lunes, 26 de febrero de 2018

SEGUNDO LUNES DE CUARESMA (Lecturas)

Daniel 9,4b-10
Salmo 78,8.9.11.13: Señor, no nos trates 
como merecen nuestros pecados
Lucas 6,36-38

Daniel 9,4b-10

Señor, Dios grande y terrible, que guardas la alianza y eres leal con los que te aman y cumplen tus mandamientos. Hemos pecado, hemos cometido crímenes y delitos, nos hemos rebelado apartándonos de tus mandatos y preceptos. No hicimos caso a tus siervos, los profetas, que hablaban en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, padres y terratenientes. Tú, Señor, tienes razón, a nosotros nos abruma hoy la vergüenza: a los habitantes de Jerusalén, a judíos e israelitas, cercanos y lejanos, en todos los países por donde los dispersaste por los delitos que cometieron contra ti. Señor, nos abruma la vergüenza: a nuestros reyes, príncipes y padres, porque hemos pecado contra ti. Pero, aunque nosotros nos hemos rebelado, el Señor, nuestro Dios, es compasivo y perdona. No obedecimos al Señor, nuestro Dios, siguiendo las normas que nos daba por sus siervos, los profetas.

Salmo 78,8.9.11.13:
Señor, no nos trates 
como merecen nuestros pecados

No recuerdes contra nosotros
las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados.
R. Señor, no nos trates 
como merecen nuestros pecados

Socórrenos, Dios, salvador nuestro,
por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre.
R. Señor, no nos trates 
como merecen nuestros pecados

Llegue a tu presencia el gemido del cautivo:
con tu brazo poderoso,
salva a los condenados a muerte.
R. Señor, no nos trates 
como merecen nuestros pecados

Mientras, nosotros, pueblo tuyo,
ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias siempre,
contaremos tus alabanzas
de generación en generación.
R. Señor, no nos trates 
como merecen nuestros pecados

Lucas 6,36-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros."

sábado, 24 de febrero de 2018

Marcos 9,2-10: ¡Escuchadle!, por el P. Raniero Cantalamessa, OFM

Marcos 9,2-10

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les apreció Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:
— Maestro. ¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Estaban asustados y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube:
— Este es mi Hijo amado; escuchadlo.
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús los mandó:
— No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado y discutían que querría decir aquello de resucitar de entre los muertos.

— ¡Escuchadle!
por el P. Raniero Cantalamessa, OFM


«Este es mi Hijo amado, escuchadle». Con estas palabras, Dios Padre daba a Jesucristo a la humanidad como su único y definitivo Maestro, superior a las Leyes y a los profetas.

¿Dónde habla Jesús hoy, para que le podamos escuchar? Nos habla ante todo a través de nuestra conciencia. Ella es una especie de «repetidor», instalado dentro de nosotros, de la voz misma de Dios. Pero por sí sola ella no basta. Es fácil hacerle decir lo que nos gusta escuchar. Por ello necesita ser iluminada y sostenida por el Evangelio y por la enseñanza de la Iglesia.

El Evangelio es el lugar por excelencia en el que Jesús nos habla hoy. Pero sabemos por experiencia que también las palabras del Evangelio pueden ser interpretadas de maneras distintas. Quien nos asegura una interpretación auténtica es la Iglesia, instituida por Cristo precisamente a tal fin: «Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha» [Lc 10, 16. Ndt].

Por esto es importante que busquemos conocer la doctrina de la Iglesia, conocerla de primera mano, como ella misma la entiende y la propone, no en la interpretación –frecuentemente distorsionada y reductiva-- de los medios de comunicación.

Casi igualmente importante que saber dónde habla Jesús hoy es saber dónde no habla. Él no habla ciertamente a través de magos, adivinos, nigromantes, oradores de horóscopos, pretendidos mensajes extraterrestres; no habla en las sesiones de espiritismo, en el ocultismo. En la Escritura leemos esta advertencia al respecto:

«No ha de haber en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, que practique adivinación, astrología, hechicería o magia, ningún encantador ni consultor de espectros o adivinos, ni evocador de muertos. Porque todo el que hace estas cosas es una abominación para Yahvé tu Dios» (Dt 18,10-12).

Estos eran los modos típicos de referirse a lo divino de los paganos, que sacaban auspicios consultando los astros, o vísceras de animales, o el vuelo de los pájaros. Con esa palabra de Dios: «¡Escuchadle!», todo aquello se acabó. Hay un solo mediador entre Dios y los hombres; no estamos obligados a ir ya «a tientas», para conocer la voluntad divina, a consultar esto o aquello. En Cristo tenemos toda respuesta.

Lamentablemente hoy aquellos ritos paganos vuelven a estar de moda. Como siempre, cuando disminuye la verdadera fe, aumenta la superstición. Tomemos la cosa más inocua de todas, el horóscopo. Se puede decir que no hay periódico o emisora de radio que no ofrezca diariamente a sus lectores u oyentes el horóscopo. Para las personas maduras, dotadas de un mínimo de capacidad crítica o de ironía, eso no es más que una inocua tomadura de pelo recíproca, una especie de juego y de pasatiempo. Pero mientras tanto miremos los efectos a la larga. ¿Qué mentalidad se forma, especialmente en los chavales y en los adolescentes? Aquella según la cual el éxito en la vida no depende del esfuerzo, de aplicación en el estudio y constancia en el trabajo, sino de factores externos, imponderables; de conseguir dirigir en provecho propio ciertos poderes, propios o ajenos. Peor aún: todo ello induce a pensar que, en el bien y en el mal, la responsabilidad no es nuestra, sino de las «estrellas», como pensaba Don Ferrante, de recuerdo manzoniano [en referencia a la novela Los novios de Alessandro Manzoni (1785-1873) Ndt]

Debo aludir a otro ámbito en el que Jesús no habla y donde, sin embargo, se le hace hablar todo el tiempo. El de las revelaciones privadas, mensajes celestiales, apariciones y voces de naturaleza variada. No digo que Cristo o la Virgen no puedan hablar también a través de estos medios. Lo han hecho en el pasado y lo pueden hacer, evidentemente, también hoy. Sólo que antes de dar por descontado que se trata de Jesús o de la Virgen, y no de la fantasía enferma de alguno, o peor, de espabilados que especulan con la buena fe de la gente, es necesario tener garantías.

Se necesita en este campo esperar el juicio de la Iglesia, no precederlo. Son aún actuales las palabras de Dante: «Sed, cristianos, más firmes al moveros: / no seáis como pluma a cualquier soplo» (Paraíso V, 73 s.).

San Juan de la Cruz decía que desde que, en el Tabor, dijo de Jesús: «¡Escuchadle!», Dios se hizo, en cierto sentido, mudo. Ha dicho todo; no tiene cosas nuevas que revelar. Quien le pide nuevas revelaciones, o respuestas, le ofende, como si no se hubiera explicado claramente todavía. Dios sigue diciendo a todos la misma palabra: «¡Escuchadle a Él!, leed el Evangelio: ahí encontraréis ni más ni menos que lo que buscáis».

Domingo de la Segunda Semana de Cuaresma, Ciclo B, por Francisco González, SF

Génesis 22,1-2.9a.10-13.15-18
Salmo 115: Caminaré en la presencia del Señor,

en el país de la vida
Romanos 8,31b-34
Marcos 9,1-9


Génesis 22, 1-2.9-13.15-18

En aquellos días Dios puso a prueba a Abrahán llamándole:
— ¡Abrahán!
Él respondió:
— Aquí me tienes.
Dios le dijo:
— Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo en sacrificio, sobre uno de los montes que yo te indicaré.
Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí un altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso en el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor gritó desde el cielo:
— ¡Abrahán, Abrahán!
Él contestó:
— Aquí me tienes.
Dios le ordenó:
— No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, a tu único hijo.
Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo:
— Juro por mí mismo —oráculo del Señor—: Por haber hecho eso, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistaran las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.

Salmo 115: Caminaré en la presencia del Señor,
en el país de la vida

Tenía fe, aun cuando dije:
"Qué desgraciado soy."
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de tus fieles.
R. Caminaré en la presencia del Señor,
en el país de la vida

Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
R. Caminaré en la presencia del Señor,
en el país de la vida

Cumpliré al Señor mis votos,
en presencia de todo el pueblo;
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti Jerusalén.
R. Caminaré en la presencia del Señor,
en el país de la vida

Romanos 8,31b-34

Hermanos: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por nosotros, ¿cómo no nos dará todo con Él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica, ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros?

Marcos 9,2-10

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les apreció Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:
— Maestro. ¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Estaban asustados y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube:
— Este es mi Hijo amado; escuchadlo.
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús los mandó:
— No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado y discutían que querría decir aquello de resucitar de entre los muertos.

Comentario por Mons. Francisco Gonzalez, SF.
Obispo Auxiliar de Washington, D.C.


