Domingo por la tarde. Me llaman con urgencia a traves del walkie talkie. En ese momento estoy solo en la oficina del Santuario de Chimayo. Estan robando en la tiendita del santuario. En menos de un minuto me planto frente a la tiendita. La trabajadora esta en la entrada con el brazo estirado senalando a dos jovenes que salen del aparcamiento. Le pregunto si esta bien. Me dice que ha sido un robo sin violencia. Una chica ha abierto su bolso y lo ha llenado de rosarios, magnets, llaveros, cadenitas, etc. La joven estaba acompanada por un muchacho. No parecen violentos, pero me dice que tenga cuidado porque posiblemente esten drogados. Es lo mismo de siempre. Estamos acostumbrados a estos episodios. A veces, si hay muchos visitantes en la tiendita, es dificil que el trabajador se de cuenta. Pero no tenemos la menor duda de que el "shop-lifting" ocurre a menudo aunque no lo veamos.
Hay tanta miseria en nuestro vecindario que algunos jovenes no se preocupan de esconderla. Roban en tienda de la gasolinera, en el Family Dollar de la carretera 76, en el giftshop del Santuario y, poco despues, se acercan a los visitantes y peregrinos para ofrecerles refrescos, bocadillos, revistas..., o una cruz de plata, un rosario que huele a rosas, una gorra con el emblema del santuario, por un par de dolares, o la voluntad.
Se gastaran el dinero que han reunido en comprar drogas. Asi se van consumiendo poco a poco, sin esperanza y sin interes por cambiar. Solo dame dinero, dicen, y sabemos que es para comprar drogas. Algunos aceptan una botella de leche, pan, conservas, verduras..., pero encontraremos las viandas en los contenedores de basura si no lo pueden cambiar por dinero.
Son chicos y chicas jovenes. Algunos todavia no tienen veinte anyos. Estan muy delgados. Los tatuajes y las cicatrices cubren gran parte de su cuerpo. Te responden con monosilabos. Si alguna vez hacen el esfuerzo de juntar un frase, entonces, te das cuenta de que "se han metido algo". Siempre estan cansados. Los parpados entornados. Los labios caidos.
Varias veces he hablado con las madres de estos chicos/as, pero no hay nada que hacer a no ser que ellos tomen la inicitiva. La droga no es algo nuevo. Algunos la vieron consumir a sus padres, sus hermanos mayores, sus tios..., otros comenzaron a consumir animados por sus amigos. El problema aparece cuando la droga te controla a ti en vez de tu a ella. Ahora ya lo saben, pero es demasiado tarde.
Una vez al anyo, la parroquia vecina de San Juan organiza una peregrinacion para concienciar a los jovenes de que las drogas no ayudan a vivir ni hacen la vida mas excitante. Durante la peregrinacion por la carretera 76 un grupo de jovenes protegidos con guantes recogen las agujas que encuentran por el camino. Cuando llegan al Santuario de Chimayo el jarro que muestra las agujas esta casi lleno.
Uno quiere sentir pena por estos jovenes pero a veces tan solo siente la frustracion y la falta de esperanza que ellos mismos pasean con desgana. Uno siente pena por el trabajador que no tiene papeles, por el enfermo que no puede pagar las medicinas que necesita, por la madre soltera que busca trabajo, por el sufrimiento de la persona que pregunta "por que?"... Sin embargo, he de reconocer que se tiene que mirar a estos jovenes como si fueran hermanos/as de uno para sentir pena.
Senyor, prestame tu ojos para que pueda reconocerles como hijos/as tuyos.
Hay tanta miseria en nuestro vecindario que algunos jovenes no se preocupan de esconderla. Roban en tienda de la gasolinera, en el Family Dollar de la carretera 76, en el giftshop del Santuario y, poco despues, se acercan a los visitantes y peregrinos para ofrecerles refrescos, bocadillos, revistas..., o una cruz de plata, un rosario que huele a rosas, una gorra con el emblema del santuario, por un par de dolares, o la voluntad.
