Romanos 8,31-39
Segundo Domingo de Cuaresma, Ciclo B (Rm 8,31b-34)
8:31 ¿Qué diremos después de todo esto? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?
8:32 El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos concederá con él toda clase de favores?
8:33 ¿Quién podrá acusar a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica.
8:34 ¿Quién se atreverá a condenarlos? ¿Será acaso Jesucristo, el que murió, más aún, el que resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros?
8:35 ¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada?
8:36 Como dice la Escritura: Por tu causa somos entregados continuamente a la muerte; se nos considera como a ovejas destinadas al matadero.
8:37 Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a aquel que nos amó.
8:38 Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales,
8:39 ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Segundo Domingo de Cuaresma, Ciclo B (Rm 8,31b-34)
8:31 ¿Qué diremos después de todo esto? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?
8:32 El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos concederá con él toda clase de favores?
8:33 ¿Quién podrá acusar a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica.
8:34 ¿Quién se atreverá a condenarlos? ¿Será acaso Jesucristo, el que murió, más aún, el que resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros?
8:35 ¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada?
8:36 Como dice la Escritura: Por tu causa somos entregados continuamente a la muerte; se nos considera como a ovejas destinadas al matadero.
8:37 Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a aquel que nos amó.
8:38 Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales,
8:39 ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.
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