Seguimos caminando y adentrándonos en la Cuaresma camino de la Pascua. Los cuarenta días de Jesús en el desierto donde, en nuestro esfuerzo de ser mejores, de ser lo mejor que podemos ser, nos enfrentamos como Jesús con las tentaciones que el diablo nos manda, con las dificultades e impedimentos que nos pone para que caigamos en su trampa, para que nos desanimemos, para que dejemos nuestros intentos de conversión.

Cuando nos enfrentamos a todo eso, debemos sentirnos bien, pues el diablo no tienta a los pecadores, pues ya los tiene, sino a los que todavía no son suyos. Así lo vemos en el desierto, que como leíamos el domingo pasado, es el mismo Espíritu quien empuja a Jesús al desierto "para dejarse tentar por el demonio", y para darnos el ejemplo de que el demonio no es el rey del universo, el todopoderoso, sino que esos títulos le pertenecen sólo a Dios y a su Hijo que nos ha mandado para nuestra salvación.

Estos son los momentos para entregarnos, para ponernos completamente en las manos de Dios, para exclamar desde lo más profundo del corazón y con la voz más fuerte: "Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad".

Abrahán, nuestro padre en la fe, es el gran ejemplo de la esperanza y confianza puesta en Dios, que aunque le pide el sacrificio de su "único hijo, a quien quieres", le dice, el patriarca con un corazón destrozado pero confiando en Dios, y posiblemente sin comprender del todo, no sabe decir otra cosa que "aquí me tienes, Señor". Y el hijo que iba a ser sacrificado, Isaac, se convierte, por la fe, en el cimiento de la promesa de un pueblo fecundo.

Abrahán se pone a disposición de Dios: "aquí estoy". Abrahán escucha a Dios.

Leyendo este pasaje del Génesis nos hace pensar en el escuchar, algo no muy común en nuestros días. Todos tenemos algo que decir, y en muchas ocasiones, algo que no tiene sentido. Creo haber oído en una ocasión que si sólo dijéramos lo que es importante, reinaría sobre el mundo un gran silencio. Parece que todos estos nuevos aparatos y tecnología de comunicación es para que yo diga, pero muy poco para que yo escuche.

En el evangelio de hoy nos encontramos con el relato de la transfiguración del Señor. Después de presentarnos a Jesús, quien se llevó consigo a tres de sus discípulos, que algunos piensan eran los más predilectos, y otros dicen que los más necesitados por oponerse a la subida de Cristo a Jerusalén, vemos que junto al Señor, aparecen Moisés, (la Ley) y Elías (la profecía). Jesús queda transformado, glorificado. Y en ese momento se oye una voz, una voz que sale de la nube (la presencia de Dios): ¡Este es mi Hijo amado; escuchadle!

Escuchar a Jesús. Eso me recuerda la elección de los apóstoles en este mismo evangelio, en su capítulo tercero, donde la primera razón por las que les llama es para que estén con Él. La predicación, los milagros y todas las demás cosas vendrán después. Pero lo primero y principal y "estar con Jesús", lo cual nos indica que si alguien te llama es porque te quiere decir algo, o sea, para que le escuches: ¡Este es mi Hijo amado; escuchadle!

Pedro, Santiago, Juan y los demás parece que no escucharon bien a Jesús, ya desde un principio. El primero no quería que subiera a Jerusalén, que le valió la reprimenda del Maestro que incluso lo llamó Satanás. Los otros dos, no habían escuchado bien el mensaje del Señor, pues estaban emperrados que querían ser "los más importantes, hasta el punto de querer sentarse a la inmediata derecha e izquierda de su trono cuando lo consiguiera. No entendían eso del "Reino de Dios".

¿Escuchamos al Señor? Hemos a veces llegado a tener una relación muy académica, una relación litúrgica bellísima, una relación histórica tradicional. Todo lo cual es bueno, pienso yo. Sin embargo, yo me pregunto: ¿estoy embarcado en una relación personal con Él, con mi Cristo, con mi Dios?

En esta Santa Cuaresma, entre todos esos sacrificios que hacemos, mortificaciones de un tipo u otro, asistencia a celebraciones litúrgicas, incluso dádivas a los necesitados, todavía sigue en pie el mandado del Dios de la nube: ¡Este es mi Hijo amado; escuchadle!

Génesis 22,1-24: Sacrificio de Isaac

Génesis 22,1-24
Vigilia Pascual (22,1-18)

1 Después de estas cosas sucedió que Dios tentó a Abraham y le dijo: 
   "¡Abraham, Abraham!" El respondió: "Heme aquí",
2 Le dijo: "Toma a tu hijo, a tu único, al que amas, a Isaac, vete al país de Moria 
   y ofrécelo allí en holocausto   en uno de los montes, el que yo te diga."
3 Se levantó, pues, Abraham de madrugada, aparejó su asno y tomó consigo a dos mozos y a su hijo 
   Isaac. Partió la leña del holocausto y se puso en marcha hacia el lugar que le había dicho Dios.
4 Al tercer día levantó Abraham los ojos y vio el lugar desde lejos.
5 Entonces dijo Abraham a sus mozos: "Quédense aquí con el asno. 
   Yo y el muchacho iremos hasta allí, haremos adoración y volveremos donde ustedes".
6 Tomó Abraham la leña del holocausto, la cargó sobre su hijo Isaac, 
   tomó en su mano el fuego y el cuchillo, y se fueron los dos juntos.
7 Dijo Isaac a su padre Abraham: "¡Padre!" Respondió: "¿qué hay, hijo?" 
    — "Aquí está el fuego y la leña, pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto?"
8 Dijo Abraham: "Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío." 
   Y siguieron andando los dos juntos.
9 Llegados al lugar que le había dicho Dios, construyó allí Abraham el altar, y dispuso la leña; 
   luego ató a Isaac, su hijo, y le puso sobre el ara, encima de la leña.
10 Alargó Abraham la mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo.
11 Entonces le llamó el Ángel del Señor desde los cielos diciendo: ¡Abraham, Abraham!" 
     Él dijo: "Heme aquí."
12 Dijo el Ángel: "No alargues tu mano contra el niño, ni le hagas nada, 
     que ahora ya sé que tú eres temeroso de Dios, ya que no me has negado tu hijo, tu único."
13 Levantó Abraham los ojos, miró y vio un carnero trabado en un zarzal por los cuernos. 
     Fue Abraham, tomó el carnero, y lo sacrificó en holocausto en lugar de su hijo.
14 Abraham llamó a aquel lugar "el Señor provee", de donde se dice hoy en día: 
     "En el monte "el Señor provee""
15 El Ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde los cielos,
16 y dijo: "Por mí mismo juro, oráculo del Señor, que por haber hecho esto, 
     por no haberme negado tu hijo, tu único,
17 yo te colmaré de bendiciones y acrecentaré muchísimo tu descendencia 
     como las estrellas del cielo y como las arenas de la playa, 
     y se adueñará tu descendencia de la puerta de sus enemigos.
18 Por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, 
     en pago de haber obedecido tú mi voz."
19 Volvió Abraham al lado de sus mozos, y emprendieron la marcha juntos hacia Berseba. 
     Y Abraham se quedó en Berseba.

Noticias sobre el clan

20 Después de estas cosas, se anunció a Abraham: 
     "También Milká ha dado hijos a tu hermano Najor:
21 Us, su primogénito; Buz, hermano del anterior, y Quemel, padre de Aram,
22 Késed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel."
23 (Betuel engendró a Rebeca.) Estos ocho le dio Milká a Najor, hermano de Abraham.
24 Su concubina, llamada Reumá, también dio a luz a Tébaj, Gájam, Tájas, y Maaká.

Romanos 8,31-39: Himno del amor de Dios

Romanos 8,31-39
Segundo Domingo de Cuaresma, Ciclo B (Rm 8,31b-34)

8:31 ¿Qué diremos después de todo esto? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?
8:32 El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos concederá con él toda clase de favores?
8:33 ¿Quién podrá acusar a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica.
8:34 ¿Quién se atreverá a condenarlos? ¿Será acaso Jesucristo, el que murió, más aún, el que resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros?
8:35 ¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada?
8:36 Como dice la Escritura: Por tu causa somos entregados continuamente a la muerte; se nos considera como a ovejas destinadas al matadero.
8:37 Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a aquel que nos amó.
8:38 Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales,
8:39 ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.

viernes, 23 de febrero de 2018

Libros: Hecha por amor... La corrección fraterna, de Leoluca Pasqua

Es urgente redescubrir la importancia de la corrección fraterna, sobre todo en un momento en que la vida del hombre y la mujer está marcada por un exacerbado individualismo y por un peligroso relativismo ético

En estas páginas, Leoluca Pasqua propone de forma práctica algunas maneras para emprender la corrección y para comprender su posible realización pero, sobre todo, su extraordinaria capacidad de crear bienestar y de poner en marcha recorridos de paz y de reconciliación.