Se gastaran el dinero que han reunido en comprar drogas. Asi se van consumiendo poco a poco, sin esperanza y sin interes por cambiar. Solo dame dinero, dicen, y sabemos que es para comprar drogas. Algunos aceptan una botella de leche, pan, conservas, verduras..., pero encontraremos las viandas en los contenedores de basura si no lo pueden cambiar por dinero.
Son chicos y chicas jovenes. Algunos todavia no tienen veinte anyos. Estan muy delgados. Los tatuajes y las cicatrices cubren gran parte de su cuerpo. Te responden con monosilabos. Si alguna vez hacen el esfuerzo de juntar un frase, entonces, te das cuenta de que "se han metido algo". Siempre estan cansados. Los parpados entornados. Los labios caidos.
Varias veces he hablado con las madres de estos chicos/as, pero no hay nada que hacer a no ser que ellos tomen la inicitiva. La droga no es algo nuevo. Algunos la vieron consumir a sus padres, sus hermanos mayores, sus tios..., otros comenzaron a consumir animados por sus amigos. El problema aparece cuando la droga te controla a ti en vez de tu a ella. Ahora ya lo saben, pero es demasiado tarde.
Una vez al anyo, la parroquia vecina de San Juan organiza una peregrinacion para concienciar a los jovenes de que las drogas no ayudan a vivir ni hacen la vida mas excitante. Durante la peregrinacion por la carretera 76 un grupo de jovenes protegidos con guantes recogen las agujas que encuentran por el camino. Cuando llegan al Santuario de Chimayo el jarro que muestra las agujas esta casi lleno.
Uno quiere sentir pena por estos jovenes pero a veces tan solo siente la frustracion y la falta de esperanza que ellos mismos pasean con desgana. Uno siente pena por el trabajador que no tiene papeles, por el enfermo que no puede pagar las medicinas que necesita, por la madre soltera que busca trabajo, por el sufrimiento de la persona que pregunta "por que?"... Sin embargo, he de reconocer que se tiene que mirar a estos jovenes como si fueran hermanos/as de uno para sentir pena.
Senyor, prestame tu ojos para que pueda reconocerles como hijos/as tuyos.
2 comentarios:
Esta historia me he llegado e incluso ha hecho que me acuerde de los días en los cuales estuve colaborando como monitor los fines de semana en el Proyecto Hombre
(drogodependencias). Y una de las cosas que descubrí es que estos jóvenes son el reflejo muchas veces de lo que han vivido en sus familias.
Comprendo que ante algo así las palabras, los sermones sobran y cuando se repite mucho en el tiempo genera frustración, porque uno sabe que no puede hacer nada para evitar que esta situación vuelva a pasar. Pero si lo piensas detenidamente, ya estás haciendo mucho, solamente con tu presencia, porque no das la espalda al problema sino que lo afrontas. Son pruebas que el Señor pone en nuestro camino de fe, y como no, oportunidades para crecer en Humanidad, son estas situaciones las que nos ayudan descubrir que es AMAR INCONDICIONALMENTE. Por eso, le invito que no tire la toalla, ánimo, hasta ahora ha mostrado una gran fortaleza y paciencia, siga así. Y recuerde que estos jóvenes hasta ahora no han EXPERIMENTADO LO QUE ES SENTIRSE AMADO. J.M.J.
Me apunto a tus palabras. Creo que deberiamos tratar de ofrecer mas medios a las familias y escuelas para prevenir esta epidemia. Pero me he dado cuenta de que la mera "informacion" no es suficiente para prevenir las adicciones, en general. Se trata de ofrecer una alternativa a la manera como esos jovenes (y sus familias) se relacionan entre ellos. En cualquier caso, se trata de recorrer un largo camino no exento de fracasos. Gracias por dejar tu comentario.
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