1 Corintios 10,31-11,1
Hermanos: Cuando comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios. No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios. Por mi parte, yo procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propio bien, sino el de ellos, para que todos se salven. Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.
¿Qué significa “dar gloria” de Dios?
La Iglesia nos exhorta a decir con frecuencia la doxología “Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo”. En los domingos del año litúrgico se entona en la Misa el “Gloria”, que recoge el canto de los ángeles. Pero corremos el riesgo de habituarnos a usar una palabra cuyo significado no entendemos bien.
En Navidad resuenan las palabras del coro de los ángeles a los pastores de Belén: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor” (Lc 2,14). Hablamos de paz pero no podemos olvidar de la primera parte del canto celeste: “Gloria a Dios en el cielo”.
Significado y etimología de la palabra “Gloria”
"Gloria" es una de las palabras más comunes en la Biblia. En el Antiguo Testamento se usa para traducir varias palabras hebreas, como “hod” (הוד) y “kabod” (כבד K-B-D); y en el Nuevo Testamento para traducir la palabra griega “doxa” (δόξα).
La palabra hebrea “kabod” originalmente significaba "peso" o "gravedad". La misma palabra se usa para expresar "importancia", "honor" y "majestad".
Las versiones griegas de la Biblia hebrea (Septuaginta) tradujeron este concepto con la palabra “doxa”, lo que explica que los autores del Nuevo Testamento la usaran a su vez. "Doxa" originalmente significaba "juicio" u "opinión", y por extensión "buena reputación", "honor".
Gloria procede del latín “gloria” (fama, renombre). A esta palabra se la relaciona con la raíz indoeuropea “kleu” (fama, gloria) que dio lugar al griego “kleos”, que aparece en los nombres: Cleopatra, Damocles y Sofocles.
¿Qué significa reconocer “la gloria de Dios”?
Significa ante todo reconocer su peso, su grandeza, su omnipotencia, su fama. La gloria divina es, según la etimología de la palabra, su “peso”, lo que Dios es en su esencia. Dios es denominado "el más glorioso" de los seres. La creación del hombre "a su imagen y semejanza" implica que el hombre puede participar, imperfectamente, de la gloria divina como portador de su imagen.
Para el cristiano, que ha visto la gloria de Dios reflejada en Jesuristo, la gloria divina se manifiesta en su amor: “Tanto ha amado Dios al mundo que le dio su Hijo único” (Jn 3,16). Por ello, la tradición cristiana ha visto sobre todo en el momento de la cruz, junto con la encarnación, la gran manifestación de la gloria de Dios, el momento supremo de la manifestación de su amor misericordioso por nosotros.
María, tanto en Nazaret, Belén como en el Calvario, es testigo privilegiado de esta glorificación, Ella que había hecho de su vida un perenne Magnificat, un continuo acto de glorificación de Dios.
Oración y gloria de Dios
La oración es un momento en el que tenemos que dar espacio a la contemplación de la gloria de Dios, de su amor infinito hacia nosotros. No puede ser la oración simplemente una lista de peticiones ni de intenciones, aunque esto es lícito y bueno.
En la oración debemos aprender el arte de la adoración de la gloria de Dios. Glorificamos a Dios en la oración y recocemos su gloria en la medida en que más nos parezcamos a Él por el amor. Amando somos capaces de ver la realidad y Dios mismo con un corazón nuevo. Somos capaces de penetrar su intimidad trinitaria, somos capaces de amar como nunca habíamos amado y de percibir su amor en un modo experiencial que llega a ser inefable.
Fuente: P. Pedro Barrajón, LC
Hermanos: Cuando comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios. No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios. Por mi parte, yo procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propio bien, sino el de ellos, para que todos se salven. Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.
¿Qué significa “dar gloria” de Dios?
La Iglesia nos exhorta a decir con frecuencia la doxología “Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo”. En los domingos del año litúrgico se entona en la Misa el “Gloria”, que recoge el canto de los ángeles. Pero corremos el riesgo de habituarnos a usar una palabra cuyo significado no entendemos bien.
En Navidad resuenan las palabras del coro de los ángeles a los pastores de Belén: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor” (Lc 2,14). Hablamos de paz pero no podemos olvidar de la primera parte del canto celeste: “Gloria a Dios en el cielo”.
Significado y etimología de la palabra “Gloria”
"Gloria" es una de las palabras más comunes en la Biblia. En el Antiguo Testamento se usa para traducir varias palabras hebreas, como “hod” (הוד) y “kabod” (כבד K-B-D); y en el Nuevo Testamento para traducir la palabra griega “doxa” (δόξα).
La palabra hebrea “kabod” originalmente significaba "peso" o "gravedad". La misma palabra se usa para expresar "importancia", "honor" y "majestad".
Las versiones griegas de la Biblia hebrea (Septuaginta) tradujeron este concepto con la palabra “doxa”, lo que explica que los autores del Nuevo Testamento la usaran a su vez. "Doxa" originalmente significaba "juicio" u "opinión", y por extensión "buena reputación", "honor".
Gloria procede del latín “gloria” (fama, renombre). A esta palabra se la relaciona con la raíz indoeuropea “kleu” (fama, gloria) que dio lugar al griego “kleos”, que aparece en los nombres: Cleopatra, Damocles y Sofocles.
¿Qué significa reconocer “la gloria de Dios”?
Significa ante todo reconocer su peso, su grandeza, su omnipotencia, su fama. La gloria divina es, según la etimología de la palabra, su “peso”, lo que Dios es en su esencia. Dios es denominado "el más glorioso" de los seres. La creación del hombre "a su imagen y semejanza" implica que el hombre puede participar, imperfectamente, de la gloria divina como portador de su imagen.
Para el cristiano, que ha visto la gloria de Dios reflejada en Jesuristo, la gloria divina se manifiesta en su amor: “Tanto ha amado Dios al mundo que le dio su Hijo único” (Jn 3,16). Por ello, la tradición cristiana ha visto sobre todo en el momento de la cruz, junto con la encarnación, la gran manifestación de la gloria de Dios, el momento supremo de la manifestación de su amor misericordioso por nosotros.
María, tanto en Nazaret, Belén como en el Calvario, es testigo privilegiado de esta glorificación, Ella que había hecho de su vida un perenne Magnificat, un continuo acto de glorificación de Dios.
Oración y gloria de Dios
La oración es un momento en el que tenemos que dar espacio a la contemplación de la gloria de Dios, de su amor infinito hacia nosotros. No puede ser la oración simplemente una lista de peticiones ni de intenciones, aunque esto es lícito y bueno.
En la oración debemos aprender el arte de la adoración de la gloria de Dios. Glorificamos a Dios en la oración y recocemos su gloria en la medida en que más nos parezcamos a Él por el amor. Amando somos capaces de ver la realidad y Dios mismo con un corazón nuevo. Somos capaces de penetrar su intimidad trinitaria, somos capaces de amar como nunca habíamos amado y de percibir su amor en un modo experiencial que llega a ser inefable.
Fuente: P. Pedro Barrajón, LC
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