Este libro pretende comunicar el inestimable valor de la corrección fraterna hecha por amor. Un tema que no es fácil de tratar por su carácter provocativo, ya que sacude la conciencia e invita a asumir las propias responsabilidades, a poner orden dentro de sí mismo y a reconsiderar los aspectos de la propia vida que necesitan ser corregidos.

Pero es urgente redescubrir la importancia de la corrección fraterna, sobre todo en un momento en que la vida del hombre y la mujer está marcada por un exacerbado individualismo y por un peligroso relativismo ético, que corren el riesgo de desorientar y de transformar a las personas en muchas islas, que no saben ya comunicar ni construir relaciones de amistad y de fraterna colaboración.

Por este motivo, la corrección puede llegar a ser un instrumento válido para ayudarse mutuamente a salir de este peligroso aislamiento, para caminar en la verdad y para no perseverar en el error.

Porque la corrección nos afecta a todos y se ofrece como una norma ética, que puede contribuir a mejorar la calidad de la vida y de las relaciones.

Partiendo de estas consideraciones, se desarrolla un itinerario perfilando el horizonte en el que se sitúa la corrección, su significado, la finalidad y cuándo se la puede definir como "fraterna".

5 ideas para rezar en familia con los niños sin que se distraigan demasiado

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SAN POLICARPO, por Celestino Hueso, SF


Hay santos que desde niños tienen la ilusión de ser mártires y no se les da, por ejemplo Santa Teresa; a san Policarpo le pasaba justamente lo contrario, sentía pavor a morir entre los dientes de las fieras, por eso prefirió siempre esconderse prudentemente. Era anciano y no quería fallar en un momento de debilidad.

Como era de esperar en una época de persecución al cristianismo, no tuvo suerte, fue detenido y se le invitó a adorar a los dioses. La respuesta de nuestro santo fue de valiente “He servido a Cristo durante 86 años y nunca me ha hecho ningún mal ¿cómo podría traicionar ahora a mi rey que me ha redimido?”

Fue condenado a la hoguera. Dice la leyenda aurea que las llamas hicieron un círculo a su alrededor mientras oraba diciendo “Bendito seas siempre, oh Señor; que tu nombre adorable sea glorificado por todos los siglos, por Jesucristo pontífice eterno y omnipotente, y que se te rinda todo el honor con él y con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos"

Como la hoguera no estaba por la labor de churrascarlo, finalmente, tuvo que ser rematado con una lanzada. Ocurría el 23 de Febrero del año 155.

jueves, 22 de febrero de 2018

La Cátedra de San Pedro, por C.H.



"Cátedra" es una palabra griega que significa asiento. En el mundo católico se ha utilizado siempre esta palabra para designar la silla del obispo. Por eso la iglesia donde tiene su silla el obispo se llama catedral.

Cuando se reúne el pueblo cristiano para la celebración de los sacramentos, especialmente la misa, el obispo enseña desde su asiento. De ahí que, en realidad, hablar de cátedra es hablar de enseñanza. Hoy celebramos la enseñanza de San Pedro, a través del cual nos habla Cristo.

El Papa es el sucesor de San Pedro y la persona que hoy ocupa su cátedra. Él tiene el deber de enseñar a vivir las realidades de nuestro mundo desde el punto de vista del Evangelio, nada más y nada menos que a 1200 millones de católicos. Porque el cristiano es precisamente el que vive en su mundo y en su tiempo pero desde el Evangelio de Jesucristo que es el único que tiene Palabras de vida eterna.

Hoy celebramos a San Pedro, el primer catedrático y debemos tener muy presente en nuestra vida y nuestras oraciones a Francisco que es el hombre que hoy ocupa su cátedra.

miércoles, 21 de febrero de 2018

La Cátedra de San Pedro en la Basílica de San Pedro, Roma


Cada 22 de febrero, la Iglesia celebra la Fiesta de la Cátedra de San Pedro, una ocasión importante que se remonta al siglo IV y que rinde homenaje al primado y autoridad del Apóstol Pedro, el primer Papa de la Iglesia.

Esta celebración recuerda además la potestad conferida por Cristo al Apóstol cuando le dice, según relatan los Evangelios: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Y las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella".

La palabra "cátedra" significa asiento o trono y es la raíz de la palabra catedral, la iglesia donde un obispo tiene el trono desde el que predica. Sinónimo de cátedra es también "sede" (asiento o sitial): la "sede" es el lugar desde donde un obispo gobierna su diócesis. Por ejemplo, la Santa Sede es la sede del Obispo de Roma, el Papa.

La cátedra o sede que actualmente se conserva en la Basílica de San Pedro en Roma fue donada por Carlos, el Calvo, al papa Juan VIII en el siglo IX con motivo de su viaje a Roma para su coronación como emperador romano de occidente. Este trono se conserva como una reliquia en una magnífica composición barroca obra de Gian Lorenzo Bernini construida entre 1656 y 1665.

La obra de Bernini está enmarcada por pilastras. En el centro se sitúa el trono de bronce dorado, en cuyo interior se encuentra la silla de madera y que se decora con un relieve representando la “traditio clavum” o "entrega de llaves". El trono se apoya sobre cuatro grandes estatuas, también en bronce, que representan a cuatro doctores de la Iglesia, en primer plano San Agustín y San Ambrosio, para la Iglesia latina, y San Atanasio y San Juan Crisóstomo, para la Iglesia oriental.

Por encima del trono aparece un sol de alabastro decorado con estuco dorado rodeado de ángeles que enmarca una vidriera en la que está representada una paloma de 162 cm de envergadura, símbolo del Espíritu Santo. Es la única vidriera coloreada de toda la Basílica de San Pedro.

Todos los años en esta fecha, el altar monumental que acoge la Cátedra de San Pedro permanece iluminado todo el día con docenas de velas y se celebran numerosas misas desde la mañana hasta el atardecer, concluyendo con la Misa del Capítulo de San Pedro.

domingo, 18 de febrero de 2018

Romanos 16,17-27: Recomendaciones finales y doxología

Romanos 17,17-23: Recomendaciones finales

16:17 Les ruego, hermanos, que se cuiden de los que provocan disensiones y escándalos, contrariamente a la enseñanza que ustedes han recibido. Eviten su trato,
16:18 porque ellos no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a su propio interés, seduciendo a los simples con palabras suaves y aduladoras.
16:19 En todas partes se conoce la obediencia de ustedes, y esto me alegra; pero quiero que sean hábiles para el bien y sencillos para el mal.
16:20 El Dios de la paz aplastará muy pronto a Satanás, dándoles la victoria sobre él. La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con ustedes.
16:21 Timoteo, mi colaborador, les envía saludos, así como también mis parientes Lucio, Jasón y Sosípatro.
16:22 Yo, Tercio, que he servido de amanuense, los saludo en el Señor.
16:23 También los saluda Gayo, que me brinda hospedaje a mí y a toda la Iglesia. Finalmente, les envían saludos Erasto, el tesorero de la ciudad y nuestro hermano Cuarto.

Romanos 16, Doxología final  

16:25 ¡Gloria a Dios,Vque tiene el poder de afianzarlos, según la Buena Noticia que yo anuncio,
proclamando a Jesucristo, y revelando un misterio que fue guardado en secreto desde la eternidad
16:26 y que ahora se ha manifestado! Este es el misterio que, por medio de los escritos proféticos
y según el designio del Dios eterno, fue dado a conocer a todas las naciones para llevarlas a la obediencia de la fe.
16:27 ¡A Dios, el único sabio, por Jesucristo, sea la gloria eternamente! Amén.

Romanos 16,1-16: Saludos finales

Romanos 16,1-16   

16:1 Les recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa de la Iglesia de Cencreas,
16:2 para que la reciban en el Señor, como corresponde a los santos, ayudándola en todo lo que necesite de ustedes: ella ha protegido a muchos hermanos y también a mí.
16:3 Saluden a Prisca y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús.
16:4 Ellos arriesgaron su vida para salvarme, y no sólo yo, sino también todas las Iglesias de origen pagano, tienen con ellos una deuda de gratitud.
16:5 Saluden, igualmente, a la Iglesia que se reúne en su casa. No se olviden de saludar a mi amigo Epéneto, el primero que se convirtió a Cristo en Asia Menor.
16:6 Saluden a María, que tanto ha trabajado por ustedes;
16:7 a Andrónico y a Junia, mis parientes y compañeros de cárcel, que son apóstoles insignes y creyeron en Cristo antes que yo.
16:8 Saluden a Ampliato, mi amigo querido en el Señor;
16:9 a Urbano, nuestro colaborador en Cristo, y también a Estaquis, mi querido amigo.
16:10 Saluden a Apeles, que ha dado pruebas de fidelidad a Cristo, y también a los de la familia de Aristóbulo.
16:11 Saluden a mi pariente Herodión, y a los de la familia de Narciso que creen en Cristo.
16:12 Saluden a Trifena y a Trifosa, que tanto se esfuerzan por el Señor; a la querida Persis, que también ha trabajado mucho por el Señor.
16:13 Saluden a Rufo, el elegido del Señor, y a su madre, que lo es también mía;
16:14 a Asíncrito, a Flegonte, a Hermes, a Patrobas, a Hermas y a los hermanos que están con ellos.
16:15 Saluden a Filólogo y a Julia, a Nereo y a su hermana, así como también a Olimpia, y a todos los santos que viven con ellos.
16:16 Salúdense mutuamente con el beso de paz. Todas las Iglesias de Cristo les envían saludos. 

