lunes, 31 de octubre de 2016

Lucas 14,12-14: "Cuando des una comida o una cena invita a los pobres, lisiados, cojos, ciegos... te pagarán cuando resuciten los justos"

Lucas 14,12-14
Lunes de la 31 Semana del Tiempo Ordinario I y II

En aquel tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado: "Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos."

sábado, 29 de octubre de 2016

Lucas 14,1.7-11: "Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola"

Lucas 14,1.7-11
Sábado de la 30 Semana del Tiempo Ordinario, Año I y II


Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste." Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

SOBRE EL MISMO TEMA:

Lucas 14,1.7-11: ¿Qué es lo que estoy buscando?, por Reflexiones Cristianas

Lucas 14,1.7-11  

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste." Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

— Comentario por Reflexiones Cristianas
“¿Qué es lo que estoy buscando?”

Jesús interpreta la vida cotidiana, con las ocupaciones que la caracterizan y con los acontecimientos que marcan su curso, para hacer comprender unas verdades que abren, a quienes las acogen, los horizontes de la «vida nueva» de los hijos de Dios. Así ocurre cuando, habiendo sido invitado a casa de un jefe fariseo, nota el afán que anima a los invitados por ocupar los primeros puestos (v. 7).

El relato-parábola propuesto por Jesús es una enseñanza de buena educación, de respeto de las precedencias según la escala social. Quien ocupa un puesto que no le corresponde se expone al ridículo y a la vergüenza: la ambición, alterando el justo concepto de sí mismo, es un obstáculo para las relaciones con los otros. En cambio, el que no presume de ser digno de honores puede encontrarse con la sorpresa de recibir atenciones imprevistas por parte del señor de la casa.

El don de Dios es gratuito y no consecuencia de méritos humanos. Jesús advierte que deben recordarlo los que ambicionan recibir reconocimientos. La humildad, es decir, la confianza total puesta en el amor de Dios, es la condición que permite recibir la gloria y el honor que concede el mismo Dios (cf. 1,46-48.52; Sal 2 1,6-8), que consisten en estar unidos a él en la obra de salvación (cf. Lc 22,28-30; Mc 10,3 5-40).

La Palabra del Señor nos invita hoy a formarnos una conciencia realista, que nos haga ver el puesto que ocupamos, la responsabilidad que se nos ha confiado, la tarea que estamos llamados a desarrollar. El presuntuoso, que suele mirarse en un espejo que dilata las proporciones, se situa «fuera de su sitio». ¡Qué provechoso, en cambio, es estar en el sitio que nos corresponde! Fuera de las lógicas de los que aspiran a hacer carrera, lejos de los delirios de protagonismo, se experimenta que la humildad auténtica no es una mal soportada reducción de nuestras propias cualidades, sino un ponerlas al servicio de los otros con generosidad, sin autoexaltaciones.

Hoy siento que se me dirige una pregunta: ¿Qué es lo que estás buscando? Si busco un puesto bien vistoso, si busco el predominio sobre los otros, corro el riesgo de ser catapultado al final de la fila. Si busco el crecimiento del bien y la promoción de los demás, entonces aprendo a celebrar todo aquello que pueda ayudarles, aunque suponga un sacrificio para mí. ¿Qué es lo que estoy buscando?

El mundo me sacude a derecha e izquierda: con mil enseñas brillantes me atrae a sus redes, imponiéndome tomar posición. Cada una compite para hacerse con mi atención, con mi tiempo, con mi consentimiento, con mi inteligencia, con mis brazos, con mis votos y, sobre todo, con un pedazo de mi cartera... Con sonrisas amistosas, la vida me invita a que me acomode en su banquete, hasta tal punto que es casi imposible sustraerse, hacer valer lo que más cuenta: el bien último, mi salvación y la de mis hermanos. Es más fácil un beneficio egoísta inmediato que esperar hasta quién sabe cuándo, que ilusionarse con que un día alguien salga afuera y me diga: «Amigo, pasa más adelante! ¡Tú mereces más: eres una persona valiosa!».

Tu Palabra me inquieta, me ilumina, me infunde ánimo. Me impone confrontarme con la verdad de mí mismo. Me llama a la humildad (que no es autodenigración), me presenta la promoción de los hermanos, me ensancha los horizontes hasta los confines de la vida eterna. Gracias, Señor, por esta luz que no disminuye. Permanece siempre cerca y llévame de la mano a ocupar mi sitio.

viernes, 28 de octubre de 2016

Consagración a san Judas Tadeo




San Judas, Apóstol de Cristo y Mártir glorioso,
deseo honrarte con especial devoción.
Te acojo como mi patrón y protector.
Te encomiendo mi alma y mi cuerpo,
todos mis intereses espirituales y temporales
y asimismo los de mi familia.
Te consagro mi mente para que en todo proceda a la luz de la fe;
mi corazón para que lo guardes lleno de amor a Jesús y María;
mi voluntad para que, como la tuya,
esté siempre unida a la voluntad de Dios.

Te suplico me ayudes a dominar mis malas inclinaciones y tentaciones
evitando todas las ocasiones de pecado.
Obténme la gracia de no ofender a Dios jamás,
de cumplir fielmente con todas las obligaciones de mi estado de vida
y practicar las virtudes necesarias para salvarme.

Ruega por mí, Santo Patrón y auxilio mío,
para que, inspirado con tu ejemplo y asistido por tu intercesión,
pueda llevar  una vida santa,
tener una  muerte dichosa
y alcanzar la gloria del Cielo
donde se ama y da gracias a  Dios eternamente.
Amén.


8 cosas sobre el popular san Judas Tadeo


San Judas Tadeo es uno de los santos más populares y queridos entre los católicos debido a los numerosos “favores” que sus devotos aseguran haber conseguido por su intercesión.

8 cosas que tal vez no sabías sobre san Judas Tadeo, el conocido patrono de los imposibles.

1. Tadeo significa “magnánimo”

La tradición en la Iglesia llama a este apóstol Judas Tadeo. Los Evangelistas San Mateo y San Marcos lo nombran simplemente “Tadeo” (Mt 10,3; Mc 3,18) y Lucas lo denomina “Judas de Santiago” (Lc 6,16; Hch 1,13). Judas significa “alabanzas sean dadas a Dios”.

No se sabe exactamente de dónde proviene el sobrenombre Tadeo y se considera que viene del arameo “taddà'”, que quiere decir “pecho” y por lo tanto significaría “magnánimo”. O tal vez surgió de la abreviación de un nombre griego como “Teodoro, Teódoto”.

2. Era primo de Jesús

Hay quienes afirman que Judas Tadeo era hermano del apóstol Santiago, el hijo de Alfeo (Cleofás), quien era hermano del justo san José. Según sostiene un documento publicado por la Congregación para el Clero, Cleofás se casó con María de Cleofás, después de enviudar de su primer matrimonio del que nació san Judas Tadeo.

Esta otra María es la “hermana” de la virgen María que estaba al pie de la cruz (Jn 19,25). Por lo tanto, Santiago el Menor y Judas serían primos de Jesús y sobrinos de san José y la santísima Virgen. Sin embargo, no se ha logrado especificar si María de Cleofás era “hermana” de sangre de la virgen María o sólo su cuñada porque en ese tiempo se llamaba  “hermanos” a los parientes en general.

3. Era muy parecido a Jesús

Se suele representar a San Judas Tadeo con un medallón en el pecho que tiene el rostro de Cristo. Esto debido al parecido no sólo físico, sino también espiritual del popular santo con Jesús. Además lleva una llama de fuego en la cabeza porque recibió al Espíritu Santo en Pentecostés.

Otros artistas lo muestran portando una Biblia en referencia al libro que lleva su nombre. En su mano sostiene un hacha, que hace mención a su martirio, o un bastón como símbolo de las grandes distancias que recorrió mientras predicaba.

4. Murió mártir junto a san Simón

San Judas Tadeo predicó primero en Judea, luego fue a Mesopotamia y Persia. Ahí se reunió con el apóstol Simón y juntos combatieron las herejías de Zaroes y Arfexat, dos sacerdotes paganos que levantaron al pueblo contra las obras de los apóstoles. Ambos apostóles recibieron juntos la corona del martirio y por eso la Iglesia los celebra el mismo día. Las reliquias de los dos santos se encuentran en un altar de la Basílica de San Pedro en el Vaticano.

5. Tuvo una visión de Jesús antes de morir

Judas Tadeo y Simón buscaron alojamiento donde un discípulo llamado Semme. A la mañana siguiente unos sacerdotes idólatras con una gran multitud rodearon la casa y exigieron a Semme que les entregara a los apóstoles o quemarían la casa. Los santos se entregaron, pero no pudieron hacer que adorasen a sus ídolos.

Antes de morir Judas se volvió a Simón y le dijo que veía al Señor que los llamaba hacia Él. Según la antigua tradición, a Simón lo mataron cortando su cuerpo en dos y a Judas Tadeo le cortaron la cabeza con un hacha. La Iglesia en occidente los celebra el 28 de octubre.

6. Es patrono de las causas imposibles

Santa Brígida de Suecia, mística y patrona de Europa, escribió que un día Jesús le recomendó que cuando quisiera obtener ciertos favores, los pidiera por medio de Judas Tadeo. Por esta razón es considerado patrono de las causas imposibles y comparte este patronazgo con santa Rita de Cascia.

7. Tiene una epístola en la Biblia

La Epístola o Carta de Judas forma parte del Nuevo Testamento y es atribuida a san Judas Tadeo. Fue escrita en griego entre los años 62-65, antes de la caída de Jerusalén. La escribe un Judas, hermano de Santiago, y no está dirigida a ninguna persona, ni Iglesia en particular.

