domingo, 17 de abril de 2016

Juan 10,1-10: Yo soy la puerta de las ovejas

Juan 10,1-10

En aquel tiempo, dijo Jesús: "Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños." Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: "Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante."

— Comentario por Reflexiones Católicas:
"Yo soy la puerta de las ovejas" 

Como ilustración de esta frase, a menudo, sobre la puerta de las catedrales góticas hay una imagen de Cristo o una representación del texto evangélico. Pero no a todo el mundo le gusta oír que a Dios sólo se llega por Cristo. Muchos prefieren creer en lo que dice una poesía del autor alemán Gotthold Ephraim Lessing:

"El califa musulmán le preguntó al sabio Nathan, un rico hebreo, cuál era la mejor fe: la de los musulmanes, la de los cristianos, o la de los judíos. Es una pregunta-trampa: cualquier respuesta corre el riesgo de ofender o de ser hipócrita para con la propia fe. Pero Nathan resolvió el problema con un cuento. Un padre de tres hijos tenía un anillo muy valioso. ¿A cuál de los tres dárselo? Ordenó hacer dos anillos parecidos al original y le dio uno a cada hijo, diciéndole en secreto a cada uno de ellos que había recibido el verdadero".

¿Cuál es la enseñanza? Cada uno se salvará según su fe en Moisés, Mahoma o Cristo. Nosotros, los cristianos, no queremos ser menos tolerantes que Nathan, pero creemos que el camino que conduce a Dios es exclusivamente el de Cristo, Reconocemos, sin embargo, que todos, incluso los que no lo conocen, están misteriosamente unidos a Él, porque El quiere salvar a todos aquellos que obran el bien.

Él llama a sus ovejas una por una. Se acostumbra a poner un nombre a los animales domésticos como señal de que son nuestros, que son de casa, de la familia. Para los judíos, poner un nombre a alguien significaba someterlo. En el Génesis, Dios conduce a todos los animales donde Adán para que les ponga nombre; de este modo, se convierte en su señor y ellos deben servirle (Gn 2,19).

Dios le cambia el nombre a Abrahán (Gn 17,3) y a Simón Pedro Jn 1,42): el nombre expresa la vocación que han recibido. También los religiosos, aún hoy, pueden cambiarse el nombre cuando entran en el monasterio. Cuando Cristo dice que llama a las ovejas una por una, significa que a cada uno de nosotros nos da una misión precisa e irrepetible. En el reino de Dios cada uno es una pequeña piedra dentro de un gran mosaico. Es nuestro deber no estropear el diseño completo.

El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. El robo de animales es muy frecuente entre los beduinos. Es bastante fácil envenenar al perro guardián, cargar las ovejas en un carro y desaparecer en el desierto. En la vida espiritual se representa al maligno como el ladrón.

Efectivamente, el diablo no posee nada suyo: todo lo que existe ha sido creado por Dios, y él sólo puede apropiarse de ello mediante el robo. Él le roba a Dios muchas almas, y cada uno de nosotros, si considera su propia experiencia, puede ver la cantidad de momentos hermosos de nuestra vida que han sido usurpados por el maligno. Podíamos haber hecho tanto bien y, en cambio, hemos perdido un tiempo precioso como hijos pródigos (Lc 15).

Se dice que el tiempo es oro, y por eso nadie quiere que se lo roben. Podemos parafrasear esto diciendo que el tiempo es oportunidad para hacer el bien, pero constantemente hay alguien que está al acecho para robárnoslo y hacérnoslo pagar con intereses. Hay que estar siempre en alerta para que toda elección, toda acción, todo pensamiento, pase sólo por el corazón, por la verdadera puerta que es Cristo. 

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