Romanos 15,22-33: Proyectos de viaje de Pablo

Romanos 15,22-33 
 
15:22 Por eso en todo este tiempo no he podido ir a verlos.
15:23 Pero como ya he terminado mi trabajo en esas regiones y desde hace varios años tengo un gran deseo de visitarlos,
15:24 espero verlos de paso cuando vaya a España, y que me ayuden a proseguir mi viaje a ese país, una vez que haya disfrutado, aunque sea un poco, de la compañía de ustedes.
15:25 Pero ahora, voy a Jerusalén para llevar una ayuda a los santos de allí.
15:26 Porque Macedonia y Acaya resolvieron hacer una colecta en favor de los santos de Jerusalén que están necesitados.
15:27 Lo hicieron espontáneamente, aunque en realidad, estaban en deuda con ellos. Porque si los paganos participaron de sus bienes espirituales, deben a su vez retribuirles con bienes materiales.
15:28 Y una vez que haya terminado esa misión y entregado oficialmente la ofrenda recogida, iré a España, pasando por allí.
15:29 Y estoy seguro de que llegaré hasta ustedes con la plenitud de las bendiciones de Cristo.
15:30 Les ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu Santo, que luchen junto conmigo, intercediendo ante Dios por mí,
15:31 a fin de que, en Judea, no caiga en manos de los incrédulos, y los santos de Jerusalén reciban con agrado la ofrenda que les llevo.
15:32 Así tendré la alegría de ir a verlos, y si Dios quiere, podré descansar un poco entre ustedes.
15:33 Que el Dios de la paz esté con todos ustedes. Amén. 

Romanos 15,14-21: El ministerio de Pablo entre los paganos

Romanos 15,14-21 

15:14 Por mi parte, hermanos, estoy convencido de que ustedes están llenos de buenas disposiciones y colmados del don de la ciencia, y también de que son capaces de aconsejarse mutuamente.
15:15 Sin embargo, les he escrito, en algunos pasajes con una cierta audacia, para recordarles lo que ya saben, correspondiendo así a la gracia que Dios me ha dado:
15:16 la de ser ministro de Jesucristo entre los paganos, ejerciendo el oficio sagrado de anunciar la Buena Noticia de Dios, a fin de que los paganos lleguen a ser una ofrenda agradable a Dios, santificada por el Espíritu Santo.
15:17 ¡Yo tengo de qué gloriarme en Cristo Jesús, en lo que se refiere al servicio de Dios!
15:18 Porque no me atrevería a hablar sino de aquello que hizo Cristo por mi intermedio, para conducir a los paganos a la obediencia, mediante la palabra y la acción,
15:19 por el poder de signos y prodigios y por la fuerza del Espíritu de Dios. Desde Jerusalén y sus alrededores hasta Iliria, he llevado a su pleno cumplimiento la Buena Noticia de Cristo,
15:20 haciendo cuestión de honor no predicar la Buena Noticia allí donde el nombre de Cristo ya había sido invocado, para no edificar sobre un fundamento puesto por otros.
15:21 Así dice la Escritura: Lo verán aquellos a los que no se les había anunciado y comprenderán aquellos que no habían oído hablar de él. 

Romanos 15,7-13: La fidelidad y la misericordia de Dios

Romanos 15,7-13 

7 Sean mutuamente acogedores, como Cristo los acogió a ustedes para la gloria de Dios.
8 Porque les aseguro que Cristo se hizo servidor de los judíos para confirmar la fidelidad de Dios, 
   cumpliendo las promesas que él había hecho a nuestros padres,
9 y para que los paganos glorifiquen a Dios por su misericordia. 
   Así lo enseña la Escritura cuando dice: Yo te alabaré en medio de las naciones, Señor, 
   y cantaré en honor de tu Nombre.
10 Y en otra parte dice: ¡Pueblos extranjeros, alégrense con el Pueblo de Dios!
11 Y también afirma: ¡Alaben al Señor todas las naciones; glorifíquenlo todos los pueblos!
12 Y el profeta Isaías dice a su vez: Aparecerá el brote de Jesé, 
     el que se alzará para gobernar las naciones paganas: y todos los pueblos pondrán en él su esperanza.
13 Que el Dios de la esperanza los llene de alegría y de paz en la fe, 
     para que la esperanza sobreabunde en ustedes por obra del Espíritu Santo.  

Romanos 14,16-23: La verdadera libertad cristiana

Romanos 14,16-23 
 
14:16 No expongan a la maledicencia el buen uso de su libertad.
14:17 Después de todo, el Reino de Dios no es cuestión de comida o de bebida, sino de justicia, de paz y de gozo en el Espíritu Santo.
14:18 El que sirve a Cristo de esta manera es agradable a Dios y goza de la aprobación de los hombres.
14:19 Busquemos, por lo tanto, lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación.
14:20 No arruines la obra de Dios por un alimento. En realidad, todo es puro, pero se hace malo para el que come provocando escándalo.
14:21 Lo mejor es no comer carne ni beber vino ni hacer nada que pueda escandalizar a tu hermano.
14:22 Guarda para ti, delante de Dios, lo que te dicta tu propia convicción. ¡Feliz el que no tiene nada que reprocharse por aquello que elige!
14:23 Pero el que come a pesar de sus dudas, es culpable porque obra de mala fe. Y todo lo que no se hace de buena fe es pecado

Romanos 14,7-15: La conciencia y el Juicio de Dios

Romanos 14,7-15

  7 Ninguno de nosotros vive para sí, ni tampoco muere para sí.
8 Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor: 
   tanto en la vida como en la muerte, pertenecemos al Señor.
9 Porque Cristo murió y volvió a la vida para ser Señor de los vivos y de los muertos.
10 Entonces, ¿con qué derecho juzgas a tu hermano? ¿Por qué lo desprecias? 
     Todos, en efecto, tendremos que comparecer ante el tribunal de Dios,
11 porque está escrito: Juro que toda rodilla se doblará ante mí y toda lengua dará gloria a Dios, 
     dice el Señor.
12 Por lo tanto, cada uno de nosotros tendrá que rendir cuenta de sí mismo a Dios.
13 Dejemos entonces de juzgarnos mutuamente; 
     traten más bien de no poner delante de su hermano nada que lo haga tropezar o caer.
14 Estoy plenamente convencido en el Señor Jesús de que nada es impuro por sí mismo; 
     pero si alguien estima que una cosa es impura, para él sí es impura.
15 Si por un alimento, afliges a tu hermano, ya no obras de acuerdo con el amor. 
     ¡No permitas que por una cuestión de alimentos se pierda aquel por quien murió Cristo!  

Romanos 14,1-6: La comprensión hacia los débiles en la fe

Romanos 14,1-6 
 
14:1 Sean comprensivos con el que es débil en la fe, sin entrar en discusiones.
14:2 Mientras algunos creen que les está permitido comer de todo, los débiles sólo comen verduras.
14:3 Aquel que come de todo no debe despreciar al que se abstiene, y este a su vez, no debe criticar al que come de todo, porque Dios ha recibido también a este.
14:4 ¿Quién eres tú para criticar al servidor de otro? Si él se mantiene firme o cae, es cosa que incumbe a su dueño, pero se mantendrá firme porque el Señor es poderoso para sostenerlo.
14:5 Unos tienen preferencia por algunos días, mientras que para otros, todos los días son iguales. Que cada uno se atenga a su propio juicio.
14:6 El que distingue un día de otro lo hace en honor del Señor; y el que come, también lo hace en honor del Señor, puesto que da gracias a Dios; del mismo modo, el que se abstiene lo hace en honor del Señor, y también da gracias a Dios.   

Romanos 13,8-10: El amor, resumen de la ley

Romanos 13,8-10 

13:8 Que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo: el que ama al prójimo ya cumplió toda la Ley.
13:9 Porque los mandamientos: No cometerás adulterio, no matarás, no codiciarás, y cualquier otro, se resumen en éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
13:10 El amor no hace mal al prójimo. Por lo tanto, el amor es la plenitud de la Ley.  

Romanos 13,1-7: Respeto a las autoridades

Romanos 13,1-7 

13:1 Todos deben someterse a las autoridades constituidas, porque no hay autoridad que no provenga de Dios y las que existen han sido establecidas por él.
13:2 En consecuencia, el que resiste a la autoridad se opone al orden establecido por Dios, atrayendo sobre sí la condenación.
13:3 Los que hacen el bien no tienen nada que temer de los gobernantes, pero sí los que obran mal. Si no quieres sentir temor de la autoridad, obra bien y recibirás su elogio.
13:4 Porque la autoridad es un instrumento de Dios para tu bien. Pero teme si haces el mal, porque ella no ejerce en vano su poder, sino que está al servicio de Dios para hacer justicia y castigar al que obra mal.
13:5 Por eso es necesario someterse a la autoridad, no sólo por temor al castigo sino por deber de conciencia.
13:6 Y por eso también, ustedes deben pagar los impuestos: los gobernantes, en efecto, son funcionarios al servicio de Dios encargados de cumplir este oficio.
13:7 Den a cada uno lo que le corresponde: al que se debe impuesto, impuesto; al que se debe contribución, contribución; al que se debe respeto, respeto; y honor, a quien le es debido.  

Romanos 12,14-21: El amor a los enemigos

Romanos 12,14-21 

12:14 Bendigan a los que los persiguen, bendigan y no maldigan nunca.
12:15 Alégrense con los que están alegres, y lloren con los que lloran.
12:16 Vivan en armonía unos con otros, no quieran sobresalir, pónganse a la altura de los más humildes. No presuman de sabios.
12:17 No devuelvan a nadie mal por mal. Procuren hacer el bien delante de todos los hombres.
12:18 En cuanto dependa de ustedes, traten de vivir en paz con todos.
12:19 Queridos míos, no hagan justicia por sus propias manos, antes bien, den lugar a la ira de Dios. Porque está escrito: Yo castigaré. Yo daré la retribución, dice el Señor.
12:20 Y en otra parte está escrito: Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Haciendo esto, amontonarás carbones encendidos sobre su cabeza.
12:21 No te dejes vencer por el mal. Por el contrario, vence al mal, haciendo el bien.

Romanos 12,9-13: El amor fraterno

Romanos 12,9-13 

12:9 Amen con sinceridad. Tengan horror al mal y pasión por el bien.
12:10 Ámense cordialmente con amor fraterno, estimando a los otros como más dignos.
12:11 Con solicitud incansable y fervor de espíritu, sirvan al Señor.
12:12 Alégrense en la esperanza, sean pacientes en la tribulación y perseverantes en la oración.
12:13 Consideren como propias las necesidades de los santos y practiquen generosamente la hospitalidad.

Romanos 12,3-8: Los carismas al servicio de la comunidad

Romanos 12,3-8 

12:3 En virtud de la gracia que me fue dada, le digo a cada uno de ustedes: no se estimen más de lo que conviene; pero tengan por ustedes una estima razonable, según la medida de la fe que Dios repartió a cada uno.
12:4 Porque así como en un solo cuerpo tenemos muchos miembros con diversas funciones,
12:5 también todos nosotros formamos un solo Cuerpo en Cristo, y en lo que respecta a cada uno, somos miembros los unos de los otros.
12:6 Conforme a la gracia que Dios nos ha dado, todos tenemos aptitudes diferentes.
11 El que tiene el don de la profecía, que lo ejerza según la medida de la fe.
12:7 El que tiene el don del ministerio, que sirva. El que tiene el don de enseñar, que enseñe.
12:8 El que tiene el don de exhortación, que exhorte. El que comparte sus bienes, que dé con sencillez. El que preside la comunidad, que lo haga con solicitud. El que practica misericordia, que lo haga con alegría.

Romanos 11,33-36: La sabiduría de Dios

Romanos 11,33-36

11:33 ¡Qué profunda y llena de riqueza es la sabiduría y la ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus designios y qué incomprensibles sus caminos!
11:34 ¿Quién penetró en el pensamiento del Señor? ¿Quién fue su consejero?
11:35 ¿Quién le dio algo, para que tenga derecho a ser retribuido?
11:36 Porque todo viene de él, ha sido hecho por él, y es para él. ¡A él sea la gloria eternamente! Amén.

Romanos 11,25-32: La salvación final de Israel

Romanos 11,25-32

11:25 Hermanos, no quiero que ignoren este misterio, a fin de que no presuman de ustedes mismos: el endurecimiento de una parte de Israel durará hasta que haya entrado la totalidad de los paganos.
11:26 Y entonces todo Israel será salvado, según lo que dice la Escritura: De Sión vendrá el Libertador. Él apartará la impiedad de Jacob.
11:27 Y esta será mi alianza con ellos, cuando los purifique de sus pecados.
11:28 Ahora bien, en lo que se refiere a la Buena Noticia, ellos son enemigos de Dios, a causa de ustedes; pero desde el punto de vista de la elección divina, son amados en atención a sus padres.
11:29 Porque los dones y el llamado de Dios son irrevocables.
11:30 En efecto, ustedes antes desobedecieron a Dios, pero ahora, a causa de la desobediencia de ellos, han alcanzado misericordia.
11:31 De la misma manera, ahora que ustedes han alcanzado misericordia, ellos se niegan a obedecer a Dios. Pero esto es para que ellos también alcancen misericordia.
11:32 Porque Dios sometió a todos a la desobediencia, para tener misericordia de todos.



Romanos 11,16-24: El Pueblo de Dios y los paganos

Romanos 11,16-24

11:16 Si las primicias son santas, también lo es toda la masa; si la raíz es santa, también lo son las ramas.
11:17 Si algunas de las ramas fueron cortadas, y tú, que eres un olivo silvestre, fuiste injertado en lugar de ellas, haciéndote partícipe de la raíz y de la savia del olivo,
11:18 no te enorgullezcas frente a las ramas. Y si lo haces, recuerda que no eres tú quien mantiene a la raíz, sino la raíz a ti.
11:19 Me dirás: Estas ramas han sido cortadas para que yo fuera injertado.
11:20 De acuerdo, pero ellas fueron cortadas por su falta de fe; tú, en cambio, estás firme gracias a la fe. No te enorgullezcas por eso; más bien, teme.
11:21 Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco te perdonará a ti.
11:22 Considera tanto la bondad cuanto la severidad de Dios: él es severo para con los que cayeron y es bueno contigo, siempre y cuando seas fiel a su bondad; de lo contrario, también tú serás arrancado.
11:23 Y si ellos no persisten en su incredulidad, también serán injertados, porque Dios es suficientemente poderoso para injertarlos de nuevo.
11:24 En efecto, si tú fuiste cortado de un olivo silvestre, al que pertenecías naturalmente, y fuiste injertado contra tu condición natural en el olivo bueno, ¡cuánto más ellos podrán ser injertados en su propio olivo, al que pertenecen por naturaleza!

Romanos 11,11-15: Esperanza en la salvación de Israel

Romanos 11,11-15 

11:11 Yo me pregunto entonces: ¿El tropiezo de Israel significará su caída definitiva? De ninguna manera. Por el contrario, a raíz de su caída, la salvación llegó a los paganos, a fin de provocar los celos de Israel.
11:12 Ahora bien, si su caída enriqueció al mundo y su disminución a los paganos, ¿qué no conseguirá su conversión total?
11:13 A ustedes, que son de origen pagano, les aseguro que en mi condición de Apóstol de los paganos, hago honor a mi ministerio
11:14 provocando los celos de mis hermanos de raza, con la esperanza de salvar a algunos de ellos.
11:15 Porque si la exclusión de Israel trajo consigo la reconciliación del mundo, su reintegración, ¿no será un retorno a la vida?  

Romanos 11,1-10: El resto de Israel

Romanos 11,1-10

11:1 Entonces me pregunto: ¿Dios habrá rechazado a su Pueblo? ¡Nada de eso! Yo mismo soy israelita, descendiente de Abraham y miembro de la tribu de Benjamín.
11:2 Dios no ha rechazado a su Pueblo, al que eligió de antemano. ¿Ustedes no saben acaso lo que dice la Escritura en la historia de Elías? Él se quejó de Israel delante de Dios, diciendo:
11:3 Señor, han matado a tus profetas, destruyeron tus altares; he quedado yo solo y tratan de quitarme la vida.
11:4 ¿Y qué le respondió el oráculo divino?: Me he reservado siete mil hombres que no doblaron su rodilla ante Baal.
11:5 Así, en el tiempo presente, hay también un resto elegido gratuitamente.
11:6 Y si es por gracia, no es por las obras; de lo contrario, la gracia no sería gracia.
11:7 ¿Qué conclusión sacaremos de esto? Que Israel no alcanzó lo que buscaba, sino que lo consiguieron los elegidos; en cuanto a los demás, se endurecieron,
11:8 según la palabra de la Escritura: Dios los insensibilizó, para que sus ojos no vean,
10 y sus oídos no escuchen hasta el día de hoy.
11:9 Y David añade: Que su mesa se convierta en una trampa y en un lazo, en ocasión de caída y en justo castigo.
11:10 Que se nublen sus ojos para que no puedan ver, y doblégales la espalda para siempre.

Marcos 1,12-15: Con Jesús en el desierto, por el P. Raniero Cantalamessa, OFM


Marcos 1,12-15 

En aquel tiempo, el Espíritu impulsó a Jesús a retirarse al desierto, donde permaneció cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivió allí entre animales salvajes, y los ángeles le servían. Después de que, arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía: “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio”.