En ella se reprende a los falsos maestros y se hace una invitación a mantener la pureza de la fe. La carta termina con una bella oración que dice: “Al único Dios que es nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea la gloria, el honor, la fuerza y el poder, desde antes de todos los tiempos, ahora y para siempre. Amén”.

8. La Iglesia no avala las polémicas cadenas de oración

Con frecuencia circulan en Internet y en papeles dejados en hogares o templos, una supuesta “Cadena o Novena Milagrosa a San Judas Tadeo” que exige que se comparta el contenido a un número determinado de personas y en un lapso de tiempo para obtener bendiciones y amenaza con males a quienes rompan su circulación. El origen es desconocido, pero la Iglesia no avala estas iniciativas.

Fuente: aciprensa.com

Lucas 6,12-19: Jesús reza por nosotros, por el papa Francisco


En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que se puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

Comentario del papa Francisco
“Jesús reza por nosotros”

El Papa Francisco ha celebrado este viernes misa en Santa Marta en la festividad de los apóstoles Simón y Judas Tadeo. En su homilía, el Papa ha recordado que cada elección de Jesús, incluso el fin de su vida terrena en la Cruz, se distingue por la oración. Por tanto, ha invitado a confiar en la oración del Señor.

Jesús elige a los discípulos después de haber rezado mucho e intensamente. “La piedra angular es el mismo Jesús”. “Sin Jesús no hay Iglesia”, ha asegurado. De este modo, ha recordado que Jesús se fue al monte para rezar y pasó toda la noche rezando a Dios. Y después viene todo lo demás: la gente, la elección de los discípulos, las sanaciones, expulsa los demonios…

El Papa ha añadido que Cristo ha rezado y continúa rezando por la Iglesia. “La piedra angular de la Iglesia es el Señor delante del Padre, que intercede por nosotros, que reza por nosotros. Nosotros le rezamos, pero el fundamento es Él que reza por nosotros”. Jesús, ha recordado el Papa, siempre ha rezado por los suyos, también en la Última Cena. Jesús “antes de hacer cualquier milagro, reza”.

El Santo Padre ha recordado que en el Monte de los Olivos reza y en la Cruz termina rezando. Su vida –ha señalado– terminó en oración. “Y esta es nuestra seguridad, este es nuestro fundamento, esta es nuestra piedra angular: Jesús que reza por nosotros, Jesús que reza por mí”, ha explicado Francisco.

Cada uno de nosotros puede decir esto: estoy seguro, estoy segura que Jesús reza por mí; está delante del Padre y me nombra. Esta es la piedra angular de la Iglesia: Jesús en oración.

Por otro lado ha insistido que antes de la Pasión Jesús le dijo a Pedro: “Satanás ha pedido poder para zarandearlos como el trigo, pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe”. Y esto que dijo a Pedro, ha explicado el Santo Padre, nos lo dice a cada uno de nosotros.

Finalmente ha asegurado que esto “nos da una gran seguridad”. “Yo pertenezco a esta comunidad, firme porque tiene como piedra angular a Jesús, pero Jesús que reza por mí, que reza por nosotros”, ha señalado.

De este modo ha precisado que “nos hará bien” pensar en la Iglesia, reflexionar en este misterio de la Iglesia. “Somos todos como una construcción, pero el fundamento es Jesús, es Jesús que reza por nosotros. Es Jesús que reza por mí”.

jueves, 27 de octubre de 2016

Lucas 13,31-35: Dios llora, por el papa Francisco

Lucas 13,31-35  

En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: "Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte." Él contestó: "Id a decirle a ese zorro: "Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios: pasado mañana llego a mi término." Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor."

— Comentario por el papa Francisco
“Dios llora”

El Papa Francisco ha celebrado la misa matinal en la Casa Santa Marta y ha afirmado durante su homilía que Dios llora por la humanidad que no entiende “la paz que Él nos ofrece, la paz del amor”.

En el Evangelio del día, ha recordado el Papa, Jesús define a Herodes como un “zorro”, después de que algunos fariseos le dijeran que querían matarlo. Y el Papa aclara lo que sucederá: “Se prepara para morir”.

Jesús se dirige a la “Jerusalén cerrada”, que mata a los profetas que le han enviado. Entonces cambia el tono y “comienza a hablar con ternura”, “la ternura de Dios”, ha explicado Francisco. Jesús “mira a su pueblo, mira a la ciudad de Jerusalén”. Y ese día “lloró sobre Jerusalén”.

De este modo, el Santo Padre ha explicado que es Dios el que llora aquí en la persona de Jesús. “¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como el pájaro reúne a sus pollitos bajo las alas!”.

Francisco ha observado que “alguno ha dicho que Dios se ha hecho hombre para poder llorar, llorar lo que habían hecho sus hijos. El llanto delante de la tumba de Lázaro es el llanto del amigo. Este es el llanto del Padre”.

Francisco ha recordado al padre del hijo pródigo, que no fue a lamentarse de lo sucedido con sus vecinos. Quizá –ha precisado– se fue a llorar solo a su habitación. “El padre continuamente subía a la terraza a mirar el camino para ver si el hijo volvía”, ha indicado. Y un padre que hace esto es un padre que vive en el llanto, esperando que el hijo vuelva. “Este es el llanto de Dios Padre. Y con este es el llanto el Padre recrea en su Hijo toda la creación”, ha señalado Francisco.

Dios también llora hoy

El Papa ha explicado que en el momento en el que Jesús va con la cruz al calvario, Jesús dice a las mujeres que lloraban, que no llorasen por Él, sino por sus hijos.  Por lo tanto, “un llanto de padre y de madre que Dios también hoy continúa haciendo”.

También hoy –ha aseverado– delante de las calamidades, de las guerras que se hacen para adorar al dios dinero, a muchos inocentes asesinados por las bombas que lanzan los adoradores del ídolo dinero, también hoy el Padre llora. “Jerusalén, Jerusalén, ¿qué estás haciendo?”. El Padre dice también hoy esto “a las pobres víctimas y también a los traficantes de armas y a todos los que venden la vida de la gente”.

Finalmente ha asegurado que “nos hará bien” pensar que “nuestro Padre Dios se ha hecho hombre para poder llorar y nos hará bien pensar que nuestro Padre Dios hoy llora”. Llora “por esta humanidad que no termina de entender la paz que Él nos ofrece, la paz del amor”.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Lucas 13,31-35: Criterio de actuación de Jesús, por Adsis

Lucas 13,31-35

En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: "Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte." Él contestó: "Id a decirle a ese zorro: "Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; y al tercer día termino mi obra." Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos baja las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor.""

Comentario del Movimiento Adsis:
"Criterio de actuación de Jesús"

La amenaza o el peligro de Herodes, no impiden a Jesús, continuar su camino a Jerusalén. Él tiene puesta su confianza en Dios y no tiene otro deseo que anunciar su Reino, y eso pasa por ir a Jerusalén. El dueño de su vida no es Herodes, sino su Padre. Él ha venido para hacer su Voluntad, anunciar la Buena Noticia.

Por eso, a pesar de que su objetivo de reunir a los hijos de Jerusalén, como la gallina reúne a sus pollitos bajos sus alas, no se cumplirá, su criterio de actuación no es la búsqueda del éxito a cualquier precio, sino la de seguir los pasos trazados por el Padre, en la entrega de su propia vida.

Y es en el Padre, en quien tiene puesta su confianza. Vive en la certeza de que él tiene la última Palabra, por eso, no me volverán a ver, dice Jesús, hasta el día en que exclamen: «Bendito el que viene en nombre del Señor».

También nosotros, en el seguimiento de Jesús, no estamos condenados a tener éxito, sino que somos llamados a vivir en fidelidad y dejar que sea Dios mismo quien haga a su manera.

Lucas 13,31-35: Claves de lectura

Lucas 13,31-35 

En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: "Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte." Él contestó: "Id a decirle a ese zorro: "Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios: pasado mañana llego a mi término." Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor."

Comentario por la Orden Carmelita:
Claves de lectura

— “Aquel mismo día llegaron unos de los Fariseos” (v. 31a): 

El texto conecta con el que lo precede –“Señor, ¿son pocos los que se salvan?” (v. 23) y Jesús responde, “Esforzaros por entrar por la puerta angosta; porque muchos intentarán entrar y no podrán” (v. 24). Y advirtió, “Será el llanto y crujir de dientes cuando veáis a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios y vosotros excluidos. Vendrán de Oriente y Occidente, del Norte y del Mediodía, y se sentarán en la mesa del reino de Dios. Y he aquí, que los últimos serán los primeros y los primeros los últimos” (vv. 28-30).

—“Sal, y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar” (v. 31b):

Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, es hijo de Herodes el Grande. El padre intentó matar a Jesús en su infancia (Mateo 2:16-18). Ahora, estos fariseos avisan a Jesús de que el hijo, Antipas, también quiere matarle.

Algunos autores dicen que son fariseos hostiles a Jesús. Recuerdan lo que Lucas había dicho sobre los fariseos: “Acechándole y procurando escuchar algo de su boca para acusarle” (11:54), mientras que Herodes había mostrado interés en ver a Jesús (9:9).

Otros piensan que estos fariseos presionan a Jesús para que vaya a Judea donde ellos tienen más influencia y podrán controlar a Jesús.

