Jeremías 26,1-9; o bien, Ex 40,16-21,34-38
Salmo 33: Bendigo al Señor en todo momento
Juan 11,19-27; o bien, Lc 10,38-42
Jeremías 26:1-9
Al principio del reinado de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá, fue dirigida a Jeremías esta palabra de Yahveh: Así dice Yahveh: Párate en el patio de la Casa de Yahveh y habla a todas las ciudades de Judá, que vienen a adorar en la Casa de Yahveh, todas las palabras que yo te he mandado hablarles, sin omitir ninguna. Puede que oigan y se torne cada cual de su mal camino, y yo me arrepentiría del mal que estoy pensando hacerles por la maldad de sus obras. Les dirás, pues: «Así dice Yahveh: Si no me oís para andar según mi Ley que os propuse, oyendo las palabras de mis siervos los profetas que yo os envío asiduamente (pero no habéis hecho caso), entonces haré con esta Casa como con Silo, y esta ciudad entregaré a la maldición de todas las gentes de la tierra.» Oyeron los sacerdotes y profetas y todo el pueblo a Jeremías decir estas palabras en la Casa de Yahveh, y luego que hubo acabado Jeremías de hablar todo lo que le había ordenado Yahveh que hablase a todo el pueblo, le prendieron los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo diciendo: «¡Vas a morir! ¿Por qué has profetizado en nombre de Yahveh, diciendo: "Como Silo quedará esta Casa, y esta ciudad será arrasada, sin quedar habitante"?» Y se juntó todo el pueblo en torno a Jeremías en la Casa de Yahveh.
O, también:
Éxodo 40:16-21,34-38
Moisés hizo todo conforme a lo que Yahveh le había mandado. Así lo hizo. En el primer mes del año segundo, el día primero del mes, fue alzada la Morada. Moisés alzó la Morada, asentó las basas, colocó sus tableros, metió sus travesaños y erigió sus postes. Después desplegó la Tienda por encima de la Morada y puso además por encima el toldo de la Tienda, como Yahveh había mandado a Moisés. Luego tomó el Testimonio y lo puso en el arca; puso al arca los varales y sobre ella colocó el propiciatorio en la parte superior. LLevó entonces el arca a la Morada, colgó el velo de protección y cubrió así el arca del Testimonio, como Yahveh había mandado a Moisés. La Nube cubrió entonces la Tienda del Encuentro y la gloria de Yahveh llenó la Morada. Moisés no podía entrar en la Tienda del Encuentro, pues la Nube moraba sobre ella y la gloria de Yahveh llenaba la Morada. En todas las marchas, cuando la Nube se elevaba de encima de la Morada, los israelitas levantaban el campamento. Pero si la Nube no se elevaba, ellos no levantaban el campamento, en espera del día en que se elevara. Porque durante el día la Nube de Yahveh estaba sobre la Morada y durante la noche había fuego a la vista de toda la casa de Israel. Así sucedía en todas sus marchas.
Salmo 69:5,8-10,14:
R. Que me escuche tu gran bondad, Señor
Son más que los cabellos de mi cabeza los que sin causa me odian;
más duros que mis huesos los que me hostigan sin razón.
(¿Lo que yo no he robado tengo que devolver?)
R. Que me escuche tu gran bondad, Señor
Pues por ti sufro el insulto,
y la vergüenza cubre mi semblante;
para mis hermanos soy un extranjero,
un desconocido para los hijos de mi madre;
R. Que me escuche tu gran bondad, Señor
Pues me devora el celo de tu casa,
y caen sobre mí los insultos de los que te insultan.
Mas mi oración hacia ti, Yahveh,
en el tiempo propicio:
por tu gran amor, oh Dios, respóndeme,
por la verdad de tu salvación.
R. Que me escuche tu gran bondad, Señor
En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá." Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará." Marta respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día." Jesús le dice: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?" Ella le contestó: "Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo."
O también,
Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Al fin, se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada.»
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