— Con Jesús en el desierto
por el P. Raniero Cantalamessa, OFM

Concentrémonos en la frase inicial del Evangelio: «El Espíritu empujó a Jesús al desierto». Contiene un llamamiento importante en el inicio de la Cuaresma.

Jesús acababa de recibir, en el Jordán, la investidura mesiánica para llevar la buena nueva a los pobres, sanar los corazones afligidos, predicar el reino. Pero no se apresura a hacer ninguna de estas cosas. Al contrario, obedeciendo a un impulso del Espíritu Santo, se retira al desierto donde permanece cuarenta días, ayunando, orando, meditando, luchando. Todo esto en profunda soledad y silencio.

Ha habido en la historia legiones de hombres y mujeres que han elegido imitar a este Jesús que se retira al desierto. En Oriente, empezando por san Antonio Abad, se retiraban a los desiertos de Egipto o de Palestina; en Occidente, donde no había desierto de arena, se retiraban a lugares solitarios, montes y valles remotos.

Pero la invitación a seguir a Jesús en el desierto se dirige a todos. Los monjes y los ermitaños eligieron un espacio de desierto; nosotros debemos elegir al menos un tiempo de desierto. Pasar un tiempo de desierto significa hacer un poco de vacío y de silencio en torno a nosotros, reencontrar el camino de nuestro corazón, sustraerse al alboroto y a los apremios exteriores para entrar en contacto con las fuentes más profundas de nuestro ser.

Bien vivida, la Cuaresma es una especie de cura de desintoxicación del alma. De hecho no existe sólo la contaminación de óxido de carbono; existe también la contaminación acústica y luminosa. Todos estamos un poco ebrios de jaleo y de exterioridad. El hombre envía sus sondas hasta la periferia del sistema solar, pero ignora, la mayoría de las veces, lo que existe en su propio corazón.

Evadirse, distraerse, divertirse: son palabras que indican salir de sí mismo, sustraerse a la realidad. Hay espectáculos «de evasión» (la televisión los propina en avalancha), literatura «de evasión». Son llamados, significativamente, fiction, ficción. Preferimos vivir en la ficción que en la realidad. Hoy se habla mucho de «alienígenas», pero alienígenas, o alienados, lo estamos ya por nuestra cuenta en nuestro propio planeta, sin necesidad de que vengan otros de fuera.

Los jóvenes son los más expuestos a esta embriaguez de estruendo. «Que se aumente el trabajo de estos hombres –decía de los hebreos el faraón a sus ministros– para que estén ocupados en él, de forma que no presten oído a las palabras de Moisés y no piensen en sustraerse de la esclavitud» (Ex 5, 9). Los «faraones» de hoy dicen, de modo tácito pero no menos perentorio: «Que se aumente el alboroto sobre estos jóvenes, que les aturda, para que no piensen, no decidan por su cuenta, sino que sigan la moda, compren lo que queremos nosotros, consuman los productos que decimos nosotros».

¿Qué hacer? Al no podernos ir a desierto hay que hacer un poco de desierto dentro de nosotros. San Francisco de Asís nos da, al respecto, una sugerencia práctica. «Tenemos –decía– una ermita siempre con nosotros; allí donde vayamos y cada vez que lo queramos podemos encerrarnos en ella como ermitaños. ¡El eremitorio es nuestro cuerpo y el alma es la ermita que habita dentro!». En este eremitorio «portátil» podemos entrar, sin saltar a la vista de nadie, hasta mientras viajamos en un autobús concurridísimo. Todo consiste en saber «volver a entrar en uno mismo» cada tanto.

¡Que el Espíritu que «empujó a Jesús al desierto» nos lleve también a nosotros, nos asista en la lucha contra el mal y nos prepare a celebrar la Pascua renovados en el espíritu!

Marcos 1,12-15: Entre conflictos y tentaciones, por el P. José Antonio Pagola

Marcos 1,12-15

En aquel tiempo, el Espíritu impulsó a Jesús a retirarse al desierto, donde permaneció cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivió allí entre animales salvajes, y los ángeles le servían. Después de que, arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía: “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio”.

— Entre conflictos y tentaciones
por el P. José Antonio Pagola

Antes de comenzar a narrar la actividad profética de Jesús, Marcos nos dice que el Espíritu lo impulsó hacia el desierto. Se quedó allí cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas y los ángeles le servían.

Estas breves líneas son un resumen de las tentaciones o pruebas básicas vividas por Jesús hasta su ejecución en la cruz.

Jesús no ha conocido una vida fácil ni tranquila. Ha vivido impulsado por el Espíritu, pero ha sentido en su propia carne las fuerzas del mal. Su entrega apasionada al proyecto de Dios le ha llevado a vivir una existencia desgarrada por conflictos y tensiones. De él hemos de aprender sus seguidores a vivir en tiempos de prueba.

«El Espíritu empuja a Jesús hacia el desierto»

No lo conduce a una vida cómoda. Lo lleva por caminos de pruebas, riesgos y tentaciones. Buscar el reino de Dios y su justicia, anunciar a Dios sin falsearlo, trabajar por un mundo más humano es siempre arriesgado. Lo fue para Jesús y lo será para sus seguidores.

«Se quedó en el desierto cuarenta días»

El desierto será el escenario por el que transcurrirá la vida de Jesús. Este lugar inhóspito y nada acogedor es símbolo de pruebas y dificultades. El mejor lugar para aprender a vivir de lo esencial, pero también el más peligroso para quien queda abandonado a sus propias fuerzas.

«Tentado por Satanás»

Satanás significa «el adversario», la fuerza hostil a Dios y a quienes trabajan por su reinado. En la tentación se descubre qué hay en nosotros de verdad o de mentira, de luz o de tinieblas, de fidelidad a Dios o de complicidad con la injusticia.

A lo largo de su vida, Jesús se mantendrá vigilante para descubrir a «Satanás» en las circunstancias más inesperadas. Un día rechazará a Pedro con estas palabras: «Apártate de mí, Satanás, porque tus pensamientos no son los de Dios». Los tiempos de prueba los hemos de vivir, como él, atentos a lo que nos puede desviar de Dios.

«Vivía entre alimañas y los ángeles le servían»

Las fieras, los seres más violentos de la tierra, evocan los peligros que amenazarán a Jesús. Los ángeles, los seres más buenos de la creación, sugieren la cercanía de Dios, que lo bendice, cuida y sostiene. Así vivirá Jesús: defendiéndose de Antipas, al que llama «zorro», y buscando en la oración de la noche la fuerza del Padre.

Hemos de vivir estos tiempos difíciles con los ojos fijos en Jesús. Es el Espíritu de Dios el que nos está empujando hacia el desierto. De esta crisis saldrá un día una Iglesia más humana y más fiel a su Señor.

Lucas 4,1-15: Tentaciones de Jesús en el desierto y comienzo de la predicación de Jesús

Lucas 4,1-15 (Cf. Mateo 4,1-11; Marcos 1,12-13)
Domingo de la 1 Semana de Cuaresma, ciclo C

1 Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán 
   y fue conducido por el Espíritu al desierto,
2 donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. 
   No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre.
3 El demonio le dijo entonces: 
   "Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan".
4 Pero Jesús le respondió: "Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan".
5 Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, 
   le mostró en un instante todos los reinos de la tierra
6 y le dijo: "Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, 
   porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero.
7 Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá".
8 Pero Jesús le respondió: 
   "Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto".
9 Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: 
   "Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo,
10 porque está escrito: 
     Él dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden.
11 Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra".
12 Pero Jesús le respondió: 
     "Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios".
13 Una vez agotadas todas las formas de tentación, 
     el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno.

Comienzo de la predicación de Jesús
Cf. Mt 4,12-17; Mc 1,14-15  

4:14 Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu y su fama se extendió en toda la región.
4:15 Enseñaba en sus sinagogas y todos lo alababan.


SOBRE EL MISMO TEMA:

Mateo 4,12-17: El comienzo de la predicación de Jesús

Mateo 4,12-17 (Cf. Mc 1,14-15; Lc 4,14-15)

4:12 Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea.
4:13 Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí,
4:14 para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías:
4:15 ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones!
4:16 El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; Isaías sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz.
4:17 A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: "Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca”.

sábado, 17 de febrero de 2018

1 Pedro 3,18-22: Anuncio a los espíritus que estaban prisioneros

1 Pedro 3,18-22

Cristo murió una vez por nuestros pecados —siendo justo, padeció por los injustos— para llevarnos a Dios. Entregado a la muerte en su carne, fue vivificado en el Espíritu. Y entonces fue a hacer su anuncio a los espíritus que estaban prisioneros, a los que se resistieron a creer cuando Dios esperaba pacientemente, en los días en que Noé construía el arca. En ella, unos pocos —ocho en total— se salvaron a través del agua. Todo esto es figura del bautismo, por el que ahora ustedes son salvados, el cual no consiste en la supresión de una mancha corporal, sino que es el compromiso con Dios de una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que está a la derecha de Dios, después de subir al cielo y de habérsele sometido los Ángeles, las Dominaciones y las Potestades.

