sábado, 17 de octubre de 2015

DOMINGO DE LA 29 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año B (Lecturas)

Isaías 53,10-11
Salmo 32: Que tu misericordia, Señor, 
venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti
Hebreos 4,14-16
Marcos 10,35-46

Isaías 53,10-11

El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación: verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos.

Salmo 32: Que tu misericordia, Señor, 
venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti

Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.
R. Que tu misericordia, Señor, 
venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.
R. Que tu misericordia, Señor, 
venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
R. Que tu misericordia, Señor, 
venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti

Hebreos 4,14-16

Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un no sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.


En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:
— Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.
Les preguntó:
— ¿Qué queréis que haga por vosotros?
Contestaron:
— Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
Jesús replicó:
— No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?
Contestaron:
— Lo somos.
Jesús les dijo:
— El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.»
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: — Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.

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