SAN PÍO X, Giuseppe Melchiorre Sarto (1835-1914)
— Sus padres
Nació el 2 de Junio de 1835 en Riese, provincia de Treviso, en Venecia. Sus padres fueron Giovanni Battista Sarto, cartero de profesión, y Margarita Sanson, costurera, que vivió para ver a su hijo llegar a Cardenal. José Sarto fue el segundo de diez hijos.
Siendo niño perdió a su padre por lo que pensó dejar de estudiar para ayudar a su madre en los gastos de manutención de la familia, sin embargo ésta se lo impidió y pudo continuar sus estudios en el seminario gracias a una beca que le consiguió un sacerdote amigo de la familia.
— Formación
Al terminar los estudios elementales, recibió clases privadas de latín por parte del arcipreste de su pueblo, don Tito Fusarini, después de lo cual estudió durante cuatro años en el gimnasio de Castelfranco Veneto, caminando de ida y vuelta diariamente.
En 1850 recibió la tonsura de manos del Obispo de Treviso y obtuvo una beca de la Diócesis de Treviso para estudiar en el seminario de Padua, donde terminó sus estudios filosóficos, teológicos y de los clásicos con honores.
— Primeros años de sacerdocio
Fue ordenado sacerdote en 1858, y durante nueve años fue capellán de Tómbolo, teniendo que asumir muchas de las funciones del párroco ya que éste ya era anciano e inválido.
Una vez ordenado sacerdote buscó perfeccionar su conocimiento de la teología a través del estudio asiduo de Santo Tomás y el derecho canónico. Al mismo tiempo, estableció una escuela nocturna para la educación de los adultos, y siendo él mismo un ferviente predicador, era invitado a ejercer este ministerio en otros pueblos.
— Arcipreste, Vicario General y Obispo
En 1867 fue nombrado arcipreste de Salzano, un importante municipio de la Diócesis de Treviso, en donde restauró la iglesia y ayudó a la ampliación y mantenimiento del hospital con sus propios medios. Especialmente se distinguió por su abnegación durante una epidemia de cólera que afectó a la región.
En 1875 creó un reglamento para la catedral de Treviso; ocupó varios cargos, entre ellos, el de director espiritual y rector del seminario, examinador del clero y vicario general; más aún, hizo posible que los estudiantes de escuelas públicas recibieran instrucción religiosa.
En 1878, a la muerte del Obispo Zanelli, fue elegido vicario capitular. El 10 de Noviembre de 1884 fue nombrado Obispo de Mantua, en ese entonces una sede muy problemática, y fue consagrado el 20 de Noviembre.
— Prioridades de Obispo
Su principal preocupación en su nuevo cargo fue la formación del clero en el seminario, donde, por varios años, enseñó teología dogmática y, durante un año, teología moral.
Deseaba seguir el método y la teología de Santo Tomás, y a muchos de los estudiantes más pobres les regaló copias de la “Summa Theologica”; a la vez, cultivó el Canto Gregoriano en compañía de los seminaristas. La administración temporal de la sede le impuso grandes sacrificios.
En 1887 celebró un sínodo diocesano. Mediante su asistencia en el confesionario, dio ejemplo de celo pastoral.
— Cardenal y Patriarca de Venecia
En el consistorio secreto celebrado en junio de 1893, León XIII lo creó Cardenal, con el título de San Bernardo de las Termas; y en el consistorio público, tres días más tarde, fue preconizado Patriarca de Venecia, conservando mientras tanto el título de Administrador Apostólico de Mantua.
El Cardenal Sarto fue obligado a esperar dieciocho meses antes de tomar posesión de su nueva diócesis debido a que el gobierno italiano se negaba a otorgar el
exequatur, reclamando que el derecho de nominación había sido ejercido por el Emperador de Austria. El asunto fue tratado con amargura en periódicos y panfletos; el Gobierno, a manera de represalia, rehusó extender el
exequatur a los otros obispos que fueron nombrados durante este tiempo, por lo que el número de sedes vacantes creció a treinta. Finalmente, al regresar al poder el ministro Crispi y la Santa Sede, habiendo elevado la misión de Eritrea a la categoría de Prefectura Apostólica en atención a los Capuchinos Italianos, motivaron al Gobierno a retractarse.
En Venecia el cardenal encontró un estado de cosas mucho mejor que el que había hallado en Mantua. También allí puso gran atención en el seminario, donde logró establecer la facultad de derecho canónico.
En 1898 celebró el sínodo diocesano. Promovió el uso del Canto Gregoriano y favoreció el trabajo social. Al mismo tiempo, se dio cuenta de los peligros que entrañaban ciertas doctrinas y conductas de algunos Cristiano-Demócratas y se opuso a ellas.
El Congreso Eucarístico Internacional de 1897, el centenario de San Gerardo Sagredo (1900), la bendición de la primera piedra del nuevo campanario de San Marcos y la capilla conmemorativa en el Monte Grappa (1901) fueron eventos que dejaron una profunda impresión en él y en su gente.
— Papa
Durante la elección los Cardenales se inclinaron en principio y por mayoría por el Cardenal Rampolla. Entonces, el Cardenal de Checoslovaquia anunció que el Emperador de Austria no aceptaba al Cardenal Rampolla como Papa y tenía el derecho de veto en la elección papal, por lo que el Cardenal Rampolla retiró su nombre del nombramiento.
Reanudada la votación los Cardenales se inclinaron por el Cardenal Sarto quien suplicó que no lo eligieran hasta que una noche una comisión de Cardenales lo visitó para hacerle ver que no aceptar el nombramiento era no aceptar la voluntad de Dios.
Después de varias votaciones Giuseppe Sarto fue elegido Papa el 4 de Agosto al obtener 55 de 60 votos posibles. Su instalación tuvo lugar el siguiente domingo, 9 de Agosto de 1903.
Una vez que fue elegido Papa decretó que ningún gobernante podía vetar a Cardenal alguno para Sumo Pontífice.
— “Instaurare omnia in Christo”
En su primera Encíclica, deseando revelar hasta cierto punto su programa de trabajo, mencionó el que sería el lema de su pontificado:
“instaurare omnia in Christo” (Ef 1,10). En consecuencia, su mayor atención giró siempre sobre la defensa de los intereses de la Iglesia.
— Promotor de la piedad, la recepción frecuente de la sagrada comunión y los congresos eucarísticos
Sus esfuerzos también se dirigieron a promover la piedad entre los fieles y a fomentar la recepción frecuente de la Sagrada Comunión: si era posible, hacerla diariamente (Decr. S. Congr. Concil., 20 de Diciembre, 1905), dispensando a los enfermos de la obligación de ayunar para poder recibir la Sagrada Comunión dos veces al mes, o incluso más (Decr. S. Congr. Rit., 7 de Diciembre, 1906).
Finalmente, mediante el Decreto
“Quam Singulari” (15 de Agosto, 1910), recomendó que la Primera Comunión en los niños no se demorara demasiado tiempo después de que alcanzaran la edad de la discreción.
Fue por deseo suyo que el Congreso Eucarístico de 1905 se celebró en Roma, mientras que aumentó la solemnidad de los congresos Eucarísticos posteriores mediante el envío de cardenales legados.
— Impulsor de la devoción a María
El quincuagésimo aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción fue una ocasión que supo aprovechar para impulsar la devoción a María (Encíclica
“Ad illum diem”, Febrero 2,1904); y el Congreso Mariano junto con la coronación de la imagen de la Inmaculada Concepción en el coro de la Basílica de San Pedro fueron una digna culminación de la solemnidad.
— Promotor de la música sacra
Fuera como simple capellán, como obispo, y como patriarca, Giuseppe Sarto fue siempre un promotor de la música sacra; como Papa publicó, el 22 de Noviembre de 1903, un Motu Proprio sobre música sacra en las iglesias, y, al mismo tiempo, ordenó que el auténtico Canto Gregoriano se utilizara en todas partes, mientras dispuso que los libros de cantos se imprimieran con el tipo de fuente del Vaticano bajo la supervisión de una comisión especial.
— Instrucción catequética a niños y adultos
En la Encíclica
“Acerbo nimis” (Abril 15, 1905), planteó la necesidad de que la instrucción catequética no se limitara a los niños, sino que también fuera dirigida hacia los adultos, dando para ello reglas detalladas, especialmente en lo referente a escuelas adecuadas para la instrucción religiosa a los estudiantes de escuelas públicas, y aun de universidades.
Promovió la publicación de un nuevo catecismo para la diócesis de Roma.
— Preocupado por la formación y disciplina del clero
Como obispo, su principal preocupación había sido la formación del clero, y de acuerdo con este propósito, una Encíclica dirigida al Episcopado Italiano (Julio 28, 1906) hacía énfasis en la necesidad de tener mayor cuidado en la ordenación de sacerdotes, llamando la atención de los obispos sobre el hecho de que, entre los clérigos más jóvenes, se manifestaba cada vez con mayor frecuencia un espíritu de independencia que era una amenaza para la disciplina eclesiástica.
En beneficio de los seminarios italianos, ordenó que fueran visitados regularmente por los obispos y promulgó un nuevo programa de estudios que había estado en uso en el Seminario Romano.