Algunos autores creen que estos fariseos quieren proteger a Jesús. Herodes ya había ejecutado a Juan Bautista (9:9). Los fariseos no siempre se oponen a Jesús según Lucas: almuerza con ellos en sus casas (7:36; 11:37; 14:1), aunque es evidente que a los fariseos les preocupa la falta de ortodoxia de Jesús.

Otros fariseos en el Evangelio de Lucas:

José de Arimatea es un discípulo secreto que se asegura de que Jesús sea enterrado de manera adecuada. Es miembro del consejo (23:50) y seguramente es fariseo.

Gamaliel convence al consejo de no matar a los apóstoles debido a la posibilidad de que sea obra de Dios (Hechos 5:34-39).

• Lucas describe a los fariseos como creyentes (Hechos 15:5).

• El Apóstol Pablo, dirigiéndose a fariseos, dice: “Hermanos, yo soy Fariseo, hijo de Fariseo” (Hechos 23:6).

Sin embargo, nuestra comprensión del texto no depende de que sea Herodes, los fariseos, o ambos los que ponen en peligro la vida de Jesús. Jesús, en realidad, ni huye de Herodes ni permite que los fariseos cancelen su misión.

— “Hoy y mañana, y al tercer día soy consumado” (v. 32): 

Los planes de Herodes y de los fariseos no se “consumarán” (realizarán). No hay político o dictador que puede impedir el cumplimiento del plan de Dios. Jerusalén es el lugar reservado para el sacrificio de Jesús.

— “Id y decid a aquella zorra” (v. 32a): 

En la literatura clásica griega, “zorra” hace referencia a una persona ingeniosa y astuta. En la literatura rabínica, la palabra zorra es a menudo una palabra de desprecio.

— “Al tercer día” (v. 32b):

Lucas utiliza la expresión “al tercer día” para referirse a la resurrección de Jesús (9:22; 18:33; 24:7, 21, 46; Hechos 10:40). El lector escucha este versículo en el contexto de la resurrección.

— “Soy consumado”, “llego a mi término”... (v. 32b): 

Tteleioumai, de teleioo: Se puede traducir de varias maneras: “terminaré”, “cumpliré lo que debo hacer”, “seré consumado”, “llego a mi término”. Es la misma palabra que Jesús utiliza en la cruz cuando dice “todo se ha cumplido”, “todo se ha consumado” (Jn 19:30). La combinación de “al tercer día” y “teleioumai” señala a la cruz.

— “Pero es menester que ("dei") hoy y mañana y pasado mañana camine” (“poreuomai”: me vaya) (v. 33a):

El griego “dei” implica la voluntad de Dios. El uso de “dei” como imperativo divino es un tema recurrente en el Evangelio de Lucas (2:49; 4:43; 9:22; 17:25; 19:5; 22:37; 24:7, 26, 44) y en Hechos (1:22; 5:29; 9:16; 26:23): Jesús no es una víctima de la casualidad o del azar.

Variaciones del verbo griego “poreuomai”, “irse”, aparecen tres veces en los versículos 31-33. Los fariseos aconsejan a Jesús que se vaya (v. 31). Jesús les dice que “vayan y digan a aquella zorra” (v. 32); y Jesús dice que “me voy¨ porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén” (v. 33).

Se trata de un interesante juego de palabras que pasa desapercibido en algunas traducciones. Y es que aunque Jesús “se vaya,” como le aconsejan estos fariseos, su marcha no se debe a que su vida está en peligro. Jesús “se marcha” para cumplir el propósito divino de su misión: a saber, “porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén” (v. 33b)

— “¡Jerusalén, Jerusalén! que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían” (v.34)

Este lamento por Jerusalén es el primero de cuatro en el Evangelio de Lucas (13:31-35; 19:41-44; 21:20-24; 23:27-31). La ciudad ha rechazado a los profetas y enviados de Dios.

A menudo la repetición de un nombre expresa tristeza, dolor y gran frustración: “¡Hijo mío Absalom, hijo mío, hijo mío Absalom! ¡Quién me diera que muriera yo en lugar de ti, Absalom, hijo mío, hijo mío!” (2 Samuel 18:33)“Marta, Marta” (10:41)“Simón, Simón” (22:31).

Jesús se lamenta debido a la frustrada relación de Dios con Jerusalén. Recuerda al lamento de Jeremías cuando declaró el juicio de Dios sobre Jerusalén. Cuando Jesús llega a Jerusalén llora sobre ella “por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación” (19:41-44).

¡Note la ironía! Jerusalén es la Ciudad Sagrada, la Ciudad de David, el prototipo de la ciudad de Dios, lugar del templo y destino de las peregrinaciones judías. Sin embargo, Jesús dice “que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían”. El tentador sabe de la fuerza que tienen la alabanza y la peregrinación y concentra aquí sus fuerzas para manipular lo que consideramos más sagrado. El tentador sigue concentrando ahí sus fuerzas: en lo sagrado. Cuando creemos que hemos llegado lo bastante cerca de Dios, entonces, Satanás comienza a hacer de la suyas entre los creyentes; por eso, el lamento de Jesús sobre Jerusalén es muy instructivo para todos los creyentes.

— “¡Cuántas veces quise juntar tus hijos como la gallina sus pollitos bajo sus alas y no quisiste!” (v. 34b): 

El salmista reza: “Habitaré en tu tabernáculo para siempre: Estaré seguro bajo la cubierta de tus alas” (Salmo 61:4). Jesús quiere proteger la ciudad; la tragedia es que Jerusalén no acepta su protección.

— “Vuestra casa se quedará vacía” (v. 35a):

En el año 587 a.C., Jerusalén fue arrasada por Babilonia. Muchos habitantes murieron y los sobrevivientes sufrieron el exilio. Finalmente, a unos pocos se les permitió regresar. El exilio resultó ser juicio y purificación para el pueblo de Dios.

Ahora Jesús dice que Jerusalén será abandonada de nuevo. Más adelante, Jesús llorará por ella: “¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este día lo que toca a tu paz! Más ahora están cubiertos tus ojos. Porque vendrán días en que tus enemigos te pondrán cerco y te derribarán con tus hijos dentro de ti. No dejarán piedra sobre piedra porque no conociste el tiempo de tu visitación” (19:41-44).

Camino del Calvario les dirá a mujeres que se lamentan: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos pues vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles y los vientres que no engendraron y los pechos que no criaron. Entonces dirán a los montes: caed sobre nosotros; y a los collados: cubridnos” (23:28-30).

Cuando Lucas escribe estas palabras Jerusalén ya estaba en ruinas. En el año 68 d.C.,  respondiendo a una sublevación judía, Vespasio atacó la ciudad. Titos, hijo de Vespasio, destruyó Jerusalén en el 70 d.C. Tras otra sublevación judía en 132-135 d.C., Adriano construye una ciudad romana en Jerusalén: una ciudad que prohibirá a judíos.

— “Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor” (v. 35b): 

La cita es de Salmo 118:26. Con la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén escucharemos estas palabras de nuevo. Pero no será Jerusalén sino los discípulos los que dicen, “¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor!” (19:37-38).

El énfasis de este pasaje no recae en la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén durante el Domingo de Ramos sino en su “parousia” (segunda venida). Esta bendición se puede interpretar de manera positiva pues, para entonces, Israel se habrá dirigido al Señor con fe o, de manera negativa, porque serán forzados a reconocerle en el día final del juicio cuando ya será demasiado tarde para su salvación.

martes, 25 de octubre de 2016

Romanos 8,18-25: La esperanza es la expectativa de la revelación de Dios, por el Papa Francisco

Romanos 8,18-25

Hermanos: Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Cómo seguirá esperando uno aquello que ve? Cuando esperamos lo que no vemos, aguardamos con perseverancia.

Comentario del papa Francisco:
"La esperanza es la expectativa de la revelación de Dios"

La esperanza no es optimismo, sino "una ansiosa espera" ante la revelación del Hijo de Dios. Son las palabras del papa Francisco en la misa de la mañana del martes en la Casa Santa Marta. El papa dijo que los cristianos deben cuidarse del clericalismo y de las actitudes cómodas, ya que la esperanza cristiana es dinámica y vivificante.

¿Cuál es la esperanza de un cristiano? El santo padre ha tomado las palabras de san Pablo, en la Primera lectura, para subrayar la dimensión única de la esperanza cristiana. No se trata de optimismo, advirtió, sino de "una ansiosa espera" ante la revelación del Hijo de Dios. La creación, dijo, "fue sujetada a la caducidad" y el cristiano vive por lo tanto la tensión entre la esperanza y la esclavitud.

"La esperanza --dijo haciéndose eco de san Pablo--, no decepciona, es segura". Sin embargo, reconoció, “no es fácil entender la esperanza". A veces, dijo, "pensamos que ser personas de esperanza es como ser personas optimistas". Pero no lo es.

"La esperanza no es el optimismo, no es aquella capacidad de ver las cosas con buen ánimo y seguir adelante. No, eso es optimismo, no es esperanza. Ni la esperanza es una actitud positiva frente a las cosas. Esas personas brillantes, positivas... esto es bueno, ¡eh!, pero no es la esperanza. No es fácil entender lo que es la esperanza. Se dice que es la más humilde de las tres virtudes, porque está oculta en la vida.

La fe se ve, se siente, se sabe lo que es. La caridad se hace, se sabe lo que es. Pero, ¿qué es la esperanza? ¿Qué es esa actitud de la esperanza? Para acercarnos un poco a ella, podemos decir primero que la esperanza es un riesgo, es una virtud riesgosa; es una virtud, como dice san Pablo 'de una ansiosa espera ante la revelación del Hijo de Dios’. No es una ilusión".

