Santiago 1,1-15
Lunes de la 6 Semana del Tiempo Ordinario, Año II
Saludo inicial
1:1 Santiago, servidor de Dios y del Señor Jesucristo, saluda a las doce tribus de la Dispersión.
1:2 Hermanos, alégrense profundamente cuando se vean sometidos a cualquier clase de pruebas,
1:3 sabiendo que la fe, al ser probada, produce la paciencia.
1:4 Y la paciencia debe ir acompañada de obras perfectas, a fin de que ustedes lleguen a la perfección y a la madurez, sin que les falte nada.
1:5 Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que la pida a Dios, y la recibirá, porque él la da a todos generosamente, sin exigir nada en cambio.
1:6 Pero que pida con fe, sin vacilar, porque el que vacila se parece a las olas del mar levantadas y agitadas por el viento.
1:7 El que es así no espere recibir nada del Señor,
1:8 ya que es un hombre interiormente dividido e inconstante en su manera de proceder.
1:9 Que el hermano de condición humilde se gloríe cuando es exaltado,
1:10 y el rico se alegre cuando es humillado, porque pasará como una flor del campo:
1:11 apenas sale el sol y calienta con fuerza, la hierba se seca, su flor se marchita y desaparece su hermosura. Lo mismo sucederá con el rico en sus empresas.
1:12 Feliz el hombre que soporta la prueba, porque después de haberla superado, recibirá la corona de Vida que el Señor prometió a los que lo aman.
1:13 Nadie, al ser tentado, diga que Dios lo tienta: Dios no puede ser tentado por el mal, ni tienta a nadie,
1:14 sino que cada uno es tentado por sus malos deseos, que lo atraen y lo seducen.
1:15 De ellos nace el pecado, y este, una vez cometido, engendra la muerte.
Lunes de la 6 Semana del Tiempo Ordinario, Año II
Saludo inicial
1:1 Santiago, servidor de Dios y del Señor Jesucristo, saluda a las doce tribus de la Dispersión.
1:2 Hermanos, alégrense profundamente cuando se vean sometidos a cualquier clase de pruebas,
1:3 sabiendo que la fe, al ser probada, produce la paciencia.
1:4 Y la paciencia debe ir acompañada de obras perfectas, a fin de que ustedes lleguen a la perfección y a la madurez, sin que les falte nada.
1:5 Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que la pida a Dios, y la recibirá, porque él la da a todos generosamente, sin exigir nada en cambio.
1:6 Pero que pida con fe, sin vacilar, porque el que vacila se parece a las olas del mar levantadas y agitadas por el viento.
1:7 El que es así no espere recibir nada del Señor,
1:8 ya que es un hombre interiormente dividido e inconstante en su manera de proceder.
1:9 Que el hermano de condición humilde se gloríe cuando es exaltado,
1:10 y el rico se alegre cuando es humillado, porque pasará como una flor del campo:
1:11 apenas sale el sol y calienta con fuerza, la hierba se seca, su flor se marchita y desaparece su hermosura. Lo mismo sucederá con el rico en sus empresas.
1:12 Feliz el hombre que soporta la prueba, porque después de haberla superado, recibirá la corona de Vida que el Señor prometió a los que lo aman.
1:13 Nadie, al ser tentado, diga que Dios lo tienta: Dios no puede ser tentado por el mal, ni tienta a nadie,
1:14 sino que cada uno es tentado por sus malos deseos, que lo atraen y lo seducen.
1:15 De ellos nace el pecado, y este, una vez cometido, engendra la muerte.
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