martes, 4 de octubre de 2022

Controversias entre el Concilio de Nicea (325) y el Concilio de Constantinopla (381)

El Primer Concilio de Constantinopla fue convocado en mayo de 381 por el emperador Teodosio para:

• proporcionar una sucesión católica a la sede patriarcal de Constantinopla
• confirmar el símbolo de fe de Nicea
• reconciliar a los semiarrianos con la Iglesia 
• poner fin a la herejía macedonia



Emperador Teodosio


Controversias entre el Concilio de Nicea (325)
y el Concilio de Constantinopla (381)

El Concilio de Nicea (325) había rechazado el arrianismo pero las ideas de Arrio siguieron extendiéndose debido al apoyo de los emperadores que sucedieron a Constantino. Con Constancio II la influencia arriana se extendió por Occidente, a través de algunos sínodos promovidos por este emperador, lo que propició confusión doctrinal y la aparición de fórmulas y sectas que trataban de modificar la doctrina que se había promulgado en el Concilio de Nicea.

Uno de estos movimientos sectarios fue el llamado de los pneumatómacos, que negaban la consustancialidad del Espíritu Santo con el Padre y, por tanto, su divinidad. Partían del presupuesto arriano de considerar que el Hijo era una criatura y, en consecuencia, el Espíritu Santo era una criatura del Hijo. Los seguidores de esta herejía recibieron también el nombre de macedonianos derivado de Macedonio, obispo de Constantinopla (342-360), que fue su principal mantenedor.

Con la muerte de Constancio (361) y Valente (378) los arrianos perdieron sus más fuertes apoyos y se quedaron reducidos a una débil minoría. A la muerte de Valente el imperio oriental pasó a manos de Graciano (375-383), quien extendió al nuevo territorio las medidas favorecedoras de la ortodoxia, que antes había aplicado en Occidente.

Graciano confió posteriormente a Teodosio (379-395) el Imperio de Oriente. El nuevo emperador defendió la fe de Nicea porque entendía que era la fe predicada por san Pedro a los romanos, profesada por el papa Dámaso y por el obispo Pedro de Alejandría, como él mismo pone de manifiesto en su famosa constitución Cunctos populos del 380 (Codex Theodosianus, XVI, 1, 2). 

Para terminar con la influencia del arrianismo en Oriente convocó un sínodo en el 380, que se reunirá en Constantinopla al año siguiente. En Occidente, entre tanto, se habían celebrado algunos sínodos con idéntico propósito: el sínodo de Aquileya (381) que congregó a unos treinta y cinco obispos occidentales, entre ellos, a san Ambrosio, que condenaron los últimos focos de arrianismo latino.



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