miércoles, 2 de junio de 2010

Marcos 12:18-27: Una pregunta a la medida de los hombres

Marcos 12:18-27

Los saduceos, que dicen que no hay resurrección, fueron a ver a Jesus y le plantearon un problema:
—Maestro, Moisés nos enseñó en sus escritos que si un hombre muere y deja a la viuda sin hijos, el hermano de ese hombre tiene que casarse con la viuda para que su hermano tenga descendencia. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin dejar descendencia. El segundo se casó con la viuda, pero también murió sin dejar descendencia. Lo mismo le pasó al tercero. En fin, ninguno de los siete dejó descendencia. Por último, murió también la mujer. Cuando resuciten, ¿de cuál será esposa esta mujer, ya que los siete estuvieron casados con ella?
—¿Acaso no andan ustedes equivocados? ¡Es que desconocen las Escrituras y el poder de Dios! Cuando resuciten los muertos, no se casarán ni serán dados en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en el cielo. Pero en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no han leído en el libro de Moisés, en el pasaje sobre la zarza, cómo Dios le dijo: "Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob"? Él no es Dios de muertos, sino de vivos. ¡Ustedes andan muy equivocados!

— "Una pregunta a la medida de los hombres"

Me decía una profesora de Sagrada Escritura que uno llega a comprender el verdadero significado de la pregunta de los saduceos si cambia la mujer viuda, que para estos hombres (y para los saduceos) es un medio  para perpetuarse, por una propiedad cualquiera.

La mujer está obligada a casarse con el hermano (o hermanos) del difunto para que tenga descendencia. Por lo tanto, dentro de la lógica de los saduceos el problema es evidente: a cual de los hermanos pertenece esta mujer? Por cierto, la ley es del Libro del Deuteronomio 25:6.

Se trata de una pregunta hecha a la medida del hombre, no a la medida de Dios. Este es uno de los problemas mas graves de la religión: hacer un Dios a la medida del hombre.

Jesús les dice: "Ustedes andan muy equivocados!" Y citando el Libro del Exodo les muestra que el Dios de Abraham, Isaac y Jacob no es un Dios de muertos, sino de vivos, es decir, resucitamos a otra vida pero esa vida no se parece en nada a las creencias y doctrinas de los saduceos.

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