Primer martes de Adviento
Primer jueves de Adviento
Primera lectura
Isaias 25,6-9
Hará Yahvé a todos los pueblos en este monte un convite de manjares frescos, convite de buenos vinos: manjares de tuétanos, vinos depurados; consumirá en este monte el velo que cubre a todos los pueblos y la cobertura que cubre a todas las gentes; consumirá a la Muerte definitivamente. Enjugará el Señor Yahvé las lágrimas de todos los rostros, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda la tierra, porque Yahvé ha hablado. Se dirá aquel día: “Ahí tenéis a nuestro Dios: esperamos que nos salve; éste es Yahvé en quien esperábamos; nos regocijamos y nos alegramos por su victoria.”
Evangelio
Mateo 15,29-37
Pasando de allí Jesús vino junto al mar de Galilea; subió al monte y se sentó allí. Y se le acercó mucha gente trayendo consigo cojos, lisiados, ciegos, mudos y otros muchos; los pusieron a sus pies, y él los curó. De suerte que la gente quedó maravillada al ver que los mudos hablaban, los lisiados quedaban curados, los cojos caminaban y los ciegos veían; y glorificaron al Dios de Israel. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
— Siento compasión de la gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino.
Le dicen los discípulos:
— ¿Cómo hacernos en un desierto con pan suficiente para saciar a una multitud tan grande?
Díceles Jesús:
— ¿Cuántos panes tenéis?
Ellos dijeron:
— Siete, y unos pocos pececillos.
Él mandó a la gente acomodarse en el suelo. Tomó luego los siete panes y los peces y, dando gracias, los partió e iba dándolos a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos y se saciaron, y de los trozos sobrantes recogieron siete espuertas llenas.
Comentario:
Las dos lecturas de hoy comparten varios detalles narrativos que no deben pasarnos desapercibidos. Ambas lecturas:
1) nos dicen que la accion ocurre en lo alto de un monte;
2) hablan de comer y quedar saciados;
3) dan testimonio de la misericordia de Dios.
La lectura del Antiguo Testamento es un anuncio: Dios invitara a todos los pueblos a un banquete en lo alto de la montaña y enjugará las lágrimas de todos los rostros.
En el evangelio escuchamos la respuesta a ese anuncio: Jesús ha comenzado a enjugar las lágrimas de los cojos, lisiados, ciegos, mudos, etc., pero los discípulos dudan de que pueda alimentarlos a todos: "¿Cómo hacernos con pan suficiente para saciar a una multitud tan grande?"
Los dos episodios ocurren en lo alto de una montaña/monte, ¿Por qué? La Biblia nos presenta la cumbre de los montes y las montañas como lugares idóneos para el encuentro con Dios.
"Subir la montaña" exige preparación, disciplina, sacrificio. La persona que se prepara para afrontar el desafío de subir la montaña, una vez en la cumbre comprenderá su sacrificio de otra manera, con otros ojos, con otra mirada.
Pero la montaña no es solamente un lugar geografico, tambien es un lugar sagrado. Aquí nuestra vida adquiere un nuevo significado, un nuevo propósito y dirección. Por eso, al escuchar hoy el evangelio no hace falta que esperemos a estar en lo alto de una montaña para darnos cuenta del desafio de vivir en la presencia de Dios. Les ocurrió a los discípulos y nos debe ocurrir también a nosotros.
El anuncio ya se ha producido, el Señor está en medio de nosotros; entonces, ¿a qué esperamos para continuar la obra del maestro? Hoy la palabra de Dios nos habla en primer lugar de curar a los que necesitan ser curados y alimentar a los hambrientos.
Algunos dudan de que la religión y la espiritualidad consiste en curar al enfermo y alimentar al que tiene hambre, pero eso es lo que hace Jesús en este episodio y su acción es profundamente espiritual porque no se trata de anunciar los productos alimenticios de tal o cual marca, sino de mostrar con nuestras acciones el amor de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario