miércoles, 24 de mayo de 2017

Hechos 17,16-34: Discurso de Pablo en el Areópago

17,16-34 En el aerópago de Atenas
Miércoles de la 6 Semana de Pascua

16 Mientras los esperaba en Atenas, Pablo se indignaba al observar la idolatría de la ciudad. 
17 En la sinagoga discutía con judíos y con los que temen a Dios; en la plaza pública hablaba 
     a los que pasaban por allí.
18 Algunos de las escuelas filosóficas de epicúreos y estoicos entablaban conversación con él; 
     otros comentaban: —¿Qué querrá decir este charlatán? Otros decían: —Parece un propagandista 
     de divinidades extranjeras. Porque anunciaba a Jesús y la resurrección. 
19 Lo llevaron al Areópago y le preguntaron: —¿Podemos saber en qué consiste esa nueva doctrina 
     que expones? 
20 Dices cosas que nos suenan extrañas y queremos saber lo que significan. 
21 Porque todos los atenienses y los extranjeros que residen allí no tienen mejor pasatiempo 
     que contar y escuchar novedades. 
22 Pablo se puso en pie en medio del Areópago y habló así: —Atenienses, veo que son hombres 
     sumamente religiosos. 
23 Cuando estaba paseando y observando sus lugares de culto, encontré un altar con esta inscripción: 
     al Dios desconocido. Ahora bien, yo vengo a anunciarles al que adoran sin conocer. 
24 Es el Dios que hizo cielo y tierra y todo lo que hay en él. El que es Señor de cielo y tierra 
     no habita en templos construidos por hombres 
25 ni pide que le sirvan manos humanas, como si necesitase algo. Porque él da vida y aliento 
     y todo a todos. 
26 De uno solo formó toda la raza humana, para que poblase la superficie entera de la tierra. 
     Él definió las etapas de la historia y las fronteras de los países. 
27 Hizo que buscaran a Dios y que lo encontraran aun a tientas. Porque no está lejos de ninguno 
     de nosotros, ya que 
28 en él vivimos, y nos movemos y existimos, como dijeron algunos de los poetas de ustedes: 
     porque somos también de su raza.
29 Por tanto, si somos de raza divina, no debemos pensar que Dios es semejante a la plata o el oro 
     o la piedra modelados por la creatividad y la artesanía del hombre. 
30 Ahora bien, Dios, pasando por alto la época de la ignorancia, manda ahora a todos los hombres 
     en todas partes a que se arrepientan; 
31 porque ha señalado una fecha para juzgar con  justicia al mundo por medio de un hombre que 
     él designó para esto. Y a este hombre lo ha acreditado ante todos resucitándolo de la muerte.
32 Al oír lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, otros decían: —En otra ocasión 
     te escucharemos sobre este asunto.
33 Y así Pablo abandonó la asamblea.
34 Algunos se juntaron a él y abrazaron la fe; entre ellos Dionisio el areopagita, una mujer llamada 
     Dámaris y algunos más.

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Examen del discurso de Pablo 

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