San Juan es también el medio fraile (por lo bajito que era) que, junto a Santa Teresa de Jesús, conseguirá la reforma de la Orden carmelitana. Le costó sangre, sudor y lágrimas.
Los que querían dejar las cosas como estaban porque vivían muy bien y no estaban dispuestos a renunciar a su vida de comodidades lo encerraron durante nueve meses hasta que consiguió escapar y refugiarse en el convento de las monjas.
Y desde allí comenzó su vida de peregrino reformador que le trajo hasla la provincia de Jaén, en Villacarrillo se tomó un descanso, camino de Úbeda donde dio el último “salto y llegó tan alto tan alto” que lo tenemos en el Reino de Dios.
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