Tener esperanza, añadió, es lo siguiente: "estar en expectativa hacia esta revelación, hacia esta alegría que llenará nuestra boca de sonrisas". San Pablo, dijo Francisco, hace hincapié en que la esperanza no es optimismo, es aún más. Es “otra cosa diferente". Los primeros cristianos, recordó el papa, la "pintaban como un ancla: la esperanza era un ancla, un anclaje fijo en la ribera" del más allá. Y nuestra vida es justamente caminar hacia esta ancla:

"Se me ocurre la pregunta, ¿dónde estamos anclados nosotros, cada uno de nosotros? Estamos anclados justamente allá, en la orilla de aquel océano tan inmenso o estamos anclados en una laguna artificial que hemos construido nosotros, con nuestras normas, nuestros comportamientos, nuestros horarios, nuestros clericalismos, nuestras actitudes eclesiásticas o no eclesiales, ¿eh? ¿Estamos anclados allí? Todo cómodo, todo seguro, ¿acaso?, esa no es la esperanza. Donde está anclado mi corazón, allá en esta laguna artificial, con un comportamiento irreprensible de verdad..."

San Pablo, indica a continuación otro modelo de la esperanza, el del parto. "Estamos a la espera, esto es un parto. Y la esperanza entra en esta dinámica", de "dar vida". Sin embargo, agregó, "la primicia del Espíritu no se puede ver". Sin embargo, sé que "el Espíritu obra". Obra en nosotros "como un grano de mostaza diminuto, pero que por dentro está lleno de vida, de fuerza, que va hacia adelante" hasta convertirse en árbol. El Espíritu obra como la levadura. Así, continuó, la "obra el Espíritu: no se ve, pero existe. Es una gracia para pedir".

"Una cosa es vivir en la esperanza, porque en la esperanza hemos sido salvados, y otra cosa es vivir como buenos cristianos no más. Vivir a la espera de la revelación o vivir bien con los mandamientos; estar anclados en la orilla del más allá o instalados en la laguna artificial. Pienso en María, una niña joven, cuando después de haber oído que sería mamá ha cambiado su actitud y va, ayuda y canta ese cántico de alabanza. Cuando una mujer queda embarazada es mujer, pero no es (solamente) mujer: es madre. Y la esperanza tiene algo de esto. Nos cambia la actitud: somos nosotros, pero no somos nosotros; somos nosotros, buscando más allá, anclados más allá".

Fue entonces que el papa concluyó su homilía dirigiéndose a un grupo de presbíteros mexicanos presentes en la misa, con motivo de su vigésimo quinto aniversario de ordenación. “Pidan a la Virgen, Madre de la esperanza”, dijo, para que sus años "sean años de esperanza, para vivir como presbíteros de la esperanza, dando esperanza".

lunes, 24 de octubre de 2016

San Antonio María Claret, apóstol de Jesucristo, por el P. José María Iraburu


Hoy, 24 de octubre, celebramos la memoria litúrgica de San Antonio María Claret, uno de los más grandes misioneros del siglo XIX. En la Liturgia de las Horas se nos da esta síntesis biográfica:

Nació en Sallent (España) el año 1807. Ordenado sacerdote, recorrió Cataluña durante varios años predicando al pueblo. Fundó la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, usualmente llamados claretianos. Fue nombrado arzobispo de Santiago de Cuba, cargo en el que se entregó de lleno al bien de las almas. Habiendo regresado a España, sus trabajos por el bien de la Iglesia le proporcionaron aún muchos sufrimientos. Murió en Fontfroide (Francia) el año 1870.

En el Oficio de lectura se nos da un precioso texto, tomado de sus escritos, en el que el mismo Santo expresa cómo él entiende y vive la acción misionera, prolongando fielmente el espíritu evangelizador de Jesucristo, e incluso sus modos concretos: total entrega personal, parresía de fuego en su palabra, testimonio de vida, caridad y fortaleza para gastarse y desgastarse por la gloria de Dios y la salvación de los hombres, humildad, abnegación, pobreza:

«Inflamados por el fuego del Espíritu Santo, los misioneros apostólicos han llegado, llegan y llegarán hasta los confines del mundo, desde uno y otro polo, para anunciar la palabra divina; de modo que pueden decirse con razón a sí mismos las palabras del apóstol san Pablo: Nos apremia el amor de Cristo.

«El amor de Cristo nos estimula y apremia a correr y volar con las alas del santo celo. El verdadero amante ama a Dios y a su prójimo; el verdadero celador es el mismo amante, pero en grado superior, según los grados de amor; de modo que, cuanto más amor tiene, por tanto mayor celo es compelido. Y, si uno no tiene celo, es señal cierta que tiene apagado en su corazón el fuego del amor, la caridad. Aquel que tiene celo desea y procura, por todos los medios posibles, que Dios sea siempre más conocido, amado y servido en esta vida y en la otra, puesto que este sagrado amor no tiene ningún límite.

«Lo mismo practica con su prójimo, deseando y procurando que todos estén contentos en este mundo y sean felices y bienaventurados en el otro; que todos se salven, que ninguno se pierda eternamente, que nadie ofenda a Dios y que ninguno, finalmente, se encuentre un solo momento en pecado. Así como lo vemos en los santos apóstoles y en cualquiera que esté dotado de espíritu apostólico.

«Yo me digo a mí mismo: Un hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa; que desea eficazmente y procura, por todos los medios, encender a todo el mundo en el fuego del divino amor. Nada le arredra, se goza en las privaciones, aborda los trabajos, abraza los sacrificios, se complace en las calumnias y se alegra en los tormentos. No piensa sino cómo seguirá e imitará a Jesucristo en trabajar, sufrir y en procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas.

Autobiografía

«Autobiografía» de San Antonio María Claret (Ed. Claret, Barcelona 1985, 530 pgs.). La escribió en la plenitud de su vida: la inició a los 54 años, la terminó a los 58 y murió a la edad de 63 años. La obra, en la edición citada, está dividida en 349 números.

Transcribo algunos textos, a modo de muestra, para alentar a buscarla y leerla completa. Así como pedimos al Padre celestial qu nos dé «el pan de cada día», también hemos de pedirle que nos conceda «las lecturas» que más bien nos pueden hacer en cada tiempo de nuestra vida.

–Recibí de Dios un buen natural o índole, por puro efecto de su bondad (18). ¡Oh Dios mío, qué bueno sois!… ¡Si a otro hubiérais hecho las gracias que a mí, cómo habría correspondido mejor que yo! (21).

–Madre mía, os suplico y pido la destrucción de todas las herejías, que están devorando el rebaño de vuestro santísimo Hijo (155)… ¿Cómo tendré caridad si, sabiendo que los carnívoros lobos están degollando a las ovejas de mi Amo, callo? (158). No, no callaré, aunque supiese que de mí han de hacer pedazos. No quiero callar; llamaré, gritaré, daré voces al cielo y a la tierra a fin de que se remedie tan gran mal (159). ¡Qué sabio el que se holgó que le tuviesen por loco, pues lo llamaron a la misma Sabiduría! ¡Que pocos hay ahora por nuestros pecados!… ¡Oh mundo, mundo, cómo vas ganando honra por haber pocos que te conozcan! (244).

–[En aquel viaje que]  no era de recreo, sino para trabajar y sufrir por Jesucristo, consideré que debía buscar el lugar más humilde, más pobre  y en que más tuviese oportunidad de sufrir. Al efecto, pagué el flete de andar sobre cubierta… que es el lugar más pobre y barato de la embarcación (130).

–No sólo tuve que sufrir los calores, fríos, nieves y lodos, lluvias y vientos, ríos y mares… sino también los demonios, que me perseguían muchísimo (462). Si era grande la persecución que me hacía el infierno, era muchísimo mayor la protección del cielo (463).

–[Una religiosa] me dijo: ¿Le gustaría a usted ir a predicar a aquellas Islas? Yo le contesté que no tenía gusto ni voluntad; que únicamente me gustaba de ir a donde mi Prelado de Vich me mandase» (478). El fin de mi predicaciónes la gloria de Dios y bien de las almas. Predico el Santo Evangelio, me valgo de sus semejanzas y uso su estilo… No admito limosna alguna para la predicación… De los [muy numerosos] libritos y papeles que he dado a luz no he reportado interés alguno,por esto no me he reservado la propiedad, y en cuanto a mí el mundo los puede reimprimir y vender (Apéndice III). Con el tiempo saldrán más almas de América que de Europa (Apéndice XX, 4).

–[Plan de vida] 1. Jesús y María son todo mi amparo y guía y los modelos que me propongo seguir e imitar… 2. Meacordaré de las palabras del Apóstol (Tim 1-4,16): Attende tibi et doctrina… 3. Cada año haré los santos ejercicios espirituales. 4. Cada mes tendré un día de retiro espiritual. 5. Cada semana, a lo menos una vez, me reconciliaré. 6. Tres días a la semana tomaré disciplina y otros días me pondré el cilicio… 7. Todos los viernes del año y vigilias de las fiestas del Señor y de la Santísima Virgen ayunaré (644). 8. Cada día me levantaré a las tres… y me recogeré a las diez…  (645)… Etc.

–Si algo bueno hay en mí, es todo de Dios; yo no soy más que un puro nada (796). Bendito sea el Señor, que se dignó valerse de esta miserable criatura para hacer cosas grandes… Él me ha dado salud, fuerzas, palabras y todo lo demás. Siempre he conocido que el Señor en mí siempre se hacía el gasto (703).