SOBRE EL MISMO TEMA:

CUARESMA: Sábado después del miércoles de ceniza (Lecturas)

Isaías 58,9b-14
Salmo 85: Enséñame, Señor, tu camino, 
para que siga tu verdad
Lucas 5,27-32

Isaías 58,9b-14

Así dice el Señor Dios: "Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía. El Señor te dará reposo permanente, en el desierto saciará tu hambre, hará fuertes tus huesos, serás un huerto bien regado, un manantial de aguas cuya vena nunca engaña; reconstruirás viejas ruinas, levantarás sobre cimientos de antaño; te llamarán reparador de brechas, restaurador de casas en ruinas. Si detienes tus pies el sábado y no traficas en mi día santo, si llamas al sábado tu delicia, y lo consagras a la gloria del Señor, si lo honras absteniéndote de viajes, de buscar tu interés, de tratar tus asuntos, entonces el Señor será tu delicia. Te asentaré sobre mis montañas, te alimentaré con la herencia de tu padre Jacob." Ha hablado la boca del Señor.

Salmo 85: Enséñame, Señor, tu camino, 
para que siga tu verdad

Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.
R. Enséñame, Señor, tu camino, 
para que siga tu verdad

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti.
R. Enséñame, Señor, tu camino, 
para que siga tu verdad

Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
R. Enséñame, Señor, tu camino, 
para que siga tu verdad

Lucas 5,27-32

En aquel tiempo, Jesús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme." Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Los fariseos y los escribas dijeron a sus discípulos, criticándolo: "¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?" Jesús les replicó: "No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan."

17 de febrero: Huida a Egipto

Huida a Egipto
Arlene Cisneros
Catedral de Santa Fe
New Mexico, USA

SOBRE LA HUIDA A EGIPTO:
  Calendario de los Hijos de la Sagrada Familia 
  por Celestino Hueso, (2)
  La fe del ciego (Romance)
En el arte:
  Arlene Cisneros Sena  
  Museo de Arte Hispano de Nuevo Mexico:
    Arte Hispano de New Mexico
    Arte Hispano de New Mexico (2)
Centro Nazarenum
   Azulejo
   Azulejo 2   
   Azulejo 3
   Azulejo 4
   Pinturas
   María alimentando al Niño
   María alimentando al Niño (2)
   Huida a Egipto
   Relieves
   Relieve   

jueves, 15 de febrero de 2018

Sobre la CENIZA


Miércoles de Ceniza: "Tienes sucia la frente"



Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2018

«Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría» (Mt 24,12)

Queridos hermanos y hermanas:

Una vez más nos sale al encuentro la Pascua del Señor. Para prepararnos a recibirla, la Providencia de Dios nos ofrece cada año la Cuaresma, «signo sacramental de nuestra conversión», que anuncia y realiza la posibilidad de volver al Señor con todo el corazón y con toda la vida.

Como todos los años, con este mensaje deseo ayudar a toda la Iglesia a vivir con gozo y con verdad este tiempo de gracia; y lo hago inspirándome en una expresión de Jesús en el Evangelio de Mateo: «Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría» (24,12). Esta frase se encuentra en el discurso que habla del fin de los tiempos y que está ambientado en Jerusalén, en el Monte de los Olivos, precisamente allí donde tendrá comienzo la pasión del Señor. Jesús, respondiendo a una pregunta de sus discípulos, anuncia una gran tribulación y describe la situación en la que podría encontrarse la comunidad de los fieles: frente a acontecimientos dolorosos, algunos falsos profetas engañarán a mucha gente hasta amenazar con apagar la caridad en los corazones, que es el centro de todo el Evangelio.

Los falsos profetas

Escuchemos este pasaje y preguntémonos: ¿qué formas asumen los falsos profetas? Son como «encantadores de serpientes», o sea, se aprovechan de las emociones humanas para esclavizar a las personas y llevarlas adonde ellos quieren. Cuántos hijos de Dios se dejan fascinar por las lisonjas de un placer momentáneo, al que se le confunde con la felicidad. Cuántos hombres y mujeres viven como encantados por la ilusión del dinero, que los hace en realidad esclavos del lucro o de intereses mezquinos. Cuántos viven pensando que se bastan a sí mismos y caen presa de la soledad.

Otros falsos profetas son esos «charlatanes» que ofrecen soluciones sencillas e inmediatas para los sufrimientos, remedios que sin embargo resultan ser completamente inútiles: cuántos son los jóvenes a los que se les ofrece el falso remedio de la droga, de unas relaciones de «usar y tirar», de ganancias fáciles pero deshonestas. Cuántos se dejan cautivar por una vida completamente virtual, en que las relaciones parecen más sencillas y rápidas pero que después resultan dramáticamente sin sentido. Estos estafadores no sólo ofrecen cosas sin valor sino que quitan lo más valioso, como la dignidad, la libertad y la capacidad de amar. Es el engaño de la vanidad, que nos lleva a pavonearnos… haciéndonos caer en el ridículo; y el ridículo no tiene vuelta atrás.

No es una sorpresa: desde siempre el demonio, que es «mentiroso y padre de la mentira» (Jn 8,44), presenta el mal como bien y lo falso como verdadero, para confundir el corazón del hombre. Cada uno de nosotros, por tanto, está llamado a discernir y a examinar en su corazón si se siente amenazado por las mentiras de estos falsos profetas. Tenemos que aprender a no quedarnos en un nivel inmediato, superficial, sino a reconocer qué cosas son las que dejan en nuestro interior una huella buena y más duradera, porque vienen de Dios y ciertamente sirven para nuestro bien.

Un corazón frío

Dante Alighieri, en su descripción del infierno, se imagina al diablo sentado en un trono de hielo; su morada es el hielo del amor extinguido. Preguntémonos entonces: ¿cómo se enfría en nosotros la caridad? ¿Cuáles son las señales que nos indican que el amor corre el riesgo de apagarse en nosotros?

Lo que apaga la caridad es ante todo la avidez por el dinero, «raíz de todos los males» (1 Tm 6,10); a esta le sigue el rechazo de Dios y, por tanto, el no querer buscar consuelo en él, prefiriendo quedarnos con nuestra desolación antes que sentirnos confortados por su Palabra y sus Sacramentos. Todo esto se transforma en violencia que se dirige contra aquellos que consideramos una amenaza para nuestras «certezas»: el niño por nacer, el anciano enfermo, el huésped de paso, el extranjero, así como el prójimo que no corresponde a nuestras expectativas.

También la creación es un testigo silencioso de este enfriamiento de la caridad: la tierra está envenenada a causa de los desechos arrojados por negligencia e interés; los mares, también contaminados, tienen que recubrir por desgracia los restos de tantos náufragos de las migraciones forzadas; los cielos —que en el designio de Dios cantan su gloria— se ven surcados por máquinas que hacen llover instrumentos de muerte.

El amor se enfría también en nuestras comunidades: en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium traté de describir las señales más evidentes de esta falta de amor. estas son: la acedia egoísta, el pesimismo estéril, la tentación de aislarse y de entablar continuas guerras fratricidas, la mentalidad mundana que induce a ocuparse sólo de lo aparente, disminuyendo de este modo el entusiasmo misionero.

¿Qué podemos hacer?

Si vemos dentro de nosotros y a nuestro alrededor los signos que antes he descrito, la Iglesia, nuestra madre y maestra, además de la medicina a veces amarga de la verdad, nos ofrece en este tiempo de Cuaresma el dulce remedio de la oración, la limosna y el ayuno.

El hecho de dedicar más tiempo a la oración hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos, para buscar finalmente el consuelo en Dios. Él es nuestro Padre y desea para nosotros la vida.

El ejercicio de la limosna nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es sólo mío. Cuánto desearía que la limosna se convirtiera para todos en un auténtico estilo de vida. Al igual que, como cristianos, me gustaría que siguiésemos el ejemplo de los Apóstoles y viésemos en la posibilidad de compartir nuestros bienes con los demás un testimonio concreto de la comunión que vivimos en la Iglesia. A este propósito hago mía la exhortación de san Pablo, cuando invitaba a los corintios a participar en la colecta para la comunidad de Jerusalén: «Os conviene» (2 Co 8,10). Esto vale especialmente en Cuaresma, un tiempo en el que muchos organismos realizan colectas en favor de iglesias y poblaciones que pasan por dificultades. Y cuánto querría que también en nuestras relaciones cotidianas, ante cada hermano que nos pide ayuda, pensáramos que se trata de una llamada de la divina Providencia: cada limosna es una ocasión para participar en la Providencia de Dios hacia sus hijos; y si él hoy se sirve de mí para ayudar a un hermano, ¿no va a proveer también mañana a mis necesidades, él, que no se deja ganar por nadie en generosidad?

