
Y cantarán mientras danzan: 
“Todas mis fuentes están en ti”.
R. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre,  la hermana de su madre, María la de Cleofás,  y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería,  Jesús dijo a su madre: “Mujer, ahí está tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Ahí está tu madre”. Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término,  para que se cumpliera la Escritura, dijo: “Tengo sed”. Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo  y se la acercaron a la boca. Jesús probó el vinagre y dijo:  “Todo está cumplido”,  e inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Entonces, los judíos, como era el día de la preparación de la Pascua,  para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado,  porque aquel sábado era un día muy solemne,  pidieron a Pilato que les quebraran las piernas  y los quitaran de la cruz. Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno  y luego al otro de los que habían sido crucificados con Jesús. Pero al llegar a él, viendo que ya había muerto,  no le quebraron las piernas,  sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza  e inmediatamente salió sangre y agua.

martes, 7 de mayo de 2024

MARTES DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA (Lecturas)

Hechos 16,22-34
Salmo 137,1-2a.2bc.3.7c-8: 
Señor, tu derecha me salva
Juan 16,5-11



En aquellos días, la plebe de Filipos se amotinó contra Pablo y Silas, y los magistrados dieron orden de que los desnudaran y los apalearan; después de molerlos a palos, los metieron en la cárcel, encargando al carcelero que los vigilara bien; según la orden recibida, los metió en la mazmorra y les sujetó los pies en el cepo. A eso de media noche, Pablo y Silas oraban cantando himnos a Dios. Los otros presos escuchaban. De repente, vino una sacudida tan violenta que temblaron los cimientos de la cárcel. Las puertas se abrieron de golpe, y a todos se les soltaron las cadenas. El carcelero se despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada para suicidarse, imaginando que los presos se habían fugado. Pablo lo llamó a gritos: "No te hagas nada, que estamos todos aquí." El carcelero pidió una lámpara, saltó dentro, y se echó temblando a los pies de Pablo y Silas; los sacó y les preguntó: "Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?" Le contestaron: "Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia." Y le explicaron la palabra del Señor, a él y a todos los de su casa. El carcelero se los llevó a aquellas horas de la noche, les lavó las heridas, y se bautizó en seguida con todos los suyos, los subió a su casa, les preparó la mesa, y celebraron una fiesta de familia por haber creído en Dios.


Señor, tu derecha me salva

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario.
R. Señor, tu derecha me salva

Daré gracias a tu nombre
por tu misericordia y tu lealtad.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.
R. Señor, tu derecha me salva

Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.
R. Señor, tu derecha me salva



En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Adónde vas?" Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado."

viernes, 3 de mayo de 2024

3 de mayo: SANTOS FELIPE Y SANTIAGO, Apóstoles




Comentarios a las lecturas:

Sobre San Felipe y Santiago:

3 de mayo: FIESTA DE SAN FELIPE Y SANTIAGO, Apóstoles, por el papa Francisco

I Corintios 15,1-8
Salmo 18: A toda la tierra alcanza su pregón
Juan 14,6-14

I Corintios 15,1-8

Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe. Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, se me apareció también a mí.

Salmo 18: A toda la tierra alcanza su pregón

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.
R. A toda la tierra alcanza su pregón

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón,
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
R. A toda la tierra alcanza su pregón

Juan 14,6-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto." Felipe le dice: "Señor, muéstranos a] Padre y nos basta." Jesús le replica: "Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí.. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré."

ENSEÑAR LA FE CON VALENTIA
Comentario del papa Francisco (3 de mayo del 2013)

Todos los cristianos tienen el deber de transmitir la fe con valentía. Fue la exhortación del papa Francisco a los fieles presentes en la misa diaria celebrada en la capilla de la Casa Santa Marta, donde reside desde su elección al solio de Pedro.

Según informa Radio Vaticana, el santo padre indicó que es Jesús el que nos invita a tener coraje, incluso en la oración, e instó a los cristianos a no ser "tibios".

Todos nosotros los cristianos, que hemos recibido la fe, tenemos que transmitirla, proclamarla con nuestra vida, con nuestra palabra.

¿Pero cuál es esta fe fundamental?, se preguntó Francisco. “Es la fe en Jesús resucitado, en Jesús que ha perdonado nuestros pecados con su muerte y nos ha reconciliado con el Padre".

"Y transmitir esto –-prosiguió--, nos exige ser valientes: el valor de transmitir la fe. Una valentía, a veces, simple. Recuerdo una historia personal: desde niño, mi abuela nos llevaba cada Viernes Santo a la procesión de las Velas y al final de la procesión llegaba el Cristo yacente y la abuela nos hacía arrodillarnos y nos decía a los niños: “Miren, está muerto, pero mañana habrá resucitado”. La fe se introduce así: la fe en Cristo crucificado y resucitado. En la historia de la Iglesia fueron muchas, muchas las personas que han querido, un poco, desaparecer esta certeza firme y hablan de una resurrección espiritual. No, ¡Cristo está vivo!".

"Cristo está vivo" y está "¡vivo también entre nosotros!", reiteró Francisco, quien a la vez exhortó a los cristianos a tener el valor de proclamar su resurrección, la Buena Nueva.

Pero también hay otro valor que Jesús nos pide: "Jesús --por decirlo un poco fuerte--, nos desafía a la oración y dice así: "Todo lo que pidan en mi nombre, yo lo haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo". Si piden algo en mi nombre, yo lo haré... ¡Esto es fuerte! Nos atrevemos a ir donde Jesús y pedirle así: "Pero tú has dicho esto, ¡hazlo! Haz que la fe crezca, haz a que la evangelización siga adelante, haz que este problema que tengo se resuelva. ¿Tenemos este valor en la oración? ¿O rezamos un poco no más, así, como se pueda, pasando poco tiempo en la oración? Si no con valor, con franqueza incluso en la oración..."

El papa recordó que, como leemos en la Biblia, Abraham y Moisés tuvieron el valor de "negociar con el Señor". Una valentía “en favor de los otros, a favor de la Iglesia", que sirve también hoy:

"Cuando la Iglesia pierde la valentía, entra en la Iglesia la atmósfera de la tibieza. Los tibios, los cristianos tibios, sin valor... Eso le hace tanto mal a la Iglesia, porque la tibieza te encierra, empiezan los problemas entre nosotros; no tenemos horizontes, no tenemos valor, ni el valor de la oración hacia el cielo, ni el valor para anunciar el evangelio. Somos tibios... Pero tenemos el coraje de encerrarnos en nuestras pequeñas cosas, en nuestros celos, en nuestras envidias, en el arribismo, en avanzar de manera egoísta..."

Y finalizó diciendo: "Todas estas cosas no son buenas para la Iglesia: ¡la Iglesia tiene que ser valiente! Todos tenemos que ser valientes en la oración, desafiando a Jesús".