–Había algunos días que me hallaba muy fervoroso y deseoso de morir por Jesucristo. No sabía ni atinaba a hablar sino del divino amor con los familiares y con los de afuera que me venían a ver. Tenía hambre y sed de padecer trabajos y de derramar la sangre por Jesús y María… (573) El burrico es un animal muy paciente; lleva las gentes y las cargas y sufre los golpes sin quejarse. Yo también debo ser muy paciente en llevar las cargas de mis obligaciones y sufrir con resignación y mansedumbre las penas, trabajos, persecuciones y calumnias (667).

–La oración vocal a mí me va quizá mejor que la pura mental… En la oración mental también me concede el Señor, por su bondad y misericordia, muchas gracias; pero en la vocal lo conozco más (766).

–Delante del Santísimo Sacramento siento una fe tan viva, que no lo puedo explicar. Casi se me hace sensible, y estoy  continuamente besando sus llagas y quedo, finalmente, abrazado con él. Siempre tengo que separarme y arrancarme con violencia de su divina presencia cuando llega la hora (767).
Et sic de caeteris. Si quieren saber más del Santo, compren su Autobiografía.

Oración

Oh Dios, que concediste a tu obispo san Antonio María Claret una caridad y un valor admirables para anunciar el Evangelio a los pueblos, concédenos, por su intercesión, que, buscando siempre tu voluntad en todas las cosas, trabajemos generosamente por ganar nuevos hermanos para Cristo. Por nuestro Señor Jesucristo.

Claret, misionero y pastor con olor a oveja, por Alfredo Barahona


Antonio Mª Claret ha sido reconocido como uno de los grandes misioneros españoles del siglo XIX y una de las figuras relevantes en España durante ese siglo.

Antonio Claret y Clará nació el 23 de diciembre de 1807 en el pueblito barcelonés de Sallent, hijo de una típica y muy religiosa familia catalana de clase media que con tesón había consolidado una pequeña industria textil.

Parecía destinado a superar a sus ancestros como empresario del tejido pero su religiosidad profunda, sumada a varios hechos inconvencionales en los que pareció salvar la vida por milagro, lo inclinaron al sacerdocio. A ello contribuyeron peligros inminentes, el ser estafado por un amigo, y el continuo tintineo en su alma de la prevención evangélica "¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si al final malogra su vida?"

Bajo esta consigna ingresa al seminario diocesano de Vic. Poco después busca recluirse como monje cartujo, pero el Señor le muestra que su destino no es el silencio de un monasterio, y regresa para continuar su formación sacerdotal.

Misionero ideal

Ordenado sacerdote a los 27 años, siente pronto un impulso misionero que lo lleva a predicar la palabra salvadora de Dios por todas partes.

Su vida adquiere un ritmo de apóstol infatigable, obsesionado por "encender a todo el mundo en el fuego del divino amor". El pueblo lo llama "Padre Claret" y por varios hechos considerados sobrenaturales alcanza pronto fama de santo.

Pero España le queda chica. "Mi espíritu es para todo el mundo", dice. A los 31 años parte a Roma para ofrecerse como misionero apostólico (enviado por el Papa) en tierras de infieles.

Termina ingresando al noviciado de la Compañía de Jesús. Pero el Señor tampoco lo quiere jesuita aunque sí imbuido en el espíritu de Ignacio de Loyola y regresa a España. Dos años después recibe de Roma el anhelado título de "misionero apostólico". Se siente así acreditado como evangelizador universal al estilo de los Apóstoles.

Decide serlo "por todos los medios posibles". Funda instituciones apostólicas de diverso tipo, las "Religiosas en sus casas", actual instituto secular Filiación Cordimariana, e interviene en la fundación de numerosas congregaciones religiosas. Escribe 15 libros, 81 opúsculos, centenares de folletos y volantes, y traduce 27 obras de interés para la evangelización. Se calcula que llegaría a distribuir más de 8 millones de ejemplares de esas publicaciones.

Hasta derramar su sangre

Pero su realización que él mismo llamó su "gran obra" es la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, conocidos hoy también como Claretianos, la que funda el 16 de julio de 1849.

Un mes después es nombrado arzobispo de Santiago de Cuba. Se resiste a ello pero al fin acepta. Recibe la consagración episcopal, en la que agrega a su nombre el de María, cuando no cumplía los 43 años. Luego parte a la isla cubana, que por más de 14 años había permanecido "como oveja sin pastor".

Llega allí a comienzos de 1851. De inmediato se enfrenta a una profunda decadencia moral, gran discriminación racial y tremendas injusticias contra los sectores más débiles y desposeídos, lo que denuncia con valentía profética. Funda las Religiosas de María Inmaculada de la Enseñanza, para educar al pueblo abandonado. Crea escuelas técnicas y agrícolas, bibliotecas, cajas de ahorro, asilos.

Los escozores que provocan entre los poderosos sus prédicas de justicia y moralidad le engendran enemigos encarnizados quienes pagan a un sicario para que lo asesine. Este casi lo degüella, logrando provocarle un gran tajo en el rostro y en una mano.

Sólo la voz de Dios

Claret culminaba así seis años de infatigable labor en la isla. En marzo de 1857 es llamado a Madrid y designado consejero espiritual de la reina Isabel II de España, lo que sólo acepta por considerarlo voluntad de Dios, y bajo condición de no llevar una vida palaciega, no menoscabar su labor misionera ni inmiscuirse en política.

Vive así once años en medio de una de las convulsiones sociopolíticas más profundas de España, en la que los enemigos de la monarquía lo envuelven como presunto "orejero real" y conspirador. Lo hacen objeto de una campaña soez que llega hasta la pornografía y de numerosos atentados contra su vida.

Entretanto preside el Monasterio del Escorial, misiona por donde va, visita hospitales y cárceles, escribe sin cesar, funda instituciones apostólicas.

En 1868 es derrocada y desterrada la reina, situación que arrastra también a Claret hasta Francia. No descansa allí en su labor apostólica. Apoya a sus misioneros, también desterrados, y al año siguiente parte a Roma, donde en 1870 participa activamente en el Concilio Vaticano I, descollando por su fidelidad al Papa.

Vuelto a Francia, lo persigue hasta allí la saña de sus enemigos y debe refugiarse en el monasterio cisterciense de Fontfroide, donde muere el 24 de octubre de 1870 sin llegar a cumplir los 63 años.

Es beatificado en 1934 por el Papa Pío XI, y el 7 de mayo de 1950 lo eleva a los altares el Papa Pío XII.

sábado, 22 de octubre de 2016

SÁBADO DE LA 29 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año II (Lecturas)

Efesios 4,7-16
Salmo 121,1-2.3-4a.4b-5
Vamos alegres a la casa del Señor
Lucas 13,1-9

Efesios 4,7-16

Hermanos: A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Por eso dice la Escritura: "Subió a lo alto llevando cautivos y dio dones a los hombres." El "subió" supone que había bajado a lo profundo de la tierra; y el que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos para llenar el universo. Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud. Para que ya no seamos niños sacudidos por las olas y llevados al retortero por todo viento de doctrina, en la trampa de los hombres, que con astucia conduce al error; sino que, realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas hacia él, que es la cabeza: Cristo, del cual todo el cuerpo, bien ajustado y unido a través de todo el complejo de junturas que lo nutren, actuando a la medida de cada parte, se procura el crecimiento del cuerpo, para construcción de sí mismo en el amor.

Salmo 121,1-2.3-4a.4b-5
Vamos alegres a la casa del Señor

¡Qué alegría cuando me dijeron:
"Vamos a la casa del Señor"!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
R. Vamos alegres a la casa del Señor

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor.
R. Vamos alegres a la casa del Señor

Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
R. Vamos alegres a la casa del Señor

Lucas 13,1-9

En aquella ocasión se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: "¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no. Y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera". Y les dijo esta parábola: "Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás"".

lunes, 17 de octubre de 2016

Lucas 12,13-21: Dos hermanos se pelean por la herencia, por el papa Francisco

Lucas 12,13-21

En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: "Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia." Él le contestó: "Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?" Y dijo a la gente: "Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes."Y les propuso una parábola: "Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios."

— Comentario del papa Francisco

«¿Doy? ¿Cuánto doy? ¿Cómo doy?» Tres preguntas que propone el Papa contra el apego a las riquezas

El Papa Francisco ha recordado que Jesús no condena la riqueza sino el apego a la riqueza, porque divide a las familias y provoca las guerras. Lo ha hecho durante la homilía de la misa celebrada este lunes temprano en Santa Marta.

De este modo, ha asegurado que no se puede “servir a dos amos”, o se sirve a Dios o a las riquezas. Jesús –ha explicado– “no está contra las riquezas en sí mismas” pero advierte sobre poner la propia seguridad en el dinero que puede hacer de la “religión una agencia de seguros”.

Además, ha indicado, el apego al dinero divide, como dice el Evangelio que habla de los “dos hermanos que se pelean por su herencia”.

Y lo ha explicado así: “Pero pensemos en cuántas familias conocen que han peleado, pelean, no se saludan, se odian por una herencia. Y este es uno de los casos. Ya no es más importante el amor de la familia, el amor de los hijos, de los hermanos, de los padres. No, es el dinero. Y esto destruye”.

Del mismo modo, el Santo Padre ha asegurado que “también las guerras que hoy vemos. Pero sí, hay un ideal, pero detrás está el dinero: el dinero de los traficantes de armas, el dinero de los que se aprovechan de la guerra”.

