Desde los primeros siglos del cristianismo podemos encontrar esta enseñanza en la Historia:
En el Martirio de San Policarpo de Esmirna, en el año 155 d.C se nos dice que los cristianos tras morir el santo obispo recogieron sus huesos los enterraron y veneraron. Es esto una muestra de que ya existía veneración hacia los santos, pero no se puede encontrar que exista en los primeros siglos del Cristianismo ni un solo relato o hallazgo de la veneración de los restos de la Madre del Señor, luego entonces debe concluirse que su cuerpo no había quedado en la Tierra.
Hacia finales del siglo II y primeros del siglo III en el texto apócrifo Transitus Mariae se recoge como María fue llevada a los cielos. Este quizás sea el documento más antiguo que narra el suceso.
La Carta de Dionisio, el Egipcio o el Místico, a Tito, Obispo de Creta, publicada por primera vez en alemán por el Dr. Weter de la Facultad de Tubinga en 1887. Escrita en el año 363 dC relata los acontecimientos que ocurrieron durante la asunción.
“Eso supuesto para confirmación de lo que había sucedido, ocurrió que faltaba uno de los santos Apóstoles al tiempo de su reunión. Este llegó más tarde y obligó a los Apóstoles que le enseñasen de una manera palpable y al descubierto el precioso tesoro, es decir, el mismo cuerpo que encerró al Señor. Ellos se vieron, por consiguiente, obligados a satisfacer el ardiente deseo de su hermano. Pero cuando abrieron el sepulcro que había contenido el cuerpo sagrado, lo encontraron vacío y sin los restos mortales. Aunque tristes y desconsolados, pudieron comprender que, después de terminados los cantos celestiales, había sido arrebatado el santo cuerpo por las potestades etéreas, después de estar preparado sobrenaturalmente para la mansión celestial de la luz y de la gloria oculto a este mundo visible y carnal, en Jesucristo Nuestro Señor, a quien sea gloria y honor por los siglos de los siglos. Amén"
Finalmente tenemos el testimonio de varios Padres de la Iglesia: San Epifanio, San German de Constantinopla, San Gregorio de Tours, San Modesto de Jerusalen, San Andres de Creta y San Juan Damasceno, relatan el mismo suceso aunque estos sean de varios siglos más tarde, el relato es identico al narrado anteriormente.
La Iglesia Ortodoxa bizantina, la Iglesia Siria, la Armenia, la Iglesia Etiope y la Copta celebran la fiesta de la Dormición y asunción demostrando así que esta doctrina fue extendida por todo el orbe cristiano y creida en los primeros siglos por todos los Cristianos.
En el Martirio de San Policarpo de Esmirna, en el año 155 d.C se nos dice que los cristianos tras morir el santo obispo recogieron sus huesos los enterraron y veneraron. Es esto una muestra de que ya existía veneración hacia los santos, pero no se puede encontrar que exista en los primeros siglos del Cristianismo ni un solo relato o hallazgo de la veneración de los restos de la Madre del Señor, luego entonces debe concluirse que su cuerpo no había quedado en la Tierra.
Hacia finales del siglo II y primeros del siglo III en el texto apócrifo Transitus Mariae se recoge como María fue llevada a los cielos. Este quizás sea el documento más antiguo que narra el suceso.
La Carta de Dionisio, el Egipcio o el Místico, a Tito, Obispo de Creta, publicada por primera vez en alemán por el Dr. Weter de la Facultad de Tubinga en 1887. Escrita en el año 363 dC relata los acontecimientos que ocurrieron durante la asunción.
“Eso supuesto para confirmación de lo que había sucedido, ocurrió que faltaba uno de los santos Apóstoles al tiempo de su reunión. Este llegó más tarde y obligó a los Apóstoles que le enseñasen de una manera palpable y al descubierto el precioso tesoro, es decir, el mismo cuerpo que encerró al Señor. Ellos se vieron, por consiguiente, obligados a satisfacer el ardiente deseo de su hermano. Pero cuando abrieron el sepulcro que había contenido el cuerpo sagrado, lo encontraron vacío y sin los restos mortales. Aunque tristes y desconsolados, pudieron comprender que, después de terminados los cantos celestiales, había sido arrebatado el santo cuerpo por las potestades etéreas, después de estar preparado sobrenaturalmente para la mansión celestial de la luz y de la gloria oculto a este mundo visible y carnal, en Jesucristo Nuestro Señor, a quien sea gloria y honor por los siglos de los siglos. Amén"
Finalmente tenemos el testimonio de varios Padres de la Iglesia: San Epifanio, San German de Constantinopla, San Gregorio de Tours, San Modesto de Jerusalen, San Andres de Creta y San Juan Damasceno, relatan el mismo suceso aunque estos sean de varios siglos más tarde, el relato es identico al narrado anteriormente.
La Iglesia Ortodoxa bizantina, la Iglesia Siria, la Armenia, la Iglesia Etiope y la Copta celebran la fiesta de la Dormición y asunción demostrando así que esta doctrina fue extendida por todo el orbe cristiano y creida en los primeros siglos por todos los Cristianos.
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