Por otra parte, como las diócesis del Centro y Sur de Italia eran tan pequeñas que sus seminarios respectivos no podían prosperar, Pío X estableció el seminario regional; en consecuencia, muchos seminarios, pequeños y deficientes, fueron cerrados.
Con motivo de la celebración del jubileo de su ordenación sacerdotal, dirigió una carta llena de afecto y prudentes consejos a todo el clero.
— Preocupado por la pureza de la fe
Pero la principal preocupación del Papa era la pureza de la fe. En la encíclica del centenario de San Gregorio Magno, Pío X resalta los peligros de ciertos métodos teológicos nuevos, los cuales, basándose en el Agnosticismo y el Immanentismo, suprimen la doctrina de la fe de sus enseñanzas de una verdad objetiva, absoluta e inmutable, más aun cuando estos métodos se asociaban con una crítica subversiva de las Sagradas Escrituras y de los orígenes del Cristianismo.
+ En 1907, publicó el Decreto
“Lamentabili” (llamado también el Syllabus de Pío X), en el que sesenta y cinco proposiciones modernistas fueron condenadas. La mayor parte de estas se referían a las Sagradas Escrituras, su inspiración y la doctrina de Jesús y los Apóstoles, mientras otras se relacionaban con el dogma, los sacramentos, la primacía del Obispo de Roma.
+ El 8 de Septiembre de 1907 apareció la famosa Encíclica
“Pascendi”, que exponía y condenaba el sistema del Modernismo. Este documento hace énfasis sobre el peligro del Modernismo en relación con la filosofía, apologética, exégesis, historia, liturgia y disciplina, y muestra la contradicción entre esa innovación y la fe tradicional. Con esta encíclica establece reglas para combatir las perniciosas doctrinas en cuestión. Entre las medidas sugeridas cabe señalar el establecimiento de un cuerpo oficial de “censores” de libros y la creación de un “Comité de Vigilancia”.
+ Posteriormente, mediante el Motu Proprio
“Sacrorum Antistitum”, Pío X sancionó que todos aquellos que ejercieran el sagrado ministerio de la predicación o enseñaran en institutos eclesiásticos, así como canónigos, superiores del clero regular, y aquellos que servían en oficinas eclesiásticas, debeían tomar un juramento en el que se comprometían a rechazar los errores que eran denunciados en la decreto
“Lamentabili”.
+ Pío X retomó este asunto vital especialmente en las encíclicas que fueron escritas en conmemoración de San Anselmo (Abril 21, 1909) y de San Carlos Borromeo (Junio 23, 1910), en la segunda de las cuales el Modernismo Reformista fue especialmente condenado.
— Establecimiento del Pontificio Instituto Bíblico de Roma
Como el estudio de la Biblia es, a la vez, el área más importante y más peligrosa de la teología, Pío X deseaba en Roma un centro especial para esos estudios que les diera la garantía de una ortodoxia incuestionable y un valor científico. Con el apoyo del mundo católico se estableció el Pontificio Instituto Bíblico de Roma bajo la dirección de los jesuitas.
— Codificación de la ley canónica y reestructuración organizativa de las entrañas del Vaticano
Una necesidad sentida durante mucho tiempo fue la de codificar la ley canónica. Con esta intención el 19 de Marzo de 1904 Pío X creó una congregación especial de cardenales de la que Gasparri, convertido en cardenal, sería el secretario. Las más eminentes autoridades en derecho canónico de todo el mundo colaboraron en la formación del nuevo código.
Las congregaciones para las Reliquias e Indulgencias y de Disciplina fueron suprimidas, mientras que la Secretaría de Asuntos Menores fue unida a la Secretaría de Estado. Las oficinas de la Curia se dividieron en Tribunales (3), Congregaciones (11), y Oficinas (5). Con respecto a los primeros, el Tribunal de Signatura (constituido exclusivamente por cardenales) y el de la Rota fueron revividos; al Tribunal de la Penitenciaría le fueron dejados únicamente los casos del fuero interno (conciencia). Las Congregaciones permanecieron casi como estaban al principio, con la excepción de que una sección especial fue agregada al Santo Oficio de la Inquisición para las indulgencias.
La Congregación de Obispos y Regulares recibió el nombre de Congregación de Religiosos y tendría que tratar únicamente los asuntos de las congregaciones religiosas, mientras los asuntos del clero secular serían derivados a la Congregación del Consistorio o a la del Concilio; de este último fueron retirados los casos matrimoniales, los cuales serían ahora enviados a los tribunales o a la recientemente creada Congregación de los Sacramentos.
La Congregación del Consistorio aumentó grandemente su importancia debido a que tendría que decidir sobre cuestiones que eran competencia de las otras Congregaciones.