El Pontífice ha subrayado que “Jesús es claro: ‘guardaos de toda clase de codicia’. La codicia. Porque nos da esta seguridad que no es verdadera y te lleva sí, a rezar –tú puedes rezar, ir a la iglesia– pero también a tener el corazón apegado, y al final terminar mal”.

Jesús cuenta la parábola de un hombre rico, “un empresario bueno”, cuya “cosecha había sido buena” y “estaba lleno de riquezas”. Y en vez de pensar “compartiré esto con mis trabajadores, para que ellos tengan algo para sus familias”, razona de otra manera: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha. Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes".

Por esto, el Santo Padre ha subrayado que “la sed del apego a las riquezas no termina nunca. Si tú tienes el corazón apegado a las riquezas –cuando tienes muchas– quieres más. Y este es el dios de la persona que está atacada a las riquezas”.

Asimismo, ha explicado que el camino de la salvación son las bienaventuranzas: “la primera es la pobreza de espíritu”, es decir no apegarse a las riquezas que si se poseen son “para el servicio de los otros, para compartir, para ayudar a la gente”.

Y ha añadido que el signo de que no estamos en “este pecado de idolatría” es dar limosna, es dar “a los que lo necesitan” y no dar lo superfluo sino lo que me cuesta, “privarse de algo” porque quizá “es necesario para mí”.

El Santo Padre ha señalado que esta es una buena señal, eso significa que es más grande el amor hacia Dios que el apego a las riquezas.

Para concluir, Francisco ha indicado que podemos hacernos tres preguntas.

La primera: ¿doy?
La segunda: ¿cuánto doy?
La tercera: ¿Cómo doy? ¿Cómo da Jesús, con la caricia del amor o como quien paga una tasa?

Así, ha seguido preguntando: “cuando ayudas a una persona, ¿la miras a los ojos? ¿Le tocas la mano? Es la carne de Cristo, es tu hermano, tu hermana. Y tú en ese momento eres como el Padre que no deja que les falte la comida a los pájaros del cielo. Con cuánto amor el Padre da”.

Finalmente, ha invitado a pedir al Señor la gracia de ser libres de esta idolatría, el apego a las riquezas: la gracia de mirarle a Él, tan rico en su amor y tan rico en su generosidad, en su misericordia; es la gracia de ayudar a los otros con el ejercicio de la limosna, pero como lo hace Él.

LUNES DE LA 29 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año II (Lecturas)

Efesios 2,1-10
Salmo 99: El Señor nos hizo y somos suyos
Lucas 12,13-21

Efesios 2,1-10

Hermanos: Hubo un tiempo en que estabais muertos por vuestros delitos y pecados, cuando seguíais la corriente del mundo presente, bajo el jefe que manda en esta zona inferior, el espíritu que ahora actúa en los rebeldes contra Dios. Antes procedíamos nosotros también así; siguiendo los deseos de la carne, obedeciendo los impulsos de la carne y de la imaginación; y, naturalmente, estábamos destinados a la reprobación, como los demás. Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos has hecho vivir con Cristo -por pura gracia estáis salvados-, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él. Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir. Somos, pues, obra suya. Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos.

Salmo 99: El Señor nos hizo y somos suyos

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
R. El Señor nos hizo y somos suyos

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
R. El Señor nos hizo y somos suyos

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre.
R. El Señor nos hizo y somos suyos

"El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades."
R. El Señor nos hizo y somos suyos

Lucas 12,13-21

En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: "Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia." Él le contestó: "Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?" Y dijo a la gente: "Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno -ande sobrado, su vida no depende de sus bienes." Y les propuso una parábola: "Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos anos; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios."

domingo, 16 de octubre de 2016

Perseverancia en la oración, por Reflexiones Católicas



Jesús les contó a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse. Les dijo:
— Había en cierto pueblo un juez que no tenía temor de Dios ni consideración de nadie. En el mismo pueblo había una viuda que insistía en pedirle: "Hágame usted justicia contra mi adversario." Durante algún tiempo él se negó, pero por fin concluyó: "Aunque no temo a Dios ni tengo consideración de nadie, como esta viuda no deja de molestarme, voy a tener que hacerle justicia, no sea que con sus visitas me haga la vida imposible."
Continuó el Señor:
— Tengan en cuenta lo que dijo el juez injusto. ¿Acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles? Les digo que sí les hará justicia, y sin demora. No obstante, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?

Comentario por Reflexiones Católicas
"El Juez prevaricador y granuja"

La liturgia de este domingo nos ofrece una enseñanza significativa: la necesidad de orar siempre, de manera incansable. A veces nos cansamos de orar, tenemos la impresión de que orar no es tan importante para la vida; la oración nos parece poco eficaz. Por consiguiente, sentimos la tentación de dedicarnos más a la actividad, de emplear todos los medios para alcanzar nuestros objetivos y no recurrimos a Dios en la oración.

Jesús, en cambio, nos enseña la necesidad de orar siempre. Y para inculcarnos esta enseñanza, inventa una parábola.

Esta parábola nos habla de un juez que no teme a Dios ni respeta a nadie; es sólo un egoísta, sólo busca su propio interés. No teme el juicio de Dios y, en consecuencia, no tiene consideración por ninguna persona.

En su ciudad vive una viuda, es decir, una persona que se encuentra en una situación de debilidad, de impotencia. La viuda y el huérfano constituyen en la Biblia las categorías más débiles, porque carecen del apoyo del padre de familia y, por tanto, se encuentran indefensos.

Así pues, los protagonistas de la parábola son estas dos personas. La viuda acude al juez y le dice: «Hazme justicia frente a mi adversario». Sus posibilidades de ser escuchada son casi nulas, porque el juez la desprecia y ella no puede ejercer ninguna presión sobre él. Tampoco puede apelar a principios religiosos, porque el juez no teme a Dios.

Sin embargo, ella insiste, pide sin cansarse, se muestra importuna. Y, al final, el juez se dice para sí: «Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esa viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara».

Éste es el resultado del ruego insistente, perseverante, de la viuda. En este punto, Jesús realiza una reflexión, usando el argumento a fortiori: si un juez deshonesto se deja convencer al final por la demanda de una viuda, cuánto más Dios, que/es bueno, oirá a quien le pide.

Dios es misericordioso y, por consiguiente, escucha siempre las oraciones. Dice Jesús: « ¿No hará (Dios) justicia a sus elegidos?». No debemos desesperar nunca, sino insistir constantemente en la oración. ¿Por qué no nos escucha el Señor inmediatamente cuando le rezamos? Podemos intentar dar una respuesta: si la oración fuera atendida inmediatamente, Dios se transformaría en una máquina que distribuye cosas.

Ahora bien, Dios no es una máquina distribuidora sino una persona que comunica su amor. Una máquina distribuidora no comunica ningún amor, es sólo un automatismo. Dios, en cambio, es una persona; más aún, Dios es tres personas, llenas de amor, que quieren transformar el mundo por medio del amor. Así las cosas, la oración es precisamente para ellas el medio de establecer relaciones personales con cada uno de nosotros. Por eso Dios nos hace esperar: porque la oración perseverante refuerza nuestra relación personal con él. Si estuviéramos seguros de ser escuchados inmediatamente, nos desinteresaríamos de nuestra relación con él. En cambio, cuando nos encontramos en la necesidad de insistir en la oración, nos damos cuenta de que nuestra relación con Dios es algo muy importante; más aún, lo más importante de todo. Escuchemos, pues, la enseñanza que nos da Jesús para ponernos en relación filial con el Padre del cielo.

Primera lectura

La primera lectura manifiesta la eficacia de la oración de una manera muy concreta. Vemos en este episodio que la victoria depende de la oración de Moisés. Dice el texto: «Mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel; mientras la tenía bajada, vencía Amalec».

Así se manifiesta la eficacia de la oración, la necesidad de una oración insistente, perseverante. Y los israelitas encuentran un medio para hacer posible una oración perseverante por parte de Moisés: le hacen sentarse y le piden a Aarón y a Jur que le sostengan las manos, a fin de mantenerle en la actitud de súplica. «Así sostuvo en alto las manos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su tropa».

“Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?”

El final del texto evangélico habla de la fe: «Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».

Se trata de una pregunta que pretende suscitar un aumento de fe por nuestra parte. La oración debe ser expresión de la fe; de lo contrario, no es verdadera oración. Si alguien no cree en Dios, no puede rezarle. La fe es esencial como base de la actitud de oración. Pablo insiste también, en la segunda lectura, en la fe. Afirma que las Sagradas Escrituras pueden instruir para la salvación, pero ésta se obtiene por medio de la fe en Jesucristo.

Las Sagradas Escrituras

Las Sagradas Escrituras son un don magnífico hecho por Dios a su pueblo, a todos nosotros. Ahora bien, este don tenemos que acogerlo mediante la fe. Si alguien lee las Sagradas Escrituras sin fe, entonces son un texto muerto, no un texto vivificante. En cambio, si alguien lee las Sagradas Escrituras con una actitud de fe, entonces se vuelven vivificantes, útiles «para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud: así el hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena».

Las dos enseñanzas que nos propone la liturgia de hoy se completan mutuamente: orar con insistencia y orar con una actitud de fe, que constituye la base de nuestra relación personal con Dios. La fe es la base sobre la que se edifican la esperanza y la caridad. Por medio de la fe podemos crecer en la esperanza y en la caridad, a condición de orar, para poder recibir cada vez mejor estos dones excelentes de Dios. 

Lucas 18,1-8: Dios es digno de fe, por Reflexiones Católicas

Lucas 18:1-8

Jesús les contó a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse. Les dijo:
— Había en cierto pueblo un juez que no tenía temor de Dios ni consideración de nadie. En el mismo pueblo había una viuda que insistía en pedirle: "Hágame usted justicia contra mi adversario." Durante algún tiempo él se negó, pero por fin concluyó: "Aunque no temo a Dios ni tengo consideración de nadie, como esta viuda no deja de molestarme, voy a tener que hacerle justicia, no sea que con sus visitas me haga la vida imposible."
Continuó el Señor:
— Tengan en cuenta lo que dijo el juez injusto. ¿Acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles? Les digo que sí les hará justicia, y sin demora. No obstante, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?

— Comentario por Reflexiones Católicas  
"Dios es digno de fe"

Continuamente se nos presentan estos interrogantes: ¿Tiene algún valor la oración? ¿Se interesa Dios por quien se dirige a él en la oración? ¿No va la oración dirigida al viento?

Estas preguntas surgen por el hecho de que Dios no parece reaccionar y porque cuantos se dirigen a él no advierten su ayuda. Si la oración no muestra ninguna eficacia, ¿qué valor puede tener? ¿No es más razonable dejar de rezar, ahorrarse esta inútil pérdida de tiempo? ¿No es mejor renunciar a toda falsa ilusión? Si no nos las arreglamos por nosotros mismos o no encontramos ayuda en los demás, ¿no debemos deducir quizá que no podemos esperar ayuda ni siquiera de Dios?

Jesús pone en guardia a sus discípulos sobre estas conclusiones y les exhorta a una oración incansable. Aunque deban esperar por largo tiempo, aunque no puedan advertir la ayuda de Dios, no deben cansarse de rezar. Han de dirigirse a Dios con una confianza inagotable.

El juez aparece descrito como un hombre que se interesa sólo por sí mismo, por su propio provecho y comodidad. No tiene ningún respeto por Dios.

La mujer pertenece a la categoría de personas consideradas débiles desde el punto de vista social. Su persona y su situación dejan al juez indiferente. No obstante, al final este juez responde a su petición y le concede lo que en justicia se la debe. Ella logra obtener esto gracias a su petición incansable. Lo que al juez le ha movido no ha sido la conciencia del deber sino sólo su egoísmo: quiere liberarse de este continuo fastidio y evitar ulteriores molestias. Pues bien, si la súplica constante llega a obtener algo de quien tiene un carácter así, ¿cuánta más influencia tendrá ella sobre Dios?

Quien siente cansancio en la oración debe recordar cuál es la relación entre Dios y los hombres. Enseñando a los discípulos a orar, Jesús les había exhortado a dirigirse a Dios como «Padre» (11,2). El no es un juez injusto, indiferente en relación con nosotros, sino nuestro Padre. Si no nos dirigimos a él en la oración, le negamos nuestra confianza, no reconocemos que él sea nuestro Padre. En nuestra oración está siempre en juego también nuestra fe en Dios como nuestro Padre.

Esta relación entre Dios y nosotros es el motivo por el que jamás debemos dejar de rezar. Aun cuando debamos esperar, aun cuando nuestra oración parezca caer en el vacío, Dios es y sigue siendo nuestro Padre. No por él, sino por nosotros es necesario que recemos pacientemente, incesantemente.

Dirigiéndonos a él, mantenemos viva la comunión con él, vivimos la relación de hijos con el padre. Si disminuimos nuestra oración, debilitamos al mismo tiempo esta relación. Si dejamos de rezar rompemos esta relación. Nuestra oración es la activación de nuestra vida con Dios.

Dios es nuestro Padre y no puede dejar de escucharnos. Pero nosotros no podemos decirle cómo y cuándo debe escucharnos. Una sola cosa sabemos con seguridad: él nos hará justicia. Él puede probarnos durante mucho tiempo, pero puede intervenir también de manera rápida e inesperada. En cualquier caso, no nos abandonará ni nos dejará ir a la ruina. Dios actuará y, cuando lo haga, será con toda rapidez.

Debido a nuestro cansancio y hastío, no viendo ya sentido alguno en la oración, hay una duda y un interrogante de nuestra parte: ¿Hará Dios algo? ¿Se puede uno fiar de él?

Para Jesús, la ayuda de Dios es segura, ya que el poder y el amor de Dios son realidades seguras. Por esto, la necesidad y el sentido de la oración. Con su pregunta final, Jesús invierte el problema. El se pregunta: « ¿Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».

La incertidumbre respecto a la ayuda no lo ve Jesús en Dios, sino en los hombres. El poder y el amor de Dios son dignos de crédito. No tan segura es la capacidad de los hombres para mantener en todas las pruebas la fe en Dios como Padre. Si renunciamos a confiar en Dios y lo rechazamos, entonces no podemos ser alcanzados por su ayuda. La pregunta de Jesús es una invitación a creer que, por medio de la fe y de la oración, permanecemos unidos a Dios y así nos preparamos a su obra de ayuda y salvación. 

sábado, 15 de octubre de 2016

Insistencia en la oración, por M. Dolors Gaja, M.N.



Jesús les contó una parábola para enseñarles que debían orar siempre y no desanimarse. Les dijo: “Había en un pueblo un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres.  Y en el mismo pueblo vivía también una viuda, que tenía planteado un pleito y que fue al juez a pedirle justicia contra su adversario.  Durante mucho tiempo el juez no quiso atenderla, pero finalmente pensó: ‘Yo no temo a Dios ni respeto a los hombres.  Sin embargo, como esta viuda no deja de molestarme, le haré justicia, para que no siga viniendo y acabe con mi paciencia.’ El Señor añadió: “Pues bien, si esto es lo que dijo aquel mal juez,  ¿cómo Dios no va a hacer justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Los hará esperar? Os digo que les hará justicia sin demora. Pero cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará todavía fe en la tierra?”

TEMA

El tema indudable de este fragmento es la insistencia en la oración. El seguidor de Jesús no es aquel que ora “de pascuas a ramos” sino el que mantiene una conversación interna constante con su Señor. Este es un evangelio esperanzador y optimista porque viene a dejarnos muy claro que, aunque el mal existe, acaba triunfando la bondad insistente.

EL JUEZ INJUSTO…Y CLARIVIDENTE

Pero tengo que confesar que a mí este juez injusto me cae bien. Casi diría yo que es un modelo – si es que alguien injusto puede ser modelo – de lo que hoy se llama inteligencia intrapersonal o emocional. El narrador de esta parábola conoce al juez como nosotros conocemos con frecuencia a los otros mejor que a nosotros mismos.

Porque somos muy ciegos ante nuestros defectos y maldades y…el juez es un modelo de autoconocimiento!  ‘Yo no temo a Dios ni respeto a los hombres” dice. Asume lo que es, aunque no lo corrija por lo que debiera corregirlo, por amor a la viuda y su situación. Pero que Dios nos dé la clarividencia de este juez a la hora de hacer nuestro examen de conciencia… Porque ¿qué decimos muchas veces cuando no atendemos necesidades ajenas? “Esto es cosa del gobierno… si pudiera lo haría pero me pilla en un mal momento… ¿por qué tengo que sacar yo siempre las castañas del fuego? Yo…si alguien se anima primero, colaboro….” ¡tantas excusas! Por lo menos el juez es claro: sabe cómo es y sabe que no la ayuda por ella misma, por lo que merece sino para sacársela de encima.

Porque la viuda “sigue viniendo” Y eso es lo que me pide el Señor. Que le siga buscando, que le siga preguntando, que le siga chillando cuando me enfado con Él, que le siga llorando, que le siga contando…que siga.

LA VIUDA

Si ya la mujer era un personaje absolutamente secundario y sin derechos la mujer que quedaba viuda solía vivir en el desamparo. Si no tenía hijos adultos que pudieran mantenerla dependía de la caridad.

“Huérfanos y viudas” son en el Antiguo Testamento sinónimo de pobreza y necesidad. Esta viuda, no obstante, es un monumento a la dignidad de la mujer que en situación de desventaja saca fuerzas de su interior y no se deja pisar, no cede ante los prepotentes del mundo.

Es insólita la actitud de esta viuda que “molesta” reiteradamente al juez. De una manera u otra Dios nos quiere “dignos”, clamando a Él día y noche. Desde la dignidad inmensa de sabernos hijos de Dios.

LAS VIUDAS DE HOY

También ellas siguen viniendo, golpeando nuestra puerta. ¡Son tantas las viudas de nuestro mundo! Una de ellas es esa mujer que parió en la barcaza de Lampedusa para ver morir ahogado a su bebé y morir ella también en un naufragio que apenas oímos…o esas mujeres silenciadas, maltratadas, vendidas…esas niñas casadas a la fuerza, esas niñas violadas por grupos que se protegen entre ellos…esas niñas a las que se les prohíbe el acceso a la escuela, esas niñas cambiadas por una cabra, mutiladas en su intimidad, esas niñas ahogadas al nacer, esas ancianas que mueren solas en su piso y que nadie encuentra a faltar…o esas que lloran solas en residencias añorando visitas que no tienen…

Desgraciadamente existe el mal y la injusticia. Pero sigue teniendo un rostro muy femenino… ¿Qué hago yo? ¿Oigo su llamada, su clamor? ¿Ayudo para tranquilizar mi conciencia…con un donativo a una oenegé, a la parroquia? O ¿cierro mis oídos y subo el volumen de la televisión para ver un interesantísimo reality show?