El ayuno, por último, debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer. Por una parte, nos permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre; por otra, expresa la condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y sediento de la vida de Dios. El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo, inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el único que sacia nuestra hambre.

Querría que mi voz traspasara las fronteras de la Iglesia Católica, para que llegara a todos ustedes, hombres y mujeres de buena voluntad, dispuestos a escuchar a Dios. Si se sienten afligidos como nosotros, porque en el mundo se extiende la iniquidad, si les preocupa la frialdad que paraliza el corazón y las obras, si ven que se debilita el sentido de una misma humanidad, únanse a nosotros para invocar juntos a Dios, para ayunar juntos y entregar juntos lo que podamos como ayuda para nuestros hermanos

El fuego de la Pascua

Invito especialmente a los miembros de la Iglesia a emprender con celo el camino de la Cuaresma, sostenidos por la limosna, el ayuno y la oración. Si en muchos corazones a veces da la impresión de que la caridad se ha apagado, en el corazón de Dios no se apaga. Él siempre nos da una nueva oportunidad para que podamos empezar a amar de nuevo.

Una ocasión propicia será la iniciativa «24 horas para el Señor», que este año nos invita nuevamente a celebrar el Sacramento de la Reconciliación en un contexto de adoración eucarística. En el 2018 tendrá lugar el viernes 9 y el sábado 10 de marzo, inspirándose en las palabras del Salmo 130,4: «De ti procede el perdón». En cada diócesis, al menos una iglesia permanecerá abierta durante 24 horas seguidas, para permitir la oración de adoración y la confesión sacramental.

En la noche de Pascua reviviremos el sugestivo rito de encender el cirio pascual: la luz que proviene del «fuego nuevo» poco a poco disipará la oscuridad e iluminará la asamblea litúrgica. «Que la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón y de nuestro espíritu», para que todos podamos vivir la misma experiencia de los discípulos de Emaús: después de escuchar la Palabra del Señor y de alimentarnos con el Pan eucarístico nuestro corazón volverá a arder de fe, esperanza y caridad.

Los bendigo de todo corazón y rezo por ustedes. No se olviden de rezar por mí.

Vaticano, 1 de noviembre de 2017 Solemnidad de Todos los Santos

FRANCISCO

Sobre el número 40 en la Biblia

Lucas 9,22-27: Condiciones para seguir a Jesús

Jueves después del Miércoles de Ceniza (Lc 9,22-25)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día." Y, dirigiéndose a todos, dijo: "El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?"

y 9:26 Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras, el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria y en la gloria del Padre y de los santos ángeles.
9:27 Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver el Reino de Dios".

SOBRE EL MISMO TEMA:
Primer anuncio de la Pasión de Jesús
La cruz, el camino
El siervo sufriente
Quien no sabe de sacrificios no sabe de amores
¿Por qué los cristianos representan a Jesús sobre una cruz?   

miércoles, 14 de febrero de 2018

Sobre el AYUNO


La palabra “ayuno” (acción de no comer) viene del latín “ieiunum”, que significa vacío.

Los occidentales de nuestros días, incluso cristianos, apenas aprecian el ayuno que consiste en privarse de todo alimento y bebida durante uno o varios días. Sí aprecian la moderación en el beber y el comer, pero el ayuno les parece peligroso para la salud y no ven su utilidad para la vida espiritual. Esta actitud es la opuesta de la que los historiadores de las religiones descubren en todas partes: por motivos de ascesis, de purificación, de luto, de súplica, ocupa el ayuno un puesto importante en los ritos religiosos.

En el Islam, por ejemplo, es el medio por excelencia de experimentar la trascendencia divina. La Biblia, en la que se funda en este punto la actitud de la Iglesia, coincide en este particular con todas las demás corrientes religiosas. Pero la Biblia precisa el sentido del ayuno y regula su práctica; con la oración y la limosna es para ella el ayuno uno de los actos esenciales que traducen delante de Dios la humildad, la esperanza y el amor del hombre.

1. Sentido del ayuno

De nada sirve una religión puramente espiritual: el alma tiene necesidad de los actos y de las actitudes del cuerpo. El ayuno, siempre acompañado de oración suplicante, sirve para traducir la humildad delante de Dios: ayunar Lev 16,31 equivale a «humillar su alma» 16,29.

El ayuno no es, pues, una hazaña ascética; no tiende a procurar algún estado de exaltación psicológica o religiosa. Tales utilizaciones se muestran en la historia de las religiones. Pero en el clima bíblico, cuando uno se abstiene de comer un día entero (Jue 20,23; 2Sa 12,16s; Jon 3,7) siendo así que considera el alimento como don de Dios (Dt 8,3), esta privación es un gesto religioso, cuyos motivos hay que comprender.

El que ayuna se vuelve hacia el Señor (Dan 9,3; Esd 8,21) en una actitud de dependencia y de abandono totales: antes de emprender un quehacer difícil (Jue 20,26; Est 4,16) como también para implorar el perdón de una culpa (1Re 21,27), en señal de luto por una desgracia doméstica (2Sa 12,16.22) o nacional (1Sa 7,6; 2Sa 1,12; Bar 1,5; Zac 8,19) para obtener la cesación de una calamidad (Jl 2,12-17; Jdt 4,9-13) abrirse a la luz divina (Dan 10,12), aguardar la gracia necesaria para el cumplimiento de una misión (Act 13,2s), prepararse al encuentro con Dios (Ex 34,28; Dan 9,3).

Las ocasiones y los motivos son variados. Pero en todos los casos se trata de situarse con fe en una actitud de humildad para acoger la acción de Dios y ponerse en su presencia. Esta intención profunda descubre el sentido de las cuarentenas pasadas sin alimento por Moisés (Ex 34,28) y Elías (1Re 19,8).

En cuanto a la cuarentena de Jesús en el desierto, que se rige conforme a este doble patrón, no tiene por objeto abrirse al Espíritu de Dios, puesto que Jesús está lleno de él (Lc 4,1); si el Espíritu le mueve a este ayuno, es para que inaugure su misión mesiánica con un acto de abandono confiado en su padre Mt 4,1-4.

2. Práctica del ayuno

La liturgia judía conocía un «gran ayuno» el día de la expiación (Act 27,9); su práctica era condición de pertenencia al pueblo de Dios (Lev 23,29). Había también otros ayunos colectivos en los aniversarios de las desgracias nacionales. Además, los judíos piadosos ayunaban por devoción personal (Lc 2,37); así los discípulos de Juan Bautista y los fariseos (Mc 2,18), algunos de los cuales ayunaban dos veces por semana (Lc 18,12). Se trataba de realizar uno de los elementos de la justicia definida por la ley y por los profetas.

Si Jesús no prescribe nada semejante a sus discípulos (Mc 2,18), no es que desprecie tal justicia o que quiera abolirla sino que viene a cumplirla o consumarla, por lo cual prohibe hacer alarde de ella y en algunos puntos invita a superarla (Mt 5,17.20 6,1).

En efecto, la práctica del ayuno lleva consigo ciertos riesgos: riesgo de formalismo, que denuncian ya los profetas (Am 5,21; Jer 14,12); riesgo de soberbia y de ostentación, si se ayuna «para ser visto por los hombres» (Mt 6,16). Para que el ayuno agrade a Dios debe ir unido con el amor del prójimo y comportar una búsqueda de la verdadera justicia (Is 58,2-11); es tan inseparable de la limosna como la oración.

Finalmente, hay que ayunar por amor de Dios (Zac 7,5). Así invita Jesús a hacerlo con perfecta discreción: este ayuno, conocido de Dios solo, será la pura expresión de la esperanza en él, un ayuno humilde que abrirá el corazón a la justicia interior, obra del Padre que ve y actúa en lo secreto (Mt 6,17s).

La Iglesia apostólica conserva en materia de ayuno las costumbres de los judíos, practicadas en el espíritu definido por Jesús. Los Hechos de los Apóstoles mencionan celebraciones cultuales acompañadas de ayuno y oración (Act 13,2ss; 14,22).

Pablo no se contenta con sufrir hambre y sed cuando las circunstancias lo exigen, sino que añade repetidos ayunos (2Cor 6,5 11,27). La Iglesia ha permanecido fiel a esta tradición procurando mediante la práctica del ayuno poner a los fieles en una actitud de abertura total a la gracia del Señor en espera de su retorno. Porque si la primera venida de Jesús colmó la expectativa de Israel, el tiempo que sigue a su resurrección no es el de la alegría total, en el que no sientan bien los actos de penitencia.

Jesús mismo, defendiendo contra los fariseos a sus discípulos que no ayunaban, dijo: «¿Pueden ayunar los amigos del esposo mientras el esposo está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el esposo: en esos dias ayunarán» (Mc 2,19s).

El verdadero ayuno es, pues, el de la fe, la privación de la visión del Amado y su búsqueda permanente. En espera del retorno del esposo, el ayuno penitencial entra dentro de las prácticas de la Iglesia.