Una de las presentaciones que más me han impresionado durante estos ultimos años comenzaba así: "Lo más tragico que le puede pasar al cristianismo es que hayamos domesticado sus símbolos y esto es lo que ha ocurrido con el crucifijo".
La cruz es el símbolo que mejor representa al cristiano, sin embargo, no encontramos crucifijos en los primeros siglos del cristianismo cuando se forjan los símbolos cristianos. ¿Por qué? La respuesta es muy simple: a nadie se le ocurrió hacer de un instrumento de tortura y muerte el símbolo que representara y uniera a los seguidores de Cristo.
Entre los primeros símbolos del cristianismo encontramos los peces, los panes, el buen pastor, el cordero, la ballena, las uvas, pero no el crucifijo. Era muy difícil que la cruz se convirtiera en el simbolo cristiano que siglos despues llegaría a ser mientras la crucifixión seguia siendo un medio de castigar publicamente al criminal. La escena de un criminal crucificado expuesto al público servía para que la multitud se lo pensara dos veces antes de rebelarse contra la autoridad y el poder establecidos.
Sin embargo, sin la crucifixión todo lo que podamos decir sobre la entrega, el servicio y sacrificio del Cristo se quedaría corto. Ahora bien, cuando la cruz se convierte en arte, ¿no desvirtuamos de alguna manera el significado de este simbolo?, se preguntaba el ponente. Cuando hacemos cruces de oro y diamantes, ¿no corremos el peligro de perder de vista la verdadera imagen del crucificado?
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