Celebramos hoy a un superdotado, San Alfonso María de Ligorio. Perteneciente a una familia de la nobleza, con 12 años era estudiante universitario y con 16 doctor en derecho, o sea, abogado; además era muy bueno para la música, la pintura, el dibujo, la arquitectura. Resumiendo, por delante se le abría un brillantísimo futuro.
A finales de 1723, ejerciendo como abogado de los Orsini contra los Médici, Alfonso pierde por primera vez un juicio, pero no lo pierde por motivos de justicia sino por motivos de política ¡ya veis que no hay nada nuevo bajo el sol! Lo que le hace exclamar “¡Te conozco mundo, adiós tribunales!” Y se retira rechazando todo tipo de corrupción o manipulación del ser humano. Y elige una nueva forma de libertad, el seguimiento de Jesús, y comienza su seguimiento atendiendo a los enfermos del Hospital de los incurables.
Más tarde se ordenará sacerdote y dedicará su vida a predicar el Evangelio y atender a los pobres. Funda los Redentoristas y es feliz en esta labor durante treinta años hasta que le nombran obispo. El santo es santo tanto si es obispo, como si es bombero o panadero o niño de los recados y así se mostró siempre San Alfonso.
El 1 de Agosto de 1787, con más de 90 años a sus espaldas, nace definitivamente San Alfonso María de Ligorio.
¡Felicidades a los Alfonso y, por supuesto, a los Redentoristas!
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