Ojalá aprendamos a orar. Porque si tememos a Dios, si lo amamos, respetaremos su imagen: la persona.


15 de octubre: Santa Teresa de Jesús, virgen y doctora (Lecturas de la fiesta)

Eclesiástico 15,1-6
Salmo 88,2-3.6-7.8-9.16-17.18-19:
Contaré tu fama a mis hermanos, 
en medio de la asamblea te alabaré
Mateo 11,25-30

Eclesiástico 15,1-6

El que teme al Señor obrará así, observando la ley, alcanzará la sabiduría. Ella le saldrá al encuentro como una madre y lo recibirá como la esposa de la juventud; lo alimentará con pan de sensatez y le dará a beber agua de prudencia; apoyado en ella no vacilará y confiado en ella no fracasará; lo ensalzará sobre sus compañeros, para que abra la boca en la asamblea; lo llena de sabiduría e inteligencia, lo cubre con vestidos de gloria; alcanzará gozo y alegría, le dará un nombre perdurable.

Salmo 88,2-3.6-7.8-9.16-17.18-19:
Contaré tu fama a mis hermanos, 
en medio de la asamblea te alabaré

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.
R. Contaré tu fama a mis hermanos, 
en medio de la asamblea te alabaré

El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos?
R. Contaré tu fama a mis hermanos, 
en medio de la asamblea te alabaré

Dios es temible en el consejo de los ángeles,
es grande y terrible para toda su corte.
Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
El poder y la fidelidad te rodean.
R. Contaré tu fama a mis hermanos, 
en medio de la asamblea te alabaré

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo.
R. Contaré tu fama a mis hermanos, 
en medio de la asamblea te alabaré

Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey.
R. Contaré tu fama a mis hermanos, 
en medio de la asamblea te alabaré

Mateo 11,25-30
Mt 11,25-27; Mt 11,28-30

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

viernes, 14 de octubre de 2016

¿Qué dice la Didaché sobre el perdón de los pecados? por José Miguel Arráiz

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Lucas 12,1-7: Levadura buena y levadura mala, por el papa Francisco

Lucas 12,1-7

En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.»

— Comentario por el papa Francisco
"El hipócrita, incapaz de encontrar en sí una mancha, acusa a los otros"

El Papa Francisco, en la homilía de Santa Marta de este viernes, ha recordado que para seguir al Señor es fundamental no engañarnos, no decir mentiras y así no caer en la hipocresía, esa “esquizofrenia espiritual que nos hace decir tantas cosas pero sin practicarlas”.

Ha recordado que en el Evangelio del día, Jesús invita a cuidarse de la “levadura de los fariseos”. Al respecto, ha explicado que existe “una levadura buena y una levadura mala”. La levadura que hace crecer el Reino de Dios y la levadura que hace solamente la apariencia en el Reino de Dios.

La levadura –ha observado– hace crecer siempre; y hace crecer, cuando es buena, de forma consistente, sustanciosa y se convierte en pan bueno, pasta buena: crece bien. Pero la “levadura mala” no hace crecer bien.

A este punto, el Santo Padre ha querido contar una anécdota de infancia para explicarlo bien. “Yo recuerdo que para carnaval, cuando éramos niños, la abuela nos hacía galletas, y era una pasta muy sutil, sutil, sutil la que ella hacía. Después la echaba al aceite y esa pasta se hinchaba… y cuando empezábamos a comerla, estaba vacía”, ha recordado. Y la abuela les decía “estas son como las mentiras: parecen grandes, pero no tienen nada dentro, no hay nada de verdad, ahí; no hay nada de sustancia”.

Por eso, el Papa ha señalado que Jesús nos dice: “Estad atentos a la mala levadura, la de los fariseos”. ¿Y cuál es? Es la hipocresía, ha señalado Francisco.

Asimismo, ha añadido que la hipocresía es cuando se invoca al Señor con los labios pero el corazón está lejos de Él. Es una “división interna”. Se dice una cosa y se hace otra. Es –ha aclarado– una especie de esquizofrenia espiritual.

Además, ha observado el Pontífice, el hipócrita es un simulador: parece bueno, cortés, pero detrás de sí tiene un puñal. Al respecto ha invitado a pensar en Herodes y la cortesía con la que recibió a los Magos. Y en el momento de la despedida les pide que le avisen dónde está ese niño para ir también a adorarlo, cuando en realidad lo que quería era matarlo.

Jesús, hablando de estos doctores de la ley dice: “Estos dicen y no hacen”, que es otra forma de hipocresía. Al respecto, el Santo Padre ha explicado que es un “nominalismo existencial”, los que creen que diciendo las cosas está todo hecho. Las cosas se hacen, no solo se dicen, ha advertido Francisco.

Del mismo modo, ha reconocido que el hipócrita es un nominalista, cree que con el decir se hace todo. Después, el hipócrita “es incapaz de acusarse a sí mismo: nunca encuentra en sí una mancha, acusa a los otros”.

Por eso, el Santo Padre ha invitado a hacer un examen de conciencia para entender si crecemos con la levadura buena o la levadura mala preguntándonos: ¿Con qué espíritu hago las cosas? ¿Con qué espíritu rezo? ¿Con qué espíritu me dirijo a los otros? ¿Con el espíritu que construye? ¿O con el espíritu que divide? Importante — concluye el Papa– es no engañarse, no decir mentiras sino la verdad.

Al respecto, el Pontífice ha explicado que los niños cuando se confiesan nunca dicen mentiras, y no dicen cosas abstractas. “Los niños cuando están delante de Dios y delante de los otros, dicen cosas concretas” porque “tienen la levadura buena, la que hace crecer como crece el Reino de los Cielos”.

Finalmente, el Santo Padre ha pedido que el Señor dé a todos “el Espíritu Santo y la gracia de la lucidez de decirnos cuál es la levadura con la que crezco, cuál es la levadura con la que actúa”.

Lucas 12,1-7: Hipocresía y vanidad, por el papa Francisco

Lucas 12,1-7

En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.»

— Cometario del papa Francisco:
"Hipocresía y vanidad"

Es necesario rezar mucho para no dejarse contagiar por el “virus” de la hipocresía, esa actitud farisea que seduce con las mentiras estando en la sombra. Es la solicitud de Jesús que el papa Francisco ha invitado a acoger, al comentar el Evangelio del día en la homilía de la misa celebrada este viernes por la mañana en Santa Marta.

El Santo Padre ha advertido que la hipocresía no tiene un color porque juega con las medias tintas. Se insinúa y seduce en “claroscuro”, con “la fascinación de la mentira”. De este modo, el Pontífice ha reflexionado sobre la escena del evangelio del día destacando la advertencia de Cristo a los suyos: “Cuidado con la levadura de los fariseos”. La levadura es una cosa pequeñísima, ha observado, pero por como habla Jesús es como si quisiera decir “virus”. Como “un médico” que diga “a sus colaboradores” poner atención a los riesgos de un “contagio”.

Y Francisco lo ha explicado así: “la hipocresía es esa forma de vivir, de actuar, de hablar, que no es claro. Quizá sonríe, quizá está serio… No es luz, no es tiniebla… Se mueve de una forma que parece no amenazar a nadie, como la serpiente, pero tiene el encanto del claroscuro. Tiene ese encanto de no tener las cosas claras, de no decir las cosas claramente; la fascinación de la mentira, de las apariencias”. El Papa ha recordado que Jesús decía a los fariseos hipócritas que “estaban llenos de sí mismos, de vanidad, que a ellos les gustaba pasear en las plazas haciendo ver que eran importantes, gente culta…”

Tal y como ha explicado el Santo Padre, Jesús aseguró a la multitud “no tengáis miedo” porque “no hay nada cubierto que no sea desvelado, ni secreto que no sea revelado”. Y ha precisado que esconderse “no ayuda” aun si “la levadura de los fariseos” llevaba y lleva a “la gente a amar más las tinieblas que la luz”.

Asimismo, el Pontífice ha recordado: “esta levadura es un virus que enferma y te hace morir. ¡Cuidado! Esta levadura te lleva a las tinieblas. ¡Cuidado! Pero hay uno que es más grande que esto: es el Padre que está en el Cielo. ‘¿No se venden cinco gorriones quizá por dos monedas?’ Y ni siquiera uno de ellos es olvidado delante de Dios. También los cabellos de vuestra cabeza son contados’. Y después, la exhortación final: ‘¡No tengáis miedo! ¡Valéis más que muchos gorriones! Delante de todos estos miedos que nos ponen aquí o allá, y que nos pone el virus, la levadura de la hipocresía farisea, Jesús nos dice: ‘Hay un Padre. Hay un Padre que os ama. Hay un Padre que cuida de vosotros’”.

Y hay solo un modo para evitar el contagio, ha advertido el Papa. Es el camino indicado por Jesús: rezar. Así, ha concluido afirmando que para no caer en esa “actitud farisea que no es ni luz ni tinieblas” sino que está “a mitad” de camino que “nunca llegará a la luz de Dios”.

A propósito, Francisco ha concluido invitando a rezar, “rezar mucho”. “Señor, cuida a tu Iglesia, que somos todos nosotros: cuida a tu pueblo, el que se había reunido y se pisoteaban entre ellos, unos a otros. Cuida a tu pueblo, para que ame la luz, la luz que viene del Padre, que viene de Tu Padre, que ha enviado para salvarnos. Cuida tu pueblo para que no se haga hipócrita, para que no caiga en el calor de la vida. Cuida a tu pueblo para que tenga la alegría de saber que hay un padre que nos ama mucho”.