sábado, 26 de octubre de 2013

Parábola de un hombre rico y de un pobre llamado Lázaro (Lucas 16:19-31)


Lucas 16,19-31
26 Domingo del Tiempo Ordinario, C

En aquellos días dijo Jesús esta parábola: «Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico... pero hasta los perros venían y le lamían las llagas. Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. «Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: "Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama." Pero Abraham le dijo: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros." «Replicó: "Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento." Díjole Abraham: "Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan." El dijo: "No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán." Le contestó: "Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite."»

- Comentario por M. Dolors Gaja, M.N.

Seguimos en el Camino a Jerusalén. Lucas sabe que el camino es espejo de la vida y coloca en este camino las grandes enseñanzas de Jesús. En el centro de este camino, dos capítulos clave: el 15, que nos habla de la Misericordia de Dios y de cómo deben ser nuestras relaciones con el Padre (recuérdese hijo pródigo, hermano mayor…oveja que se aleja…) y el capítulo 16, aparentemente centrado en el uso del dinero pero, en realidad, centrado en la relación con el hermano. Lo cual conlleva, claro está, la justicia social y el reparto equitativo de bienes.

Dos dípticos:

Lucas tiene la costumbre de “pintar” cuadros con dos protagonistas en los que, generalmente, el segundo es el humanamente pobre y, sin embargo, sale ganando en el relato: recordemos la anunciación a Zacarias/María, el fariseo y el publicano, Marta y María, este rico y el pobre Lázaro… Algo nos deja claro: que este mundo está al revés porque cuando lo explica Jesús los pobres salen ganando.

El segundo díptico (imaginemos pintar un cuadro con dos escenas) lo forman la contraposición de este mundo con el de más allá.

LOS HOMBRES DE ESTA PARÁBOLA

En este mundo

Lucas tiene muchas parábolas que comienzan con el sintagma “Un hombre…”. Es una manera de decir que no se trata de un hombre concreto sino de la humanidad en general. (Un hombre tenía dos hijos…Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó…) Por contraposición el pobre tiene nombre y un nombre que en hebreo significa “Dios ayuda”. Pero Dios no ha podido ayudar porque aunque el pobre está cerca del rico, la puerta de éste está cerrada.

Del rico sabemos que vestía bien y comía espléndidamente. Lázaro ni siquiera puede mantener su dignidad pues está “echado” y los únicos que se acercan son perros. La parábola denuncia el abismo de injusticia que había en tiempos de Jesús…¡y que hay ahora!

Hermanos nuestros echados, sin casa, sin papeles, sin comida, sin dignidad…Y nuestra sociedad, y nosotros, preocupados por si engordamos, por si tenemos lo último en tecnología, por…

En el otro

La muerte, ya lo cantaban los medievales, trata a todos por igual, Muere el rico y muere el pobre. Pero la muerte del pobre es fiesta (ángeles, Abraham…) mientras del rico sólo sabemos que fue sepultado.

Y por un momento atisbamos “el otro lado”. Podemos deducir que el rico era piadoso pues conoce a Abraham y lo llama “Padre Abraham” y éste le contesta “Hijo”. Pero no vivió como hijo de Abraham y por tanto no participará del banquete.

Dice Gustavo Gutiérrez que “fuera de los pobres no hay salvación”. Al cerrar la puerta al pobre, el rico se cerró la puerta del paraíso. Los pobres (de cualquier tipo) los marginados, los carentes, los ninguneados…ellos son nuestra salvación o perdición porque “cualquier cosa que hicierais a uno de estos pequeños, a mí me lo hacéis”

Jesús ha querido vincular la salvación a los pobres. En la parábola queda claro que el hombre rico se habría salvado si hubiera ayudado a Lázaro. El cielo significa, en cierto modo, ver claro. Y el hombre rico ve ahora a Lázaro como el único que le puede ayudar. No pide a Abraham que le dé agua él mismo sino que “mande a Lázaro”. Lázaro significa “Dios ayuda”. Pero el kairós, el tiempo oportuno, ha sido desperdiciado…Es un aviso serio para no dejar pasar de largo la Gracia y “agarrarla por los pelos”.

Siempre pensamos que hay que ayudar a los pobres. Jesús pone los puntos sobre las íes y nos explica que son ellos, los pobres quienes pueden ayudarnos.

No me resisto a dejar algún texto que nos hace ver cómo se tomaron los cristianos de los primeros siglos el tema de la riqueza:

“Forzosamente, el principio y raíz de tus riquezas proceden de la injusticia. Porque Dios, al principio, no hizo al uno rico y al otro pobre, sino que dejó a todos la misma tierra. ¿De dónde, pues, siendo la tierra común tienes tú tantas yugadas de tierra y tu vecino ni un palmo de terreno?” San Juan Crisóstomo

El no dar parte de lo que se tiene es ya rapiña. S. Juan Crisóstomo

Abrid de par en par las puertas de vuestros graneros, dad salida a vuestras riquezas en todas las direcciones. Dime, ¿qué es lo que te pertenece?, ¿de dónde trajiste nada a la vida?, ¿de quién lo recibiste? Así son los ricos: se apoderan los primeros de lo que es de todos y se lo apropian, sólo porque se han adelantado a los demás... Si cada uno se contentase con lo indispensable para atender a sus necesidades y dejara lo superfluo a los indigentes, no habría ricos ni pobres. San Basilio

Y acabo con un no-cristiano (o no bautizado) Gandhi:

"Es bonito hablar de Dios mientras estamos sentados después de un agradable desayuno y a la espera de otra comida aún mejor. Pero, ¿cómo puedo hablarle de Dios a las muchedumbres que tienen que tirar adelante sin dos comidas al día?. A éstos, Dios sólo se les puede representar como pan y mantequilla. La única forma aceptable en que Dios puede osar presentarse a un pueblo hambriento y desocupado, es en el trabajo y las promesa de alimento como salario".

Que la lectura de este domingo nos lleva al hermano necesitado. ¡Lean lo últimito del Papa Francisco también!

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