Al mismo tiempo, fueron publicadas las reglas y regulaciones para empleados, y aquellas para los diferentes departamentos. Otra Constitución reciente presenta una relación de las sedes suburbicarias.
La jerarquía Católica incrementó su número durante los primeros años del pontificado de Pío X, en los que se crearon veintiocho nuevas diócesis, la mayoría en los Estados Unidos, Brasil y las Islas Filipinas; también una abadía nullius, 16 vicariatos Apostólicos y 15 prefecturas Apostólicas.
— La cuestión social
Pío X, siguiendo los pasos de su predecesor León XIII, quiso que la Iglesia desempeñara un papel de liderazgo en la solución de la cuestión social.
Sus puntos de vista en esta materia fueron formulados en un syllabus de diecinueve proposiciones, tomadas de diferentes encíclicas y otras Actas de León XIII, y publicadas en un Motu Proprio (Diciembre 18, 1903), especialmente para la orientación en Italia, donde la cuestión social era un asunto espinoso a principios de su pontificado.
Buscó reprimir ciertas tendencias que se inclinaban hacia el Socialismo y promovían un espíritu de insubordinación a la autoridad eclesiástica.
Como resultado del aumento constante de divergencias, la “Opera dei Congressi”, la asociación Católica más grande de Italia, fue disuelta.
No obstante, inmediatamente después la Encíclica “Il fermo proposito” (Junio 11, 1905) provocó la formación de una nueva organización, constituida por tres grandes uniones, la Popular, la Económica y la Electoral.
Pío X logró la eliminación de los elementos más discrepantes dando lugar a una verdadera acción social Católica, aunque subsistieron algunas fricciones. El deseo de Pío X es que la clase trabajadora sea abiertamente Católica, como lo expresó en una memorable carta dirigida al Conde Medolago-Albani.
— Relaciones con los gobiernos
En sus relaciones con los gobiernos, el pontificado de Pío X tuvo que mantener luchas dolorosas.
En Francia el papa heredó disputas que fueron utilizadas por el gobierno de París para romper las relaciones diplomáticas con la Santa Sede. La ley de separación despojó a la Iglesia de Francia y prescribió una constitución para ella. La separación trajo cierta libertad a la Iglesia de Francia, especialmente en materia de la elección de sus pastores. Pío X, sin buscar represalias, reconoció el derecho francés de protectorado sobre los católicos en el Este. Algunos párrafos de la Encíclica
“Editae Saepe”, escrita en ocasión del centenario de San Carlos Borromeo, fueron mal interpretadas por los Protestantes, especialmente en Alemania, por lo que Pío X elaboró una declaración refutándolos, sin menoscabo a la autoridad de su alto cargo.
En ese tiempo (Diciembre, 1910), se temían complicaciones en España, así como la separación y persecución en Portugal.
El Gobierno de Turquía envió un embajador ante el Papa.
Las relaciones entre la Santa Sede y las repúblicas de América Latina eran buenas. Las delegaciones en Chile y la República Argentina fueron elevadas a la categoría de internunciaturas, y se envió un Delegado Apostólico a Centroamérica.
— Solidario ante las calamidades públicas
Finalmente, no debemos olvidar su generosa caridad en las calamidades públicas. Durante los grandes terremotos de Calabria, Pío X pidió ayuda a todos los católicos del mundo, logrando reunir unos 7’000,000 de francos, que sirvieron para cubrir las necesidades de quienes fueron afectados y para la construcción de iglesias, escuelas, etc.
Su caridad no fue menor en ocasión de la erupción del Vesubio y de otros desastres fuera de Italia (Portugal e Irlanda).
— Tres características de su persona
La pobreza: fue un Papa pobre que nunca fue servido más que por dos de sus hermanas para las que tuvo que solicitar una pensión para que no se quedaran en la miseria a la hora de la muerte de Pío X.
La humildad: Pío X siempre se sintió indigno del cargo de Papa y no permitía lujos excesivos en sus recámaras. Sus hermanas que lo atendían no gozaban de privilegio alguno en el Vaticano.
La bondad: nunca fue difícil tratar con Pío X pues siempre estaba de buen genio y dispuesto a mostrarse como padre bondadosos con quien necesitara de él.
— Muerte
Falleció en Roma el 20 de agosto de 1914 y fue enterrado en las grutas vaticanas, hasta que en 1951 sus restos incorruptos fueron trasladados a la Basílica de San Pedro, bajo el altar de la capilla de la Presentación, donde están expuestos a la veneración de los fieles . En su epitafio se lee:
“Su tiara estaba formada por tres coronas: pobreza, humildad y bondad”.
— Canonización
Fue canonizado en 1954.