Mateo 13:1-9
Ese mismo día salió Jesús de la casa y se sentó junto al lago. Era tal la multitud que se reunió para verlo que él tuvo que subir a una barca donde se sentó mientras toda la gente estaba de pie en la orilla. Y les dijo en parábolas muchas cosas como éstas:
— Un sembrador salió a sembrar. Mientras iba esparciendo la semilla, una parte cayó junto al camino, y llegaron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, sin mucha tierra. Esa semilla brotó pronto porque la tierra no era profunda; pero cuando salió el sol, las plantas se marchitaron y, por no tener raíz, se secaron. Otra parte de la semilla cayó entre espinos que, al crecer, la ahogaron. Pero las otras semillas cayeron en buen terreno, en el que se dio una cosecha que rindió treinta, sesenta y hasta cien veces más de lo que se había sembrado. El que tenga oídos, que oiga.
Comentario por Julio González, SF:
"Escuchar y ver para dejarnos transformar"
Varias veces a lo largo del evangelio Jesús alude al uso (o no uso) que hacemos de nuestros oídos y ojos: "El que tenga ojos, que vea", "el que tenga oídos, que oiga".
Algunos dicen que Jesús utilizaba parábolas para que solamente unos pocos entendieran. Nada mas alejado de la intención de Jesús. Esta frase: "el que tenga oídos, que oiga", nos muestra que el mensaje de Jesús es para todos "los que tengan oídos".
Jesús enseña con parábolas, es decir, con narraciones e historias que sorprenden a quienes enseñan sólo con leyes, definiciones y conceptos. Para comprender a Jesús hay que saber reconocer las costumbres, los hábitos, la cultura, las paradojas y contradicciones del pueblo de Dios.
Jesús utiliza imágenes que habían utilizado los profetas en sus arengas al pueblo de Israel (la vid, el yugo, el pan del cielo, la miel, la semilla, el fuego, el novio, las vírgenes, etc.) y, también, la vida cotidiana de su gente, con lo cual los oyentes se identificaban fácilmente con sus palabras. Era normal que el oyente pensara "Jesús está hablando de mí".
Cuando Jesús habla de las "piedras y los espinos", "las plantas sin raíz"..., muchos oyentes inmediatamente se dan cuenta de que Jesús está hablando de ellos pues estas imágenes habían sido utilizadas por los profetas para confrontar al pueblo de Israel con su propia desidia, indiferencia e idolatría.
En la Biblia, la "palabra" es mucho más que un sonido y "escuchar" es mucho más que "poner el oido". Escuchar la palabra de Jesús quiere decir que nos dejamos transformar por su palabra, que crecemos con su palabra, que nos liberamos de nuestros temores y ataduras con su palabra, que buscamos la justicia con su palabra, que somos compasivos y misericordiosos con su palabra.
Ese mismo día salió Jesús de la casa y se sentó junto al lago. Era tal la multitud que se reunió para verlo que él tuvo que subir a una barca donde se sentó mientras toda la gente estaba de pie en la orilla. Y les dijo en parábolas muchas cosas como éstas:
— Un sembrador salió a sembrar. Mientras iba esparciendo la semilla, una parte cayó junto al camino, y llegaron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, sin mucha tierra. Esa semilla brotó pronto porque la tierra no era profunda; pero cuando salió el sol, las plantas se marchitaron y, por no tener raíz, se secaron. Otra parte de la semilla cayó entre espinos que, al crecer, la ahogaron. Pero las otras semillas cayeron en buen terreno, en el que se dio una cosecha que rindió treinta, sesenta y hasta cien veces más de lo que se había sembrado. El que tenga oídos, que oiga.
Comentario por Julio González, SF:
"Escuchar y ver para dejarnos transformar"
Varias veces a lo largo del evangelio Jesús alude al uso (o no uso) que hacemos de nuestros oídos y ojos: "El que tenga ojos, que vea", "el que tenga oídos, que oiga".
Algunos dicen que Jesús utilizaba parábolas para que solamente unos pocos entendieran. Nada mas alejado de la intención de Jesús. Esta frase: "el que tenga oídos, que oiga", nos muestra que el mensaje de Jesús es para todos "los que tengan oídos".
Jesús enseña con parábolas, es decir, con narraciones e historias que sorprenden a quienes enseñan sólo con leyes, definiciones y conceptos. Para comprender a Jesús hay que saber reconocer las costumbres, los hábitos, la cultura, las paradojas y contradicciones del pueblo de Dios.
Jesús utiliza imágenes que habían utilizado los profetas en sus arengas al pueblo de Israel (la vid, el yugo, el pan del cielo, la miel, la semilla, el fuego, el novio, las vírgenes, etc.) y, también, la vida cotidiana de su gente, con lo cual los oyentes se identificaban fácilmente con sus palabras. Era normal que el oyente pensara "Jesús está hablando de mí".
Cuando Jesús habla de las "piedras y los espinos", "las plantas sin raíz"..., muchos oyentes inmediatamente se dan cuenta de que Jesús está hablando de ellos pues estas imágenes habían sido utilizadas por los profetas para confrontar al pueblo de Israel con su propia desidia, indiferencia e idolatría.
En la Biblia, la "palabra" es mucho más que un sonido y "escuchar" es mucho más que "poner el oido". Escuchar la palabra de Jesús quiere decir que nos dejamos transformar por su palabra, que crecemos con su palabra, que nos liberamos de nuestros temores y ataduras con su palabra, que buscamos la justicia con su palabra, que somos compasivos y misericordiosos con su palabra.
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