Con su ejemplo de vida, Clara despertará la vocación de su hermana Inés y otras jóvenes con las cuales fundará las Clarisas, rama femenina de los Franciscanos y ella será la primera a la hora de servir a los pobres y cuidar a los enfermos en los hospitales. Irá delante de sus monjas pidiendo limosna, pues esa es una de las normas de la orden y en el convento será elegida superiora una y otra vez sencillamente porque es la servidora de todas las religiosas, realizando los trabajos más humildes y siendo siempre la primera en la oración.
El Papa Inocencio IV la visitó en su lecho de muerte y, al pedir la santa su bendición respondió el pontífice llorando “Dios quiera que no necesite yo más que tú de la misericordia divina”
El 11 de Agosto de 1253 perdieron las clarisas a su fundadora y dos años más tarde el cristianismo ganó una santa como la copa de un pino.
Felicidades a todas las Claras.
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