Uno de esos santos tan importantes en la vida del cristianismo que es celebrado en dos fechas diferentes: una el 24 de junio, que es la más conocida; y otra, hoy 29 de agosto, en que conmemoramos su martirio.
Un martirio que, dicho sea de paso, es lo que acostumbra a celebrar la Iglesia, identificada la muerte como el nacimiento a la vida eterna. Sólo que en el caso del Bautista, como su nacimiento es relatado con tal cúmulo de detalles en el Evangelio de Lucas (ver Lc. 1,5-25 y Lc. 1,57-80) y dada su importancia como precursor del Mesías así identificado por el propio Jesús, celebramos también su nacimiento, en el caso del Bautista incluso con mayor boato.
La fiesta de la Degollación de San Juan Bautista, el 29 de agosto, es una fiesta muy antigua, entre las más antiguas que celebran los cristianos, vinculada a la construcción de la iglesia levantada en Sebaste en Samaria y cuya celebración consta en tiempos tan tempranos como el s. V en Amiens, en cuya catedral se custodia una de las posibles cabezas del Bautista.
En cuanto a la fecha, 29 de agosto, podría celebrar el hallazgo de la cabeza en Roma, adonde habría sido transportada.
En los martirologios antiguos incluso se hace mención de una tercera fiesta relacionada con el Bautista, la llamada fiesta de la Concepción del Precursor, celebrada el 24 de septiembre, como es bastante lógico desde el punto y hora en que el 24 de junio celebra la Iglesia el nacimiento.
El martirio de San Juan Bautista es relatado por tres de los cuatro evangelistas, a saber, Mateo, Marcos y Lucas, es decir, todos menos Juan.
Mateo lo hace con estas palabras:
“Es que Herodes había prendido a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo. Porque Juan le decía: ‘No te es lícito tenerla’. Y aunque quería matarle, temió a la gente, porque le tenían por profeta. Mas, llegado el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio de todos gustando tanto a Herodes, que éste le prometió bajo juramento darle lo que pidiese. Ella, instigada por su madre, ‘dame aquí, dijo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista’. Entristecióse el rey, pero, a causa del juramento y de los comensales, ordenó que se le diese, y envió a decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue traída en una bandeja y entregada a la muchacha, la cual se la llevó a su madre. Llegando después sus discípulos, recogieron el cadáver y lo sepultaron; y fueron a informar a Jesús”. (Mt. 14, 3-12)
Marcos, el más descriptivo, de ésta:
“Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.» Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto. Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.» Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.» Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista.» Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.» El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura”. (Mc. 6, 17-29)
Lucas se refiere a la prisión de Juan Bautista:
Pero Herodes, el tetrarca, reprendido por él por el asunto de Herodías, la mujer de su hermano, y por todas las malas acciones que había hecho, añadió a todas ellas la de encerrar a Juan en la cárcel”. (Lc. 3, 19-20).
Pero no, curiosamente, a su ejecución
Y sin más por hoy me despido de Vds. no sin desearles como siempre que hagan Vds. mucho bien y no reciban menos. Hasta mañana.
Un martirio que, dicho sea de paso, es lo que acostumbra a celebrar la Iglesia, identificada la muerte como el nacimiento a la vida eterna. Sólo que en el caso del Bautista, como su nacimiento es relatado con tal cúmulo de detalles en el Evangelio de Lucas (ver Lc. 1,5-25 y Lc. 1,57-80) y dada su importancia como precursor del Mesías así identificado por el propio Jesús, celebramos también su nacimiento, en el caso del Bautista incluso con mayor boato.
La fiesta de la Degollación de San Juan Bautista, el 29 de agosto, es una fiesta muy antigua, entre las más antiguas que celebran los cristianos, vinculada a la construcción de la iglesia levantada en Sebaste en Samaria y cuya celebración consta en tiempos tan tempranos como el s. V en Amiens, en cuya catedral se custodia una de las posibles cabezas del Bautista.
En cuanto a la fecha, 29 de agosto, podría celebrar el hallazgo de la cabeza en Roma, adonde habría sido transportada.
En los martirologios antiguos incluso se hace mención de una tercera fiesta relacionada con el Bautista, la llamada fiesta de la Concepción del Precursor, celebrada el 24 de septiembre, como es bastante lógico desde el punto y hora en que el 24 de junio celebra la Iglesia el nacimiento.
El martirio de San Juan Bautista es relatado por tres de los cuatro evangelistas, a saber, Mateo, Marcos y Lucas, es decir, todos menos Juan.
Mateo lo hace con estas palabras:
“Es que Herodes había prendido a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo. Porque Juan le decía: ‘No te es lícito tenerla’. Y aunque quería matarle, temió a la gente, porque le tenían por profeta. Mas, llegado el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio de todos gustando tanto a Herodes, que éste le prometió bajo juramento darle lo que pidiese. Ella, instigada por su madre, ‘dame aquí, dijo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista’. Entristecióse el rey, pero, a causa del juramento y de los comensales, ordenó que se le diese, y envió a decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue traída en una bandeja y entregada a la muchacha, la cual se la llevó a su madre. Llegando después sus discípulos, recogieron el cadáver y lo sepultaron; y fueron a informar a Jesús”. (Mt. 14, 3-12)
Marcos, el más descriptivo, de ésta:
“Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.» Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto. Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.» Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.» Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista.» Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.» El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura”. (Mc. 6, 17-29)
Lucas se refiere a la prisión de Juan Bautista:
Pero Herodes, el tetrarca, reprendido por él por el asunto de Herodías, la mujer de su hermano, y por todas las malas acciones que había hecho, añadió a todas ellas la de encerrar a Juan en la cárcel”. (Lc. 3, 19-20).
Pero no, curiosamente, a su ejecución
Y sin más por hoy me despido de Vds. no sin desearles como siempre que hagan Vds. mucho bien y no reciban menos. Hasta mañana.
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