Mateo 11:28-30
“Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana”.
Durante mucho tiempo no entendí el fuego, la fuerza, la rebeldía, la insolencia, la irreverencia... que contienen estas palabras de Jesús. Pensaba que si rezaba mucho y cumplía con mis obligaciones, Dios me protegería de mis enemigos, curaría mis dolencias y me daría una vida de la cual podría sentirme orgulloso.
Sin embargo, mis expectativas comenzaron a cambiar cuando supe que estas palabras eran dirigidas a personas y comunidades que vivían con el miedo de la persecución, la traición, la condena, la pena de muerte.
Cuando Jesús dice "carguen con mi yugo", ese "yugo" es la cruz; y "aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón", es la actitud con la cual debemos enfrentarnos a la adversidad, la persecución, el juicio.
Por supuesto, esto es imposible para un creyente que todavía no se ha encontrado con el Señor resucitado.
La fe de Pedro, Santiago, Juan... es muy diferente antes y después de la resurrección. Estos tres apóstoles han dejado su trabajo y sus familias para seguir a Jesús, pero su fe es agresiva, incluso violenta, humana, demasiado humana.
Solo después de abandonar a Jesús, pasar por la noche oscura del Calvario, y volver a encontrarse con el crucificado que les dice "paz a vosotros", las palabras de Jesús comenzarán a adquirir su verdadero significado. Entonces, no solo cambia su fe sino también sus gestos, sus acciones, su modo de ser. Ya no hay miedo en sus corazones, pero tampoco agresividad y violencia.
1 comentario:
Gracias por compartir tan bella reflexion
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