sábado, 27 de agosto de 2022

Los Padres Apostólicos: Testigos de los comienzos

Comenzando por Jerusalén y por Judea, la fe cristiana se extendió por toda Palestina y llegó a Siria y Asia Menor, al norte de Africa, a Roma y hasta los confines de Occidente.




Los Apóstoles transmitieron a otros lo que ellos habían recibido, dando así origen a la Tradición viva de la Iglesia. El canon de la Biblia todavía no se había establecido (¡!). El primer paso de esta Tradición, que se remonta a Jesús de Nazaret y llega hasta nuestros días, lo dieron los Apóstoles. De ellos provienen los escritores cristianos de finales del siglo I y primera mitad del siglo II, a los que se llama Padres Apostólicos, por haber conocido las enseñanzas de los apóstoles de primera mano.
 
El nombre de Padres Apóstolicos aparece por primera vez en el siglo XVI. cuando es usado por el patrólogo Cotelier, a quien debemos la primera edición de las obras de cinco de esos Padres. En esa primera edición, figuran la Epístola de Bernabé; Clemente Romano (que según el testimonio de san Ireneo, conoció y trató a los Apóstoles Pedro y Pablo); Hermas (a quien erróneamente se identificó con el personaje de ese nombre citado por san Pablo en la Epístola a los Romanos); Ignacio de Antioquía (que pudo conocer a los Apóstoles), y Policarpo (de quien san Ireneo dice que había conocido al apóstol san Juan).

A estas obras se unieron después las de otros escritores de esa época que se fueron descubriendo: la Didaché (Doctrina de los Doce Apóstoles), el más antiguo de estos escritos; la homilía llamada Secunda Clementis (se atribuyó por algún tiempo a Clemente, Obispo de Roma), y otras obras, como los pocos fragmentos de Papías de Hierápolis que se conservan.

Característica de estos escritos es que nos transmiten la predicación apostólica con frescura e inmediatez. Se trata de escritos nacidos en el seno de la comunidad cristiana, casi siempre por obra de sus Pastores, destinados al alimento espiritual de los fieles. La Iglesia estaba recién nacida y, desde el principio, se enfrentó a sus propias contradicciones.

No hay en estos escritos una exposición ordenada y sistemática de la fe cristiana, sino que responden a desafíos y situaciones concretas de las comunidades. De ahí, que predominen los temas morales, disciplinares o cultuales sobre los dogmáticos. Sin embargo, ya encontramos repetidas algunas de las enseñanzas del pensamiento cristiano, por ejemplo:

• la Iglesia está fundada sobre la tradición de los apóstoles, diferenciándose del judaísmo 
   y con una organización cultual y administrativa propias

• el valor salvífico de la encarnación y muerte de Cristo, Hijo de Dios

• el bautismo y la eucaristía como sacramentos fundamentales

Los Padres Apostólicos no se proponen defender la fe frente a paganos, judíos o herejes (aunque algún eco de tal defensa se encuentra de vez en cuando), ni desarrollan sistemáticamente la doctrina cristiana, sino que la transmiten como la han recibido, con recuerdos e impresiones a veces muy personales. Hablan de lo que viven y de lo que han visto vivir a los primeros discípulos: aquellos que conocieron a Cristo cuando vivía entre los hombres. Su estilo es sencillo y directo.

La datación de estos escritos va desde el año 70 (en vida, por tanto, de algunos de los Apóstoles) hasta mediados del siglo II, cuando muere Policarpo de Esmirna, que había conocido al apóstol san Juan. Un tiempo, cuya parte final se superpone a los comienzos de la segunda etapa, la de los apologistas y defensores de la fe, que pondrán los fundamentos de la teología y pasarán el relevo de la Tradición—superando persecuciones— a los que serían los protagonistas de los primeros Concilios ecuménicos.


No hay comentarios: