Me encuentro algunas personas que leen la Biblia como si fuera la historia de un grupo de personas buenas o justos, contra un grupo (o grupos) de personas malas o pecadores. Sin embargo, la Biblia nos dice que todos, sin excepción, somos pecadores y que el pecado está presente siempre en nuestra historia. Adán y Eva no se identifican con un grupo, comunidad, nación, cultura, Iglesia... Ellos representan al género humano en su totalidad.
Curiosamente, nuestros pecados son también la oportunidad para conocer mejor a Dios y para conocernos mejor a nosotros mismos. A unos el pecado los enfrenta y divide: les hace ser engreídos, avariciosos, violentos, envidiosos, vengativos..., sin embargo, a otros les hace ser humildes porque se dan cuenta de que no son tan "buenos" como ellos se creian.
La primera respuesta del pecador suele ser negar su pecado o hacerse el indiferente. Pero el pecador que reconoce su pecado encuentra consuelo y sabiduría en la Palabra de Dios. Esta es una de las grandes lecciones de la Biblia: el pecado forma parte de nuestro crecimiento humano y espiritual. Negarlo, esconderlo, aniquilarlo... nos estanca en nuestra propia miseria.
Curiosamente, nuestros pecados son también la oportunidad para conocer mejor a Dios y para conocernos mejor a nosotros mismos. A unos el pecado los enfrenta y divide: les hace ser engreídos, avariciosos, violentos, envidiosos, vengativos..., sin embargo, a otros les hace ser humildes porque se dan cuenta de que no son tan "buenos" como ellos se creian.
La primera respuesta del pecador suele ser negar su pecado o hacerse el indiferente. Pero el pecador que reconoce su pecado encuentra consuelo y sabiduría en la Palabra de Dios. Esta es una de las grandes lecciones de la Biblia: el pecado forma parte de nuestro crecimiento humano y espiritual. Negarlo, esconderlo, aniquilarlo... nos estanca en nuestra propia miseria.
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