Comentario de Julio González, S.F.
El episodio que narra Lucas nos presenta a Jesús contando una parábola en la casa de un fariseo. Para sorpresa de algunos, Jesús se comporta de una manera muy poco diplomática. Jesús critica a los fariseos.
Las penurias que sufrían los esclavos, los leprosos, los cojos, los ciegos..., habían sido explicadas como un castigo merecido que debían soportar por los pecados que ellos o sus padres habían cometido. Sin emabargo, la buena salud y la riqueza, se consideraban una bendición de Dios: un premio que los justos recibían por su fidelidad a Dios. De esta manera, Dios bendice a los justos y castiga a los pecadores.
La parábola de Jesús contradice este modo de predicar la justicia de Dios. Jesús cambia las reglas de los fariseos, pidiéndoles que se sienten en los últimos lugares y que inviten a sus banquetes a los indeseables. ¿Por qué? ¿Quién se sienta en los últimos lugares? Para los fariseos no podía estar más claro: los últimos eran los esclavos y los criados, es decir, los que les servían la mesa. Jesús contradice a los fariseos, diciéndoles que inviten a los pobres, a los cojos y ciegos, es decir, los que no pueden valerse por si mismos y han de esperar a que alguien les sirva.
Para algunos esto es muy difícil de comprender y, mas aún, de practicar. Por eso, el Libro del Eclesiastés (primera lectura) nos dice "hazte pequeño en las grandezas humanas" y presenta la humildad como una virtud que la persona con muchos talentos y habilidades debe cultivar.
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