sábado, 23 de julio de 2022

Enséñanos a orar, por Julio González, S.F.


Comentario de Julio González SF

“Señor, enséñanos a orar”, qué bonita petición. De hecho, la persona que dice “Señor, enséñame a orar”, ya está orando porque está oración muestra la confianza, la fe, el deseo, de quien lo pide.

Y Jesús, les enseñó -nos enseñó- el Padrenuestro. Mucho se ha dicho sobre esta oración, pero yo voy a resaltar sus dos primeras palabras: Padre nuestro. Porque esto es lo que hace Jesús en el evangelio de hoy: explicar el significado de las palabras Padre nuestro.

"¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?"

¿Cuántos de nosotros le pedimos a Jesús que nos enseñe a orar? Tantas cosas le pedimos a Dios y a veces nos olvidamos de lo más importante, de lo que Dios quiere para nosotros.

También la primera lectura nos habla de Dios a través del Patriarca Abraham. He de reconocer que me entristece escuchar a algunos cristianos predicar sobre un Dios enojado a punto de castigarnos. Porque Abraham hace todo lo contrario. Recordando la bondad de algunas personas intercede por nosotros.

“Pero si hay cincuenta buenos, no puedes castigarlos”
“Pero si hay treinta buenos, no puedes castigarlos”
“Pero si hay diez buenos, no puedes castigarlos”

Jesús todavía será mejor abogado: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”.

Abraham es un hombre de Dios y sabe cómo llegar al corazón de Dios porque Dios tiene un corazón de Padre. Y nosotros estamos llamados a poner cara, manos, piernas, corazón a este Dios que conocemos por la fe a través del testimonio de la Iglesia.

Pidamos para que la palabra de Dios nos ayude a interceder los unos por los otros como lo han hecho Abraham y Jesús.

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